¿Han pensado
cómo sería nuestro mundo si no existieran las escuelas? Es algo que me he
preguntado desde que estaba en el colegio pero curiosamente desde que entré a
estudiar pedagogía esa pregunta ha estado más latente y después de leer a Iván
Illich pienso que con mis conjeturas al respecto no estaba ni tan loca ni tan
perdida. Pienso que podría producirse un cambio a nivel de sistema, quizás no
tan radical pero claramente hay cosas que podrían modificarse. ¿Qué tiene que
ver Illich con todo esto? Siga leyendo y lo entenderá.
¿Quién es Iván Illich? Les contaré
aun poco. Illich fue un pensador austríaco nacido en 1926 y se le reconoce por
ser el autor de fuertes críticas a las
instituciones que son fundamentales para el progreso de nuestra cultura
como la escuela y los hospitales, la medicina en general. En su libro “La Sociedad Desescolarizada”,
Iván Illich plantea el problema de la educación y propone sus soluciones para
mejorar el sistema en general, las cuales son descabelladas para muchos y no
tantos para otros como yo.
Para este pensador y ex sacerdote la
escuela se ha convertido en la nueva religión de los pueblos por la inmensa
veneración que recibe de parte de todos al hacernos pensar que sin ella no
somos nada; cuando la verdad es que pasó a ser un bien de consumo, un producto
que nos venden, al que terminamos sometidos y en el que nuestro propio
pensamiento se ve castrado. Somos obligados a consumir un currículum que no nos
interesa y poco nos sirve, discriminados por edades, sometidos a la verdad
absoluta de los profesores y prisioneros de una extensa jornada que nos quita
horas de ocio y tiempo con las familias. Viéndolo así, los niños tienen
bastante razón al asociar la escuela con una cárcel.
Illich parte de la premisa de que el
aprendizaje se da de manera natural y en la cotidianeidad del día a día, es
más, que la mayoría de los aprendizajes relevantes para la vida los niños lo
han adquirido por su propia cuenta o con sus pares y muy lejos de la escuela.
Sin embargo, están obligados a asistir porque sin ellas el sistema económico se
vería destrozado y la sociedad moderna se vendría abajo: si los niños no van al
colegio los padres no pueden ir a trabajar, si los padres no trabajan no hay
personas que produzcan y sin gente que produzca todo se va al carajo porque no
hay dinero y sin dinero la gente sería libre y feliz y nadie quiere eso. Sería
una vida horrible.
Haciendo un poco de historia les
cuento que nuestro sistema educativo deriva de la
Escuela Prusiana cuyo fin era la disciplina y “formación”
de niños que fueran ciudadanos productivos como soldados, trabajadores,
funcionarios civiles, etc. Corría 1806 y Napoleón con sus soldados analfabetos
vencía a los soldados adiestrados de Prusia, es por esto que los prusianos
toman la decisión de una forma de condicionamiento universal con el que
disciplinar a los niños y convertirlos en seres libres mediante el amor a su
país y el trabajo. Permitiendo que ambos padres trabajaran mientras los niños
asistían a la escuela y que cuando ellos terminaran la educación fueran seres
productivos también.
Si nos ponemos a pensar en como eran
las cosas en la antigüedad veremos que este señor no estaba tan equivocado.
Cuando no había escuelas las personas aprendían lo indispensable para vivir
entre sus más cercanos y de manera inconsciente. Por ejemplo: las personas que
vivían en el campo sin ser profesionales de la educación enseñaban a sus hijos
su oficio para que tuvieran algo con que sustentarse. Además, había una gran
diversidad de quehaceres en las que los niños aprendían en la práctica y no
sólo sentados escuchando ya que aplicaban lo aprendido en su vida y entendían
por que y para que les serviría lo que estaban aprendiendo, algo muy lejano a
lo que pasa hoy. Aprendían a arar, sembrar y cosechar para su alimentación y/o
trueque; lo mismo con la crianza de animales, la recolección de hierbas, y
muchos otros etcéteras. El asunto es que si lo miramos fríamente en ese tiempo
nadie tenía un magíster en crianza de chanchos o un doctorado en cosecha de
papas y todos aprendían igual entre sus pares.
