miércoles, junio 26, 2013

Illich y la revolución de La Sociedad Desescolarizada

¿Han pensado cómo sería nuestro mundo si no existieran las escuelas? Es algo que me he preguntado desde que estaba en el colegio pero curiosamente desde que entré a estudiar pedagogía esa pregunta ha estado más latente y después de leer a Iván Illich pienso que con mis conjeturas al respecto no estaba ni tan loca ni tan perdida. Pienso que podría producirse un cambio a nivel de sistema, quizás no tan radical pero claramente hay cosas que podrían modificarse. ¿Qué tiene que ver Illich con todo esto? Siga leyendo y lo entenderá.
            ¿Quién es Iván Illich? Les contaré aun poco. Illich fue un pensador austríaco nacido en 1926 y se le reconoce por ser el autor de fuertes críticas a las  instituciones que son fundamentales para el progreso de nuestra cultura como la escuela y los hospitales, la medicina en general. En su libro “La Sociedad Desescolarizada”, Iván Illich plantea el problema de la educación y propone sus soluciones para mejorar el sistema en general, las cuales son descabelladas para muchos y no tantos para otros como yo.
            Para este pensador y ex sacerdote la escuela se ha convertido en la nueva religión de los pueblos por la inmensa veneración que recibe de parte de todos al hacernos pensar que sin ella no somos nada; cuando la verdad es que pasó a ser un bien de consumo, un producto que nos venden, al que terminamos sometidos y en el que nuestro propio pensamiento se ve castrado. Somos obligados a consumir un currículum que no nos interesa y poco nos sirve, discriminados por edades, sometidos a la verdad absoluta de los profesores y prisioneros de una extensa jornada que nos quita horas de ocio y tiempo con las familias. Viéndolo así, los niños tienen bastante razón al asociar la escuela con una cárcel.
            Illich parte de la premisa de que el aprendizaje se da de manera natural y en la cotidianeidad del día a día, es más, que la mayoría de los aprendizajes relevantes para la vida los niños lo han adquirido por su propia cuenta o con sus pares y muy lejos de la escuela. Sin embargo, están obligados a asistir porque sin ellas el sistema económico se vería destrozado y la sociedad moderna se vendría abajo: si los niños no van al colegio los padres no pueden ir a trabajar, si los padres no trabajan no hay personas que produzcan y sin gente que produzca todo se va al carajo porque no hay dinero y sin dinero la gente sería libre y feliz y nadie quiere eso. Sería una vida horrible.
            Haciendo un poco de historia les cuento que nuestro sistema educativo deriva de la  Escuela Prusiana cuyo fin era la disciplina y “formación” de niños que fueran ciudadanos productivos como soldados, trabajadores, funcionarios civiles, etc. Corría 1806 y Napoleón con sus soldados analfabetos vencía a los soldados adiestrados de Prusia, es por esto que los prusianos toman la decisión de una forma de condicionamiento universal con el que disciplinar a los niños y convertirlos en seres libres mediante el amor a su país y el trabajo. Permitiendo que ambos padres trabajaran mientras los niños asistían a la escuela y que cuando ellos terminaran la educación fueran seres productivos también.
            Si nos ponemos a pensar en como eran las cosas en la antigüedad veremos que este señor no estaba tan equivocado. Cuando no había escuelas las personas aprendían lo indispensable para vivir entre sus más cercanos y de manera inconsciente. Por ejemplo: las personas que vivían en el campo sin ser profesionales de la educación enseñaban a sus hijos su oficio para que tuvieran algo con que sustentarse. Además, había una gran diversidad de quehaceres en las que los niños aprendían en la práctica y no sólo sentados escuchando ya que aplicaban lo aprendido en su vida y entendían por que y para que les serviría lo que estaban aprendiendo, algo muy lejano a lo que pasa hoy. Aprendían a arar, sembrar y cosechar para su alimentación y/o trueque; lo mismo con la crianza de animales, la recolección de hierbas, y muchos otros etcéteras. El asunto es que si lo miramos fríamente en ese tiempo nadie tenía un magíster en crianza de chanchos o un doctorado en cosecha de papas y todos aprendían igual entre sus pares.
            Dejando de lado este lapsus histórico llegó la hora de contarles las propuestas de Illich, probablemente cuando lean lo que viene dirán que el hombre era un loco o un soñador pero precisamente por eso me agradó tanto. Como les dije al principio suena descabellado pero no lo es, lo que pasa es que nuestras mentes ya fueron deformadas a pensar que solo la productividad y el dinero nos generan un bienestar a pesar de que vivimos siendo esclavos encubiertos de un sistema que no nos permite hacer ni la mitad de las cosas que nos gustaría. Para hacer entretenido el cuento y haciéndole honor a su vocación de sacerdote (que dejó porque terminó por entender que la iglesia es un poco incongruente) se me ocurrió mostrarles sus postulados de la siguiente manera:

