jueves, mayo 31, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXIII

A la mañana siguiente al despertar me di cuenta de que aún seguía en los brazos de Bruno, él dormía profundamente y yo me dediqué a mirarlo por un buen rato. Luego me levanté, me di una ducha y cuando terminé de vestirme él ya había despertado. No era tan tarde pero para mi cada hora del día era indispensable porque quería disfrutar todo al máximo, así que burlona le dije:
-¡Ya era hora de que despertaras! ¡Flojo!
-Lo siento es que me quedé dormido de amanecida.-Dijo aun dormido.
-¿Por qué? ¿¡Me moví mucho!? ¡Disculpa!-Me apresuré a decir.
-¡No, nada de eso! Fui yo el que no se quiso dormir antes.
-¿Cómo? Y ¿por qué no? No entiendo.-Dije mientras me sentaba a su lado.
-Es que te veías tan linda durmiendo…sin darme cuenta amaneció mientras te miraba.-Contestó.
Con eso terminó de conquistarme, no me resistí y lo besé hasta que me cansé. Su ternura me conmovía y sabía que era sincero, era realmente lo que había imaginado de él por años, y talvez era mucho más.
A penas estuvo vestido nos fuimos a pasear por los alrededores, fuimos a los Ojos de Caburgua unos hermosos pozones con el agua más cristalina que he visto, el maravilloso bosque en el que estaban ubicadas hacían todo mucho más especial. Después de almorzar se me ocurrió que podíamos dar un paseo en bote por el lago, Bruno aceptaba todo lo que a mi se me ocurría, lo único que le importaba era que disfrutara cada minuto a su lado. Cuando llegamos a orillas del lago nos dijeron que tendríamos que esperar un momento porque estaba todo ocupado, en eso estábamos cuando de pronto una voz chillona grita:
-¡Bruno! ¿Cómo estas? ¿Disfrutando del paseo?
Emilia se acercó y venía acompañada de un tipo que parecía extranjero, me miró despectiva y besó ligeramente a Bruno en los labios, herví de rabia y mi boca no pudo mantenerse cerrada:
-¿Qué te pasa? ¿No te queda nada de dignidad? ¿No te bastó con todo lo que te dijo Bruno para que lo sigas molestando? Nada de lo que hagas va a influir entre nosotros. ¡Para tu desgracia él me quiere a mí!
-¿Si estás tan segura por qué me dices todo esto? Admite que sientes celos ¡haznos saber que no eres de piedra y que sientes!-Contestó riendo.
-¡Emilia ya es suficiente! No tienes por qué tratar así a Ofelia. En todo caso, ella tiene razón... yo la quiero a ella y nadie más. Y en vez de seguir discutiendo ¿por qué no nos presentas a tu acompañante?
-¡Ah claro! Él es William, un viejo amigo ingles cuyas vacaciones coincidieron con las mías. Lo llamé y le dije que se viniera de inmediato para acá, así le muestro lo maravilloso de Pucón.
Mientras Emilia explicaba la historia de su amigo gringo nos llamaron para entregarnos el bote, la dejamos hablando sola sin querer. Nos pusieron los chalecos salvavidas y nos subimos al bote, cuando Bruno comenzó a remar noté que Emilia se subía a una bicicleta acuática con William y que se dirigían hacia donde estábamos nosotros, se lo hice saber a “ojitos claros”, pero no le dio importancia. Yo me relajé y tampoco le di importancia, me dediqué a observar el hermoso paisaje, de un momento a otro fuimos chocados tan fuerte que ni supimos cuando nos encontramos en el agua. Cuando reaccioné vi alejarse la bicicleta de Emilia y oía su fastidiosa risa de victoria, noté que Bruno estaba tratando de dar vuelta el bote para poder subirnos otra vez así que lo auxilié. Me ayudó a subir y luego subió él, mientras remábamos de regreso nos miramos y nos pusimos a reír de lo sucedido, no le dimos el gusto a la “miss Chile” de arruinar todo. Ya estábamos empapados, pero nunca está demás otro poco de agua así que se puso a llover, afortunadamente ya casi llegábamos a la orilla cuando se hizo más torrencial. Llegamos lo más pronto posible al hotel, nos estábamos congelando así que al entrar en la habitación de inmediato encendimos la chimenea y nos pusimos un momento junto a ella para abrigarnos un poco. Bruno me abrazó y me cobijó con una manta, luego me dijo:
-Siento que Emilia haya hecho eso. No pensé que pudiera ser tan infantil.
-Tú no tienes la culpa, sólo está dolida porque la dejaste.-Contesté
Nos besamos, pero fue un beso distinto, en ese momento supe que era tiempo de entregar mi corazón por completo sin pensar en nada. Me levanté y tomé a Bruno de la mano, él me imitó y se puso de pie. Lo guíe hasta la cama, me acosté y él se tendió junto a mí, lo miré a los ojos mientras acariciaba su rostro y pensaba en lo mucho que lo quería. Temblaba entera y él lo noto, igual de nervioso preguntó:
-¿Estás segura? No quiero que te sientas presionada, nada nos apura.
-No me siento presionada, quiero estar contigo… ahora.-Respondí casi en un susurro.
Llevé una de las manos de Bruno hasta mi cintura, lo besé y él me correspondió con ternura. Posó sus labios en mi cuello recorriéndolo entero, sentí como una ola de calor llegó hasta mis mejillas haciéndolas arder. Me quitó el suéter con delicadeza mientras yo torpemente lo ayudaba a desvestirse, mis brazos rodearon su espalda desnuda y por un momento nuestras miradas se encontraron. Ahí estaba, perdida en sus ojos otra vez, atrapada entre sus besos, frágil ante sus caricias, sólo quería entregarme a él por completo, lo amaba y ya estaba lista para dar ese paso. A pesar de su evidente experiencia, Bruno parecía inseguro, supongo que temía más por mí que yo misma, pero yo disfrutaba a cada segundo el contacto de su piel rozando la mía. Cada vez que me tocaba provocaba una explosión de éxtasis que me hacía desearlo más y mi corazón latía a gran velocidad mientras él exploraba cada rincón de mi cuerpo.
No supe en que instante me quedé dormida, sólo recuerdo que me sentía la mujer más amada y la mas bonita que podía existir. Estaba embriagada de amor, aunque suene cursi, “ojitos claros” me hacía muy feliz y tanta felicidad me asustaba.

