domingo, noviembre 24, 2013

Ida al Supermercado

     ¡Qué cosa más desagradable es ir al supermercado! ¡Me carga! Compadezco a los que tienen que ir seguido, sobre todo los fines de semana. Hoy me tocó a mi, hace tiempo que no iba pero cada vez que voy entiendo por qué le hago tanto el quite. Esa cuestión de las señoras que se atraviesan, los hombres echados en los carros estorbando y los mocosos llorando es realmente estresante. ¡Ni hablar de los precios! Da depresión comprar tres cosas y gastar una chorrera de plata.
     Por hacerla mejor se me ocurrió ir al Líder porque según yo es más barato en algunas cosas, mi antojo por costillar hizo que mi sagrado fin de semana gatuno vegetando en pijama se fuera a las pailas. Hice el sacrificio de levantarme pensando en el almuerzo de mañana: "Hace tiempo que no como costillar al horno con puré ¡mmm, que rico!" Así que partí cual abnegada dueña de casa pensando en las cosas de bruja que iba a usar para que me quedara rico, mis pociones y polvos mágicos, etc. Mientras, se me venía una imagen a la cabeza de un ama de casa de los años cincuenta con esos vestidos pomposos y una sonrisa en la cara mientras prepara un exquisito y producido almuerzo para la familia. 
     Llegué al supermercado y no habían canastos, ya eso era mal augurio porque entendí inmediatamente que las filas para pagar estarían repletas y que de 20.000 cajas habrían abiertas sólo cinco. Aún así no me importó, tomé un carro y me sentí ridícula porque sabía que iba por tres cosas, pero en fin, no podía andar con todo en los brazos. Entonces me fui derechito a la carnicería. No había tanta gente y eso me agradó, tomé un número; empecé a copuchentear los precios y busqué si había costillar, el anhelado costillar. ¡Que alivio sentí cuando lo vi resplandecer entre pollos y chuletas! Cuando me asomé a ver el precio sentí un llanto desgarrador...Mi billetera tiritaba adentro de mi cartera e imploraba compasión. ¡Que usura y que impotencia! ¡Adiós costillar! Será para otra vez. Plan B. No me quedó otra que pedir algo menos doloroso para mi bolsillo mientras me consolaba pensando en que...No, no tenía consuelo sólo rabia y frustración porque quería costillar pero bueno, a fin de mes no queda otra que estirar los tres pesos que quedan y comprar algo de la misma especie para sentir un saborcito parecido al menos. 
     Después de eso me fui a buscar las papas para mi puré con merkén mientras pensaba: "¡En esto si podré satisfacer mi antojo!" ¿ Y que pasó? Ésta vez lloré yo: ¡1500 pesos el kilo de papas! ¡Inaudito! ¡Qué lamentable! En ese momento dije en voz alta (no tan alta tampoco) "¡No pienso comprar ni una huevada!" Y con las cejas juntas partí a la sección de los congelados a comprar una bolsa de medio kilo de papas pre-fritas que tiré de mala gana adentro del carro. No quiero mencionar detalladamente el colapso que me dio cuando vi el precio de un pepino de ensalada...El precio de las lechugas era un misterio así supuse que su valor era mínimo un millón de pesos y como tantos ceros no caben en un papelito de esos lo omitieron.
     Honestamente ya no se cual es el peor sufrimiento de ir a comprar al supermercado: si andar por los pasillos chocando con pololos que van de la mano o abrazados y además con un carro que dejan atravesado en cualquier parte y que evita que la gente pueda pasar; o con las señoras que sacan a pasear a los cabros chicos que lloran porque se quieren llevar todo el supermercado. O que los hombres tan "caballeros" como siempre por andar echados como bestias estorben y los que se quieren ir luego pasen casi por encima de una ¡Ellos no deberían andar con carros! ¡Qué sepan manejar autos no les da licencia para manejar los carros en el supermercado porque son igual de imprudentes y buenos para estorbar!. Por otro lado no faltan las viejas aseguradas con un trasero enorme que se cruzan para ganarte el puesto en la fila de la caja. Y como si todo eso fuera poco nos encontramos con precios estratosféricos que hacen que la gente quede en la ruina.
     No se cómo hay personas a las que les gusta ir al supermercado, es una tortura. Espero que no me toque ir en harto tiempo más, le prendo velas a mi pobre hermana que se tiene que mamar esa tarea. Lo que es yo, lo evitaré lo más que pueda durante un buen tiempo sobre todo ahora que "viene" navidad y la gente piensa que el mundo se acabará y no habrá más comida en la tierra nunca jamás. En conclusión, si es como yo y tiene que ir al supermercado...No vaya y mande a alguien.

