jueves, diciembre 06, 2007

Confesiones de una adicta

Ha pasado algún tiempo desde que decidí rehabilitarme, quería ser una persona “normal” y poder insertarme a esta sociedad que por incomprensión siempre me ha rechazado. Mi adicción me estaba destruyendo, me estaba matando de a poco. Así que después de mucho pensarlo me decidí a salir a delante, desde ese momento todo cambiaría. Mi vicio me hacía muy feliz pero estaba llegando demasiado lejos, fue así como comencé la batalla contra…los dulces.
Tuve que dejar el placer del chocolate, la alegría de las galletas y la ternura de los pasteles, se preguntarán ¿por qué? Los 30 kilos que subí el año pasado por “alimentarme” sólo con éstas delicias me estaba llevando derechito a la diabetes.
El primer paso fue asumirlo, enfrentar que la ropa me quedaba chica porque estaba gorda y no porque se había encogido al meterla en la secadora.
Lo siguiente fue buscar ayuda. Todo este problema me alteró las hormonas, lo que significó la ausencia de esa visita incómoda de todos los meses, así que no me quedó más remedio que ir al ginecólogo. Después de pasar por la humillación de que mi primer empelotamiento fuera en frente de un señor de unos sesenta años, me dio el diagnóstico. El azúcar altamente presente en mi sangre había provocado el famoso trastorno hormonal, por eso, estaba convertida en la mujer oso (no lobo, porque los lobos son flacos). Sin exagerar, tuve barba.
El doctor me mandó de urgencia a la nutricionista, si no lo hacía pronto terminaría en el clan de mis tíos diabéticos. Sin esperar nada pedí hora y a los pocos días estaba siendo atendida por una nutricionista regia y simpática, digo esto para que sepan que es de esas nutricionistas que predican y practican. Me analizó mi forma de comer, mis horarios, me explicó algo de la insulina que no entendí porque mientras hablaba por mi mente pasaban todas las cosas que tendría que dejar de comer por la famosa dieta, extrañamente en ese momento me empezó a tiritar un ojo. Cuando terminó de preguntar, explicar y aclarar, vinieron las instrucciones: NADA DE AZÚCAR, nada de esto, poco de lo otro, media taza de esto, un trozo pequeño de lo otro, mucha agua y ejercicio. Las frases que me sonaron como eco por una semana fueron “nada de azúcar, mucha agua y ejercicio”. Tres cosas que odiaba, vivir sin dulces, tomar agua y hacer esfuerzo. Salí de la consulta llevando en una mano una hoja con las instrucciones, la lista de cosas que podía comer, las cantidades, etc., y en la otra mano mi último chocolate. Al día siguiente comencé la dieta y la semana me inscribí en natación.
Han pasado algunos meses y ya he bajado 17 kilos, mi peso es el mismo que tenía cuando salí del colegio, antes de venirme a la universidad. Hoy mi familia me ve y me dice “¡Oh, que estás flaca!” y no pueden creer que aún me falta bajar varios kilos más. Lo curioso es que cuando vivía con ellos y pesaba lo que peso ahora era pan de cada día decirme que estaba gorda y que tenía que hacer algo por bajar de peso. Tuve que rodar para que se dieran cuenta de que cuando estaba con ellos no estaba tan mal.
En fin, saquen sus propias conclusiones. Lo que si puedo afirmar es que me he rehabilitado de mi adicción, ahora puedo contenerme de comer dulces y no me desespero. Aunque esto no me ha insertado en la sociedad como yo pretendía, eso me tiene un poco triste, con las ganas que tenía de ser aceptada por el mundo, supongo que no era cuestión de peso, es mi mente enferma lo que me cierra esa puerta. Pero bueno, yo partí esta dieta por una cuestión de salud nunca pensé en lo estético, y hasta ahora, si la sigo es porque quiero estar relajada con este tema de la diabetes. Con lo cobarde que soy no quiero andar inyectándome insulina ni nada por el estilo. Con un poco de voluntad todo se puede lograr y al final de cuentas, las verduras y las frutas no son tan malas…pero no son tan ricas como el chocolate, las galletitas y los pasteles.

lunes, septiembre 24, 2007

Princesa,Hada y Bruja

Cuando era niña quería ser princesa, tener un vestido como el de la Bella Durmiente, igualmente una voz como la de ella, entender el lenguaje de los animales y tener un hada madrina protectora. Anhelaba un enorme castillo que fuera destacado por sus bailes, con un jardín lleno de árboles y flores. Pero lo que más deseaba era encontrar al príncipe azul que me enamorara y me llevara por ese camino del “…y vivieron felices para siempre”. Unos años después todo cambió cuando me di cuenta de que los príncipes azules son tan míticos como los dragones y los unicornios, porque los hombres que vagan en la tierra son príncipes como el de Shrek (así o más canallas). Luego vino el trauma de vestido, me puse a dieta para entrar en la mitad de un vestido de princesa, al final desistí y opté por los chocolates que sirvieron para endulzar mi vida después de saber que no existen los príncipes, sólo hay sapos que aunque los beses siguen siendo sapos. Como si fuera poco además descubrí que los animales hablan sus propios idiomas y a menos que me embruje un chamán de África como a Eliza Thornberry mi gato seguirá diciendo Miau y yo seguiré entendiendo Miau sin poder descifrar lo que realmente quiere decirme. La desilusión de darme cuenta de que para tener un castillo hay que tener millones (porque el príncipe ya cero posibilidades de aparecer) fue la gota que rebalsó el vaso porque asumí que de mi historia de princesa sólo se alcanzó a escribir el principio, esa parte en la que soy pobre, me visto con harapos y vivo en una cabaña diminuta con la familia adoptiva. Nunca superé lo del príncipe y lo de no poder hablar con los animales, así que de mis ganas de ser princesa sólo quedaron los deseos de dormir cien años y eso de tener el pie chico porque soy harto patona (ni hablar de haber sido Cenicienta).
Ya un poco mayor se me metió en la cabeza que lo mejor era ser hada madrina, imaginaba miles de cosas que podía hacer al tener magia, aparecer y desaparecer cuando se me antojara, vivir en un bosque (en un arbolito talvez), si tenía suerte tendría alitas, podría conceder deseos a toda los niños o a las que lograron ser princesas. El hecho de tener una varita mágica de la que salieran desde chicles Grosso hasta vestidos Versace me daba gran ilusión y me hacía sentir más animada logrando que fuera olvidando la frustración de pertenecer a la realeza. Poco me duró la idea de ser un hada madrina, reflexionando salieron a la luz muchos detalles de los que no me había percatado, como por ejemplo: Vivir en un árbol no debe ser nada agradable, las arañas deben ser huéspedes eternos y yo les tengo fobia; los vecinos pueden ser duendes buenos o malos (porque hay duendes flaytes aunque no lo crean), ogros, enanos, hadas mas regias que yo, etc.; si tuviera alas tendrían que ser enormes porque para este tremendo cuerpo (me refiero a lo alto y a lo ancho porque de “top model” no tengo ni los dedos) así que sólo serían un cacho y tengo bastante con las cosas que ya vienen en el cuerpo y que pesan mucho; eso de conceder deseos a la gente, andar a disposición de cualquiera y a la hora que sea, sin domingos ni feriados, corriendo el riesgo de que pueden pedir cualquier cosa (a menos que hubieran reglas que prohíban ciertos deseos como en Los Padrinos mágicos, pero eso es más actual y yo no sabía que tenían un reglamento), porque de todo hay en la viña del señor y todo puede ser con esos pasteles. Finalmente lo de tener una varita mágica es mucha responsabilidad, hay que andar con ella siempre y tener cuidado donde se deja porque no falta el abusivo que quiere conquistar el mundo o cosas así y pesca la varita para su beneficio, queda la escoba y la culpa es de la dueña de la vara, y como yo soy tan olvidadiza hubiera sido un peligro con la famosa varita mágica. Con esto tuve otro desencanto, realmente me hubiera gustado ser hada madrina de la gente que no tiene casa, que no tiene para comer, personas que realmente tienen problemas, para ellos hubiera tenido todo el tiempo del mundo y toda la magia la hubiera hecho con gusto. Pero no me interesa ser hada madrina de pendejos malcriados por padres ausentes, ni ser “goma” de princesas mimadas que andan buscando los trapos que le combinen con los aros para irse al carrete en el palacio en vez de usar el cerebro y tratar de gobernar bien su reino.
Muertas mis dos ilusiones anteriores me convertí en lo que soy ahora, una bruja amargada desencantada de la vida. Para que me crean me voy a describir, tengo todas las características: Preparo pociones que hechizan muy bien (la cocina es un buen laboratorio), tengo una risa muy estruendosa y macabra, algunos de mis dones son predecir el futuro y leer el pensamiento, funciono mejor de noche, me encanta envenenar mujeres (de preferencia en contra de los hombres), tengo un carácter de los mil demonios y tengo un gato. Y como si fuera poco mi apariencia me acompaña, tengo una nariz grande, pelo largo que se ha ido oscureciendo conforme a mi transformación como bruja y que cubre mi rostro, y al vestir generalmente llevó algo negro (cuando no es porque aún trata de aflorar mi lado princesa). Aclaro de inmediato que no como niños, no vivo en una casita de dulces y tampoco soy de esas brujas que hacen “trabajitos” a pedido así que ni se ilusionen. Tampoco soy como La Hechizada porque no quiero ser “normal” pudiendo ser hechicera, ella fue muy pava desperdiciando sus poderes porque en vez de desarrollarlos se dedicó a atender al baboso del marido y hacer el aseo usando la escoba con la que podía salir a volar. Para finalizar quiero decir que sigo indignada porque no me llamaron de Howgarts, hasta antes de salir del colegio tenía la esperanza de que me llegara una lechuza para decirme que era escogida para estudiar ahí. Tenía ganas de conocer a este niño ¿cómo es que se llama? ¿Cuál es el nombre de ese niño que venció a un tal Lord Voldemort en Inglaterra? ¡Ah, ya sé! Quería conocer a Harry Potter, es legendario este chiquillo, pero en fin. Supongo que tendré que seguir desarrollando mis poderes por cuenta propia, por ahora quedan muchas mentes que envenenar y esta bruja tiene harto por hacer.

Dulce Dolor

¿Por qué será que siempre nos atrae lo que mas nos hace sufrir? Las relaciones tormentosas, lo prohibido, lo ajeno, etc., nunca estamos conformes con lo que tenemos y siempre buscamos esa dosis de dolor como si fuera esa la clave para descubrir que estamos vivos. Por lamentarnos dejamos de ver muchas de las cosas buenas que hacen que todo lo negro se borre de nuestra mente, porque al parecer siempre es mejor quedarse con lo amargo que es lo que abunda en vez de saborear lo dulce, aunque sea poco.
A veces pienso que es mentira eso de que “a nadie le gusta sufrir” y creo que es todo lo contrario, nos encanta ese masoquismo porque en ciertas ocasiones hasta puede ser favorable. Eso de ser el o la sufrida del cuento siempre trae ciertos beneficios y más de alguno babea por vernos bien o nosotros babeamos por ver bien a alguien que queremos y hacemos de todo por darles un instante de felicidad. Lo que a mi me cuesta entender es porque en las relaciones amorosas la tortura es casi eterna, al principio, en el medio y en el final. Está bien, la felicidad completa no existe pero las cosas podrían ser un poquito más fáciles, pero no, no puede faltar ese dolor tan placentero que nos hace felices en el fondo. Por ejemplo:
Tenemos el caso de la mujer que es más buena que el pan, preocupada, cariñosa, divertida, etc., enamorada de un pastel carretero, que la busca solo cuando el quiere, despreocupado y con una actitud que da entender que no está ni ahí. Lo que debiera hacer es mandarlo a la cresta y buscarse a otro que la valore realmente, pero ella hace todo lo contrario. Por un buen tiempo sigue creyendo todas sus palabras, le da mil oportunidades, llora y patalea rogando un cambio milagroso en su amor y como nunca llega se aburre. Como es de esperarse la historia no termina aquí, cuando por fin se decide a dar vuelta a la pagina, habla con el y dice estar decidida a eliminarlo de su vida ¿qué pasa? ¡Sorpresa! Se invierten los papeles y ahora es el pobre imbécil el que ruega y busca a la pajarita que estaba haciendo sufrir y que lo quería sinceramente, la busca, la llama y le ofrece todo lo que no se le ocurrió hacer antes.
Después tenemos las relaciones sin nombre, esas en las que puede pasar de todo pero que no son nada, esas relaciones en las que las mujeres fingimos ser relajadas y en la que ponerle nombre a ese “algo” es un compromiso que está demás. Falso, lamentablemente uno siempre quiere más, creo que son escasas los que son relajados de verdad y no están ni ahí, pero los que yo conocí no fueron el caso, se les olvido que la cuestión no era nada y cuando quisieron más no podían hacer nada porque nunca se habló de alguna formalidad. Sufrimiento al doble yo creo, porque pueden tener millones de quejas pero de nada les sirve porque al final siempre llegamos a lo mismo “no éramos nada” y por lo tanto no tienen derecho a pedir nada ni reclamar nada porque nunca hubo nada. Cuando todo se termina ¿qué pasa? Después de todo lo bonito que fue esa aventura sale a flote todo lo malo diciendo que: “Me vio la cara” “Fue un juego” “Me usó”. Todo eso en base a suposiciones porque lo que siente el otro no lo podemos saber con exactitud, pero siempre es más fácil pensar mal para que eso nos ayude a olvidar más rápido y tratar de no sufrir mas por todo lo que no pudo ser. Divertido, al final estamos haciendo todo lo contrario.
En fin, siempre lo más difícil es lo más atractivo, lo más difícil a la larga es lo más doloroso, porque esa lucha por conseguir lo que queremos tiene muchos fracasos antes de lograr lo que nos hará felices por un tiempo escaso.
El dolor es parte de la vida, pero hay veces en que se puede evitar. Hay que levantarse, tratar de ponerse firme antes todo y decir: “Basta, no más” Es cosa de valorarse uno mismo creo yo, pero aún así al parecer el dolor a veces tiene algo de dulce.