lunes, mayo 21, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXII

Poco me duró mi postura de mujer fría, Bruno me tomó por la cintura, me acercó a él y me besó con la misma intensidad de la primera vez, con este beso me convencí de que aunque fuera para sacarle celos a Emilia, Lucas tenía razón y “ojitos claros” no hacía nada sin sentirlo. Cuando me liberó se dispuso a hablar con autoritarismo:
-¡Te vienes conmigo por las buenas o por las malas, pero vienes conmigo!
No me tuvo que rogar demasiado, porque después de ese beso ya todo me daba lo mismo, me quería ir con él sin preocuparme de Emilia, de Lucas, ni de mi estúpido miedo. Las palabras salieron solas de mi boca:
-¡Nos está esperando el bus! ¡Vamos!
El bus llegó a Villarrica una hora después, ya estaba oscureciendo entramos al hotel. En seguida Bruno pidió que nos llevaran a las piezas respectivas, que estaba una al lado de la otra, pero surgió un inconveniente. Por error habían entregado una de nuestras habitaciones a otro pasajero y por desgracia, el hotel estaba lleno. Al parecer el encargado notó que la pieza era muy chica y que tenía una sola cama bastante diminuta, así que a modo de recompensa nos ofreció una más grande, que acababan de desocupar, al mismo precio que las otras. Cuando llegamos nos dimos cuenta de que era de las más caras que tenía el hotel, era hermosa. Tenía vista al lago, una chimenea, una maravilla, el único inconveniente era que… tenía una sola cama. Con eso entré en pánico y se lo hice saber al amable anfitrión que nos atendía, pero Bruno interfirió diciendo que no hiciera caso de mis alegatos, que todo estaría bien. Nos quedamos solos, salí al balcón y de pronto empezó a llover, Bruno se acercó muy cariñoso y dijo:
-Al fin estamos juntos y tranquilos.
Me di vuelta y tomé su cara entre mis manos, lo besé y le dije:
-Olvídate de cualquier otra cosa que no sea dormir en esa cama.
-¡No se me ha pasado por la cabeza nada que no sea dormir!-Rió.
Reí con él y me di cuenta de que iba a respetar mi espacio, me relajé. Era feliz, por primera vez en mi vida me sentía así, plena.
Una hora más tarde nos llevaron la comida a la habitación, Bruno había encendido la chimenea, así que luego de comer nos sentamos en el piso junto a ella. Conversamos por largo rato, aunque él hablaba más que yo, porque mis nervios aún no se calmaban. Me costó aceptar que “ojitos claros” ya era libre para estar conmigo, y que ya no estábamos ahí como amigos sino como una pareja que recién comenzaba, era algo que nunca había vivido. Ya era muy tarde cuando me empezó a dar sueño, quise ir a dormir porque quería aprovechar todo el día siguiente en conocer cada rincón de ese hermoso lugar, que seguramente tenía mucho que ofrecer.
Entré al baño para ponerme pijama mientras Bruno esperaba su turno, cuando salí, sin mirarlo me acosté lo más a la orilla que pude de esa inmensa cama, de hecho estaba a punto de caer. Él no se demoró mucho en estar junto a mí, apagó la luz y estuvimos en silencio unos minutos, sólo se escuchaba el sonido de la lluvia. De pronto Bruno se puso a reír, yo no entendía nada ni me atrevía a preguntar, me sentía algo incómoda compartiendo la cama, sobre todo si era con él. Finalmente en medio de risas me dijo:
-Ofelia, no creo que esté tan gordo como para que me quieras dejar casi toda la cama. Es más, creo que es bastante grande para los dos.
Me hervían las mejillas, no sabía que responder, me daba vergüenza estar en esa situación, aún a oscuras sentía que mi cara podía alumbrar toda la pieza de lo colorada que estaba. Tratando de salvar la situación contesté:
-No es eso es sólo que yo no necesito tanto espacio para dormir, así estoy bien.
-¿Por qué tienes tanto miedo de lo que pueda pasar?-Preguntó serio.
-¿Miedo de qué?
-A penas llegamos me aclaraste que en esta cama no iba a pasar nada que no fuera dormir, con eso me quisiste decir que no quieres que tú y yo…-No quiso terminar la oración.
-¿No quiero que tú y yo que?-Seguí evadiendo su pregunta.
-No quieres que estemos juntos.
-Pero si estamos juntos, estamos aquí los dos ¿no?
-Si, pero me refiero a que… no quieres que hagamos el amor.-Dijo con algo de temor.
El latido acelerado de mi corazón se podía escuchar en toda la pieza, había llegado el momento de aclarar las cosas con Bruno. Me senté en la cama sin encender la luz y él también se sentó, a penas distinguía su cara en la penumbra pero eso me facilitaba las cosas para hablarle con honestidad. No me sentía con valor, pero al final no tenía alternativa:
-Bruno, no es eso. Lo que pasa es que yo nunca he estado con nadie.
-¿Qué? ¿Cómo con nadie?-Preguntó incrédulo.
-Soy…soy virgen.-Contesté algo avergonzada.
Sentí como Bruno se acercaba a mí, no me podía alejar más porque hubiera caído de la cama y no quise escapar para no ser la misma cobarde de siempre. Pero a pesar de todo no sentí miedo, él tomó mi mano, se acostó y me invitó a reposar en su pecho, así lo hice. Me abrazó y no dijo nada, acarició mi mano por tanto rato que ni si quiera supe cuando me dormí. Siento decepcionarlos pero no pasó nada, sólo dormí con él, igual como hace diez años lo hice en ese sueño tan real.