Los 10 mandamientos de Illich

1)      Desescolarizar la sociedad por sobre todas las cosas.
2)      No someter a los aprendices a un currículum obligatorio.
3)      Educar libremente y no en los límites de la escuela.
4)      Santificar el tiempo del ocio.
5)      No discriminar a las personas por la posesión o carencia de un título o certificado.
6)      Ser libre de elegir lo que quieres aprender.
7)      No matar la educación con lucro.
8)      Liberar los objetos de aprendizaje a todo aquél que lo desee y en cualquier momento de sus vidas.
9)      Formar una red de comunicaciones que permita encontrar un compañero de aprendizaje.
10)   Suprimir el control de las personas o instituciones sobre la educación para lograr el acceso libre de todos a ella.

            ¿Cómo sería esto posible? Illich plantea que el estado debe proporcionar a todos los aprendices y en cualquier momento de su vida los recursos necesarios y los espacios de encuentro como por ejemplo: laboratorios, teatros, salas, bibliotecas y demás. Es decir, una educación gratuita pero a la vez libre. Ya no existiría la jerarquía entre profesores y alumnos, el que enseña sería un guía que cultiva aprendizajes en los que están realmente interesados en esa área o disciplina; por su parte las personas serían libres de escoger lo que quieren para sus vidas y hacerlo en el tiempo que les acomode, según sus intereses y sus tiempos. Las familias son clave en este proceso, que los padres se involucren en los aprendizajes de los niños es crucial porque ésta cercanía volvería a humanizarnos, ya que con el tiempo parece que nos hacemos más insensibles al convertirnos en máquinas productoras de dinero que sólo nos permite consumir cosas que no generan afecto ni bienestar emocional. Ojo que no digo que la mujer tenga que volver a ser la mujer abnegada y dueña de casa, aquí los dos padres tienen real importancia y responsabilidades compartidas.
            Únicamente el cambio de mentalidad nos haría alcanzar una propuesta así. Illich no sólo propone desescolarizar la educación sino la sociedad, sacar de nuestras mentes la idea de que solo se aprende en la escuela y que sin ella no seremos más que fracasados. Para eso tendríamos que dejar de ser una sociedad de consumo  y convertirnos en una sociedad de acción, algo que se ve imposible pero que quizás no lo sea o no cien por ciento; pensamos así porque nuestra mentalidad ya está moldeada.
            Ustedes se preguntarán ¿cómo o dónde se aplica algo así? ¿El viejito puso una escuela para comprobar su hipótesis? A pesar de que se retiró muy pronto de la educación aplicó su pensamiento en la formación del CIDOC en Cuernavaca que funcionó entre 1963 y 1976. El CIDOC fue un centro del pensamiento en el que no había ni profesores, ni alumnos, ni grados académicos, sólo gente con ganas de aprender sobre lo que pasaba en el mundo y América Latina. Actualmente (incluso en Chile) muchos padres han sacado a sus hijos de la escuela y están optando por la educación en casa, lo que les proporciona un tiempo invaluable para estar juntos y aprender en conjunto. En Europa hay “escuelas” que siguen algunos de esos planteamientos como por ejemplo no separar a los niños por edades, que ellos elijan lo que quieren aprender, no están sometidos a la presión de pruebas y exámenes, etc.

            No se bien como terminar porque más que conclusiones concretas creo que el libro La Sociedad Desescolarizada da para reflexionar mucho y que cada uno piense y critique según le parezca. En mi caso, en el que enseñar música es más personalizado que otras asignaturas y en la que se da mayor cercanía con los alumnos (y además de mi lado “hippie”) pienso que una educación ideal está muy lejos de esa formación fría a la que estamos acostumbrados y cuyo fin no es precisamente que las personas aprendan sino que produzcan. Por supuesto hay muchos pros y contras en lo que Illich plantea pero me pareció interesante compartir los postulados de este autor tan radical mientras sigo pensando en la manera de descolarizar aunque sea un poquito mis clases y también mi mente.