jueves, julio 12, 2007

Mujeres

Hay veces en las que he llegado a odiar a mi propio género, ser mujer es difícil pero pareciera que a nosotras no nos basta con eso y nos encanta complicarnos las cosa aún más. Los hombres tienen razón, las mujeres somos complicadas y por lo menos yo lo tengo asumido, talvez sea por nuestra capacidad de sentir, esa entrega que sólo nosotras tenemos, pero lo que sea que nos diferencie de ellos es lo que nos hace tan cuatiquientas.
El año pasado tenía mis hombros llenos de mocos y lágrimas de mis amigas que según ellas, estaban destinadas a quedarse solas para siempre, que no existían hombres para ellas y todas esas palabras que surgen cuando se está entre depresiva y desesperada viendo como se te pasa la vida sin un amor. No me importaba parecer pañuelo ni tampoco consolarlas diciéndoles el discurso que he repetido mil veces desde que entré en la edad en la que se empiezan a vivir los conflictos amorosos: “Todo es cosa de tiempo, la persona que tanto esperas anda por ahí pero aún no es el momento para que se encuentren”. Y aunque suene rancio, de verdad lo creo así. El amor llega solo y cuando a él se le antoja aparecer, tiene que percibir esa conexión entre dos personas para ponerse a trabajar y poder nacer en quienes cree que se complementan. Esto puede pasar una o muchas veces en la vida hasta encontrar realmente a la persona que tanto andamos buscando. Siempre he creído que todas las relaciones que fracasan son sólo pruebas para lograr descubrir a la persona con la que se vivirá el amor intensamente, ese forma de amar que todos esperamos vivir alguna vez en la vida.
Retomando el tema del principio, en la actualidad mis hombros siguen cumpliendo la labor de pañuelo pero por una razón distinta, ahora que apareció el amor se tiene que terminar, por razones de la vida o por puro gusto. Tengo tres casos de ejemplo, para que vean lo complicada y lo absurda que somos a veces.
El primero, una de mis amigas conoció a un tipo extranjero, se conocieron, se gustaron y empezaron algo, nada serio, que como es costumbre en nuestros tiempos no tenía nombre. Todo bien al principió, pero llegó un momento en el que el asunto ya no era un juego y parecía más serio aunque la relación no estuviera definida. ¿Qué pasó? Mi amiga se aterró, buscaba cualquier excusa para terminar lo más pronto posible con todo, entre esas un supuesto “gorreo” que no tenía ni pies ni cabeza. ¿Por qué? Porque el amigo gringo estaba por aquí de intercambio y en un par de meses tendría que irse, ella quería que se acabara todo para luego no sufrir más. Yo no entiendo porque cuando uno obtiene lo que tanto quiere no lo disfruta, tenemos una fijación por amargarnos antes de que pasen las cosas sin tener la certeza de lo que viene.
El segundo ejemplo, otra de mis queridas amigas consiguió algo un poco más estable a lo que tenía antes, también sin nombre, con alguien. Los primeros días todo color de rosa, pero no pasó mucho antes de que aparecieran los “pero”. Primero me dijo que no sabía si estaba bien porque él era menor y bla bla bla, postura cartucha y conservadora, respetable para las abuelitas pero no para los de nuestra generación. Después que estaba el problema de la distancia que no era mucha, son dos horas a lo más. Por último reclamó porque el susodicho no mostraba el interés suficiente y no se qué, pero ¿y ella ?¿Lo llamó, lo buscó o algo? Siempre estamos esperando a que sean los hombres los que nos busquen porque "no tenemos dignidad" si es que nos “arrastramos” por llamarlos. Gran error, uno no es menos ni más por llamar o no a la persona con la que se tiene algo, eso de arrastrarse es cuando andamos rogando a los perros que nos hacen sufrir, que realmente no se lo merecen y eso es fácil de identificar. El dilema de mi amiga era el siguiente, igual que la anterior tenía miedo, miedo a que el “niñito” no le diera la seguridad que ella buscaba, temor a no sentirse protegida. Pero ¿cómo lo sabría si ni si quiera lo intentaba? Lo único que quería era salir arrancando antes de arriesgarse y crecer, antes de enfrentar los cambios.
El último caso es más lamentable, porque realmente esta amiga se la jugó por un tipo que no le ofrecía nada, pero como a todas le entró ese espíritu de "Super Mujer" lista para lanzarse al rescate del corazón del pobre chiquillo que fue lastimado por una mujer perversa que parece que lo engañó. Ahora daré su descripción, como a mi me encanta pelar a los hombres aunque me arriesgue al castigo divino de que cuando llegue mi hora me enamoré del peor de todos, no importa, me arriesgo igual antes de quedarme ciega por algún infeliz. El tipo tiene el ego más grande que las pechugas de la Coté López, cree que se las sabe todas y que ya no volverá a caer de nuevo en ese asunto del "pololeo" porque ya con esa una vez bastó. Respetable su trauma si no fuera porque estudia sicología y debería aplicar la materia en si mismo, es decir, superarlo y con eso asumir que por mas que uno se niegue a eso del "amorsh" a todos nos llega la hora porque las hormonas son mas fuerte y realmente llega un momento en el que no basta sólo con sexo. Bueno volviendo a la víctima de este asunto, que es mi amiga, a la que realmente considero una mártir por aguantar las taimaduras de alguien que no le ofrece nada, que la busca cuando quiere, que le restriega en la cara que no son nada y que nunca lo serán, la cuestión es la siguiente, ella también tenía miedo. Su miedo era quedarse sin el pastel, sin esa maravilla de hombre que la teníadeprimida, que la hizo llorar, etc.
Mi pregunta es la siguiente ¿¡Qué cresta queremos las mujeres!? Cuando se dan las condiciones para ser felices siempre encontramos algo para amargarnos, en vez de disfrutar y vivir los cortos momentos en que la felicidad se presenta plenamente. No sé que me pasó ni en que momento me puse tan positiva, pero ya descubrí que la felicidad completa no existe y que hay que vivir con esos instantes en que todo es dulce, sin pensar en que se va a terminar.
Todo pasa por algo, hay que dejar que el destino haga lo suyo. Si algo tiene que terminar o si no funciona, hay que vivir el dolor y todo pero siempre tratando de pensar en que viene algo mas y que todo sirve para aprender y crecer. No digo que sea fácil ¿para nosotras qué cosa lo es? pero hay que intentarlo, al menos yo trato.

jueves, junio 28, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXVII

-¿Qué te pasa? ¿Te volviste loco? ¡Es demasiado temprano para salir!
-¡Haz lo que te dice! ¡Dúchate y vístete! No tenemos mucho tiempo, así que apúrate.-Gritó Flor desde su pieza.
No supe en que momento mi amiga había despertado, no entendía nada, pero sabía que algo estaba pasando. A pesar de todo, seguí sus instrucciones, Florencia me ayudo a escoger una ropa “adecuada” con la que según ella me vería hermosa. Me pasó una falda negra larga y una blusa blanca transparente, que no sé de donde sacó pero parecían nuevos. A los pocos minutos salí vestida, me sentía muy incómoda vestida así, pero era tan temprano que obedecía a mis amigos por inercia. En cuanto estuve lista salimos del departamento, nos subimos en el auto de Lucas quien se puso en marcha a toda velocidad, eso fue lo que hizo despertar definitivamente mi curiosidad. Pregunté hacia donde íbamos tan apurados, pero en vez de una respuesta recibí gritos y regaños de ambos, lo que me confundió pero finalmente dejé pasar. Media hora después Lucas se estacionó, me di cuenta de que habíamos llegado a la casa de Bruno y de inmediato se me hizo un nudo en el estómago, mi actitud sumisa cambió de inmediato, enojada grité:
-¿¡Qué estamos haciendo aquí!? ¿¡Cómo se les ocurre traerme engañada!?
-¡Cálmate! No te trajimos engañada, sólo omitimos una pequeña parte del plan, que tampoco conocías. Cuando sepas por qué estamos aquí tú decidirás que hacer.-Dijo Flor.
-Bruno se va hoy.-Informó Lucas con frialdad.
Por un momento se me paralizó el corazón, sentí como un hielo se apoderaba de mí, había llegado el momento que tanto temía. Se había terminado mi plazo y no había decidido nada, para mí no era una solución decirle a Bruno que se quedara, no podía ser tan egoísta. Flor y Lucas me miraban con compasión, nadie decía nada, hasta que al final mi alocada amiga se bajó del auto, abrió mi puerta y de un tirón me sacó a mí también. Me arregló un poco la ropa y calmadamente me dijo:
-Ofelia, ésta es la última oportunidad que tienes de decirle lo que sientes y de reconciliarte con él. Haz lo que tú corazón diga ¡Que no intervenga la razón! Este es el momento preciso para que tu boca cobre vida propia y digas lo que sientes de verdad.
-Bruno te ama, sé que haría cualquier cosa por ti. Te toca arriesgarte, demuéstrale que lo quieres.-Agregó Lucas con seguridad.
Sentía un cosquilleo en el estómago, no sabía como podía reaccionar “ojitos claros” pero a pesar de todo estaba dispuesta a decirle que lo quería, si lo perdía ya no me importaba nada. Había sido una tonta al aterrorizarme tanto, mi reacción había sido la de una niña, todo había estado mal, pero ahora podría hacer algo para que al menos la historia terminara mejor. Golpeé, oí unos pasos que se acercaban a abrir y me hice hacia atrás, finalmente Matilda apareció. Me recibió muy alegre, hace algún tiempo que no nos veíamos pero ya estaba enterada de todo, así que me hizo pasar hacia la habitación de Bruno, él estaba arreglando sus cosas. Subí la escalera muy despacio, entré a su pieza sin que se diera cuenta y cerré la puerta, él se volteó y me miró impactado. La verdad es que no tenía claro por donde empezar, quería decirle tantas cosas pero no sabía cual debía ser primero. Balbuceé algo que ni si quiera yo entendí, pero al final él tomó la palabra:
-Estas muy linda ¿Alguna ocasión especial?
-Gracias. La verdad es que hoy es un día especial.-Contesté nerviosa.
-¿Puedo saber por qué? ¿Te ganaste un premio o algo así?-Preguntó Bruno indiferente.
-No, no me he ganado nada. De hecho estoy perdiendo a una de las personas más importantes en mi vida.
-¿Por qué es especial entonces? ¿Te alegra perder a una persona importante en tu vida?
-No, es especial porque hoy, por fin, mi boca actuará en equipo con lo que siento y pienso. Yo vine a decirte que…
-Espera. ¿Estas segura de que me quieres decir algo? ¿Cómo me aseguro de que terminaras de decirme lo que quieres sin salir corriendo antes? No quiero quedar más mal antes de mi viaje. Tú sabes que yo te quiero, pero ya no podría soportar que huyeras de mí por última vez. Si viniste a despedirte espero que lo hagas bien.
Me di vuelta hacia la puerta y de inmediato Bruno agachó la cabeza, pensó que como siempre me iría. Pero se equivocó, estaban las llaves puestas así que les di una vuelta y luego se las tiré a él y le dije:
-Ya no quiero huir de lo que siento, tampoco puedo hacerlo a menos que me tire por la ventana.
Él rió, se sentó en la cama y me invitó a hacer lo mismo, cuando estuve a su lado con una leve sonrisa bromeó:
-Te prometo que en esta cama no va pasar nada que no quieras.
-Lo que va a pasar en ésta cama es lo que yo quiero, te lo aseguro.-Contesté con firmeza.
-¿En serio? Espero que sea lo que estoy pensando.-Dijo mientras se acercaba cariñoso.
-Si lo que estás pensando es que voy a hacer el amor contigo… ¡Olvídalo!
Bruno me miró con cara de decepción y luego dijo:
-No perdía nada con preguntar.
-Bueno, no por ahora. –Dije sonriendo.
-¿Qué dijiste? ¿Qué quiere decir ese “no por ahora”?
-Quiere decir que ¡te amo! Que quiero estar contigo siempre y que quiero vivir todo lo que nos pasa al máximo. Perdóname, sé que estuve mal pero nunca pensé que algo tan grande como lo que siento por ti fuera real, eso fue lo que me asustó. No quiero perderte otra vez, pero tampoco quiero que pierdas ésta beca porque es una gran oportunidad.
-¡No me interesa la beca! ¡Quiero que estemos juntos! Si iba a viajar es porque no podría soportar tenerte tan cerca y a la vez tan lejos. A pesar de tu carácter endemoniado y tus inseguridades, hace años atrás y ahora, lograste lo que nadie mas pudo… me enamoraste. Y yo también he sentido miedo por esto, porque nunca me había sentido así, pero prefiero arriesgarme a estar sin ti.
Me tiró hacia atrás y nos besamos por largo rato. Es difícil describir como me sentí otra vez entre sus brazos y con sus besos, en ese momento entendí que había luchado tantos años por olvidarlo y no pude, era absurdo que ahora que nuevamente había aparecido en mi vida y después de todo lo que había pasado lo dejara ir. Había soñado y esperado por años que se me diera una oportunidad con Bruno, era algo que parecía imposible pero que se había cumplido, no podía dar por hecho que todo sería un fracaso sin haberlo intentado. Cuando termino el beso reconciliador empezamos a discutir por lo del viaje, a toda costa Bruno quería quedarse en Santiago pero yo no lo iba a permitir, estaba dispuesta a esperarlo, sólo serían un par de meses. Estábamos decidiendo lo que haríamos cuando golpearon la puerta, eran Flor y Lucas que gritaban como locos, no entendimos nada de lo que dijeron. Bruno abrió la puerta, venían a decirnos que ya era hora de irnos al aeropuerto, “ojitos claros” se negó al principio pero finalmente lo convencí de que eso era lo mejor y que todo estaría bien entre nosotros. Lo había esperado diez años, podía esperar unos meses más, quería lo mejor para él y eso era lo correcto.
Partimos al aeropuerto, una hora más tarde estábamos esperando a que llegara el momento de la partida de Bruno, no nos despegamos ni un solo momento. Estaba aferrada entre sus brazos asegurándome de no olvidar su olor que me haría tanta falta, tratando de guardar la mayor cantidad de besos para poder soportar su ausencia, queriendo convencerme de que todo pasaría muy rápido y pronto él estaría de vuelta.
Llegó la hora de la despedida, estaban llamando a los pasajeros con destino a Alemania, sentí como se apagaba toda mi felicidad al tener que separarme de él. Pero quería que todo terminara ya, mientras mas rápido se fuera más pronto volvería; aguantando mis lágrimas y tratando de que no se me quebrara la voz para que no se preocupara, intenté despedirme. No pude, había un lío con el pasaje de Bruno, Lucas lo tenía porque él se lo había comprado, el problema era que no lo encontraba. Unos minutos después mientras él y Flor reían con complicidad sacó el bendito boleto, Bruno lo recibió y miró extrañado, confundido dijo:
-Lucas ¿Por qué me pasas dos pasajes?
Nuestros amigos nos miraban sonrientes, pero ni “ojitos claros” ni yo entendíamos nada, hasta que por fin se decidieron a explicarnos:
-El otro pasaje es para Ofelia. Pensé que te gustaría la compañía de tu amor.-Dijo Lucas.
-¿¡Qué!? ¿¡Para mí!? ¡Pero si no tengo nada listo para viajar! ¡No tengo mis papeles, ni si quiera tengo maleta!- Contesté sorprendida.
-¡Ya me encargue de eso! Toma, aquí está tu pasaporte y tu maleta.-Dijo Flor entregándome las cosas.
Nos costó un segundo reaccionar, ni Bruno ni yo creíamos lo que estaba pasando, parecía de teleserie, pero era real, y lo mejor que nos podía haber sucedido. Feliz pregunté:
-¿Por qué no me dijeron nada? ¡Yo…!
-Tú, nada. Decidimos acorralarte porque así no tienes justificación para no irte con él, está todo arreglado. Por la universidad no te preocupes, yo me encargaré de buscarte un reemplazo y justificarte. Ahora váyanse y sean felices. ¡Los queremos!-Dijo Lucas
Hace un rato nos subimos al avión, luego de una larga despedida llena de agradecimientos para Flor y Lucas, es increíble que ya estemos despegando. Bruno está a mi lado leyendo las últimas palabras de la primera parte de nuestra historia de amor que recién comienza, una historia que fue resuelta de la mejor manera… con un final feliz.