viernes, mayo 18, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXI

Ahí estaba, nuevamente Bruno aparecía cuando al fin creía que podía escapar de él por lo menos por un miserable fin de semana fuera de la ciudad. No entendía lo que pasaba, al parecer Lucas había enloquecido. Lo último que quería era tener a “ojitos claros” cerca y mi supuesto amigo, traicionándome me empujó hacia él sin preguntarme. Tratando de ser indiferente y no parecer desesperada pregunté:
-¿Qué estas haciendo aquí?
-¡Lo mismo que tú! Me voy a pasar un fin de semana espectacular a Villarrica, y lo mejor de todo es… ¡que me voy con la mujer que amo!-Contestó feliz.
Cuando dijo eso me aturdió, típico, con palabras bonitas una siempre cae. Pero no lo demostré, se acercaba cada vez más, yo miraba por la ventana tratando de ignorarlo, haciéndome de rogar un poco. Él ya estaba ahí y eso seguro que debía significar algo, era verdad que todo indicaba que debíamos estar juntos. Yo estaba quieta con la vista fija en el paisaje, hasta que me di vuelta y me encontré con su rostro casi pegado al mío. Estábamos a punto de besarnos hasta que mi desastrosa suerte hizo lo suyo y se escuchó un gritó:
-¡Bruno, mi amor! ¿¡Pensabas irte sin mí!?
Emilia se acercaba encantada hasta nuestros asientos. Bruno parecía atontado, sólo lo miré y le sonreí mientras mi cabeza se movía de un lado a otro. Decepcionado me dijo:
-¡No sabía que ella vendría! ¡Por favor créeme! ¡Terminé con ella, te lo dije! ¡No sé cómo se enteró! ¡Te lo juro, mi amor!
-No, a mi no me tienes que explicar nada. A la que le tienes que aclarar muchas cosas es a ella… ¡que al parecer esta muy entusiasmada con el viaje! ¡Disfruta tu fin de semana con la mujer que amas, mi amor!-Contesté sarcástica mientras me reía.
Tomé mis cosas, Bruno bloqueaba mi salida así que lo empuje y me fui varios asientos más atrás, dejándolo con los chillidos de Emilia, sinceramente eso lo disfruté. Odié a Lucas en ese momento, gracias a no sé que razones este fin de semana iba a ser el peor, a menos que no me topara con “ojitos claros” ni con su polola o ex histérica. Pero una corazonada me decía que eso no iba a pasar y que lo de disfrutar mi soledad quedaría sólo en un deseo que no se cumpliría.
Un par de horas después mientras leía, sentía la mirada de Bruno clavada en mí, al parecer Emilia se había calmado y dormía profundamente. No lo miré, seguí concentrada en mi lectura, hasta que de reojo traté de saber que hacía y no lo vi. Un tirón en mi pantalón hizo que me encontrara con él que se encontraba acostado en el piso de guata, quería reír al verlo así, pero me contuve. Tenía carita de pena y como buena tonta enamorada me enterneció, así que esta vez fui algo más amable, pero sin salir de mi seriedad:
-No quiero que tengas problemas con Emilia por mi culpa. Esto es una mala coincidencia, yo quería estar lejos de ti ¡y al final me topo contigo que te vas a una luna de miel reconciliadora con tu polola! Sólo fue mala suerte, pero si tratamos de no encontrarnos todos lo pasaremos bien.
-¡Yo vine a pasar un fin de semana contigo! Emilia no tiene nada que ver en esto y lo tiene que entender. ¡Si no estoy sentado aquí contigo ahora es porque no quiero que haga escándalos y nos arruine aún más el fin de semana! Para que veas que es verdad te traje una nota que te escribió Lucas, él me contó todo. ¡Él me dijo de tus planes y me dijo convenció de que viniera!-Dijo seguro.
Se levantó, miró hacia donde estaba Emilia, comenzó a acercarse mucho y eso significó una amenaza para mí, así que de inmediato frené su romanticismo:
-¡Ni se te ocurra acercarte mas! ¡Ándate si no quieres recibir un combo!
Se puso a reír y se puso de pie para volver a su asiento pero antes dijo:
-¡Este fin de semana es tuyo y mío! ¡Nada lo impedirá, te lo prometo! Apenas lleguemos a Temuco nos iremos juntos. ¡Y no intentes impedirlo!
En mi descuido por tratar de objetarle sus palabras me robó un beso y se fue. Me quedé con la dulzura de sus labios deseando que su promesa se hiciera realidad, de a poco me estaba convenciendo. A penas se fue abrí la carta que me había dejado Lucas: “Espero que puedas perdonar mi traición, soy un vil Judas que te entregó a tu peor enemigo…el amor. No te preocupes por mi, estoy bien porque se que Bruno y tú harán una buena pareja. Disfruta y dale una oportunidad, con él ya no tienes excusas, él es a quien amas”.
Llegamos a Temuco como a las seis de la tarde, mientras bajaba mis cosas Bruno se me acercó y me dijo:
-Ya hablé con Emilia. Lo entendió todo… de hecho su reacción me sorprendió. Pero quedamos como buenos amigos, ella es una buena mujer.
-¿Qué significa eso?-Pregunté incrédula.
-Significa que reafirmé mi libertad y que quiero estar contigo. ¡Ya nada me lo impide!
Bruno me abrazó y me besó tiernamente en la mejilla, estaba siendo cuidadoso para no recibir algún golpe de mi parte. Estaba asustada, no quería ser débil frente a “ojitos claros”, no quería estar con él. Era lo que tanto había esperado, pero no estaba lista para algo así, el miedo nuevamente se apoderaba de mí, así que opté por volver a ser el plomo de siempre:
-Yo no te pedí que hicieras nada, así que cada uno por su lado. ¡Ni pienses que voy a pasar el fin de semana contigo!

