miércoles, mayo 16, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXX

Ya era muy tarde para arrepentirme, había cometido una imprudencia gigante y de alguna forma tenía que tratar de enmendar mi arrebatada proposición. Traté de justificarme:
-Sé que soy una egoísta al pedirte esto, pero de verdad te necesito. No se lo puedo pedir a Flor porque… de alguna forma ella sin intención me haría recordar a Bruno a cada instante preguntándome cosas y yo me quiero olvidar de él. Aunque sea sólo por el fin de semana.
Lucas me abrazó por largo rato, luego me acarició el rostro y me dijo:
-Haría cualquier cosa con tal de que estuvieras bien, por eso estoy dispuesto a arriesgarme. Tengo claro que me expongo a sufrir, pero lo acepto.
-No quiero que sufras por mi culpa. Por eso debes tener claro que este viaje no significa que vamos a ser algo más que amigos. Sólo quiero que me acompañes en esta pequeña huida.
-¡Tranquila! Sé cual es tu postura, seguimos siendo tan amigos como antes. Así que vamos a viajar ¿puedo saber hacia dónde iremos?
-¿De verdad vendrás conmigo?-Pregunté emocionada.
-¡Por su puesto! ¿Crees que rechazaría una oferta tan buena? ¡Yo también necesito salir de este estrés! Ahora ¡dime! ¡Quiero saber cuál es nuestro destino!
Villarrica era el lugar que había escogido para poder descansar de mis tormentos amorosos, saldríamos al día siguiente en el tren de las nueve de la mañana. Mientras informaba a Lucas, él asentía con la cabeza pero su sonrisa había desaparecido y su entusiasmo parecía decaer. De hecho, parecía un poco triste pero yo sabía que eso no sería un motivo para que él se arrepintiera, me iba a acompañar a pesar de todo.
Nunca he sido de las personas que demuestran su afecto, es algo que me cuesta demasiado, pero esta vez ese gesto que estaba teniendo Lucas al acompañarme sabiendo que no tenía posibilidades conmigo me hizo sentir culpable porque sabía que todo eso del viaje estaba mal. Nerviosa me acerqué, le tome las manos y lo besé en la mejilla.
Después de que Lucas se fue a preparar sus cosas para el viaje, me fui a acostar y a esperar a Florencia que llegaría a interrogarme en cualquier momento. No pasaron muchos minutos para que estuviera instalada en mi cama, ocupando casi todo el espacio de ésta para entrevistarme. Le conté todo lo del viaje que haría con Lucas, se molestó al principio porque no había sido ella la elegida para ser mi compañera, me cobró sentimientos por un buen rato hasta que paró. Creí que se le había pasado y lo había aceptado, hasta que me sorprendió al decirme lo que pensaba:
-Amiga, entiendo que prefieras irte con Lucas. Creo que inconcientemente quieres que sea él quien te haga olvidar a Bruno y sinceramente… ¡ojala que resulte! Aunque sé que en el fondo no quieres hacerlo y sólo estás huyendo de él porque sabes que puedes sufrir. ¡Esa es la única explicación que tengo a que se te esté entregando en bandeja y tú lo rechaces! No estoy de acuerdo en que te arranques de lo que sientes, pero es tu decisión y la respeto. Lo único que espero es que Lucas no salga muy herido.
Realmente yo también lo esperaba, pero en ese instante estaba muy confundida y en algún momento pensé que debía aceptar la propuesta de Lucas, vencer mi miedo y continuar mi vida con él, quizás con el tiempo lo llegaría a querer como pareja. Todo quedaría resuelto ese fin de semana, cuando regresáramos a Santiago ya tendría más ordenada mi cabeza y podría decidir si lo intentaba con Lucas o simplemente me quedaba sola.
No dormí bien esa noche pensando en que talvez irme con Lucas todo un fin de semana era lo peor que podía hacer, pero ya era tarde para arrepentimientos. Al día siguiente, a las ocho de la mañana Lucas me pasó a buscar para irnos a la estación a tomar el tren que nos llevaría a Temuco. Llegaríamos allá en la tarde y luego tomaríamos un bus que nos llevaría a Villarrica.
Llegamos a la estación unos minutos antes de que el tren partiera, nos subimos y Lucas me dejó instalada en un asiento, luego se disculpó diciendo que tenía que ir a comprar algo, me dijo que no se demoraría nada. Se bajó, yo miraba por la ventana a la gente que subía tratando de encontrar a Lucas, en eso estaba cuando el tren empezó a anunciar su partida. De pronto se puso en marcha y no había visto a Lucas subir, miré por la ventana otra vez y parado en el andén estaba él haciéndome señas, diciéndome adiós. Me quedé impactada, no entendía por qué mi supuesto amigo me abandonaba sin decirme la razón. Estaba decepcionada, siempre habíamos hablado con la verdad y ahora me salía con esto, talvez ese era mi castigo por querer usarlo. Seguía mirándolo y él sonreía, me alejaba cada vez más y mientras buscaba una explicación una voz muy familiar dijo:
-¡Parece que todo se empeña en juntarnos!

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