miércoles, noviembre 13, 2013

Viaje en Micro

     El sol me quema la cara y me siento muy incómoda. Y pensar que en algún momento de la vida me encantaba el verano, el sol, la playa...La gente. Ahora lo detesto, me carga el calor, la luz y por supuesto los colores vivos. La micro va repleta  y ni si quiera corre una pequeña brisa para hacer el viaje más ameno, son los veinte minutos más largos del día sobre todo cuando la música de fondo es un reggaetón ordinario.
     Quiero llegar a mi casa, necesito paz y tranquilidad. ¡Qué molesta es la gente! Me siento ahogada. Quiero un auto, me hace falta, pero de aquí a que pueda comprarlo todo lo que ahorre será destinado a mi funeral a los ochenta años. Espero vivir harto pero harto menos que eso, en serio, harto menos. 
     Esta porquería no avanza nada, ¡me falta el aire!...Me quiero bajar y correr pero eso sería peor. Respiro profundo y pienso en otra cosa, pienso en otra cosa. ¿En que pienso?¡Ah, no quiero pensar en nada! Estoy chata de pensar y tengo calor. ¡Maldito calor! ¡Cresta! ¿¡En que puto momento de la vida me volví tan desagradable!? ¿Siempre lo fui? Si es así, por lo menos antes me toleraba más...Ahora no me soporto y no culpo a nadie por no soportarme. 
     No, no debo haber sido tan terriblemente desagradable. Creo que en algún momento fui tierna y adorable, hasta positiva. ¿Quien creería eso? Nadie, pero es verdad. ¿Cómo hacía para pensar que todo iba a estar bien de alguna manera?¡Ah, si! Era porque tenía fe ciega en esas cosas que uno cree cuando es más chico y a todo eso me encomendaba: magia, hadas, brujas, buena estrella...Dios. Al parecer no me resultaban mucho las peticiones porque por alguna razón ya no creo ni en la mitad de esas cosas.
     Pensándolo bien, no ha sido nada favorable el cambio. Me he convertido en alguien que nunca quise ser y lo peor es que no me interesa cambiar. Soy como una roca, sin sentimientos. Nada me conmueve, nada me llena, nada me motiva, nada...nada. ¿¡Este viejo creerá que ando de paseo!? ¡El semáforo ha cambiado como tres veces y aún no avanza! ¡Qué calor! Para lo único que me gustaría que el calor fuera más potente sería para que se le reventara o derritiera el teléfono a ese wachiturro que me tiene harta con sus reggaetones asquerosos.
     ¿En que momento habré empezado a desaparecer? Es increíble sentir que ya no queda ni una pizca de tu esencia. Soy otra muy diferente. ¿Alguien lo habrá notado? ¿Existirá alguien que eche de menos a mi antigua yo? Seguramente, si era bien pava. Siempre tan comprometida, tan entregada al momento de ayudar a los demás y ahora...¡jódanse! ¡Al diablo todo! ¿Soy mala persona? Si, soy mala persona. Pero no ha sido por nada...Han pasado tantas cosas, ha pasado tanto tiempo...ha pasado tanta vida...No, en realidad no creo que alguien se haya dado cuenta, lo único que no cambia es mi habilidad para ser invisible. Creo que eso no cambiará nunca. ¡Mierda! ¿Dónde aprendió a manejar este imbécil? Casi choca por dárselas de "Meteoro".
     ¿¡Y quiere seguir subiendo gente!? ¿¡Qué le pasa!? Me siento como en una lata de sardinas. ¡Uh! Que mino el tipo que se subió de los últimos, así quiero uno para mi...Es de todo mi gusto. ¡No, no, no, no y no! Retiro lo dicho. La última vez que dije eso me enamoré y terminé con el corazón roto así que ¡No!..Mmmmm ¡lo que me faltaba! Persona no grata invadiendo pensamientos enfermos. ¿Qué será de él? Aún lo extraño. Me duró bien poco la felicidad que alcancé a su lado, que final más triste para nuestra historia. A veces me dan ganas de verlo de nuevo...Aunque sea de lejos. ¡Patética! Lo sé, lo sé. ¡Basta! Se fue y no volverá. ¡Supéralo!. Fin. 
     Me duele la cabeza ¿tendré algo en la casa? Últimamente me duele bastante seguido. Parece que no. ¡Uf! ¡Al fin voy llegando! ¿Cómo me voy a bajar de esta huevada? ¡La gente no se mueve ni un centímetro por más que pido permiso! Cada día entiendo más porque me carga la gente. ¡Más encima el timbre no sirve y tengo que gritar! Es una odisea bajar de esta cuestión, tranquilamente podría hacer un magíster en acrobacia arriba de la micro.
     ¡Qué calor más insoportable hace hoy! ¡Detesto el calor! ¡Odio el sol, los colores, la luz y la gente! ¡Quiero que sea invierno todo el año! ¡Si, soy amargada, pesada, desagradable! ¿Y qué? Crecí y conocí la realidad. Cambié porque tuve que cambiar. Soy lo que soy, ni la sombra de lo que fui. ¡Que bueno que terminó este viaje!