miércoles, mayo 16, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXX

Ya era muy tarde para arrepentirme, había cometido una imprudencia gigante y de alguna forma tenía que tratar de enmendar mi arrebatada proposición. Traté de justificarme:
-Sé que soy una egoísta al pedirte esto, pero de verdad te necesito. No se lo puedo pedir a Flor porque… de alguna forma ella sin intención me haría recordar a Bruno a cada instante preguntándome cosas y yo me quiero olvidar de él. Aunque sea sólo por el fin de semana.
Lucas me abrazó por largo rato, luego me acarició el rostro y me dijo:
-Haría cualquier cosa con tal de que estuvieras bien, por eso estoy dispuesto a arriesgarme. Tengo claro que me expongo a sufrir, pero lo acepto.
-No quiero que sufras por mi culpa. Por eso debes tener claro que este viaje no significa que vamos a ser algo más que amigos. Sólo quiero que me acompañes en esta pequeña huida.
-¡Tranquila! Sé cual es tu postura, seguimos siendo tan amigos como antes. Así que vamos a viajar ¿puedo saber hacia dónde iremos?
-¿De verdad vendrás conmigo?-Pregunté emocionada.
-¡Por su puesto! ¿Crees que rechazaría una oferta tan buena? ¡Yo también necesito salir de este estrés! Ahora ¡dime! ¡Quiero saber cuál es nuestro destino!
Villarrica era el lugar que había escogido para poder descansar de mis tormentos amorosos, saldríamos al día siguiente en el tren de las nueve de la mañana. Mientras informaba a Lucas, él asentía con la cabeza pero su sonrisa había desaparecido y su entusiasmo parecía decaer. De hecho, parecía un poco triste pero yo sabía que eso no sería un motivo para que él se arrepintiera, me iba a acompañar a pesar de todo.
Nunca he sido de las personas que demuestran su afecto, es algo que me cuesta demasiado, pero esta vez ese gesto que estaba teniendo Lucas al acompañarme sabiendo que no tenía posibilidades conmigo me hizo sentir culpable porque sabía que todo eso del viaje estaba mal. Nerviosa me acerqué, le tome las manos y lo besé en la mejilla.
Después de que Lucas se fue a preparar sus cosas para el viaje, me fui a acostar y a esperar a Florencia que llegaría a interrogarme en cualquier momento. No pasaron muchos minutos para que estuviera instalada en mi cama, ocupando casi todo el espacio de ésta para entrevistarme. Le conté todo lo del viaje que haría con Lucas, se molestó al principio porque no había sido ella la elegida para ser mi compañera, me cobró sentimientos por un buen rato hasta que paró. Creí que se le había pasado y lo había aceptado, hasta que me sorprendió al decirme lo que pensaba:
-Amiga, entiendo que prefieras irte con Lucas. Creo que inconcientemente quieres que sea él quien te haga olvidar a Bruno y sinceramente… ¡ojala que resulte! Aunque sé que en el fondo no quieres hacerlo y sólo estás huyendo de él porque sabes que puedes sufrir. ¡Esa es la única explicación que tengo a que se te esté entregando en bandeja y tú lo rechaces! No estoy de acuerdo en que te arranques de lo que sientes, pero es tu decisión y la respeto. Lo único que espero es que Lucas no salga muy herido.
Realmente yo también lo esperaba, pero en ese instante estaba muy confundida y en algún momento pensé que debía aceptar la propuesta de Lucas, vencer mi miedo y continuar mi vida con él, quizás con el tiempo lo llegaría a querer como pareja. Todo quedaría resuelto ese fin de semana, cuando regresáramos a Santiago ya tendría más ordenada mi cabeza y podría decidir si lo intentaba con Lucas o simplemente me quedaba sola.
No dormí bien esa noche pensando en que talvez irme con Lucas todo un fin de semana era lo peor que podía hacer, pero ya era tarde para arrepentimientos. Al día siguiente, a las ocho de la mañana Lucas me pasó a buscar para irnos a la estación a tomar el tren que nos llevaría a Temuco. Llegaríamos allá en la tarde y luego tomaríamos un bus que nos llevaría a Villarrica.
Llegamos a la estación unos minutos antes de que el tren partiera, nos subimos y Lucas me dejó instalada en un asiento, luego se disculpó diciendo que tenía que ir a comprar algo, me dijo que no se demoraría nada. Se bajó, yo miraba por la ventana a la gente que subía tratando de encontrar a Lucas, en eso estaba cuando el tren empezó a anunciar su partida. De pronto se puso en marcha y no había visto a Lucas subir, miré por la ventana otra vez y parado en el andén estaba él haciéndome señas, diciéndome adiós. Me quedé impactada, no entendía por qué mi supuesto amigo me abandonaba sin decirme la razón. Estaba decepcionada, siempre habíamos hablado con la verdad y ahora me salía con esto, talvez ese era mi castigo por querer usarlo. Seguía mirándolo y él sonreía, me alejaba cada vez más y mientras buscaba una explicación una voz muy familiar dijo:
-¡Parece que todo se empeña en juntarnos!