FIN

viernes, junio 22, 2007

Una Historia Sin Resolver

Capítulo XXXVI

Se iba, otra vez nos separaríamos pero era lo mejor. Por fin mi historia sería resuelta, tendría un final y podría seguir mi camino. Lo amaba demasiado, pero las diferencias a la larga pesan. Él siempre tan soñador y entregado a sus sentimientos, yo amargada y con el miedo siempre persiguiéndome. Las marcas que me dejó el pasado me adiestraron para evitar sentir, no podía amar con libertad.
Ahí estaba, frente al único hombre al que había amado y al que le había entregado parte de mi corazón por primera vez, él que se había encargado de hacerme olvidar todo y de hacerme sentir lo que era entregarse y amar. Se me partió el alma cuando me dio la noticia, pero se iba a buscar la felicidad a otro lado y eso me reconfortaba, él siempre estaría en mi memoria. Seguí la voz de mis sentimientos por última vez, lo abracé y besé tiernamente sus labios, para mi sorpresa fui correspondida. No quería que Bruno pensara que eso era una reconciliación así que me adelanté y cuando nos separamos le dije sonriendo:
-Sé que te irá bien. Buena suerte y buen viaje. Adiós.
Me fui tratando de mantenerme firme, no pude mirar hacia atrás. No seguí trabajando esa tarde, me excusé en la universidad y me fui al departamento. Flor no estaba, lloré amargamente el resto del día y no entendía la razón, mejor dicho la sabía, pero no quería reconocer que todo lo que había hecho estaba mal.
Florencia llegó por la noche, me encontró tirada en mi cama con los ojos hinchados, tan sólo con verme supo que mis lágrimas eran por Bruno. Se sentó a mi lado y acarició mi cabeza tratando de consolarme, con tono maternal me preguntó:
-¿Qué pasó? No me gusta verte así. Llevas días llorando y no entiendo por qué.
-Bruno se va. Se ganó una beca y se va a Alemania.-Contesté entre sollozos.
-¿Por eso estás llorando? ¿Lloras por que al fin se aleja y te dejará en paz?
-¡No! ¡No sé! Debería estar feliz por él, pero no puedo. A mi no me importaba tenerlo cerca aunque no estuviéramos juntos, pero al menos lo veía. Ahora ni eso.-
-¡Déjate de tonteras! No quieres que se vaya, lo amas y sabes que la decisión de dejarlo cuando apenas empezaban a quererse es la incorrecta. Ahora que ves la amenaza de perderlo te entró el pánico. ¡No entiendo como vas a dejar que el amor de tu vida se te escape otra vez! ¡Haz tenido dos oportunidades! No creo que haya una tercera, no te la mereces. Él ya se la jugó por ti, ahora está todo en tus manos.-Dijo Flor irritada.
Talvez ella tenía razón, ya era tiempo de que creciera y madurara, tenía que enfrentarme a mis sentimientos para ser feliz de verdad. Me quedaban varios días para saber que hacer, así que me dormí tranquila, luego pensaría en como reparar mi error y recuperar a “Ojitos Claros”.
Pasó otra larga semana sin ver a Bruno, sólo sabía de él por Lucas que a cada minuto me repetía que su amigo, aunque no lo reconocía en el fondo de su corazón, aún esperaba por mí. Yo estaba decidida, estaba dispuesta a todo, quería estar con el único hombre que me podía hacer feliz pero no podía ser tan egoísta. No quería arrebatarle la oportunidad de realizarse, esa beca era muy importante para su carrera ¿qué podía hacer para que todo terminará bien?
Llegó el fin de semana, el día sábado muy temprano en la mañana sonó el timbre con cierta desesperación. Lucas interrumpía mis sagradas horas de sueño, pero con la cara de preocupación que traía ni si quiera me animé a reclamarle algo. Sin decir nada se dirigió a la cocina, me sirvió un café muy cargado para que despertara del todo, y luego él se sirvió un te. Me llevó hasta el comedor, se sentó y por fin se decidió a decir algo:
-Ofelia, hoy es el día. No quiero preguntas, sólo tómate ese café y vístete lo mas hermosa posible.

martes, junio 12, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXV

Era insólito lo que me estaba diciendo Lucas, no entendía por qué me reclamaba si debía ser todo lo contrario. Estaba furiosa pero no tenía ánimos de pelear, así que tranquilamente le pregunté:
-¿De que me estas hablando? ¿Yo te traicioné y te defraudé? ¿Por qué? ¡Tú fuiste el que se arrepintió a última hora y urdiste todo para que Bruno se fuera conmigo! ¿Se te olvidó que yo quería estar lejos de él?
-No, no se me olvidó que ese viaje era para escaparte de él. Pero lo hice porque yo sé que ustedes se quieren y que van a ser felices. Después de diez años se les presenta una nueva oportunidad ¡y tú querías tirarla a la basura! ¿Te parece que no es traición herir a mis dos amigos mas queridos? ¿No te traicionas a ti misma negando lo que sientes y huyendo siempre?-Contestó enojado.
-¡No! Yo no quiero estar con Bruno porque no quiero que me haga daño ni yo a él, no estoy lista. Talvez no lo quiero tanto como había pensado. Y yo en ningún momento he dicho que no lo quiero, así que no estoy negando nada. Estoy siendo honesta.
-Si, pero no le diste una explicación. Te fuiste y no pensaste en lo que le pasaría a él, no le preguntaste que era lo que sentía. Sólo te preocupaste de ti y de correr.-Dijo con decepción.
-No se me ocurrió otra cosa, yo sabía que él no iba a entender. ¿Cómo está?
-Mal. Se está culpando de todo, está desesperado porque no contestas el teléfono. Quería venir pero yo le dije que no, que mejor esperara. Si sigues así lo vas a perder, te vas a quedar sola como tanto quieres y te vas a dar cuenta muy tarde de que se te fue la oportunidad de vivir una historia con tu verdadero amor.-Sentenció.
-Es mejor así. ¡Entiende Lucas! ¡Me cuesta creer todo esto! Estoy segura de que Emilia es la mujer a quien Bruno ama de verdad.
-Si piensas que por Bruno se enteró del viaje estás equivocada. Matilda cometió el error de contárselo sin querer, porque no estaba enterada de lo que pasaba entre ustedes. Cuando le dije a él lo del viaje estaba feliz, ahí me di cuenta de lo mucho que te quiere ¿Para qué mentiría? Lo conozco y sé que su amor es verdadero. Eres tú la que no quiere abrir los ojos, estás cerrada. No quieres atreverte a estar con él y menos aún reconocer que estás equivocada ¡Tu orgullo pesa más!-Gritó dando fin a la conversación.
Lucas se fue, me quedé tirada en la cama llorando como una tonta. Pero no iba a cambiar mi decisión, no me sentía bien y el amor no basta para sostener una relación.
Al día siguiente me fui a la universidad llena de angustia, me aterraba saber que me encontraría con “Ojitos Claros” y que tendría que hablarle, explicarle por qué me había ido así. Apenas llegué a dar mis clases miré mire mi entorno para ver si estaba pero no lo divisé, todo ese día me torturé pensando en el incómodo momento que tendría que pasar tarde o temprano, pero no llegó. En toda esa semana Bruno no fue a la universidad, me enteré por Lucas que se tomó esos días porque no se sentía bien, no se quería encontrar conmigo y tenía que arreglar unos asuntos. Me sentí culpable, realmente le estaba produciendo un daño sin querer, por tratar de mejorar las cosas todo había salido mal y no podía hacer nada para enmendar mi error.
El fin de semana fue negro, no me saqué a Bruno de la cabeza por más que traté. Me la pasé escribiéndole poemas, recordando el mejor fin de semana de mi vida y llorando en silencio. Estaba pagando el precio de la protección que significaba refugiarme en mi caparazón de toda la vida, pero era lo mejor, tenía que ser para mejor.
La mañana del lunes me levanté a penas, hace días que no dormía bien por dedicarme a pensar. Llegué a la universidad y aún no había rastro de Bruno, estaba preocupada pero no le pregunté nada a Lucas, fui a dar mis clases tratando de permanecer calmada. Cuando se terminó la hora tomé un cerro de carpetas llenas de informes sobre poetas latinoamericanos y salí de la sala. Avancé dos pasos y todas mis carpetas cayeron, Bruno se acercaba muy rápido con un rostro apagado y sus ojos tristes. Pasó por mi lado sin decir una palabra, yo no volteé a ver como se alejaba, me quedé inmóvil, su indiferencia me llegó a lo más profundo del alma.
Los días pasaban y cada vez que Bruno me veía me esquivaba, ya no existía para él. Era verdad que eso era lo que quería pero no me quitaba el dolor, aún no podía acostumbrarme a su frialdad. Llegó un momento en que ya no soporté más, lo distinguí de lejos así que me acerqué tratando de parecer despistada, tropezaríamos y él no pensaría que mi intención era hablarlo. Chocamos pero fue al extremo, no medía la fuerza con la que iba caminando, Bruno cayó sobre mí. Nos miramos por unos segundos, por un momento sus labios estuvieron tan cerca de los míos que pensé (y ansié) que me besara, pero no fue así. Se levantó calmadamente y me tendió su mano para ayudar a levantarme pero luego se dio la vuelta pretendiendo irse. Lo agarré de un brazo y lo detuve, saqué la voz de inmediato porque ya no había tiempo para el silencio. Segura dije:
-Bruno, necesitamos hablar. Aunque no quieras, es por el bienestar de los dos que arreglemos esta situación.
-¿Ahora quieres hablar? ¡Me dejaste solo en Villarrica! ¡Me torturé pensando en que había hecho mal! ¡Estuve preocupado! ¿Crees que tenemos que hablar? ¿De que me quieres hablar? La verdad, es que no sé que pensar. No sé si me hace más daño escuchar tus explicaciones o hacer como que nada pasó.-Dijo con aspereza.
-Sé que estuvo mal irme así, pero fue lo único que se me ocurrió en ese momento para terminar con esto.-Respondí con temor.
-Pero ¡¿por qué?! Yo te amo y pensaba que tú también. Te lo demostré y me lo demostraste ¿Qué pasó? ¿Por qué metes la cabeza en esto que es algo del corazón?
-No estoy lista para estar con nadie. No puedo. Lo siento, pero es así. Perdóname si te hice sufrir, pero estoy siendo sincera. Vuelve con Emilia y sean felices, de verdad te mereces lo mejor.
-¿De que me estas hablando? Yo te quiero a ti, Emilia fue una más antes de encontrarte,de encontrar a la mujer de la que me enamoré de verdad. ¡El amor no es un juego! ¡No puedes pretender cambiar mis sentimientos! Te amo.
Con ese “Te amo” sentí como temblaban mis rodillas, llegó a lo más profundo de mi corazón. Quería correr, pero no podía irme otra vez sin decirle nada. A pesar de mi tristeza por rechazarlo sabía que no teníamos ningún futuro, así alcé mi voz diciendo:
-¡Entiende! ¡No estoy lista para esto! No quiero perder mi libertad, no quiero sufrir.
-¡De eso se trataba! Otra vez con esa inseguridad que no te deja probar lo más lindo de la vida. ¿Por qué no te dejas querer? Todo lo que me dices son sólo excusas para tapar tu cobardía, para no reconocer que tienes terror de demostrar lo que sientes. Pero acepto tu decisión, tus disculpas, tus explicaciones, todo. Ya no te voy a molestar más, así que puedes estar tranquila porque por un tiempo no me verás.-Contestó Bruno con decepción.
-¿Cómo? ¿Tomarás otra licencia?-Pregunté tratando de no parecer interesada.
-Me gané una beca, me voy a Alemania.