Dejando de lado este lapsus
histórico llegó la hora de contarles las propuestas de Illich, probablemente
cuando lean lo que viene dirán que el hombre era un loco o un soñador pero
precisamente por eso me agradó tanto. Como les dije al principio suena
descabellado pero no lo es, lo que pasa es que nuestras mentes ya fueron
deformadas a pensar que solo la productividad y el dinero nos generan un
bienestar a pesar de que vivimos siendo esclavos encubiertos de un sistema que
no nos permite hacer ni la mitad de las cosas que nos gustaría. Para hacer
entretenido el cuento y haciéndole honor a su vocación de sacerdote (que dejó
porque terminó por entender que la iglesia es un poco incongruente) se me
ocurrió mostrarles sus postulados de la siguiente manera:
Los 10 mandamientos de Illich
1)
Desescolarizar la sociedad por sobre todas las cosas.
2)
No someter a los aprendices a un currículum
obligatorio.
3)
Educar libremente y no en los límites de la escuela.
4)
Santificar el tiempo del ocio.
5)
No discriminar a las personas por la posesión o
carencia de un título o certificado.
6)
Ser libre de elegir lo que quieres aprender.
7)
No matar la educación con lucro.
8)
Liberar los objetos de aprendizaje a todo aquél que lo
desee y en cualquier momento de sus vidas.
9)
Formar una red de comunicaciones que permita encontrar
un compañero de aprendizaje.
10) Suprimir el control de las personas o
instituciones sobre la educación para lograr el acceso libre de todos a ella.
¿Cómo sería esto posible? Illich
plantea que el estado debe proporcionar a todos los aprendices y en cualquier
momento de su vida los recursos necesarios y los espacios de encuentro como por
ejemplo: laboratorios, teatros, salas, bibliotecas y demás. Es decir, una
educación gratuita pero a la vez libre. Ya no existiría la jerarquía entre
profesores y alumnos, el que enseña sería un guía que cultiva aprendizajes en
los que están realmente interesados en esa área o disciplina; por su parte las
personas serían libres de escoger lo que quieren para sus vidas y hacerlo en el
tiempo que les acomode, según sus intereses y sus tiempos. Las familias son
clave en este proceso, que los padres se involucren en los aprendizajes de los
niños es crucial porque ésta cercanía volvería a humanizarnos, ya que con el tiempo
parece que nos hacemos más insensibles al convertirnos en máquinas productoras
de dinero que sólo nos permite consumir cosas que no generan afecto ni
bienestar emocional. Ojo que no digo que la mujer tenga que volver a ser la
mujer abnegada y dueña de casa, aquí los dos padres tienen real importancia y
responsabilidades compartidas.
Únicamente el cambio de mentalidad
nos haría alcanzar una propuesta así. Illich no sólo propone desescolarizar la
educación sino la sociedad, sacar de nuestras mentes la idea de que solo se
aprende en la escuela y que sin ella no seremos más que fracasados. Para eso
tendríamos que dejar de ser una sociedad de consumo y convertirnos en una sociedad de acción,
algo que se ve imposible pero que quizás no lo sea o no cien por ciento;
pensamos así porque nuestra mentalidad ya está moldeada.
Ustedes se preguntarán ¿cómo o dónde
se aplica algo así? ¿El viejito puso una escuela para comprobar su hipótesis? A
pesar de que se retiró muy pronto de la educación aplicó su pensamiento en la
formación del CIDOC en Cuernavaca que funcionó entre 1963 y 1976. El CIDOC fue
un centro del pensamiento en el que no había ni profesores, ni alumnos, ni
grados académicos, sólo gente con ganas de aprender sobre lo que pasaba en el
mundo y América Latina. Actualmente (incluso en Chile) muchos padres han sacado
a sus hijos de la escuela y están optando por la educación en casa, lo que les
proporciona un tiempo invaluable para estar juntos y aprender en conjunto. En
Europa hay “escuelas” que siguen algunos de esos planteamientos como por
ejemplo no separar a los niños por edades, que ellos elijan lo que quieren
aprender, no están sometidos a la presión de pruebas y exámenes, etc.
No se bien como terminar porque más
que conclusiones concretas creo que el libro La Sociedad Desescolarizada
da para reflexionar mucho y que cada uno piense y critique según le parezca. En
mi caso, en el que enseñar música es más personalizado que otras asignaturas y
en la que se da mayor cercanía con los alumnos (y además de mi lado “hippie”)
pienso que una educación ideal está muy lejos de esa formación fría a la que
estamos acostumbrados y cuyo fin no es precisamente que las personas aprendan
sino que produzcan. Por supuesto hay muchos pros y contras en lo que Illich
plantea pero me pareció interesante compartir los postulados de este autor tan
radical mientras sigo pensando en la manera de descolarizar aunque sea un
poquito mis clases y también mi mente.