lunes, mayo 14, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXIX

Lucas lo había descifrado todo y con eso me evitaba pasar la vergüenza de decírselo yo, ahora sólo me quedaba tratar de explicar algo que no era coherente y esperar su reacción. Eso era lo que mas me preocupaba porque realmente él era un buen amigo, y a pesar de que me gustaba y podía rescatarme de ese amor dañino que sentía, él no se merecía algo así. Estuvimos callados un rato, después le hablé con seguridad:
-Es una de las pocas cosas en la vida que no he podido superar. Ahora que nos encontramos todo se me ha complicado, porque cuando llegué acá pensaba que era tema pasado… ¡pero al verlo se me removió todo adentro! Así comprobé que nunca había dejado de quererlo. Sé que suena estúpido, pero no sé… ¡no tengo una explicación para saber que es lo que me pasa con Bruno!
-Estas enamorada, eso es todo. Es mejor no buscarle una explicación al amor, dejemos las teorías para la ciencia.-Me sonrió y continúo diciendo-¡Era tan obvio! La forma en la que lo mirabas, cómo te ponías nerviosa y simulabas no estarlo. Supongo que nunca quise aceptarlo, y ya sabes lo que dicen “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Solo quiero que seas feliz, nada más. Si me dejaras intentarlo sé que borraría todas tus penas pasadas, pero en el presente sería solo una anestesia porque el dolor que produce la frustración de no estar con quien quieres estaría ahí, escondida.
Me impresionó la reacción de Lucas, aunque no esperaba menos de él, su nobleza era única. Pero aún así, yo quería que él supiera que no estaba dispuesta a tener nada con nadie, así que se lo aclaré:
-Por mucho que quiera a Bruno no significa que vamos a estar juntos. Yo sé que él quiere a Emilia, no seré un obstáculo, si la quiere tiene que luchar por ella.
-Curioso. ¿Cómo dices eso si ni tú luchas por lo que quieres? Bruno es un buen tipo pero por desgracia, es especialista en fijarse en quien no le corresponde como se merece. Siempre sale mal de sus relaciones, pone sus ojos en las mujeres menos indicadas. Pero bueno, uno no elige de quien se enamora, lo sé por experiencia. Aún no perdona de verdad a Emilia, dice que sí pero yo sé que no lo ha hecho, está con ella porque tiene miedo de perderla y quedarse solo. La soledad lo aterra, las veces que estuvo solo fueron sus períodos mas negros, y a pesar de su desesperación nunca pudo estar con una mujer sin tener motivo. Es un tonto muy romántico, tiene que enamorarse o al menos sentir una mínima atracción, aunque sea para algo tan simple como besar. Siempre me pregunto si esta convencido de que la quiere realmente todavía.
Me quedó dando vueltas eso de “tiene que enamorarse o sentir una mínima atracción…” ¿Sería verdad lo que me estaba diciendo Lucas? ¿Bruno estaría sintiendo algo por mí? No quise seguir pensando mas en eso, ilusionarme era lo peor. Segura pero triste contesté:
-Yo creo que la quiere. Por muy idiota que sea Emilia se merece una segunda oportunidad, no voy a meterme en el medio. ¡Mi historia con Bruno es pasado! Ahora yo estoy en el proceso de olvido definitivo.
-Si realmente estas olvidando definitivamente a Bruno entonces déjame estar contigo, no me importa ser tu tabla de salvación, no me importa que no me quieras todavía. ¡Sólo quiero estar contigo! –Dijo Lucas con ternura
En ese momento tomé una decisión, no me importaba si era o no correcta. Estaba tan confundida y desesperada que como de costumbre me dejé que llevar por mis impulsos, pero en ese instante no le tomaba el peso a nada, así que sin rodeos miré a Lucas y le dije:
-¿Te irías conmigo?