miércoles, junio 26, 2013

Illich y la revolución de La Sociedad Desescolarizada

¿Han pensado cómo sería nuestro mundo si no existieran las escuelas? Es algo que me he preguntado desde que estaba en el colegio pero curiosamente desde que entré a estudiar pedagogía esa pregunta ha estado más latente y después de leer a Iván Illich pienso que con mis conjeturas al respecto no estaba ni tan loca ni tan perdida. Pienso que podría producirse un cambio a nivel de sistema, quizás no tan radical pero claramente hay cosas que podrían modificarse. ¿Qué tiene que ver Illich con todo esto? Siga leyendo y lo entenderá.
            ¿Quién es Iván Illich? Les contaré aun poco. Illich fue un pensador austríaco nacido en 1926 y se le reconoce por ser el autor de fuertes críticas a las  instituciones que son fundamentales para el progreso de nuestra cultura como la escuela y los hospitales, la medicina en general. En su libro “La Sociedad Desescolarizada”, Iván Illich plantea el problema de la educación y propone sus soluciones para mejorar el sistema en general, las cuales son descabelladas para muchos y no tantos para otros como yo.
            Para este pensador y ex sacerdote la escuela se ha convertido en la nueva religión de los pueblos por la inmensa veneración que recibe de parte de todos al hacernos pensar que sin ella no somos nada; cuando la verdad es que pasó a ser un bien de consumo, un producto que nos venden, al que terminamos sometidos y en el que nuestro propio pensamiento se ve castrado. Somos obligados a consumir un currículum que no nos interesa y poco nos sirve, discriminados por edades, sometidos a la verdad absoluta de los profesores y prisioneros de una extensa jornada que nos quita horas de ocio y tiempo con las familias. Viéndolo así, los niños tienen bastante razón al asociar la escuela con una cárcel.
            Illich parte de la premisa de que el aprendizaje se da de manera natural y en la cotidianeidad del día a día, es más, que la mayoría de los aprendizajes relevantes para la vida los niños lo han adquirido por su propia cuenta o con sus pares y muy lejos de la escuela. Sin embargo, están obligados a asistir porque sin ellas el sistema económico se vería destrozado y la sociedad moderna se vendría abajo: si los niños no van al colegio los padres no pueden ir a trabajar, si los padres no trabajan no hay personas que produzcan y sin gente que produzca todo se va al carajo porque no hay dinero y sin dinero la gente sería libre y feliz y nadie quiere eso. Sería una vida horrible.
            Haciendo un poco de historia les cuento que nuestro sistema educativo deriva de la  Escuela Prusiana cuyo fin era la disciplina y “formación” de niños que fueran ciudadanos productivos como soldados, trabajadores, funcionarios civiles, etc. Corría 1806 y Napoleón con sus soldados analfabetos vencía a los soldados adiestrados de Prusia, es por esto que los prusianos toman la decisión de una forma de condicionamiento universal con el que disciplinar a los niños y convertirlos en seres libres mediante el amor a su país y el trabajo. Permitiendo que ambos padres trabajaran mientras los niños asistían a la escuela y que cuando ellos terminaran la educación fueran seres productivos también.