martes, junio 05, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXIV

Pasaron un par de horas antes de que despertara, cuando abrí los ojos me costó convencerme de que todo había sido verdad. Bruno dormía profundamente, me tenía rodeada con sus brazos y yo me dedicaba a mirarlo mientras pensaba en como algo podía ser tan lindo y ser verdad. De pronto entré en pánico, sólo pensaba en que si eso llegara a terminar iba a sufrir y eso era lo que menos quería, talvez el motivo de que Emilia estuviera ahí no era coincidencia y “ojitos claros” estaba jugando conmigo y en cualquier momento correría a los brazos de la “Miss Chile” que era mucho más experta y lo conocía bien; quizás yo no era la mujer para él ¿qué le podía ofrecer yo a parte de mis miedos? El creer que estaba lista para enfrentarme algo así había sido un error. Es verdad que no tenía la certeza de nada, pero era mejor prevenir que lamentar, así que no me quedé para saberlo. Acaricié el suave rostro de Bruno, me levanté cuidadosamente para no despertarlo, me vestí rápidamente, ordené todas mis cosas y salí de ahí casi corriendo. No era tan tarde así que alcancé a tomar un bus que me llevó a Temuco, ahí alguien me dio la dirección de una residencial para poder esperar hasta que amaneciera y luego irme a Santiago en el primer tren de la mañana.
En lo que quedó de noche no pude dormir, Bruno no abandonaba mis pensamientos, aún tenía su olor en mí. Pero era lo mejor, no estaba lista para una relación, mi corazón quería algo y mi cabeza quería otra cosa. Lo mejor para mí era hacerle caso a la razón, así me evitaba todo tipo de sufrimiento y desilusión, yo no era lo que él merecía con mi inseguridad, no lo quería dañar y tampoco quería ser dañada. Debía estar sola como siempre, y lo más probable es que siempre estuviera así porque sabía que no podría amar a nadie más como a “ojitos claros”.
A penas salió el sol fui hasta la estación a tomar el tren, el viaje se me hizo eterno. Lloré todo el camino porque no quería asumir que todo lo que había hecho estaba mal, que volvía a ser una cobarde que realmente no se arriesgaba a ser feliz, pero “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Llegué a Santiago por la tarde, estaba nublado y hacía mucho frío pero no lo notaba porque me sentía muerta.
Cuando entré al departamento Florencia me miró sorprendida, supongo que vio mi entristecido rostro, enseguida se abalanzó para darme un fuerte abrazo, ella sabía que algo andaba mal. Hizo que me sentará en el living mientras preparaba café, en pocos minutos ya estaba sentada a mi lado lista para comenzar el interrogatorio. Preocupada preguntó:
-¿Qué pasó? Lucas me llamó para contarme que te había mandado con Bruno a Villarrica. ¡Deberías estar feliz! ¿Por qué traes esa cara?
-¡No puedo estar con él! ¡No quiero hacerlo sufrir ni que me haga sufrir! A pesar de too lo que paso… ¡no puedo!-Dije con voz apagada.
-¿Qué paso? ¿Qué es “todo”?-Preguntó Flor confundida.
Me dolía contarle a Florencia lo que había vivido con Bruno en ese viaje pero no podía guardármelo, necesitaba desahogarme. Contuve mis lágrimas y dije:
-Hice el amor con Bruno.
-¿¡Qué!? ¿Tuviste tu primera vez? ¡Júramelo! ¡Amiga que emoción! ¡Y con el hombre que amas! ¡Qué lindo! ¿Cómo fue? ¡Cuéntamelo todo!
-Fue hermoso, más de lo que esperaba. Dulce y lleno de ternura, mágico.-Contesté triste.
-¿Él se te insinúo? ¡Cuéntame con detalles!-Presionó Flor.
-No, él no dijo nada, en realidad fue contradictorio. Un día le estaba diciendo que se sacara de la cabeza la idea de que podía pasar algo más y al otro día… le dije que ya estaba lista y que quería estar con él en ese momento.
Florencia me miraba impactada, su sonrisa era tan amplia que me ponía nerviosa. Sabía que ella no esperaba eso de mí…realmente tampoco yo lo había esperado. Con gran ansiedad prácticamente gritó:
-¡Ofelia! ¡No lo puedo creer! ¡Tú, dando el primera paso! ¡Es genial! ¿Y qué fue lo que te impulsó a avanzar a ese nivel tan importante?
-Mi amor, yo lo amo y mi primera vez tenía que ser con él. Si no era con Bruno no sería con nadie, menos ahora que se terminó. Pero no me arrepiento de nada porque por un momento fui muy feliz.
-¿Cómo que terminó? ¿El infeliz se acostó contigo y luego de te dejó? ¡Seguro que eso era lo único que andaba buscando! ¡Es el típico recolector de virginidades! ¡Pero apenas lo tenga en frente va a saber quien soy!
-No Flor, fui yo la que se fue sin decirle nada. No estoy lista para esto, no me siento segura de nada. No sé si me quiere, Emilia llegó hasta allá… ¡estoy confundida! Yo no quiero lastimar a Bruno por este miedo que siento y no quiero que él me desilusione ni me haga daño a mí. Si la “Miss Chile” subió a ese tren fue por algo, el destino los quiere juntar.
-¡Ay amiga! Mira no se cómo se habrá enterado Emilia de tu viaje y del plan de Bruno, pero no creo que sea cosa divina. ¡El destino los quiere juntar a ustedes! Sino ¿como te explicas que después de diez años te lo encontraras de nuevo? Algo que parecía imposible sucedió. Dejó a Emilia por ti, todo esto del viaje... ¡Todo te dice que es para ti! ¿No será que estas buscando excusas para no arriesgarte? ¡Claro! Volvió tu cobardía.-Dijo irritada.
-¡De que hablas! ¡Simplemente me di cuenta de que no estoy lista! Talvez no estoy hecha para estar en pareja.-Me defendí.
-¡No digas tonteras! ¡Lo que pasa es que estas aterrada de sentir! ¡Por años pediste que Bruno estuviera a tu lado y ahora que pueden estar juntos lo dejas! ¡No puedes ser una cobarde toda tu vida! ¡Vive lo que tengas que vivir con él y si se termina das vuelta la página y listo! ¡Pero no puedes estar siempre tratando de defenderte incluso de lo que no es una amenaza! Tú constantemente dices que sufrir es parte de crecer, y por amor vale la pena. Es lo que nos hace ser humanos. No seas tonta, vive tú amor con intensidad, vive el día a día y no sufras antes de que pase nada.-Agregó Flor a gritos.
-¡No! No voy a hacer nada, no quiero estar con Bruno. ¡No quiero una relación, no quiero perder mi libertad, no quiero estar atada a nadie!-Contesté terca.
-Ya perdiste tu libertad al entregarte a tus estúpidos miedos, a tus traumas de la infancia, eres presa de todo eso, no eres libre. Cuando ames ¡ahí realmente lo serás!
No dije nada, sólo me paré y me fui a dormir, esa conversación no tenía sentido. Florencia no tenía idea de lo que decía, nada era tan fácil, menos para mí que siempre me costó asumir lo que sentía y abrir mi corazón. Tampoco dormí esa noche, me quedé pensando en que al otro día Bruno ya estaría en Santiago y que pronto tendría que verlo en la Universidad, no podría. Al otro día no me levanté, me quedé acostada leyendo, escribiendo, pensando, hasta que en la tarde recibí la visita de Lucas. Venía muy angustiado, yo sabía que probablemente “Ojitos claros” ya lo había contactado, seguramente también había llamado al departamento pero no lo supe porque desconecté el teléfono sin que Flor lo notara, pensó que estaba malo. Lucas se sentó a los pies de mi cama, enseguida le reclamé:
-¡Me traicionaste! ¡Pensé que eras mi amigo!
-Tú también me traicionaste y te traicionaste. Me defraudaste, y no sabes cuánto.