martes, mayo 08, 2007

Una hitoria sin resolver

Capítulo XXVIII

Al fin se me presentaba la oportunidad que había esperado toda la vida, tenía Bruno conmigo diciéndome cuánto me quería y prometiéndome el cielo y las estrellas. Sabía que todo era una mentira, pero como siempre me dejé llevar por el impulso. Lo miré, le acaricie el rostro y lo besé, se congeló el tiempo en ese momento. El me correspondió, me abrazó y realmente sentí que me amaba, pero aún tenía miedo. Cuando nos separamos, no quería abrir los ojos, no quería que eso terminara, Bruno me besó la frente y me dijo:
-Sabía que me ibas a decir que si, mi amor.
Como si me hubiera caído un chorro de agua fría reaccioné, mientras Bruno miraba por la ventana con una sonrisa, yo me toqué los labios, le dediqué un “te amo” en mis pensamientos y contesté:
-Esto no es un si. Fue un impulso, pero no quiere decir nada.
-¿¡Qué!?¿¡Cómo que no quiere decir nada!? ¡No puedes negar lo maravilloso de ese beso! ¡Este beso fue puro! ¡Con amor! ¿¡Por qué te empeñas en decirme que no!?
-No exageres, deja ese romanticismo de lado. ¿Nunca has dado un beso sin razón? Bueno… no sé, fue el momento el que me puso tonta. ¡Pero eso no significa que tendré algo contigo!-Mentí.
Bruno se acercó enfurecido y me besó con fuerza, me resistí. Cuando por fin me solté le di una cachetada, lo empuje al sillón gritando:
-¡No te aproveches! ¡A mi nadie me obliga a nada!
-¡Yo sé que te encantó! Pero ¿sabes?… ¡no te pienso rogar más! ¡Quédate con tu amargura y con tu miedo! ¡Qué otro se encargue de hacerte sentir! ¡Si es que puede porque pareces de hielo!-Respondió alterado.
-¡Poco te duró el amor! ¡Hace cinco minutos prácticamente te desvivías por estar conmigo! ¡Yo no sé que se creen Lucas y tú! ¿Qué se creen que yo soy un juguete que necesito de sus enseñanzas? ¿Soy un proyecto o algo así? ¿De que me quieren curar? ¡Yo estoy bien y no necesito de ustedes!
-¡Eres tan inteligente pero tan tonta a veces! ¿¡Cómo puedes vivir sin amor!?-Gritó alterado.
-¡No me hables de amor! ¡Tú no amas a nadie! Emilia te dejó tan herido que ya no confías ni en ti ¿Cómo puede haber amor sin confianza? ¿Cómo me hablas a mí de amor estando enamorado de Emilia? ¡Reconoce que vienes aquí porque en el fondo quieres hacerle saber a la “miss Chile” lo que se siente ver a quien quieres con otra persona! ¡Claro, y no encontraste otra tonta más que yo! Olvídalo.-Dije agotada.
Mientras seguíamos discutiendo y Bruno me negaba todo lo que yo decía, se abrió la puerta. Era Florencia que llegaba, pero no venía sola, Lucas venía con ella, entró y nos miró confundido. Le lancé una afligida mirada a Flor, ella lo entendió de inmediato y me explicó:
-Me encontré con Lucas en la entrada del edificio, estaba sentado ahí afuera. Me dijo que no sabía si quería entrar, así que lo convencí y aquí estamos.
Reinó un incómodo silencio, no sabía que hacer con los dos ahí, no quería que esa amistad terminara por mi culpa. Tampoco quería que se acabara la mía con Lucas, por mucho que amara a “ojitos claros”, él también era importante en mi vida. Bruno me miró y se decidió a hablar:
-Lucas yo tengo que confesarte algo…