            Si nos ponemos a pensar en como eran las cosas en la antigüedad veremos que este señor no estaba tan equivocado. Cuando no había escuelas las personas aprendían lo indispensable para vivir entre sus más cercanos y de manera inconsciente. Por ejemplo: las personas que vivían en el campo sin ser profesionales de la educación enseñaban a sus hijos su oficio para que tuvieran algo con que sustentarse. Además, había una gran diversidad de quehaceres en las que los niños aprendían en la práctica y no sólo sentados escuchando ya que aplicaban lo aprendido en su vida y entendían por que y para que les serviría lo que estaban aprendiendo, algo muy lejano a lo que pasa hoy. Aprendían a arar, sembrar y cosechar para su alimentación y/o trueque; lo mismo con la crianza de animales, la recolección de hierbas, y muchos otros etcéteras. El asunto es que si lo miramos fríamente en ese tiempo nadie tenía un magíster en crianza de chanchos o un doctorado en cosecha de papas y todos aprendían igual entre sus pares.
            Dejando de lado este lapsus histórico llegó la hora de contarles las propuestas de Illich, probablemente cuando lean lo que viene dirán que el hombre era un loco o un soñador pero precisamente por eso me agradó tanto. Como les dije al principio suena descabellado pero no lo es, lo que pasa es que nuestras mentes ya fueron deformadas a pensar que solo la productividad y el dinero nos generan un bienestar a pesar de que vivimos siendo esclavos encubiertos de un sistema que no nos permite hacer ni la mitad de las cosas que nos gustaría. Para hacer entretenido el cuento y haciéndole honor a su vocación de sacerdote (que dejó porque terminó por entender que la iglesia es un poco incongruente) se me ocurrió mostrarles sus postulados de la siguiente manera:

Los 10 mandamientos de Illich

1)      Desescolarizar la sociedad por sobre todas las cosas.
2)      No someter a los aprendices a un currículum obligatorio.
3)      Educar libremente y no en los límites de la escuela.
4)      Santificar el tiempo del ocio.
5)      No discriminar a las personas por la posesión o carencia de un título o certificado.
6)      Ser libre de elegir lo que quieres aprender.
7)      No matar la educación con lucro.
8)      Liberar los objetos de aprendizaje a todo aquél que lo desee y en cualquier momento de sus vidas.
9)      Formar una red de comunicaciones que permita encontrar un compañero de aprendizaje.
10)   Suprimir el control de las personas o instituciones sobre la educación para lograr el acceso libre de todos a ella.

