Me
voy y me llevo mis demonios conmigo. La situación no da para más, estoy
cansada. Mientras armo la maleta no dejo de pensar en todo lo que debo y quiero
dejar atrás, prácticamente estoy huyendo de mi propia vida; aquí se quedan mis
recuerdos, mis tormentos y dolores, las horas en el sillón absorbiendo la luz
del sol que entraba por el ventanal. Toda la rutina que empezó a consumirme y a
matarme se queda aquí o al menos eso espero.
He
decido partir, dejarlo todo sin decir nada. Es lo mejor para todos y espero que
sea lo mejor para mí, no quiero que intenten convencerme de lo contrario. Aún
no tengo claro el destino, sólo sé que quiero irme lejos y no volver, empezar
desde cero e intentar ser feliz de una buena vez. Creo que he cumplido un ciclo
porque aquí ya no soy útil para nadie, sobro en todas partes y al parecer sólo
me dedico a exhalar amargura. No hay nada ni nadie que me ate a este lugar y
estoy segura que no haré falta ni me echarán de menos. Lo único que lamento es dejar
mis plantas, han sido la única cosa a la que he dado vida.
Es
tarde y aún no termino de ordenar. Miro a mi alrededor y es como si todas las
personas que aparecen en las fotos que están colgadas en la pared me estuvieran
mirando con desaprobación. Quizás estoy loca por tomar esta decisión de un
momento a otro pero ¿para qué quedarme?...Está decidido ¡no me llevaré las
fotos! Dejaré todo tal cual. Aunque esto es por mi bien siento una pena inmensa
y no es el viaje lo que me pone triste sino
tener desarmar el pequeño hogar que construí con tanto esfuerzo y que
irónicamente me empezó quedar grande.
El
teléfono no deja de vibrar, siempre está en silencio por eso nunca alcanzo a
contestar pero en este momento definitivamente no quiero hacerlo. Ahora que
está apagado pienso que este aparato también es algo que debe quedarse aquí,
adiós contactos del trabajo, amigos, conocidos y familia. La separación es
definitiva, es lo mejor, sé que es lo mejor aunque mi maldita conciencia me
quiera hacer dudar.
Estoy
realmente cansada, ya está todo en las maletas para mañana temprano llegar y
salir. En el trabajo seguramente se desatará un caos, quizás debí renunciar
antes…Voy a extrañar este sillón, es tan cómodo. Fumar acomodada en él es un
paraíso sobre todo teniendo ésta vista, toda la ciudad duerme menos yo.
Extrañaré tanto este lugar que ha sido mi refugio, mi pequeño hogar que hoy me
queda grande porque la soledad me asfixia…a pesar de todo es cálido.
Las
despedidas siempre son tan tristes y eso que no me estoy despidiendo de nadie,
sólo de cosas. No sé en qué momento llegué a tomar esta decisión pero sigo
pensando que es la correcta. Tal vez debería dejar una nota…No, siempre es
preferible que piensen que me abdujeron los OVNIS para que no insistan en
buscarme. Es hora de dormir, realmente es mi última noche en esta vida.
Hace
un par de horas amaneció, hay una niebla que se arrastra por las calles y hace
frío. El taxi me espera en la entrada del edificio, esta vez no llamé a don
Nicanor que es quien me traslada habitualmente, no hay que dejar huellas. Está
todo dentro del auto, miro hacia arriba y veo mi ventana; hoy corrí las
cortinas por última vez, siempre me gustó el ritual de levantarme y abrirlas
para que entrara la luz. Dejé mis plantas afuera del departamento con un
letrero que dice: “Se regalan”, no quería que se murieran como la dueña a fin
de cuentas han sido los únicos seres vivos que me han soportado. No puedo
evitar llorar un poco, pero muy poco…Siempre me ha costado esto de las
lágrimas.
Estoy
en el andén siete, hace frío y mi bus sale en unos pocos minutos. Compré el
pasaje con la salida más próxima, me voy al sur a un pueblo perdido por ahí y
realmente no sé de qué servirá si mi cabeza viene conmigo. Creo que al menos no
estaré haciendo daño a quienes me rodean por culpa de mi visión excesivamente
negativa de la vida. Me voy y me llevo mis demonios conmigo para que no
molesten a nadie, me auto exilié de la vida de todos los que me rodeaban porque
no era ningún aporte.
Me
voy porque me aburrí de las críticas, la soledad, la angustia, la
incomprensión, la intolerancia. Me voy y me llevo todo lo que al resto le
molesta, en el fondo es eso: me voy para dejar de molestar y para que dejen de
molestarme.
Estoy
subiendo al bus, llegó la hora de partir sin mirar atrás.