jueves, mayo 31, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXIII

A la mañana siguiente al despertar me di cuenta de que aún seguía en los brazos de Bruno, él dormía profundamente y yo me dediqué a mirarlo por un buen rato. Luego me levanté, me di una ducha y cuando terminé de vestirme él ya había despertado. No era tan tarde pero para mi cada hora del día era indispensable porque quería disfrutar todo al máximo, así que burlona le dije:
-¡Ya era hora de que despertaras! ¡Flojo!
-Lo siento es que me quedé dormido de amanecida.-Dijo aun dormido.
-¿Por qué? ¿¡Me moví mucho!? ¡Disculpa!-Me apresuré a decir.
-¡No, nada de eso! Fui yo el que no se quiso dormir antes.
-¿Cómo? Y ¿por qué no? No entiendo.-Dije mientras me sentaba a su lado.
-Es que te veías tan linda durmiendo…sin darme cuenta amaneció mientras te miraba.-Contestó.
Con eso terminó de conquistarme, no me resistí y lo besé hasta que me cansé. Su ternura me conmovía y sabía que era sincero, era realmente lo que había imaginado de él por años, y talvez era mucho más.
A penas estuvo vestido nos fuimos a pasear por los alrededores, fuimos a los Ojos de Caburgua unos hermosos pozones con el agua más cristalina que he visto, el maravilloso bosque en el que estaban ubicadas hacían todo mucho más especial. Después de almorzar se me ocurrió que podíamos dar un paseo en bote por el lago, Bruno aceptaba todo lo que a mi se me ocurría, lo único que le importaba era que disfrutara cada minuto a su lado. Cuando llegamos a orillas del lago nos dijeron que tendríamos que esperar un momento porque estaba todo ocupado, en eso estábamos cuando de pronto una voz chillona grita:
-¡Bruno! ¿Cómo estas? ¿Disfrutando del paseo?
Emilia se acercó y venía acompañada de un tipo que parecía extranjero, me miró despectiva y besó ligeramente a Bruno en los labios, herví de rabia y mi boca no pudo mantenerse cerrada:
-¿Qué te pasa? ¿No te queda nada de dignidad? ¿No te bastó con todo lo que te dijo Bruno para que lo sigas molestando? Nada de lo que hagas va a influir entre nosotros. ¡Para tu desgracia él me quiere a mí!
-¿Si estás tan segura por qué me dices todo esto? Admite que sientes celos ¡haznos saber que no eres de piedra y que sientes!-Contestó riendo.
-¡Emilia ya es suficiente! No tienes por qué tratar así a Ofelia. En todo caso, ella tiene razón... yo la quiero a ella y nadie más. Y en vez de seguir discutiendo ¿por qué no nos presentas a tu acompañante?
-¡Ah claro! Él es William, un viejo amigo ingles cuyas vacaciones coincidieron con las mías. Lo llamé y le dije que se viniera de inmediato para acá, así le muestro lo maravilloso de Pucón.
Mientras Emilia explicaba la historia de su amigo gringo nos llamaron para entregarnos el bote, la dejamos hablando sola sin querer. Nos pusieron los chalecos salvavidas y nos subimos al bote, cuando Bruno comenzó a remar noté que Emilia se subía a una bicicleta acuática con William y que se dirigían hacia donde estábamos nosotros, se lo hice saber a “ojitos claros”, pero no le dio importancia. Yo me relajé y tampoco le di importancia, me dediqué a observar el hermoso paisaje, de un momento a otro fuimos chocados tan fuerte que ni supimos cuando nos encontramos en el agua. Cuando reaccioné vi alejarse la bicicleta de Emilia y oía su fastidiosa risa de victoria, noté que Bruno estaba tratando de dar vuelta el bote para poder subirnos otra vez así que lo auxilié. Me ayudó a subir y luego subió él, mientras remábamos de regreso nos miramos y nos pusimos a reír de lo sucedido, no le dimos el gusto a la “miss Chile” de arruinar todo. Ya estábamos empapados, pero nunca está demás otro poco de agua así que se puso a llover, afortunadamente ya casi llegábamos a la orilla cuando se hizo más torrencial. Llegamos lo más pronto posible al hotel, nos estábamos congelando así que al entrar en la habitación de inmediato encendimos la chimenea y nos pusimos un momento junto a ella para abrigarnos un poco. Bruno me abrazó y me cobijó con una manta, luego me dijo:
-Siento que Emilia haya hecho eso. No pensé que pudiera ser tan infantil.
-Tú no tienes la culpa, sólo está dolida porque la dejaste.-Contesté
Nos besamos, pero fue un beso distinto, en ese momento supe que era tiempo de entregar mi corazón por completo sin pensar en nada. Me levanté y tomé a Bruno de la mano, él me imitó y se puso de pie. Lo guíe hasta la cama, me acosté y él se tendió junto a mí, lo miré a los ojos mientras acariciaba su rostro y pensaba en lo mucho que lo quería. Temblaba entera y él lo noto, igual de nervioso preguntó:
-¿Estás segura? No quiero que te sientas presionada, nada nos apura.
-No me siento presionada, quiero estar contigo… ahora.-Respondí casi en un susurro.
Llevé una de las manos de Bruno hasta mi cintura, lo besé y él me correspondió con ternura. Posó sus labios en mi cuello recorriéndolo entero, sentí como una ola de calor llegó hasta mis mejillas haciéndolas arder. Me quitó el suéter con delicadeza mientras yo torpemente lo ayudaba a desvestirse, mis brazos rodearon su espalda desnuda y por un momento nuestras miradas se encontraron. Ahí estaba, perdida en sus ojos otra vez, atrapada entre sus besos, frágil ante sus caricias, sólo quería entregarme a él por completo, lo amaba y ya estaba lista para dar ese paso. A pesar de su evidente experiencia, Bruno parecía inseguro, supongo que temía más por mí que yo misma, pero yo disfrutaba a cada segundo el contacto de su piel rozando la mía. Cada vez que me tocaba provocaba una explosión de éxtasis que me hacía desearlo más y mi corazón latía a gran velocidad mientras él exploraba cada rincón de mi cuerpo.
No supe en que instante me quedé dormida, sólo recuerdo que me sentía la mujer más amada y la mas bonita que podía existir. Estaba embriagada de amor, aunque suene cursi, “ojitos claros” me hacía muy feliz y tanta felicidad me asustaba.

lunes, mayo 21, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXII

Poco me duró mi postura de mujer fría, Bruno me tomó por la cintura, me acercó a él y me besó con la misma intensidad de la primera vez, con este beso me convencí de que aunque fuera para sacarle celos a Emilia, Lucas tenía razón y “ojitos claros” no hacía nada sin sentirlo. Cuando me liberó se dispuso a hablar con autoritarismo:
-¡Te vienes conmigo por las buenas o por las malas, pero vienes conmigo!
No me tuvo que rogar demasiado, porque después de ese beso ya todo me daba lo mismo, me quería ir con él sin preocuparme de Emilia, de Lucas, ni de mi estúpido miedo. Las palabras salieron solas de mi boca:
-¡Nos está esperando el bus! ¡Vamos!
El bus llegó a Villarrica una hora después, ya estaba oscureciendo entramos al hotel. En seguida Bruno pidió que nos llevaran a las piezas respectivas, que estaba una al lado de la otra, pero surgió un inconveniente. Por error habían entregado una de nuestras habitaciones a otro pasajero y por desgracia, el hotel estaba lleno. Al parecer el encargado notó que la pieza era muy chica y que tenía una sola cama bastante diminuta, así que a modo de recompensa nos ofreció una más grande, que acababan de desocupar, al mismo precio que las otras. Cuando llegamos nos dimos cuenta de que era de las más caras que tenía el hotel, era hermosa. Tenía vista al lago, una chimenea, una maravilla, el único inconveniente era que… tenía una sola cama. Con eso entré en pánico y se lo hice saber al amable anfitrión que nos atendía, pero Bruno interfirió diciendo que no hiciera caso de mis alegatos, que todo estaría bien. Nos quedamos solos, salí al balcón y de pronto empezó a llover, Bruno se acercó muy cariñoso y dijo:
-Al fin estamos juntos y tranquilos.
Me di vuelta y tomé su cara entre mis manos, lo besé y le dije:
-Olvídate de cualquier otra cosa que no sea dormir en esa cama.
-¡No se me ha pasado por la cabeza nada que no sea dormir!-Rió.
Reí con él y me di cuenta de que iba a respetar mi espacio, me relajé. Era feliz, por primera vez en mi vida me sentía así, plena.
Una hora más tarde nos llevaron la comida a la habitación, Bruno había encendido la chimenea, así que luego de comer nos sentamos en el piso junto a ella. Conversamos por largo rato, aunque él hablaba más que yo, porque mis nervios aún no se calmaban. Me costó aceptar que “ojitos claros” ya era libre para estar conmigo, y que ya no estábamos ahí como amigos sino como una pareja que recién comenzaba, era algo que nunca había vivido. Ya era muy tarde cuando me empezó a dar sueño, quise ir a dormir porque quería aprovechar todo el día siguiente en conocer cada rincón de ese hermoso lugar, que seguramente tenía mucho que ofrecer.
Entré al baño para ponerme pijama mientras Bruno esperaba su turno, cuando salí, sin mirarlo me acosté lo más a la orilla que pude de esa inmensa cama, de hecho estaba a punto de caer. Él no se demoró mucho en estar junto a mí, apagó la luz y estuvimos en silencio unos minutos, sólo se escuchaba el sonido de la lluvia. De pronto Bruno se puso a reír, yo no entendía nada ni me atrevía a preguntar, me sentía algo incómoda compartiendo la cama, sobre todo si era con él. Finalmente en medio de risas me dijo:
-Ofelia, no creo que esté tan gordo como para que me quieras dejar casi toda la cama. Es más, creo que es bastante grande para los dos.
Me hervían las mejillas, no sabía que responder, me daba vergüenza estar en esa situación, aún a oscuras sentía que mi cara podía alumbrar toda la pieza de lo colorada que estaba. Tratando de salvar la situación contesté:
-No es eso es sólo que yo no necesito tanto espacio para dormir, así estoy bien.
-¿Por qué tienes tanto miedo de lo que pueda pasar?-Preguntó serio.
-¿Miedo de qué?
-A penas llegamos me aclaraste que en esta cama no iba a pasar nada que no fuera dormir, con eso me quisiste decir que no quieres que tú y yo…-No quiso terminar la oración.
-¿No quiero que tú y yo que?-Seguí evadiendo su pregunta.
-No quieres que estemos juntos.
-Pero si estamos juntos, estamos aquí los dos ¿no?
-Si, pero me refiero a que… no quieres que hagamos el amor.-Dijo con algo de temor.
El latido acelerado de mi corazón se podía escuchar en toda la pieza, había llegado el momento de aclarar las cosas con Bruno. Me senté en la cama sin encender la luz y él también se sentó, a penas distinguía su cara en la penumbra pero eso me facilitaba las cosas para hablarle con honestidad. No me sentía con valor, pero al final no tenía alternativa:
-Bruno, no es eso. Lo que pasa es que yo nunca he estado con nadie.
-¿Qué? ¿Cómo con nadie?-Preguntó incrédulo.
-Soy…soy virgen.-Contesté algo avergonzada.
Sentí como Bruno se acercaba a mí, no me podía alejar más porque hubiera caído de la cama y no quise escapar para no ser la misma cobarde de siempre. Pero a pesar de todo no sentí miedo, él tomó mi mano, se acostó y me invitó a reposar en su pecho, así lo hice. Me abrazó y no dijo nada, acarició mi mano por tanto rato que ni si quiera supe cuando me dormí. Siento decepcionarlos pero no pasó nada, sólo dormí con él, igual como hace diez años lo hice en ese sueño tan real.

viernes, mayo 18, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXXI

Ahí estaba, nuevamente Bruno aparecía cuando al fin creía que podía escapar de él por lo menos por un miserable fin de semana fuera de la ciudad. No entendía lo que pasaba, al parecer Lucas había enloquecido. Lo último que quería era tener a “ojitos claros” cerca y mi supuesto amigo, traicionándome me empujó hacia él sin preguntarme. Tratando de ser indiferente y no parecer desesperada pregunté:
-¿Qué estas haciendo aquí?
-¡Lo mismo que tú! Me voy a pasar un fin de semana espectacular a Villarrica, y lo mejor de todo es… ¡que me voy con la mujer que amo!-Contestó feliz.
Cuando dijo eso me aturdió, típico, con palabras bonitas una siempre cae. Pero no lo demostré, se acercaba cada vez más, yo miraba por la ventana tratando de ignorarlo, haciéndome de rogar un poco. Él ya estaba ahí y eso seguro que debía significar algo, era verdad que todo indicaba que debíamos estar juntos. Yo estaba quieta con la vista fija en el paisaje, hasta que me di vuelta y me encontré con su rostro casi pegado al mío. Estábamos a punto de besarnos hasta que mi desastrosa suerte hizo lo suyo y se escuchó un gritó:
-¡Bruno, mi amor! ¿¡Pensabas irte sin mí!?
Emilia se acercaba encantada hasta nuestros asientos. Bruno parecía atontado, sólo lo miré y le sonreí mientras mi cabeza se movía de un lado a otro. Decepcionado me dijo:
-¡No sabía que ella vendría! ¡Por favor créeme! ¡Terminé con ella, te lo dije! ¡No sé cómo se enteró! ¡Te lo juro, mi amor!
-No, a mi no me tienes que explicar nada. A la que le tienes que aclarar muchas cosas es a ella… ¡que al parecer esta muy entusiasmada con el viaje! ¡Disfruta tu fin de semana con la mujer que amas, mi amor!-Contesté sarcástica mientras me reía.
Tomé mis cosas, Bruno bloqueaba mi salida así que lo empuje y me fui varios asientos más atrás, dejándolo con los chillidos de Emilia, sinceramente eso lo disfruté. Odié a Lucas en ese momento, gracias a no sé que razones este fin de semana iba a ser el peor, a menos que no me topara con “ojitos claros” ni con su polola o ex histérica. Pero una corazonada me decía que eso no iba a pasar y que lo de disfrutar mi soledad quedaría sólo en un deseo que no se cumpliría.
Un par de horas después mientras leía, sentía la mirada de Bruno clavada en mí, al parecer Emilia se había calmado y dormía profundamente. No lo miré, seguí concentrada en mi lectura, hasta que de reojo traté de saber que hacía y no lo vi. Un tirón en mi pantalón hizo que me encontrara con él que se encontraba acostado en el piso de guata, quería reír al verlo así, pero me contuve. Tenía carita de pena y como buena tonta enamorada me enterneció, así que esta vez fui algo más amable, pero sin salir de mi seriedad:
-No quiero que tengas problemas con Emilia por mi culpa. Esto es una mala coincidencia, yo quería estar lejos de ti ¡y al final me topo contigo que te vas a una luna de miel reconciliadora con tu polola! Sólo fue mala suerte, pero si tratamos de no encontrarnos todos lo pasaremos bien.
-¡Yo vine a pasar un fin de semana contigo! Emilia no tiene nada que ver en esto y lo tiene que entender. ¡Si no estoy sentado aquí contigo ahora es porque no quiero que haga escándalos y nos arruine aún más el fin de semana! Para que veas que es verdad te traje una nota que te escribió Lucas, él me contó todo. ¡Él me dijo de tus planes y me dijo convenció de que viniera!-Dijo seguro.
Se levantó, miró hacia donde estaba Emilia, comenzó a acercarse mucho y eso significó una amenaza para mí, así que de inmediato frené su romanticismo:
-¡Ni se te ocurra acercarte mas! ¡Ándate si no quieres recibir un combo!
Se puso a reír y se puso de pie para volver a su asiento pero antes dijo:
-¡Este fin de semana es tuyo y mío! ¡Nada lo impedirá, te lo prometo! Apenas lleguemos a Temuco nos iremos juntos. ¡Y no intentes impedirlo!
En mi descuido por tratar de objetarle sus palabras me robó un beso y se fue. Me quedé con la dulzura de sus labios deseando que su promesa se hiciera realidad, de a poco me estaba convenciendo. A penas se fue abrí la carta que me había dejado Lucas: “Espero que puedas perdonar mi traición, soy un vil Judas que te entregó a tu peor enemigo…el amor. No te preocupes por mi, estoy bien porque se que Bruno y tú harán una buena pareja. Disfruta y dale una oportunidad, con él ya no tienes excusas, él es a quien amas”.
Llegamos a Temuco como a las seis de la tarde, mientras bajaba mis cosas Bruno se me acercó y me dijo:
-Ya hablé con Emilia. Lo entendió todo… de hecho su reacción me sorprendió. Pero quedamos como buenos amigos, ella es una buena mujer.
-¿Qué significa eso?-Pregunté incrédula.
-Significa que reafirmé mi libertad y que quiero estar contigo. ¡Ya nada me lo impide!
Bruno me abrazó y me besó tiernamente en la mejilla, estaba siendo cuidadoso para no recibir algún golpe de mi parte. Estaba asustada, no quería ser débil frente a “ojitos claros”, no quería estar con él. Era lo que tanto había esperado, pero no estaba lista para algo así, el miedo nuevamente se apoderaba de mí, así que opté por volver a ser el plomo de siempre:
-Yo no te pedí que hicieras nada, así que cada uno por su lado. ¡Ni pienses que voy a pasar el fin de semana contigo!