            ¿Cómo sería esto posible? Illich plantea que el estado debe proporcionar a todos los aprendices y en cualquier momento de su vida los recursos necesarios y los espacios de encuentro como por ejemplo: laboratorios, teatros, salas, bibliotecas y demás. Es decir, una educación gratuita pero a la vez libre. Ya no existiría la jerarquía entre profesores y alumnos, el que enseña sería un guía que cultiva aprendizajes en los que están realmente interesados en esa área o disciplina; por su parte las personas serían libres de escoger lo que quieren para sus vidas y hacerlo en el tiempo que les acomode, según sus intereses y sus tiempos. Las familias son clave en este proceso, que los padres se involucren en los aprendizajes de los niños es crucial porque ésta cercanía volvería a humanizarnos, ya que con el tiempo parece que nos hacemos más insensibles al convertirnos en máquinas productoras de dinero que sólo nos permite consumir cosas que no generan afecto ni bienestar emocional. Ojo que no digo que la mujer tenga que volver a ser la mujer abnegada y dueña de casa, aquí los dos padres tienen real importancia y responsabilidades compartidas.
            Únicamente el cambio de mentalidad nos haría alcanzar una propuesta así. Illich no sólo propone desescolarizar la educación sino la sociedad, sacar de nuestras mentes la idea de que solo se aprende en la escuela y que sin ella no seremos más que fracasados. Para eso tendríamos que dejar de ser una sociedad de consumo  y convertirnos en una sociedad de acción, algo que se ve imposible pero que quizás no lo sea o no cien por ciento; pensamos así porque nuestra mentalidad ya está moldeada.
            Ustedes se preguntarán ¿cómo o dónde se aplica algo así? ¿El viejito puso una escuela para comprobar su hipótesis? A pesar de que se retiró muy pronto de la educación aplicó su pensamiento en la formación del CIDOC en Cuernavaca que funcionó entre 1963 y 1976. El CIDOC fue un centro del pensamiento en el que no había ni profesores, ni alumnos, ni grados académicos, sólo gente con ganas de aprender sobre lo que pasaba en el mundo y América Latina. Actualmente (incluso en Chile) muchos padres han sacado a sus hijos de la escuela y están optando por la educación en casa, lo que les proporciona un tiempo invaluable para estar juntos y aprender en conjunto. En Europa hay “escuelas” que siguen algunos de esos planteamientos como por ejemplo no separar a los niños por edades, que ellos elijan lo que quieren aprender, no están sometidos a la presión de pruebas y exámenes, etc.

            No se bien como terminar porque más que conclusiones concretas creo que el libro La Sociedad Desescolarizada da para reflexionar mucho y que cada uno piense y critique según le parezca. En mi caso, en el que enseñar música es más personalizado que otras asignaturas y en la que se da mayor cercanía con los alumnos (y además de mi lado “hippie”) pienso que una educación ideal está muy lejos de esa formación fría a la que estamos acostumbrados y cuyo fin no es precisamente que las personas aprendan sino que produzcan. Por supuesto hay muchos pros y contras en lo que Illich plantea pero me pareció interesante compartir los postulados de este autor tan radical mientras sigo pensando en la manera de descolarizar aunque sea un poquito mis clases y también mi mente.