Casi me da un infarto, pero afortunadamente mientras Bruno tomaba valor para decirle lo que pasaba, me adelanté y le dije:
-¡Bruno, es una lástima que te tengas que ir! Mañana te confiesas con Lucas, ahora yo tengo que hablar con él.
A tirones lo llevé hasta la puerta, mientras Florencia entretenía a Lucas para que no tratara de impedir que su amigo se fuera. Cuando dejé a Bruno afuera del departamento le dije imponente:
-¡Ni se te ocurra decirle a Lucas el montón de tonteras que me dijiste a mí! ¡Él no merece llevarse una desilusión así de su mejor amigo!
-No le voy a decir nada, no te preocupes. No vale la pena armar tanto lío si tú no estas dispuesta a arriesgarte. ¡Eres una cobarde!-Dijo decepcionado.
Le cerré la puerta en la cara sin decirle nada. Me dirigí hacia donde estaba Flor y disculpándome con Lucas la llevé hasta la cocina. Ahí le expliqué a grandes rasgos lo que había pasado en el café y lo que acababa de pasar con Bruno, después de que terminó de reírse de lo que había hecho Lucas, dijo:
-Ofelia, tú tienes claro a quién quieres. Talvez Bruno fue sincero. Quizá no es que no le creas y es que no le quieres creer. Amiga, te quiero y eres una persona muy valiente a la hora de enfrentar adversidades, pero cuando se trata de tus sentimientos eres una cobarde. Algún día ese miedo a entregar tu corazón tiene que desaparecer ¿quién te dice que no puede ser hoy y con la persona que has amado desde hace tanto tiempo? Ahora anda y dile a Lucas la verdad, no es bueno que el pobre se siga haciendo ilusiones contigo.
Me abrazó y se fue a dormir. Dos veces en una noche me habían dicho cobarde… ¿realmente lo era? Respiré tratando de ahogarme con ese aire para no tener que confesarle a Lucas algo que le parecería seguramente una estupidez. Pero si no le contaba la historia desde el principio probablemente pensaría que todo era un invento mío para que no se sintiera mal y eso le cargaría, le gustan las cosas con la verdad. Fui hasta donde él, estaba sentado esperando, me miró y me sonrió débilmente, no me podía sentir peor. Me senté a su lado, de inmediato habló:
-Ofelia, yo sé que todo lo que dije fue sorpresivo, pero necesitaba decírtelo. Creo que fui un atarantado, y no me arrepiento. Mantengo lo que dije, yo no quiero ser sólo tu amigo…me gustaría que lo pensaras. Sé que estas enamorada de otro, que seguramente te dañó y de ahí nació ese miedo, pero yo puedo hacer que lo olvides.
-No te quiero herir. Eres mi amigo y eso no va a cambiar. No tengo nada que pensar, lo siento. Nunca he creído en eso de “un clavo saca a otro clavo”. Por eso es que no estoy dispuesta a que tomes un papel de salvador ¡porque tienes que estar con alguien que te quiera! Olvidar es difícil, sobre todo si se está enamorado, y por más que lo he intentado no he podido hacerlo.-Confesé.
-¿¡Pero quién es!? ¿No confías en mí? ¿Por eso nunca me lo dijiste?-Preguntó intrigado.
-No es que no confíe en ti, es que pensé que no mencionándolo lo olvidaría más rápido. Lo que me pasa no es una situación muy común, llega a ser hasta tonta, pero supongo que el amor no tiene explicación. Hace diez años que estoy enamorada de la misma persona, lo conocí aquí en santiago en…-No pude terminar.
-¿Bruno? ¿¡Estas enamorada de Bruno!?