miércoles, mayo 16, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXX

Ya era muy tarde para arrepentirme, había cometido una imprudencia gigante y de alguna forma tenía que tratar de enmendar mi arrebatada proposición. Traté de justificarme:
-Sé que soy una egoísta al pedirte esto, pero de verdad te necesito. No se lo puedo pedir a Flor porque… de alguna forma ella sin intención me haría recordar a Bruno a cada instante preguntándome cosas y yo me quiero olvidar de él. Aunque sea sólo por el fin de semana.
Lucas me abrazó por largo rato, luego me acarició el rostro y me dijo:
-Haría cualquier cosa con tal de que estuvieras bien, por eso estoy dispuesto a arriesgarme. Tengo claro que me expongo a sufrir, pero lo acepto.
-No quiero que sufras por mi culpa. Por eso debes tener claro que este viaje no significa que vamos a ser algo más que amigos. Sólo quiero que me acompañes en esta pequeña huida.
-¡Tranquila! Sé cual es tu postura, seguimos siendo tan amigos como antes. Así que vamos a viajar ¿puedo saber hacia dónde iremos?
-¿De verdad vendrás conmigo?-Pregunté emocionada.
-¡Por su puesto! ¿Crees que rechazaría una oferta tan buena? ¡Yo también necesito salir de este estrés! Ahora ¡dime! ¡Quiero saber cuál es nuestro destino!
Villarrica era el lugar que había escogido para poder descansar de mis tormentos amorosos, saldríamos al día siguiente en el tren de las nueve de la mañana. Mientras informaba a Lucas, él asentía con la cabeza pero su sonrisa había desaparecido y su entusiasmo parecía decaer. De hecho, parecía un poco triste pero yo sabía que eso no sería un motivo para que él se arrepintiera, me iba a acompañar a pesar de todo.
Nunca he sido de las personas que demuestran su afecto, es algo que me cuesta demasiado, pero esta vez ese gesto que estaba teniendo Lucas al acompañarme sabiendo que no tenía posibilidades conmigo me hizo sentir culpable porque sabía que todo eso del viaje estaba mal. Nerviosa me acerqué, le tome las manos y lo besé en la mejilla.
Después de que Lucas se fue a preparar sus cosas para el viaje, me fui a acostar y a esperar a Florencia que llegaría a interrogarme en cualquier momento. No pasaron muchos minutos para que estuviera instalada en mi cama, ocupando casi todo el espacio de ésta para entrevistarme. Le conté todo lo del viaje que haría con Lucas, se molestó al principio porque no había sido ella la elegida para ser mi compañera, me cobró sentimientos por un buen rato hasta que paró. Creí que se le había pasado y lo había aceptado, hasta que me sorprendió al decirme lo que pensaba:
-Amiga, entiendo que prefieras irte con Lucas. Creo que inconcientemente quieres que sea él quien te haga olvidar a Bruno y sinceramente… ¡ojala que resulte! Aunque sé que en el fondo no quieres hacerlo y sólo estás huyendo de él porque sabes que puedes sufrir. ¡Esa es la única explicación que tengo a que se te esté entregando en bandeja y tú lo rechaces! No estoy de acuerdo en que te arranques de lo que sientes, pero es tu decisión y la respeto. Lo único que espero es que Lucas no salga muy herido.
Realmente yo también lo esperaba, pero en ese instante estaba muy confundida y en algún momento pensé que debía aceptar la propuesta de Lucas, vencer mi miedo y continuar mi vida con él, quizás con el tiempo lo llegaría a querer como pareja. Todo quedaría resuelto ese fin de semana, cuando regresáramos a Santiago ya tendría más ordenada mi cabeza y podría decidir si lo intentaba con Lucas o simplemente me quedaba sola.
No dormí bien esa noche pensando en que talvez irme con Lucas todo un fin de semana era lo peor que podía hacer, pero ya era tarde para arrepentimientos. Al día siguiente, a las ocho de la mañana Lucas me pasó a buscar para irnos a la estación a tomar el tren que nos llevaría a Temuco. Llegaríamos allá en la tarde y luego tomaríamos un bus que nos llevaría a Villarrica.
Llegamos a la estación unos minutos antes de que el tren partiera, nos subimos y Lucas me dejó instalada en un asiento, luego se disculpó diciendo que tenía que ir a comprar algo, me dijo que no se demoraría nada. Se bajó, yo miraba por la ventana a la gente que subía tratando de encontrar a Lucas, en eso estaba cuando el tren empezó a anunciar su partida. De pronto se puso en marcha y no había visto a Lucas subir, miré por la ventana otra vez y parado en el andén estaba él haciéndome señas, diciéndome adiós. Me quedé impactada, no entendía por qué mi supuesto amigo me abandonaba sin decirme la razón. Estaba decepcionada, siempre habíamos hablado con la verdad y ahora me salía con esto, talvez ese era mi castigo por querer usarlo. Seguía mirándolo y él sonreía, me alejaba cada vez más y mientras buscaba una explicación una voz muy familiar dijo:
-¡Parece que todo se empeña en juntarnos!

lunes, mayo 14, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXIX

Lucas lo había descifrado todo y con eso me evitaba pasar la vergüenza de decírselo yo, ahora sólo me quedaba tratar de explicar algo que no era coherente y esperar su reacción. Eso era lo que mas me preocupaba porque realmente él era un buen amigo, y a pesar de que me gustaba y podía rescatarme de ese amor dañino que sentía, él no se merecía algo así. Estuvimos callados un rato, después le hablé con seguridad:
-Es una de las pocas cosas en la vida que no he podido superar. Ahora que nos encontramos todo se me ha complicado, porque cuando llegué acá pensaba que era tema pasado… ¡pero al verlo se me removió todo adentro! Así comprobé que nunca había dejado de quererlo. Sé que suena estúpido, pero no sé… ¡no tengo una explicación para saber que es lo que me pasa con Bruno!
-Estas enamorada, eso es todo. Es mejor no buscarle una explicación al amor, dejemos las teorías para la ciencia.-Me sonrió y continúo diciendo-¡Era tan obvio! La forma en la que lo mirabas, cómo te ponías nerviosa y simulabas no estarlo. Supongo que nunca quise aceptarlo, y ya sabes lo que dicen “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Solo quiero que seas feliz, nada más. Si me dejaras intentarlo sé que borraría todas tus penas pasadas, pero en el presente sería solo una anestesia porque el dolor que produce la frustración de no estar con quien quieres estaría ahí, escondida.
Me impresionó la reacción de Lucas, aunque no esperaba menos de él, su nobleza era única. Pero aún así, yo quería que él supiera que no estaba dispuesta a tener nada con nadie, así que se lo aclaré:
-Por mucho que quiera a Bruno no significa que vamos a estar juntos. Yo sé que él quiere a Emilia, no seré un obstáculo, si la quiere tiene que luchar por ella.
-Curioso. ¿Cómo dices eso si ni tú luchas por lo que quieres? Bruno es un buen tipo pero por desgracia, es especialista en fijarse en quien no le corresponde como se merece. Siempre sale mal de sus relaciones, pone sus ojos en las mujeres menos indicadas. Pero bueno, uno no elige de quien se enamora, lo sé por experiencia. Aún no perdona de verdad a Emilia, dice que sí pero yo sé que no lo ha hecho, está con ella porque tiene miedo de perderla y quedarse solo. La soledad lo aterra, las veces que estuvo solo fueron sus períodos mas negros, y a pesar de su desesperación nunca pudo estar con una mujer sin tener motivo. Es un tonto muy romántico, tiene que enamorarse o al menos sentir una mínima atracción, aunque sea para algo tan simple como besar. Siempre me pregunto si esta convencido de que la quiere realmente todavía.
Me quedó dando vueltas eso de “tiene que enamorarse o sentir una mínima atracción…” ¿Sería verdad lo que me estaba diciendo Lucas? ¿Bruno estaría sintiendo algo por mí? No quise seguir pensando mas en eso, ilusionarme era lo peor. Segura pero triste contesté:
-Yo creo que la quiere. Por muy idiota que sea Emilia se merece una segunda oportunidad, no voy a meterme en el medio. ¡Mi historia con Bruno es pasado! Ahora yo estoy en el proceso de olvido definitivo.
-Si realmente estas olvidando definitivamente a Bruno entonces déjame estar contigo, no me importa ser tu tabla de salvación, no me importa que no me quieras todavía. ¡Sólo quiero estar contigo! –Dijo Lucas con ternura
En ese momento tomé una decisión, no me importaba si era o no correcta. Estaba tan confundida y desesperada que como de costumbre me dejé que llevar por mis impulsos, pero en ese instante no le tomaba el peso a nada, así que sin rodeos miré a Lucas y le dije:
-¿Te irías conmigo?