miércoles, marzo 27, 2013

El Fin


Hace casi dos años que no lo veo y sin embargo no ha pasado ni un solo mes, ni un solo día, ni una sola hora que haya dejado de pensar en él. Las cosas terminaron mal y yo quedé deshecha como jamás pensé que estaría, sin exagerar se siente como si el mundo se viniera abajo y el dolor se extiende por cada vena, por cada espacio del cuerpo que parece marchitarse.
La primera vez que nos vimos fue hace diez años y no hubo para nada algún indicio de romance, al contrario, todo empezó como una amistad. Éramos los mejores amigos que podían existir hasta que llegó el amor a hacer de las suyas y a dejar marcas que no se borran ni con la amnesia. El silencio era nuestro lenguaje y nuestros ojos que estaban siempre conectados por medio de una mirada profunda era la mejor manera de comunicarnos. Cómo extraño esas conversaciones en las que no decíamos ni una sola palabra pero al mismo tiempo lo decíamos todo. Díganme patética pero aún lo amo y sobre todo lo necesito, nunca pensé que el vacío que iba a dejar en mi vida sería tan grande y doloroso.
Aunque trato de pensar en otras cosas estoy llena de recuerdos que se presentan en medio de mi soledad y hacen parecer que hubiera sido ayer cada uno de esos momentos que pasamos juntos. Mis recuerdos favoritos son los que me llevan a cuando comenzó todo, en especial a ese primer beso que fue robado. Éramos del tipo de amigos cargados al cariño, de abrazos constantes e inocentes; supongo que los dos buscábamos un refugio al cual escapar de nuestras soledades, sobre todo yo que por ese tiempo cargaba con más de un dilema a cuestas. Fue en uno de esos abrazos y en un momento de descuido cuando sentí sus labios sobre los míos con una ternura inmensa, ahí me di cuenta de que lo amaba hacía mucho tiempo. El corazón me latía a mil, me sentía una chiquilla con ese cosquilleo en la panza y la felicidad me inundaba de la cabeza a los pies hasta que reaccioné y mi razón despertó diciendo que no debía pasar nunca más.
No quería perderlo, era mi apoyo incondicional y él único que había llegado a saber todo de mí  y una relación solo nos alejaría y complicaría todo pero ya era tarde. Habíamos caído en ese enredo amoroso y no había vuelta atrás, todo había cambiado. Estaba decidida a que no se diera un romance pero fue inútil, los besos se hicieron una costumbre y afirmaría que hasta se hicieron una necesidad. Ya no había nada más que hacer, sólo entregarse.
Me llené de miedo y de dudas por el simple hecho de ser un poco mayor. Si, me pesaban los seis años de diferencia que pueden parecer pocos pero a la larga se notan. A él nunca le molestaron pero a mi me torturaban porque era consciente de que estábamos en etapas diferentes de la vida, él empezando su carrera y yo en vías de independencia y desarrollándome en mi profesión muy lejos de las fiestas universitarias. Pero en realidad mi mayor miedo era ser reemplazada por alguien de su edad, que tuviera su mismo ritmo de vida y más cosas en común que conmigo y como soy media bruja mi temor se convirtió en premonición, fue la crónica de una muerte anunciada. Las cosas pasaron tal cual las imaginé y vaticiné.
