sábado, abril 28, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXVI

Desde ese momento mi trabajo en la universidad se hizo un castigo, el hecho de topármelo me producía amargura. Pero nunca se lo hice saber, lo saludaba como era lógico entre dos compañeros de trabajo, pero marcaba la distancia.
Lucas se convirtió en mi apoyo, tenemos muchas cosas en común y ese fue el momento preciso para descubrirlo. No sabía nada de la historia con Bruno, yo lo prefería así, de esa forma lo olvidaba más rápido. Entre esas tantas cosas que en las que nos parecemos, nuestro amor por las letras es lo más verdadero, así fue como nació nuestra tradición de ir a un café que estaba cerca de la universidad, después de cada clase para intercambiar y comentar nuestros escritos. “Letras y Poetas” era nuestro lugar, todos los poetas “frustrados” o principiantes lo frecuentaban, era acogedor y cualquiera podía leer sus poemas sobre el escenario o dejarlos publicados en un mural, nunca hice nada de eso. Ahí nos pasábamos en nuestros ratos libres, se hacían demasiado cortos, pero gracias a eso “ojitos claros” se alejaba de mi mente.
Un día, Lucas me dijo que tenía algo que hacer, así que lo mejor era que me adelantara. Llegué al café, me senté en una de las mesas mas aisladas y me puse a leer mi libro de turno. Mientras tomaba un té llegó mi compañero, pero no venía solo.
-¡Ofelia! Espero no haberte hecho esperar mucho. Tuve que esperar a Bruno, justo hoy le entró la curiosidad por venir a este lugar.-Dijo sonriendo.
-¿Cómo estás Ofelia?-Preguntó Bruno deprimido.
-Bien, gracias.-Contesté cortante.
Desde que Bruno llegó no hice otra cosa que pensar en el beso que nos habíamos dado, trataba de mantenerme concentrada en lo que hablaba Lucas, pero no podía. Menos lo logré cuando me di cuenta de lo callado que estaba “ojitos claros”. Su mirada parecía perdida y apagada, me preocupé al ver sus ojos sin brillo, pero no dije nada. Yo no tenía por que meterme en sus asuntos. Cerca de las diez de la noche, después de una agradable tarde, o al menos eso parecía, cada uno tomó su rumbo.
Al día siguiente, a la hora de almuerzo iba caminando por uno de los jardines de la universidad cuando divisé a Bruno y su guitarra, estaba sentado bajo un árbol. Estaba nublado y hacía frío, así que me extrañó aún más el hecho de que él estuviera ahí y no en la sala de música. Me quedé parada pensando en si me acercaba o no, decidí no hacerlo, pero no alcancé a dar un paso y mi pies me traicionaron, me llevaron derechito hasta donde estaba Bruno. Él levantó la cabeza a penas notó la presencia de alguien, sin decir nada me ofreció su mano, dude en aceptarla, pero al final mi mano también me traicionó y se unió a la suya, me senté a su lado. Por unos minutos reinó el silencio, Bruno tocaba unos acordes sin sentido, era como si estuviera probando algo, yo no aguanté mas y tuve que hablar.
-¿Qué te pasa Bruno? De ayer que estás extraño
-¿¡Cómo te puede importar como estoy después de lo que pasó!? ¡Me porté como un idiota! ¡Más aún con lo que tú sientes por mí!-Gritó sin ganas.
-¡Olvídate de eso! ¡Ese tema no existe! Si ahora me acerqué es porque no soy una inhumana que se olvida de que la otra gente también siente.-Dije alterada.
Sé que le llegó esa frase y se sintió aún peor, pero ni eso bastó para que el incómodo tema de mis sentimientos hacia a él se terminara.
-Nadie puede huir de lo que siente Ofelia. Yo sé que te decepcioné y no quieres hablar de eso, pero yo quiero aprovechar de pedirte disculpas. No me porté bien lo sé, pero es que Emilia me tiene loco.- Contestó.
-Lo entiendo. La debes querer mucho. Pero eso no justifica lo que hiciste, sabiendo o no lo que yo sentía nunca vuelvas a usar a una mujer. Espero que aquí se acabe este tema.-Dije.