martes, mayo 08, 2007

Una hitoria sin resolver

Capítulo XXVIII

Al fin se me presentaba la oportunidad que había esperado toda la vida, tenía Bruno conmigo diciéndome cuánto me quería y prometiéndome el cielo y las estrellas. Sabía que todo era una mentira, pero como siempre me dejé llevar por el impulso. Lo miré, le acaricie el rostro y lo besé, se congeló el tiempo en ese momento. El me correspondió, me abrazó y realmente sentí que me amaba, pero aún tenía miedo. Cuando nos separamos, no quería abrir los ojos, no quería que eso terminara, Bruno me besó la frente y me dijo:
-Sabía que me ibas a decir que si, mi amor.
Como si me hubiera caído un chorro de agua fría reaccioné, mientras Bruno miraba por la ventana con una sonrisa, yo me toqué los labios, le dediqué un “te amo” en mis pensamientos y contesté:
-Esto no es un si. Fue un impulso, pero no quiere decir nada.
-¿¡Qué!?¿¡Cómo que no quiere decir nada!? ¡No puedes negar lo maravilloso de ese beso! ¡Este beso fue puro! ¡Con amor! ¿¡Por qué te empeñas en decirme que no!?
-No exageres, deja ese romanticismo de lado. ¿Nunca has dado un beso sin razón? Bueno… no sé, fue el momento el que me puso tonta. ¡Pero eso no significa que tendré algo contigo!-Mentí.
Bruno se acercó enfurecido y me besó con fuerza, me resistí. Cuando por fin me solté le di una cachetada, lo empuje al sillón gritando:
-¡No te aproveches! ¡A mi nadie me obliga a nada!
-¡Yo sé que te encantó! Pero ¿sabes?… ¡no te pienso rogar más! ¡Quédate con tu amargura y con tu miedo! ¡Qué otro se encargue de hacerte sentir! ¡Si es que puede porque pareces de hielo!-Respondió alterado.
-¡Poco te duró el amor! ¡Hace cinco minutos prácticamente te desvivías por estar conmigo! ¡Yo no sé que se creen Lucas y tú! ¿Qué se creen que yo soy un juguete que necesito de sus enseñanzas? ¿Soy un proyecto o algo así? ¿De que me quieren curar? ¡Yo estoy bien y no necesito de ustedes!
-¡Eres tan inteligente pero tan tonta a veces! ¿¡Cómo puedes vivir sin amor!?-Gritó alterado.
-¡No me hables de amor! ¡Tú no amas a nadie! Emilia te dejó tan herido que ya no confías ni en ti ¿Cómo puede haber amor sin confianza? ¿Cómo me hablas a mí de amor estando enamorado de Emilia? ¡Reconoce que vienes aquí porque en el fondo quieres hacerle saber a la “miss Chile” lo que se siente ver a quien quieres con otra persona! ¡Claro, y no encontraste otra tonta más que yo! Olvídalo.-Dije agotada.
Mientras seguíamos discutiendo y Bruno me negaba todo lo que yo decía, se abrió la puerta. Era Florencia que llegaba, pero no venía sola, Lucas venía con ella, entró y nos miró confundido. Le lancé una afligida mirada a Flor, ella lo entendió de inmediato y me explicó:
-Me encontré con Lucas en la entrada del edificio, estaba sentado ahí afuera. Me dijo que no sabía si quería entrar, así que lo convencí y aquí estamos.
Reinó un incómodo silencio, no sabía que hacer con los dos ahí, no quería que esa amistad terminara por mi culpa. Tampoco quería que se acabara la mía con Lucas, por mucho que amara a “ojitos claros”, él también era importante en mi vida. Bruno me miró y se decidió a hablar:
-Lucas yo tengo que confesarte algo…
Casi me da un infarto, pero afortunadamente mientras Bruno tomaba valor para decirle lo que pasaba, me adelanté y le dije:
-¡Bruno, es una lástima que te tengas que ir! Mañana te confiesas con Lucas, ahora yo tengo que hablar con él.
A tirones lo llevé hasta la puerta, mientras Florencia entretenía a Lucas para que no tratara de impedir que su amigo se fuera. Cuando dejé a Bruno afuera del departamento le dije imponente:
-¡Ni se te ocurra decirle a Lucas el montón de tonteras que me dijiste a mí! ¡Él no merece llevarse una desilusión así de su mejor amigo!
-No le voy a decir nada, no te preocupes. No vale la pena armar tanto lío si tú no estas dispuesta a arriesgarte. ¡Eres una cobarde!-Dijo decepcionado.
Le cerré la puerta en la cara sin decirle nada. Me dirigí hacia donde estaba Flor y disculpándome con Lucas la llevé hasta la cocina. Ahí le expliqué a grandes rasgos lo que había pasado en el café y lo que acababa de pasar con Bruno, después de que terminó de reírse de lo que había hecho Lucas, dijo:
-Ofelia, tú tienes claro a quién quieres. Talvez Bruno fue sincero. Quizá no es que no le creas y es que no le quieres creer. Amiga, te quiero y eres una persona muy valiente a la hora de enfrentar adversidades, pero cuando se trata de tus sentimientos eres una cobarde. Algún día ese miedo a entregar tu corazón tiene que desaparecer ¿quién te dice que no puede ser hoy y con la persona que has amado desde hace tanto tiempo? Ahora anda y dile a Lucas la verdad, no es bueno que el pobre se siga haciendo ilusiones contigo.
Me abrazó y se fue a dormir. Dos veces en una noche me habían dicho cobarde… ¿realmente lo era? Respiré tratando de ahogarme con ese aire para no tener que confesarle a Lucas algo que le parecería seguramente una estupidez. Pero si no le contaba la historia desde el principio probablemente pensaría que todo era un invento mío para que no se sintiera mal y eso le cargaría, le gustan las cosas con la verdad. Fui hasta donde él, estaba sentado esperando, me miró y me sonrió débilmente, no me podía sentir peor. Me senté a su lado, de inmediato habló:
-Ofelia, yo sé que todo lo que dije fue sorpresivo, pero necesitaba decírtelo. Creo que fui un atarantado, y no me arrepiento. Mantengo lo que dije, yo no quiero ser sólo tu amigo…me gustaría que lo pensaras. Sé que estas enamorada de otro, que seguramente te dañó y de ahí nació ese miedo, pero yo puedo hacer que lo olvides.
-No te quiero herir. Eres mi amigo y eso no va a cambiar. No tengo nada que pensar, lo siento. Nunca he creído en eso de “un clavo saca a otro clavo”. Por eso es que no estoy dispuesta a que tomes un papel de salvador ¡porque tienes que estar con alguien que te quiera! Olvidar es difícil, sobre todo si se está enamorado, y por más que lo he intentado no he podido hacerlo.-Confesé.
-¿¡Pero quién es!? ¿No confías en mí? ¿Por eso nunca me lo dijiste?-Preguntó intrigado.
-No es que no confíe en ti, es que pensé que no mencionándolo lo olvidaría más rápido. Lo que me pasa no es una situación muy común, llega a ser hasta tonta, pero supongo que el amor no tiene explicación. Hace diez años que estoy enamorada de la misma persona, lo conocí aquí en santiago en…-No pude terminar.
-¿Bruno? ¿¡Estas enamorada de Bruno!?

viernes, mayo 04, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXVII

Todos me miraban con una sonrisa de oreja a oreja, incluso Emilia la resaltaba, pero Bruno parecía confundido y molesto. Lucas seguía parado ahí arriba, esperando una respuesta, me sentí muy mal al verlo ahí protagonizando un gesto tan tierno para mi. Sonreí y con una seña lo hice bajar del escenario, Bruno parecía cada vez más enojado, sobre todo cuando Emilia se le acercaba cariñosamente a decirle cualquier cosa. Cuando Lucas llegó a la mesa me miró y me dijo:
-¿Y? ¿Obtendré un si?
Emilia tenía una mano de Bruno entre las suyas, me miraba de una forma maliciosa, esperando que alguien dijera algo. No se contuvo, se adelantó y con un fingido tono amistoso dijo:
-¡Ay Ofelia! No me digas que te harás de rogar. ¡En este mundo no sobran éste tipo de hombres! Lucas es extraordinario.
-¡Lo sé! “Miss Chile”, pero esto no es asunto tuyo.-Dije cortante.
-No, no lo es Emilia. Es asunto mío. ¡Ofelia dame una respuesta, por favor!-Suplicó Lucas.
Estaba aterrada de poder herirlo, pero tenía que ser honesta y dejar todo claro de una vez. Traté de no ser tan arisca, pero no me funcionó, finalmente le contesté:
-No quiero que confundas las cosas. Nosotros somos amigos y no me pidas nada más. Yo no estoy lista ni dispuesta para tener una relación.
Lucas parecía decepcionado, pero no se conformó con lo que le dije, decidió insistir un poco más y algo alterado dijo:
-¿¡Cómo sabrás cuando estés lista si no te das la oportunidad!?¡Déjate querer! No te estoy pidiendo que me ames, eso puede llegar con el tiempo. ¡Sólo te pido que lo intentemos! Sé que el amor vendrá, algo me dice que esto puede funcionar si tú quieres.
-El amor no es un acto de caridad ni un premio de consuelo. Podría decirte que si pero eso sería egoísta. Yo sé que aunque pasaran siglos te podría ver como algo más que un amigo. Estoy enamorada de otra persona. Lo siento, me encantaría que fueras tú, pero no.
Bruno abrió los ojos y su amargura desapareció, me miró esperando a que le dijera algo, Emilia parecía enfurecida. Pero de inmediato le borré esa sonrisa de triunfador a “ojitos claros”:
-Tampoco eres tu Brunito, así que no me mires así. Ya te dije que lo de la otra vez era mentira. Lucas, discúlpame. Me tengo que ir, pero espero de verdad que sigamos como hasta ahora. No soportaría perder tu amistad.
Me paré, recogí mis cosas, besé a Lucas en la mejilla y me fui.
Cuando llegué al departamento me recosté en mi cama con la luz apagada, Florencia no estaba, pero yo ya estaba pensando en cómo reaccionaría ella cuando le contara lo de la declaración. Lo más probable era que me gritara que había sido una estúpida por haber rechazado a Lucas, ella lo conocía porque él me visitaba de vez en cuando. Lo encontraba un excelente tipo, y realmente lo es.
Estaba ahí, mirando la luna a través de la ventana, pensando en que aunque Lucas me atraía no era suficiente para que estuviéramos juntos, lo que había hecho era lo correcto. No pude seguir reflexionando, sonó el timbre de una forma casi desesperada, muy asustada me levanté a abrir la puerta. Antes de recibir a la inoportuna visita se me pasó por la mente que podía ser Lucas, se me hizo un nudo en el estómago. Pero me llevé una gran sorpresa, cuando abrí me encontré con el entristecido rostro de Bruno que esperaba ser invitado a entrar. No hice preguntas y lo hice pasar, se sentó en uno de los sillones y me hizo un gesto para que me sentara junto a él. No tardó en hablar:
-Acabo de terminar con Emilia.
No sabía si saltar de felicidad o fingir que me daba mucha lástima, opté por la segunda. El orgullo es más pesado, por malo que fuera ese rencor aún no le perdonaba el falso beso a Bruno.
-Lo siento. No sé que se dice en estos casos de ruptura. Supongo que es lo mejor, cuando las cosas no funcionan no hay que forzarlas. Al final, forzadas resultan peor. Sé que te debes sentir mal, pero yo sé que si se quieren esto tendrá solución. Volverás pronto con ella.
-¡Me hubiera gustado escuchar otra cosa! ¿Cómo me dices algo así? ¡Tu sobre todo!-Dijo amargado
-¿Por qué sobre todo yo? ¡Yo no tengo nada que ver!-Contesté molesta.
-¡Claro que tienes que ver! Terminé con Emilia por ti. ¡No pude más de celos cuando Lucas se te declaró! ¡Y el sólo pensar en que tú le podías corresponder me hizo explotar! Eso fue suficiente para confirmar que lo que me pasaba no era normal. Obviamente Emilia lo notó y no se lo pude negar, así que corté con esa relación sin sentido. Ofelia, yo te quiero.
Parecía sincero, le creí cada palabra, pero preferí hacerle entender que no, porque sabía que en el fondo eso era lo que yo quería escuchar, pero no era la verdad, él no me quería.
-¿Qué es lo que quieres? ¡Yo no caigo como caíste tú! Ya sé que todo lo que me has dicho es falso. ¡Debería darte vergüenza jugar así con los sentimientos de alguien! Pensé que con todo lo del beso lo habías entendido.
-¡No es mentira! ¡Yo te quiero! Es verdad que cuando niños me gustabas, pero hoy es distinto. Este amor nació ahora, no es nada del pasado. Desde que choqué contigo la primera vez sentí algo, y se confirmó cuando nos encontramos en la universidad. ¡Sé que sientes lo mismo, por más que lo niegues!-Dijo convencido.
-¡Basta! ¡Acabas de estar presente cuando Lucas delante de todos dijo que me quería! ¡Es tu amigo! ¿Cómo le haces una cosa así? ¿No te has puesto a pensar que yo le puedo corresponder? ¡Si supiera que estás aquí se moriría!-Grité enojada.
-¡Tú dijiste que lo querías sólo como amigo porque amabas a otro! Ese otro soy yo ¡no lo niegues!-Contestó elevando la voz.
Odié su seguridad para decirme eso, pero fue como si algo me hubiera tapado la boca. Para mi desgracia, justo en ese momento las palabras decidieron no salir. Quería hablar, rebatir todo lo que él decía, pero se me adelantó:
-Ofelia, soy capaz de pedirle perdón a Lucas de rodillas. Pero ¡por favor no te cierres conmigo! Yo quiero estar contigo, quiero curar tu miedo, quiero que aprendas a querer y a dejarte querer. Te amo.