Después de un año de vivir un amor intenso y de un momento a otro todo se acabó de golpe. Comenzaba su segundo año de universidad y ya habíamos celebrado nuestro aniversario prometiéndonos amor eterno, todo iba bien hasta que un día encontré una nota sobre mi cama diciéndome que se había enamorado de alguien más y no podía seguir con lo nuestro. En ese instante se me cayó el mundo y empezó una agonía que aún hoy parece no terminar. Nunca me dio la cara ni me dijo que todo se acababa mirándome a los ojos y yo nunca lo busqué, aunque un par de meses después nos encontramos; lo único que hizo fue pedirme perdón jurando que nunca podría amar a nadie como me amaba a mí pero que no íbamos a llegar a ninguna parte y que mejor fuéramos amigos. ¿Amigos? ¿¡Amigos!? ¿¡Cómo se puede ser amigo de una persona que te ha roto el corazón!? ¡Qué fácil es pedir algo así cuándo tú estás entero! Por mi parte solo le deseé toda la felicidad del mundo y le dije que se olvidara de mí porque nunca más me volvería a ver.
El infierno que pasé después es algo imborrable, las lágrimas que derramé me secaron por dentro y todo en mi cambió de manera radical. Mis sonrisas disminuyeron, mis locas ocurrencias desaparecieron, mi círculo social que siempre fue disminuido quedó convertido en nada y me quedó solo la compañía de mis libros y mi gato. Hasta mis kilos demás se esfumaron. Lloraba día y noche, no podía dormir y cuando lo lograba tenía pesadillas, respirar me dolía, comer me dolía, hablar me dolía; todo absolutamente todo me recordaba su ausencia y me hacía necesitarlo pero él nunca venía a mi rescate. Sólo supo hacerse presente cuando llamó en mis cumpleaños (a pesar de que le pedí que no lo hiciera) para decirme que nuestro vínculo sería para siempre sin saber que con eso sólo conseguía dejarme peor de lo que estaba y pensando en cuál era su afán de hacerse presente.
Han pasado dos años y una semana y el otro día por cosas de mi mala suerte nos encontramos. Yo iba mirando el piso como siempre pensando quizás en qué cuando alguien se atravesó en mi camino sin intención de moverse. Levanté la mirada para encarar al osado que interrumpía mis pasos y mis pensamientos y me encontré con esos ojos misteriosos que alguna vez me miraron con amor infinito y con esa sonrisa inolvidable que me doblegaba hasta el alma; su mirada profunda llena de secretos me hizo temblar mientras me invadía el olor de su perfume al que era adicta.
Nos miramos tanto tiempo que pareció una eternidad, sin decir palabra y diciéndolo todo igual que antes, igual que siempre. Por mi cabeza pasaban tantas cosas y estoy segura de que por la suya también, sé lo que significa exactamente cada expresión de su rostro y esa mirada es la que más conozco, la que más amo, la que más añoro. Quería gritarle que lo odiaba por todo lo que me hizo sufrir y que por fin lo había olvidado pero tratar de lastimarlo no curaría mis heridas ni desharía el daño hecho. No, era mejor decirle que lo amaba a pesar de todo, a pesar de ella y a mi pesar pero a fin de cuentas cualquier palabra sobraba. Callé.
Posó sus labios muy cerca de los míos desatando un caos en mi interior, pasó su mano por mi mejilla con la delicadeza con la que se acaricia la porcelana más fina cuidando de que no se rompa, no entiendo por qué si yo ya estoy rota. Me miró de nuevo, en su evidente ansiedad noté que quería decirme algo y seguramente era importante pero justo cuando pretendía asomar una palabra apareció de pronto su mujer a tomarle la mano para marcar su territorio y a recordarme que él ya no era mío. Sus ojos se tornaron tristes, agachó la mirada y a mi no me quedó nada más que pasar por su lado tragándome la rabia, las lágrimas y el orgullo. Seguí mi camino hacia el olvido sin mirar atrás porque todo eso bastó para entender que de nuestra historia ese momento había sido el fin. 