viernes, mayo 04, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXVII

Todos me miraban con una sonrisa de oreja a oreja, incluso Emilia la resaltaba, pero Bruno parecía confundido y molesto. Lucas seguía parado ahí arriba, esperando una respuesta, me sentí muy mal al verlo ahí protagonizando un gesto tan tierno para mi. Sonreí y con una seña lo hice bajar del escenario, Bruno parecía cada vez más enojado, sobre todo cuando Emilia se le acercaba cariñosamente a decirle cualquier cosa. Cuando Lucas llegó a la mesa me miró y me dijo:
-¿Y? ¿Obtendré un si?
Emilia tenía una mano de Bruno entre las suyas, me miraba de una forma maliciosa, esperando que alguien dijera algo. No se contuvo, se adelantó y con un fingido tono amistoso dijo:
-¡Ay Ofelia! No me digas que te harás de rogar. ¡En este mundo no sobran éste tipo de hombres! Lucas es extraordinario.
-¡Lo sé! “Miss Chile”, pero esto no es asunto tuyo.-Dije cortante.
-No, no lo es Emilia. Es asunto mío. ¡Ofelia dame una respuesta, por favor!-Suplicó Lucas.
Estaba aterrada de poder herirlo, pero tenía que ser honesta y dejar todo claro de una vez. Traté de no ser tan arisca, pero no me funcionó, finalmente le contesté:
-No quiero que confundas las cosas. Nosotros somos amigos y no me pidas nada más. Yo no estoy lista ni dispuesta para tener una relación.
Lucas parecía decepcionado, pero no se conformó con lo que le dije, decidió insistir un poco más y algo alterado dijo:
-¿¡Cómo sabrás cuando estés lista si no te das la oportunidad!?¡Déjate querer! No te estoy pidiendo que me ames, eso puede llegar con el tiempo. ¡Sólo te pido que lo intentemos! Sé que el amor vendrá, algo me dice que esto puede funcionar si tú quieres.
-El amor no es un acto de caridad ni un premio de consuelo. Podría decirte que si pero eso sería egoísta. Yo sé que aunque pasaran siglos te podría ver como algo más que un amigo. Estoy enamorada de otra persona. Lo siento, me encantaría que fueras tú, pero no.
Bruno abrió los ojos y su amargura desapareció, me miró esperando a que le dijera algo, Emilia parecía enfurecida. Pero de inmediato le borré esa sonrisa de triunfador a “ojitos claros”:
-Tampoco eres tu Brunito, así que no me mires así. Ya te dije que lo de la otra vez era mentira. Lucas, discúlpame. Me tengo que ir, pero espero de verdad que sigamos como hasta ahora. No soportaría perder tu amistad.
Me paré, recogí mis cosas, besé a Lucas en la mejilla y me fui.
Cuando llegué al departamento me recosté en mi cama con la luz apagada, Florencia no estaba, pero yo ya estaba pensando en cómo reaccionaría ella cuando le contara lo de la declaración. Lo más probable era que me gritara que había sido una estúpida por haber rechazado a Lucas, ella lo conocía porque él me visitaba de vez en cuando. Lo encontraba un excelente tipo, y realmente lo es.
Estaba ahí, mirando la luna a través de la ventana, pensando en que aunque Lucas me atraía no era suficiente para que estuviéramos juntos, lo que había hecho era lo correcto. No pude seguir reflexionando, sonó el timbre de una forma casi desesperada, muy asustada me levanté a abrir la puerta. Antes de recibir a la inoportuna visita se me pasó por la mente que podía ser Lucas, se me hizo un nudo en el estómago. Pero me llevé una gran sorpresa, cuando abrí me encontré con el entristecido rostro de Bruno que esperaba ser invitado a entrar. No hice preguntas y lo hice pasar, se sentó en uno de los sillones y me hizo un gesto para que me sentara junto a él. No tardó en hablar:
-Acabo de terminar con Emilia.
No sabía si saltar de felicidad o fingir que me daba mucha lástima, opté por la segunda. El orgullo es más pesado, por malo que fuera ese rencor aún no le perdonaba el falso beso a Bruno.
-Lo siento. No sé que se dice en estos casos de ruptura. Supongo que es lo mejor, cuando las cosas no funcionan no hay que forzarlas. Al final, forzadas resultan peor. Sé que te debes sentir mal, pero yo sé que si se quieren esto tendrá solución. Volverás pronto con ella.
-¡Me hubiera gustado escuchar otra cosa! ¿Cómo me dices algo así? ¡Tu sobre todo!-Dijo amargado
-¿Por qué sobre todo yo? ¡Yo no tengo nada que ver!-Contesté molesta.
-¡Claro que tienes que ver! Terminé con Emilia por ti. ¡No pude más de celos cuando Lucas se te declaró! ¡Y el sólo pensar en que tú le podías corresponder me hizo explotar! Eso fue suficiente para confirmar que lo que me pasaba no era normal. Obviamente Emilia lo notó y no se lo pude negar, así que corté con esa relación sin sentido. Ofelia, yo te quiero.
Parecía sincero, le creí cada palabra, pero preferí hacerle entender que no, porque sabía que en el fondo eso era lo que yo quería escuchar, pero no era la verdad, él no me quería.
-¿Qué es lo que quieres? ¡Yo no caigo como caíste tú! Ya sé que todo lo que me has dicho es falso. ¡Debería darte vergüenza jugar así con los sentimientos de alguien! Pensé que con todo lo del beso lo habías entendido.
-¡No es mentira! ¡Yo te quiero! Es verdad que cuando niños me gustabas, pero hoy es distinto. Este amor nació ahora, no es nada del pasado. Desde que choqué contigo la primera vez sentí algo, y se confirmó cuando nos encontramos en la universidad. ¡Sé que sientes lo mismo, por más que lo niegues!-Dijo convencido.
-¡Basta! ¡Acabas de estar presente cuando Lucas delante de todos dijo que me quería! ¡Es tu amigo! ¿Cómo le haces una cosa así? ¿No te has puesto a pensar que yo le puedo corresponder? ¡Si supiera que estás aquí se moriría!-Grité enojada.
-¡Tú dijiste que lo querías sólo como amigo porque amabas a otro! Ese otro soy yo ¡no lo niegues!-Contestó elevando la voz.
Odié su seguridad para decirme eso, pero fue como si algo me hubiera tapado la boca. Para mi desgracia, justo en ese momento las palabras decidieron no salir. Quería hablar, rebatir todo lo que él decía, pero se me adelantó:
-Ofelia, soy capaz de pedirle perdón a Lucas de rodillas. Pero ¡por favor no te cierres conmigo! Yo quiero estar contigo, quiero curar tu miedo, quiero que aprendas a querer y a dejarte querer. Te amo.