sábado, abril 28, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXVI

Desde ese momento mi trabajo en la universidad se hizo un castigo, el hecho de topármelo me producía amargura. Pero nunca se lo hice saber, lo saludaba como era lógico entre dos compañeros de trabajo, pero marcaba la distancia.
Lucas se convirtió en mi apoyo, tenemos muchas cosas en común y ese fue el momento preciso para descubrirlo. No sabía nada de la historia con Bruno, yo lo prefería así, de esa forma lo olvidaba más rápido. Entre esas tantas cosas que en las que nos parecemos, nuestro amor por las letras es lo más verdadero, así fue como nació nuestra tradición de ir a un café que estaba cerca de la universidad, después de cada clase para intercambiar y comentar nuestros escritos. “Letras y Poetas” era nuestro lugar, todos los poetas “frustrados” o principiantes lo frecuentaban, era acogedor y cualquiera podía leer sus poemas sobre el escenario o dejarlos publicados en un mural, nunca hice nada de eso. Ahí nos pasábamos en nuestros ratos libres, se hacían demasiado cortos, pero gracias a eso “ojitos claros” se alejaba de mi mente.
Un día, Lucas me dijo que tenía algo que hacer, así que lo mejor era que me adelantara. Llegué al café, me senté en una de las mesas mas aisladas y me puse a leer mi libro de turno. Mientras tomaba un té llegó mi compañero, pero no venía solo.
-¡Ofelia! Espero no haberte hecho esperar mucho. Tuve que esperar a Bruno, justo hoy le entró la curiosidad por venir a este lugar.-Dijo sonriendo.
-¿Cómo estás Ofelia?-Preguntó Bruno deprimido.
-Bien, gracias.-Contesté cortante.
Desde que Bruno llegó no hice otra cosa que pensar en el beso que nos habíamos dado, trataba de mantenerme concentrada en lo que hablaba Lucas, pero no podía. Menos lo logré cuando me di cuenta de lo callado que estaba “ojitos claros”. Su mirada parecía perdida y apagada, me preocupé al ver sus ojos sin brillo, pero no dije nada. Yo no tenía por que meterme en sus asuntos. Cerca de las diez de la noche, después de una agradable tarde, o al menos eso parecía, cada uno tomó su rumbo.
Al día siguiente, a la hora de almuerzo iba caminando por uno de los jardines de la universidad cuando divisé a Bruno y su guitarra, estaba sentado bajo un árbol. Estaba nublado y hacía frío, así que me extrañó aún más el hecho de que él estuviera ahí y no en la sala de música. Me quedé parada pensando en si me acercaba o no, decidí no hacerlo, pero no alcancé a dar un paso y mi pies me traicionaron, me llevaron derechito hasta donde estaba Bruno. Él levantó la cabeza a penas notó la presencia de alguien, sin decir nada me ofreció su mano, dude en aceptarla, pero al final mi mano también me traicionó y se unió a la suya, me senté a su lado. Por unos minutos reinó el silencio, Bruno tocaba unos acordes sin sentido, era como si estuviera probando algo, yo no aguanté mas y tuve que hablar.
-¿Qué te pasa Bruno? De ayer que estás extraño
-¿¡Cómo te puede importar como estoy después de lo que pasó!? ¡Me porté como un idiota! ¡Más aún con lo que tú sientes por mí!-Gritó sin ganas.
-¡Olvídate de eso! ¡Ese tema no existe! Si ahora me acerqué es porque no soy una inhumana que se olvida de que la otra gente también siente.-Dije alterada.
Sé que le llegó esa frase y se sintió aún peor, pero ni eso bastó para que el incómodo tema de mis sentimientos hacia a él se terminara.
-Nadie puede huir de lo que siente Ofelia. Yo sé que te decepcioné y no quieres hablar de eso, pero yo quiero aprovechar de pedirte disculpas. No me porté bien lo sé, pero es que Emilia me tiene loco.- Contestó.
-Lo entiendo. La debes querer mucho. Pero eso no justifica lo que hiciste, sabiendo o no lo que yo sentía nunca vuelvas a usar a una mujer. Espero que aquí se acabe este tema.-Dije.
-La amaba, hasta que me engañó, me mintió y tiró mi confianza a la basura. Hice el papel de tonto por varios meses. Terminamos y ella volvió arrepentida pidiendo perdón, dijo que todo se había acabado con el otro tipo, que era su ex. Yo estaba tan triste sin ella que decidí arriesgarme, la necesitaba demasiado, así que empezamos otra vez. Pero nada fue igual, ahora todo esta mal con ella.-Relató.
-¡Que lástima! A pesar de ser una neurótica se merece una segunda oportunidad.-Me burlé.
-No debería estar contándote esto. Después de todo, tú y yo…-Intentó decir.
-Tú y yo éramos buenos amigos. Ahora también podemos serlo y puedes confiar en mí. Así te das cuenta de que todo lo que te dije ese día era mentira. ¿Cómo pudiste pensar que después de tanto tiempo iba a seguir queriéndote? ¡Que ingenuo!-Aproveché de negarlo todo.
Bruno estaba impactado, no podía creer lo que estaba escuchando. Ahora era él quien pasaba la vergüenza, había sido víctima de una tomadura de pelo y además había recibido un golpe. Vi unas llamas asomar por su mirada, dejó la guitarra a un lado y me dijo:
-¿¡Todo era mentira!? ¡Que imbécil! ¿¡Cómo no lo supe desde el principio!? ¡Obvio, era absurdo! ¡A nadie le puede durar tanto un enamoramiento sin si quiera ver a la persona!
-Lo hice para que te sintieras como la basura que fuiste en ese momento por usar a una mujer. Pero bueno, que eso te sirva de lección. Espero que quedemos como amigos.-Dije riendo.
Tardó un poco en responder, pero al final rió y aceptó. Me acusó de mentir muy bien, porque después de ese beso, él estaba convencido de que pasaba algo entre los dos, que estábamos “conectados”. Quería gritarle que lo quería y que yo también había sentido la conexión en ese beso, pero él amaba a Emilia, yo no era nada más que algo que había alimentado su ego de macho por un rato.
Nos llevamos mejor desde ese día, hablábamos más, aunque siempre había algo por lo que discutir, pero finalmente por cualquier razón, todo terminaba bien. Ahora éramos un trío, Lucas, Bruno y yo. Nuestras visitas a “Letras y Poetas” se hacían cortas, mi tiempo se pasaba volando, pero disfrutaba cada instante con “ojitos claros” a pesar de que en varias ocasiones Emilia salía como tema, y hasta apareció personalmente. Pero ya estaba acostumbrada, aunque mi amor por Bruno seguía vivo, trataba de verlo lo más que podía como un amigo, y aunque suene raro, cada día se me hacía menos difícil. Talvez era porque de un momento a otro empecé a ver a Lucas con otros ojos. Él era tan tierno, tan atento conmigo, que me hacía sentir querida, pero talvez yo estaba confundiendo las cosas… o ¿realmente Lucas se me estaba presentando como una nueva oportunidad de amar? Esta vez con altas posibilidades de que resultara. Mi pregunta fue contestada antes de lo que yo pensaba. En una de nuestras tradicionales idas al café, noté a Lucas algo nervioso, mientras tomábamos chocolate caliente a penas me habló para decirme que pronto llegarían Bruno y Emilia, porque quería decir algo importante. Unos minutos más tardes llegaron, Lucas estaba ruborizado, yo cada vez más desconcertada, hasta que finalmente, sin muchos rodeos, se paró caminó hasta el escenario, tomó el micrófono y dijo:
-¡Buenas noches a todos! Hoy me tomo este escenario porque quiero decirle algo a una persona muy especial. Ofelia, estas palabras son para ti. Este poco tiempo que llevo de conocer lo maravillosa que eres me ha bastado para quererte, y no solo como amigo. Te amo y este lugar ha sido el culpable de que este amor haya nacido, sin que lo buscara.
Estoy aquí, arriesgándome a hacer el ridículo para pedirte una oportunidad. Sé que te aterra entregarte al amor, aún así me atrevo a preguntar: ¿Quieres superar ese miedo conmigo?

jueves, abril 26, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXV

Por un momento pensé en salir corriendo, es verdad que ese beso era algo que había esperado durante mucho tiempo, pero sentí más miedo del que ya sentía y siento hasta ahora. Lo que me pasa con Bruno es tan grande que llega a ser dañino, si el olvido no llegó en diez años ¿cómo podía pensar que si ahora tuviera algo con él lo superaría? Aún así correspondí el beso, lo abracé tan fuerte que fue obvio que no quería dejarlo ir, también me abrazó. Sentía como ardían mis mejillas y pensaba en que cuando eso terminara no sabría cómo mirarlo, pero a pesar de todo en ese momento era feliz. Cuando nos separamos tenía terror de decir algo, ni si quiera pude abrir los ojos, pero lo que dijo Bruno logró que lo hiciera:
-Se me había olvidado lo mucho que me gustabas hace diez años. Aunque reconozco que ahora me gustas más.
No lo podía creer… ¡hace diez años yo también le gustaba! Quería decir algo pero no sabía que, no sabía si responderle, si besarlo otra vez o algo, no cabía en mi misma. Pero me demoré mucho y todo lo que le pude haber dicho quedó en nada porque en ese mismo instante se estremeció la habitación:
-¡Bruno! ¿¡Cómo pudiste!?-Gritó Emilia.
-¡Emilia! ¡Estabas aquí! ¡No lo sabía!-Contestó Bruno. Sonaba irónico.
-¿¡No sabías!? ¡Antes de besar a… ¿cómo te llamas?! ¡Ah si! Ofelia. ¡Me viste, por eso lo hiciste! ¿Y te atreves a decirle que te gusta? ¡Sabes que eso es mentira! ¡Yo sé que me quieres a mí!
Ese era el fin de mi mágico momento, mi primer besó y era fatal. Había sido usada para sacarle celos a la “Miss Chile”, ahí estaba, con un sabor amargo en los labios, humillada, una tonta. Me enfurecí, no crean que lloré ni nada, me fui pero antes dije:
-Bueno, me di cuenta de que aquí sobro. Pero tranquila, yo no estoy dispuesta a ser segundo plato de nadie.
-¡No seas cínica! ¡Desde que supe todo esto del reencuentro me dio la corazonada de que eras peligrosa para mi relación con Bruno!-Volvió a gritar.
-¡Mira, proyecto frustrado de modelo, no me interesa Bruno! ¡Además tu misma viste como él me beso! Es todo tuyo. A ti ojitos claros…no te diré nada. No mereces que gaste mi saliva en ti. ¡Adiós!-Dije alterada.
Bruno no dijo nada, estaba impactado igual que Emilia, yo me apresuré a salir de ahí. Me despedí de Matilda y el resto, la única explicación que di fue mi cansancio y trabajo pendiente. Salí a tomar el taxi, cuando iba a mitad de camino sentí que alguien me llamaba, era él, pero no me detuve. ¿Qué se creía? ¿Acaso por amarlo tanto debía dejar que me usara? No iba a dejar que el me dañara, ya había sufrido por él y a estas alturas de la vida era muy absurdo que volviera a hacerlo. Me alcanzó justo cuando había hecho parar un taxi, me agarró de un brazo y me detuvo:
-¡Ofelia discúlpame, yo no quería utilizarte! Lo que pasa es que…
-¡Ahórrate tus explicaciones! No te preocupes, ese beso no significó nada para mí. Además, lo haces bastante mal. No se cómo siendo artista no has aprendido el arte de besar.-Dije sonriendo.
-¿¡Qué!? ¿¡De qué me estas hablando!? ¡Yo se que te gustó! ¡Te gustó el beso, lo sé, lo sentí!-Afirmó tratando de sentirse seguro
-No me gustó y no te creas tan importante. Si respondí fue porque reaccioné al impulso pero no porque sienta algo por ti. ¡No me gustó y asúmelo! Igual es una lástima que te hayas convertido en un hombre tan típico, no te recordaba así.
Me subí al taxi, cerré la puerta, pero Bruno seguía golpeando el vidrio y diciendo “Te gustó, lo sé.” Cuando nos alejamos un poco y estuve segura de que no me oiría ni me vería, asumí mi triste realidad y me dije: “Me encanto”.
Llegué muy amargada, había comprobado nuevamente que la felicidad no duraba nada, es un pequeño préstamo, un momento efímero. Florencia estaba en su pieza acostada leyendo una revista, sin decirle nada se la quité y me acurruqué en sus piernas esperando consuelo. Le conté todo lo que había pasado, cuando supo lo del beso dio un salto de la cama y se puso a bailar, pero al enterarse de que todo había sido un juego de Bruno para sacarle celos a Emilia se enfureció, dio un grito que se escuchó en toda la cuadra.
-¡Maldito infeliz! ¿Cómo te hace algo así? ¡A ti que lo has amado toda la vida!
-¡Yo tengo la culpa! ¡No debí permitir un acercamiento! ¡Debí negarme a ir al famoso almuerzo!-Me inculpé.
-¡No justifiques lo injustificable! ¡Tú no tienes la culpa de nada! Bueno amiga, pero por lo menos aclaraste a la “Miss Chile” y al estúpido de Bruno.-Aclaró Flor.
-Si, pero no me consuela. ¡En todos estos años idealicé a Bruno! ¡Ese fue mi error! Lo convertí en un príncipe sin pensar en que podía ser un ogro como todos los hombres.-Confesé.
-¿Qué vas a hacer ahora? ¡Para colmo lo tienes que ver en la universidad!
-Nada ¿Qué puedo hacer? Él no me va a afectar. Mi vida en la universidad seguirá igual, él no me importa.
Si, sé que era una mentira, pero quería pensar eso después de ese horrible momento.
Pasaron las semanas, yo seguía en contacto con Matilda sólo por teléfono, a Bruno no lo tomaba en cuenta. Lo saludaba como a cualquier compañero de trabajo, pero fingía ser indiferente, aunque por dentro me muriera de pena. Mi orgullo era mas importante, no iba a dejar que ningún hombre, ni si quiera él, me hiciera sufrir.
Un día en el que salía tarde de una de las salas, tapada de papeles como de costumbre, abrí la puerta y cuando iba saliendo choqué… con Bruno, para variar.
-¡Tenías que ser tú! ¡Ya es hábito esto de tropezar contigo!-Grité.
-¡Disculpa! ¡No lo hago intencionalmente! Pero aprovechando que chocamos y que ya no te puedes escapar, quiero que hablemos de lo que pasó el otro día. ¡Por favor Ofelia!-Rogó
-No sé que tengas que decirme. Para mi esta todo claro, pensé que lo habías entendido después de lo que te dije ese día. De seguro estas acostumbrado a tener a cuanta mujer se te antoje, pero conmigo te equivocaste, no me moviste ni un pelo. Al contrario, me llegaste a dar lástima, es el peor beso que me han dado.
Mi furia había salido de repente, ni si quiera yo conocía esa faceta que tengo, tan cruel. Aproveché que él no sabía nada de mí para hacerlo sentir mal, a pesar de lo maravilloso de ese beso, él no tenía idea que era el primero que yo daba en toda mi vida, así que mentí. Bruno me escuchaba mientras miraba para otro lado, cuando terminé de decirle lo que pensaba me respondió:
-Me gustaría saber que fue lo que te hicieron antes para que seas así. ¡Necesitas con urgencia que alguien te quite lo amargada! ¡Sea un hombre o una mujer! Porque con esa fobia hacia los hombres… lo mas probable es que seas…
Le di un puñetazo, lo empuje y lo dejé tirado en el piso. A pesar de que ese golpe me dolió mas a mi que a él, no lo demostré.
-Nunca pensé que me iba a encontrar con el característico macho troglodita. En todos estos años, cada vez que pensé en ti eras otra cosa. Pero me equivoqué, resultaste ser igual que todos. ¡Que lástima! Pero ¿sabes? Espero que con esto se me pase de una vez este enamoramiento estúpido y sin razón, ¡que se muera el amor que siento por ti! No quiero preguntas ni que se te infle el ego, porque es verdad que te amo, pero desde mucho antes yo sabía que tenía que dar vuelta la página. Nunca hubo nada, menos lo habrá ahora.