martes, marzo 12, 2013

El Último Café


Hace días que vengo sintiéndome extraña, una angustia invadió mi pecho sin intención de marcharse y siento un vacío enorme por cada lugar que piso y en cada cosa que hago. Hoy me levanté como cada mañana derechito al frasco de café, me lo hice cargado y bien caliente como me gusta o como me gustaba porque me supo tan amargo como la vida misma, al menos como mi vida. Dejé la mitad olvidado en una taza mientras miraba por la ventana el día gris que acompañaba a mi angustia y me puse a pensar que mi cuerpo me queda grande, mi alma se hizo pequeña en algún momento y se escondió en algún rincón logrando que hagan eco en mi cada uno de mis tristes pensamientos y todas las palabras hirientes que dijeron o me dicen queriendo o sin querer.
            Más tarde en la ducha me puse a cantar una de esas canciones de amor que bordean en lo desagradable de cursi pero que alivió un poco el sentimiento que me embarga, de pronto el agua que caía sirvió para disimular las lágrimas de un llanto preso por mucho tiempo y el sonido de su rebote en la tina ocultó mis sollozos de nadie porque estaba sola…Porque estoy sola.
            Yo que siempre fui tan valiente y tan entera ahora siento que me caigo a pedazos, sin ánimos ni fuerzas para nada, sin interés en nada de lo que hago sólo me alcanza para quejarme en silencio y reclamarme a mi misma frente al espejo mientras desenredo mi pelo largo que me tiene bastante aburrida.
            Busqué entre mi ropa algo que ponerme pero nada me agradó. Apareció uno que otro color vivo que me cayó como patada en el hígado pero en realidad entre los pocos trapos que tengo algo negro pareció ser la mejor opción para escoger ¡Cómo me cansa vestirme! En realidad últimamente me cansa hasta respirar.
            Una vez vestida volví al espejo para tratar de hacer algo por mi cara de culo y pensé: ¡Qué fastidio es ser mujer! Ojalá todo hubiera terminado al vestirme, aún quedaba el maldito ritual del maquillaje impuesto por mi trabajo. Un poco de color por ahí otro poco por allá pero nada, no logré verme ni medianamente bien…Que fea estoy, acabada. El pelo no me brilla, estoy pálida y mis ojos sombríos, parezco un zombie o algo peor.
            Ya es de noche y estoy en mi cama haciendo un recuento de lo que hice hoy, el día estuvo nefasto como todos los otros desde hace varios años. El insomnio me tiene pegada mirando el techo pensando en que no solo tengo que lidiar con mis trastornos mentales sino que también con los del sueño: No vivo feliz y tampoco duermo feliz.             
           Estoy en silencio en plena oscuridad, no hay diferencia con el día porque es  la representación exacta de mi realidad. Oigo un ruido en la cocina, seguramente es un ratón. Sabía que en esta casona me haría falta un gato pero siendo franca si no puedo hacerme cargo de mi misma no puedo pretender ser la madre de un indefenso animal que no merece la tortura de vivir conmigo. Mañana o mejor dicho en unas horas solucionaré ese problema con un poco de veneno. Pobre rata, realmente no se si seré capaz.
            Amaneció, el día está tan nublado como ayer y al parecer el invierno no se quiere hacer esperar. De nuevo empieza la rutina aunque creo que hoy será diferente y muy diferente porque esta mañana comencé todo al revés. Ya estoy vestida y maquillada más o menos igual que ayer y con los mismos resultados nulos, estoy cada día más horrible. Ya tengo el café negro y humeante entre mis manos al que le doy pequeños sorbos mientras miro por la ventana pensando en que todo está en orden. A lo lejos se oye el mismo ruidito de anoche en la cocina, hoy debía ser el último día del ratón pero no me atreví. Saqué el veneno con la intención de liquidarlo pero a fin de cuentas el animal no me hace ningún daño o al menos ninguno comparado al que llevo a cuestas, al que me hicieron y al que me hice. Me deshice del veneno y ahora está donde siempre debió estar.
            Tomo mi café y noto que tiene un sabor distinto. Es un gusto casi insoportable y que quema por dentro pero no importa porque sé que el último de los sorbos será el más dulce y aliviador que cualquiera de todos los que me tomé en la vida. Hoy no pienso dejarlo a medias, hoy por ser el último lo tomaré hasta el final.

Tal Vez Algún Día


Tal vez algún día pueda olvidar tu sonrisa
Y caminar por la vida sin este dolor;
Tal vez algún día podré mirarte de lejos
Sin temer que las heridas se abran.

Tal vez algún día dejaré de extrañarte
Y estarás ausente de mis pensamientos.
Tal vez algún día mi corazón resucite y
Sea posible que vuelva a amar sin miedo.

Tal vez algún día la sombras del pasado
Huirán lejos de mi vida y seré feliz;
Tal vez algún día deje de amarte, anhelarte
Y esperarte como lo he hecho hasta hoy.

Tal vez algún día alguien podrá mirarme
Con amor al verme renacida y seré querida.
Tal vez algún día deje de pensar que
Estoy hecha para vivir en inmensa soledad.

Tal vez algún día volvamos a vernos y
Recordaremos lo vivido sin rencor.
Tal vez algún día dejaré de repetirme que
Todo sucederá tal vez algún día.