-La amaba, hasta que me engañó, me mintió y tiró mi confianza a la basura. Hice el papel de tonto por varios meses. Terminamos y ella volvió arrepentida pidiendo perdón, dijo que todo se había acabado con el otro tipo, que era su ex. Yo estaba tan triste sin ella que decidí arriesgarme, la necesitaba demasiado, así que empezamos otra vez. Pero nada fue igual, ahora todo esta mal con ella.-Relató.
-¡Que lástima! A pesar de ser una neurótica se merece una segunda oportunidad.-Me burlé.
-No debería estar contándote esto. Después de todo, tú y yo…-Intentó decir.
-Tú y yo éramos buenos amigos. Ahora también podemos serlo y puedes confiar en mí. Así te das cuenta de que todo lo que te dije ese día era mentira. ¿Cómo pudiste pensar que después de tanto tiempo iba a seguir queriéndote? ¡Que ingenuo!-Aproveché de negarlo todo.
Bruno estaba impactado, no podía creer lo que estaba escuchando. Ahora era él quien pasaba la vergüenza, había sido víctima de una tomadura de pelo y además había recibido un golpe. Vi unas llamas asomar por su mirada, dejó la guitarra a un lado y me dijo:
-¿¡Todo era mentira!? ¡Que imbécil! ¿¡Cómo no lo supe desde el principio!? ¡Obvio, era absurdo! ¡A nadie le puede durar tanto un enamoramiento sin si quiera ver a la persona!
-Lo hice para que te sintieras como la basura que fuiste en ese momento por usar a una mujer. Pero bueno, que eso te sirva de lección. Espero que quedemos como amigos.-Dije riendo.
Tardó un poco en responder, pero al final rió y aceptó. Me acusó de mentir muy bien, porque después de ese beso, él estaba convencido de que pasaba algo entre los dos, que estábamos “conectados”. Quería gritarle que lo quería y que yo también había sentido la conexión en ese beso, pero él amaba a Emilia, yo no era nada más que algo que había alimentado su ego de macho por un rato.
Nos llevamos mejor desde ese día, hablábamos más, aunque siempre había algo por lo que discutir, pero finalmente por cualquier razón, todo terminaba bien. Ahora éramos un trío, Lucas, Bruno y yo. Nuestras visitas a “Letras y Poetas” se hacían cortas, mi tiempo se pasaba volando, pero disfrutaba cada instante con “ojitos claros” a pesar de que en varias ocasiones Emilia salía como tema, y hasta apareció personalmente. Pero ya estaba acostumbrada, aunque mi amor por Bruno seguía vivo, trataba de verlo lo más que podía como un amigo, y aunque suene raro, cada día se me hacía menos difícil. Talvez era porque de un momento a otro empecé a ver a Lucas con otros ojos. Él era tan tierno, tan atento conmigo, que me hacía sentir querida, pero talvez yo estaba confundiendo las cosas… o ¿realmente Lucas se me estaba presentando como una nueva oportunidad de amar? Esta vez con altas posibilidades de que resultara. Mi pregunta fue contestada antes de lo que yo pensaba. En una de nuestras tradicionales idas al café, noté a Lucas algo nervioso, mientras tomábamos chocolate caliente a penas me habló para decirme que pronto llegarían Bruno y Emilia, porque quería decir algo importante. Unos minutos más tardes llegaron, Lucas estaba ruborizado, yo cada vez más desconcertada, hasta que finalmente, sin muchos rodeos, se paró caminó hasta el escenario, tomó el micrófono y dijo:
-¡Buenas noches a todos! Hoy me tomo este escenario porque quiero decirle algo a una persona muy especial. Ofelia, estas palabras son para ti. Este poco tiempo que llevo de conocer lo maravillosa que eres me ha bastado para quererte, y no solo como amigo. Te amo y este lugar ha sido el culpable de que este amor haya nacido, sin que lo buscara.
Estoy aquí, arriesgándome a hacer el ridículo para pedirte una oportunidad. Sé que te aterra entregarte al amor, aún así me atrevo a preguntar: ¿Quieres superar ese miedo conmigo?

No hay comentarios.: