jueves, mayo 27, 2010

MEMORIAS

Capítulo XVIII

Me puse a reír a carcajadas, no sabía de donde mi amiga había sacado esa idea tan descabellada y tan tonta. Es verdad que le había contado que Octavio se me había insinuado y que yo lo quería pero inventar una cosa así era realmente absurdo, simplemente no podía ser.

Después de unos minutos Blanca seguía igual de estática y con cara horrorizada al verme tan relajada con el asunto, no entendía que pasaba conmigo y no se había dado cuenta de que yo no le había creído ni una sola palabra. Como mi risa no le dejó en claro lo que pensaba preferí decírselo de una vez hablando con calma y naturalidad:

-Blanca, lo que me dices es una soberana estupidez. Si fuera cierto significaría que Karim me está mintiendo y él no es así. Además, si Karim hubiera suplantado a Octavio los tulipanes hubieran seguido llegando y ellos no simpatizarían para nada, y en la heladería quedó claro que por lo menos a Karim le cae bien Octavio.

-¡Eso es porque yo intervine! Si tu madre hubiera sabido se nos moría de un infarto y probablemente te encerraría de por vida, sin mencionar el escándalo que le hubiera echo a Octavio. Por eso al leer la tarjeta la rompí y pensé que lo mejor era decirle a Karim lo que estaba pasando.

Blanca estaba empezando a convencerme y no me gustaba nada eso, prefería pensar que era mentira antes que asumir que mi amiga me había engañado de esa manera y peor, que Karim se había prestado para algo así.

-¿Karim sabe que Octavio es mi admirador secreto?-Pregunté mientras empezaba a asimilar la situación.

-¡Claro que no! Eso fue algo que preferí reservarme, aunque Karim estaba muy interesado en saber el nombre de tu admirador sólo le dije que era un hombre que no te convenía. Por eso le dije que él debía asumir el papel de galán de novela porque así terminaría por conquistarte.

-¡Esto es el colmo, Blanca! Yo te agradezco mucho que te preocupes por mí pero ni tú ni Karim tenían derecho a engañarme. ¡Me han decepcionado completamente!

-Rosario entienda, sólo queríamos protegerla. Con Octavio no tienes ningún futuro en cambio Karim está dispuesto a hacerte feliz a cualquier precio.-Dijo Blanca apenada.

Me quedé en silencio pensando en lo bien que les había resultado todo a Blanca y a Karim, el destino sin duda los había ayudado. Todo se había dado en el momento preciso y eso me hacía pensar que quizás era una señal de que definitivamente, muy a mi pesar, Octavio y yo no debíamos estar juntos. Un gran dolor sentía en esos momento pero no tenía claro si era por la traición de Blanca o porque mi deseo de que Octavio me quisiera de verdad se había echo realidad cuando ya me había propuesto olvidarlo.

-¡Dime algo, Rosario! ¡Por favor entienda que sólo quería ayudarla!-Mi amiga gritó con desesperación.

-No sé que decir. Siento mucha rabia y pena por todo esto. No tenían derecho a decidir por mí ni a mentirme aunque quisieran hacerme un bien. ¡Suficiente tengo con que mi madre se meta en mi vida! Quiero que me expliques bien cómo planearon las cosas con Karim.-Exigí con voz enojada.

-Bueno, después de contarle que tenías un admirador se asustó y decidió hablar con tu madre para pedir su autorización de formalizar las cosas contigo. Doña Nassiha se puso tan contenta que decidió organizar una comida para que fuera todo muy especial y obviamente una sorpresa para ti, fue cuando estuvo todo listo que le sugerí a Karim que se presentara ante ti con un ramo de tulipanes. Sabía que le preguntarías y él con tal de no perderte me juró, aunque no le gustaba mucho la idea, que te diría que había sido quien te mandaba los ramos.

Habían hecho calzar todo a la perfección, Blanca para tratar de evitar una tragedia y Karim con fines muy egoístas, simplemente porque no quería perderme pero sin saber que nunca me había tenido en realidad. Sin embargo en esa historia faltaba el verdadero protagonista ¿En que parte del camino se había quedado Octavio? Todo este lío era por él pero curiosamente sin él y aunque lo conocía poco sabía que no era de los que desisten con facilidad.

-¿Qué pasó con Octavio?-Pregunté con brusquedad.

-El mismo día que tu madre me invitó a la comida encontré Octavio cuando iba camino a mi casa y nos pusimos a conversar. Me preguntó por ti y eso me pareció una gran oportunidad para contarle las intenciones que tenía Karim contigo, por eso le mencioné la comida que haría tu madre, el día y la hora para se diera cuenta de que lo de ustedes era algo serio. Supongo que quiso comprobar si lo que le había dicho era verdad y llegó a tu casa con el pretexto de las argollas.-Dijo Blanca mirando el piso mientras terminaba la historia.

Ya tenía todas las respuestas, Octavio al ver que acepté a Karim decidió dejar el juego del admirador secreto y resignarse, por eso los tulipanes habían dejado de llegar. Blanca había acomodado las cosas para tratar de evitarme el dolor de un amor imposible pero eso no logró salvarme de la decepción y el sufrimiento, yo había confiado en mi amiga y ella me había defraudado.

Sin decir nada más me paré y dejé a Blanca sola, atravesé la plaza pensando en lo que debía hacer y tragándome la rabia para tratar de actuar con la mente fría frente esa situación, debía decidir varias cosas. Primero estaba mi noviazgo con Karim que no sabía si continuar o no, le había tomado cariño pero aún así no justificaba que se hubiera prestado para tal montaje y con eso veía aún más lejano llegar a matrimonio. Mi madre siempre decía que nada que empieza con una mentira termina bien.

Por otro lado estaba Blanca, no podía perdonarla fácilmente porque a pesar de sus buenas intenciones no tenía derecho a meterse en mi vida de ninguna forma y lo había hecho sin consideración alguna. Tendrían que pasar varios días antes de que pudiera dirigirle la palabra de nuevo porque no era (ni soy) de las que olvida ni perdona con rapidez.

Finalmente estaba el motivo de toda esta mentira y lo que era en realidad mi mayor preocupación en ese instante, Octavio. Era extraño pero sentía que mi amor por él se había fortalecido aún más a raíz de lo que había pasado, era cómo si no me importara nada más que estar con él. Eso me asustaba y me hacía pensar en lo que vendría después y de lo que yo sería capaz de hacer por ese amor.

lunes, mayo 24, 2010

MEMORIAS

Capítulo XVII

El corazón se me aceleró, se me pasaron tantas ideas por la cabeza y cuál de todas más absurdas, en estos momentos al recordarlas me dan risa. Sabía que lo que me diría Blanca no era nada bueno, al menos eso parecía por su tono de voz y la expresión de su cara. Llegué a pensar que Octavio era un asesino, un estafador o que ya tenía una familia formada por otro lado y simplemente se estaba aprovechando de Esperanza y quería hacer lo mismo conmigo. Imaginé las cosas más insólitas mientras mi amiga seguía en silencio, no aguante más y tomando aire la obligué a hablar.

-Blanca, por favor dime lo que sea que hayas averiguado. Si Octavio ha estado jugando conmigo y me ha visto la cara de tonta quiero saberlo para encararlo.

-Pero Rosario ¿cómo se te ocurre decirme eso? Una dama no debe enfrentarse sola a un hombre, en ese caso deberías hablar con tus hermanos para que ellos le den una lección.

Con sus palabras mi amiga no hacía más que confirmarme que yo también había sido uno de los juguetes de Octavio o al menos eso parecía, cada vez me ponía más impaciente suponiendo lo peor.

-¡Dime de una vez, Blanca! ¿Qué es lo que sabes de Octavio?

-¡Ay, Rosario! ¡Es que me da pánico tu reacción y que te enojes conmigo por no habértelo dicho antes! Por favor promete que vas a escucharme hasta el final.-Dijo mi amiga con voz acongojada.

Dudé un momento en si prometerle o no, me conocía bien y sabía que si era algo malo la ira se apoderaría de mí y me transformaría en otra persona tuviera o no ella la culpa de algo. Finalmente hice un esfuerzo sobrehumano y accedí a su petición, con esto y viéndome tranquila mi amiga se dispuso a hablar.

-¿Recuerdas esa mañana que me invitaste a desayunar contigo y tu madre hace un mes?

-Claro que la recuerdo pero ¿qué tiene que ver eso con Octavio?

-Ten paciencia, ya entenderás. Cuando llegué ese día tu madre estaba en la cocina preparando el desayuno y tú estabas en tu dormitorio terminando de arreglarte cuando sonó el timbre, así que fui yo a abrir la puerta. Era el mensajero que llevaba, como todos los días, un nuevo ramo de tulipanes del famoso admirador secreto. Cuando el joven se fue aún estaba sola esperándote por lo que me fui al living con el ramo para entregártelo personalmente, sabía que si tu madre veía el ramo con tarjeta no dudaría en leerla sin tu permiso.

Mi amiga hizo una pausa mientras me miraba fijamente y yo comencé a recordar ese día detalladamente porque aún no encontraba sentido a lo que me estaba contando y por otro lado me di cuenta de que había algo demás en su historia que no dudé en mencionarle:

-Blanca, recuerda que ese día el ramo llegó sin ninguna tarjeta ¿Qué iba a leer mi madre? Estas confundida…

-Cuando termine entenderás todo. Déjame continuar sin interrupciones porque a medida que me acerco al final más me dan ganas de callar.-Dijo Blanca con temor.

-¡No seas exagerada y deja de asustarme! Está bien, continúa.

-El ramo si tenía una tarjeta y cómo siempre he sido curiosa al ver que te demorabas no me aguante y decidí leerla, yo sabía que no te enojarías por eso porque siempre has perdonado mis imprudencias. Saqué la tarjeta y me puse a leer con atención. No recuerdo bien las palabras pero era algo bastante romántico y sin duda de un hombre muy enamorado, sin embargo hubo algo mucho más importante que llamó mi atención ¡Por fin la tarjeta venía firmada y el misterio se había resuelto!

-¿¡Sabías que Karim era mi admirador secreto!? Mira Blanca, sigo sin entender que tiene que ver esto con Octavio pero eso ya no me interesa. ¡Puedo tolerar que hayas leído la tarjeta pero no te perdono que te hayas callado algo así! ¡Estabas enterada de lo importante que era para mí saber quién era el que me mandaba lo tulipanes!-Interrumpí dejando que mis palabras fluyeran como un río sin si quiera respirar.

-¡Rosario, cálmese! Me prometió que iba a escuchar hasta el final y todavía no termino. ¡Ay Dios! Mejor no sigo.-Dijo mi amiga aún más angustiada que al principio.

Ella tenía razón, debía calmarme y esperar a que terminara la historia porque alguna razón tenía que haber para que se hubiera guardado una cosa así.

-Discúlpame Blanca, pero es que me desespera no entender nada. Sigue.-Sugerí mientras me obligaba a ser más paciente.

-Cuando vi el nombre de quién firmaba me llevé una impresión muy grande, realmente era algo que ni tú misma te esperabas y en ese instante no pensé en nada. Lo único que tenía claro era que ni tú ni tu madre debían enterarse de quien era el hombre misterioso. Fue por eso que rompí la tarjeta y te mentí diciendo que el ramo venía sin nada, si hubieras llegado a leer esa tarjeta no quiero ni pensar lo que hubiera pasado.

Blanca hizo una pausa y esta vez si esperaba a que yo dijera o preguntara algo para poder continuar, en ese momento ni me imaginaba lo que venía después. Habían muchas dudas pero seleccioné cuidadosamente mi pregunta para poder comenzar a hacerme una idea de lo que pasaba.

-Pero ¿por qué te dio tanto miedo? Tú y yo sabíamos que Karim andaba en busca de noviazgo y que mi madre estaba ansiosa porque pasara algo entre él y yo. No entiendo que es eso tan terrible que hubiera pasado, Karim es un hombre querido por todos en mi familia. ¿Qué pasa Blanca?

Mi amiga se agarró la cabeza mostrando preocupación y exhaló un gran suspiro, cada vez me asustaba más. Cuando por fin se sintió lista decidió hablar nuevamente:

-Es verdad que Karim es un hombre muy querido por tu familia y eso ha sido así desde siempre pero precisamente ese es el problema…

-No entiendo ¿De qué estas hablando? ¿Cuál es el problema?-Pregunté aturdida.

-El problema es que Karim no era quien te enviaba los tulipanes. Rosario, tu admirador secreto…es Octavio.

Capítulo XVI

El corazón se me aceleró, se me pasaron tantas ideas por la cabeza y cuál de todas más absurdas, en estos momentos al recordarlas me dan risa. Sabía que lo que me diría Blanca no era nada bueno, al menos eso parecía por su tono de voz y la expresión de su cara. Llegué a pensar que Octavio era un asesino, un estafador o que ya tenía una familia formada por otro lado y simplemente se estaba aprovechando de Esperanza y quería hacer lo mismo conmigo. Imaginé las cosas más insólitas mientras mi amiga seguía en silencio, no aguante más y tomando aire la obligué a hablar.

-Blanca, por favor dime lo que sea que hayas averiguado. Si Octavio ha estado jugando conmigo y me ha visto la cara de tonta quiero saberlo para encararlo.

-Pero Rosario ¿cómo se te ocurre decirme eso? Una dama no debe enfrentarse sola a un hombre, en ese caso deberías hablar con tus hermanos para que ellos le den una lección.

Con sus palabras mi amiga no hacía más que confirmarme que yo también había sido uno de los juguetes de Octavio o al menos eso parecía, cada vez me ponía más impaciente suponiendo lo peor.

-¡Dime de una vez, Blanca! ¿Qué es lo que sabes de Octavio?

-¡Ay, Rosario! ¡Es que me da pánico tu reacción y que te enojes conmigo por no habértelo dicho antes! Por favor promete que vas a escucharme hasta el final.-Dijo mi amiga con voz acongojada.

Dudé un momento en si prometerle o no, me conocía bien y sabía que si era algo malo la ira se apoderaría de mí y me transformaría en otra persona tuviera o no ella la culpa de algo. Finalmente hice un esfuerzo sobrehumano y accedí a su petición, con esto y viéndome tranquila mi amiga se dispuso a hablar.

-¿Recuerdas esa mañana que me invitaste a desayunar contigo y tu madre hace un mes?

-Claro que la recuerdo pero ¿qué tiene que ver eso con Octavio?

-Ten paciencia, ya entenderás. Cuando llegué ese día tu madre estaba en la cocina preparando el desayuno y tú estabas en tu dormitorio terminando de arreglarte cuando sonó el timbre, así que fui yo a abrir la puerta. Era el mensajero que llevaba, como todos los días, un nuevo ramo de tulipanes del famoso admirador secreto. Cuando el joven se fue aún estaba sola esperándote por lo que me fui al living con el ramo para entregártelo personalmente, sabía que si tu madre veía el ramo con tarjeta no dudaría en leerla sin tu permiso.

Mi amiga hizo una pausa mientras me miraba fijamente y yo comencé a recordar ese día detalladamente porque aún no encontraba sentido a lo que me estaba contando y por otro lado me di cuenta de que había algo demás en su historia que no dudé en mencionarle:

-Blanca, recuerda que ese día el ramo llegó sin ninguna tarjeta ¿Qué iba a leer mi madre? Estas confundida…

-Cuando termine entenderás todo. Déjame continuar sin interrupciones porque a medida que me acerco al final más me dan ganas de callar.-Dijo Blanca con temor.

-¡No seas exagerada y deja de asustarme! Está bien, continúa.

-El ramo si tenía una tarjeta y cómo siempre he sido curiosa al ver que te demorabas no me aguante y decidí leerla, yo sabía que no te enojarías por eso porque siempre has perdonado mis imprudencias. Saqué la tarjeta y me puse a leer con atención. No recuerdo bien las palabras pero era algo bastante romántico y sin duda de un hombre muy enamorado, sin embargo hubo algo mucho más importante que llamó mi atención ¡Por fin la tarjeta venía firmada y el misterio se había resuelto!

-¿¡Sabías que Karim era mi admirador secreto!? Mira Blanca, sigo sin entender que tiene que ver esto con Octavio pero eso ya no me interesa. ¡Puedo tolerar que hayas leído la tarjeta pero no te perdono que te hayas callado algo así! ¡Estabas enterada de lo importante que era para mí saber quién era el que me mandaba lo tulipanes!-Interrumpí dejando que mis palabras fluyeran como un río sin si quiera respirar.

-¡Rosario, cálmese! Me prometió que iba a escuchar hasta el final y todavía no termino. ¡Ay Dios! Mejor no sigo.-Dijo mi amiga aún más angustiada que al principio.

Ella tenía razón, debía calmarme y esperar a que terminara la historia porque alguna razón tenía que haber para que se hubiera guardado una cosa así.

-Discúlpame Blanca, pero es que me desespera no entender nada. Sigue.-Sugerí mientras me obligaba a ser más paciente.

-Cuando vi el nombre de quién firmaba me llevé una impresión muy grande, realmente era algo que ni tú misma te esperabas y en ese instante no pensé en nada. Lo único que tenía claro era que ni tú ni tu madre debían enterarse de quien era el hombre misterioso. Fue por eso que rompí la tarjeta y te mentí diciendo que el ramo venía sin nada, si hubieras llegado a leer esa tarjeta no quiero ni pensar lo que hubiera pasado.

Blanca hizo una pausa y esta vez si esperaba a que yo dijera o preguntara algo para poder continuar, en ese momento ni me imaginaba lo que venía después. Habían muchas dudas pero seleccioné cuidadosamente mi pregunta para poder comenzar a hacerme una idea de lo que pasaba.

-Pero ¿por qué te dio tanto miedo? Tú y yo sabíamos que Karim andaba en busca de noviazgo y que mi madre estaba ansiosa porque pasara algo entre él y yo. No entiendo que es eso tan terrible que hubiera pasado, Karim es un hombre querido por todos en mi familia. ¿Qué pasa Blanca?

Mi amiga se agarró la cabeza mostrando preocupación y exhaló un gran suspiro, cada vez me asustaba más. Cuando por fin se sintió lista decidió hablar nuevamente:

-Es verdad que Karim es un hombre muy querido por tu familia y eso ha sido así desde siempre pero precisamente ese es el problema…

-No entiendo ¿De qué estas hablando? ¿Cuál es el problema?-Pregunté aturdida.

-El problema es que Karim no era quien te enviaba los tulipanes. Rosario, tu admirador secreto…es Octavio.

jueves, mayo 20, 2010

MEMORIAS


Capítulo XVI

Me quedé en silencio unos minutos para poder explicarle a Blanca lo que me pasaba con Octavio, no quería impactarla aún más y que terminara con un soponcio. Traté de buscar las palabras adecuadas y usando un tono de voz despreocupado hablé:

-Blanca, yo no sé lo que me pasa con este hombre. Es algo tan extraño, nunca me había pasado antes. Debería repudiarlo por ser cómo es pero en el fondo…

-¿En el fondo qué? ¡Responde, Rosario! ¡Ay, no!

-Creo que me enamoré de él ¡Pero fue algo que no pude impedir! Por más que traté de sacármelo de la cabeza fue imposible. Cada vez que nos hemos visto ha quedado en mi mente y me ha marcado, desde la primera vez que lo vi en la joyería me gustó.

-¡Muy mal! Esto está muy mal. Rosario ¡se va a casar! ¡No tiene derecho de declararte su amor estando a un paso del matrimonio!-Dijo Blanca alterada.

-¿Crees que no se lo dije? Además, por lo mismo acepté ser novia de Karim. Bueno por eso y porque descubrí que él era mi admirador secreto.

Curiosamente Blanca se puso muy nerviosa, frotaba sus manos incesantemente y eso me llamó la atención pero pensé que era por todo lo que le había contado. Mi amiga dio un sorbo a su tasa de té y luego dijo:

-¿Él era tu admirador secreto? ¡Uf! ¿ Quién iba a decirlo? ¿Ya ves? Rosario, debes olvidarte de Octavio, él ya no es una posibilidad para ti. Concéntrate en Karim, él si te quiere para bien. Con todo lo que me has contado de Octavio Martínez afirmo con mayor razón y al igual que tú que no es un hombre digno de ti ni de ninguna mujer.

Sabía que Blanca tenía razón, yo misma le había dicho varias veces que ese hombre no valía la pena y que no debía hacerse ilusiones con él pero ¿es posible pelear contra lo que uno siente?

Cambiamos de tema de manera radical ya que ninguna de las dos quería seguir dándole vueltas al asunto, sin embargo me causaba extrañeza que de la noche a la mañana Blanca se hubiera decepcionado tanto de Octavio solamente por lo que pasó entre nosotros, a fin de cuentas no había pasado más allá de palabras.

Pasaron unos días y todo el pueblo se enteró de mi noviazgo con Karim, cada vez que salíamos a la calle recibíamos las felicitaciones de gente que al menos yo no conocía pero que estaban dentro del círculo de Karim y Amir. Un día decidimos ir a la heladería a la que Karim me había llevado durante las primeras salidas, hace mucho tiempo no pasábamos por ahí y con el calor infernal que hacía pareció un excelente panorama. Llegamos y fuimos directo a la mesa que usábamos siempre pero al ir acercándonos notamos que estaba ocupada nada más ni nada menos que por Octavio y su novia. Empecé a decirle a Karim que buscáramos una mesa al otro extremo del local pero él seguía insistiendo en que nos quedáramos por ese sector porque era el más fresco, lamentablemente la indecisión de mi novio sólo logró llamar la atención de Octavio que nos hizo señas para que nos acercáramos.

-Rosario, mire es Octavio.-Dijo Karim entusiasmado mientras iba a saludarlo.

-No creo que sea buena idea ir a interrumpirlo, él está con su novia.

-¡Sólo lo saludaré, lo prometo! Luego buscaremos otra mesa.

No hubo caso, no me quedó más alternativa que seguirlo porque no quería que él supiera que en algún momento hubo roces entre Octavio y yo, o peor, que notara que había un sentimiento de por medio. Al llegar a la mesa nos saludamos como grandes amigos, incluso Esperanza que no nos conocía para nada fue muy amable, tanto que decidió invitarnos a compartir con ellos:

-¿Por qué no se sientan con nosotros? Supe que están de novios y me alegro mucho. Es como si el amor anduviera en el aire ¿verdad Octavio?

-Si linda, así parece. Esperanza tiene razón, siéntense con nosotros para que conversemos un rato.-Dijo Octavio más por compromiso que por gusto.

-No queremos molestar, podemos buscar otra mesa. No se preocupen por nosotros.-Hablé tratando de no parecer descortés pero intentando huir desesperadamente esa situación.

Insistieron tanto que finalmente tuve que ceder ya que Karim también quería quedarse, no sé por qué le simpatizaba tanto Octavio. Por mi parte lo único que quería era que la hora pasara rápido, me sentía tan descarada estando ahí con Esperanza y pensaba que Octavio era tan cínico que me desesperaba. Ese fue uno de los momentos en que lo odié, me preguntaba cómo podía fingir tan bien, cómo podía mentirle en la cara a su novia y cómo esa mujer no se daba cuenta de que él no la quería. De una cosa si pude estar segura: ella lo amaba con locura.

A pesar de todo la junta en la heladería no estuvo tan mal, el ambiente no estuvo tenso y pareció como si hubiéramos sido cuatro amigos de siempre compartiendo un rato, incluso Karim y Esperanza se pusieron de acuerdo para que saliéramos a baliar cualquier día. No puse mucha atención a esos planes porque haría cualquier cosa por no toparme con Octavio y menos jugar a ser su amiga, eso obviamente era absurdo.

Pasó un mes y mi relación con Karim iba viento en popa, al menos para él y para el resto porque yo seguía viéndolo como un amigo, había llegado a quererlo pero no lo amaba por lo que, para desgracia de todos, no tenía intenciones de que hubiera matrimonio. A Octavio no lo veía desde ese día en la heladería, me preguntaba que sería de él porque ni si quiera había pasado por la joyería pero al final me obligaba a pensar en otra cosa ya que el “señor Martínez” no tenía por que importarme.

Un sábado por la tarde Blanca me fue a buscar a la casa para que saliéramos a dar una vuelta a la plaza, casi todo mi tiempo libre lo consumía Karim y mi amiga ya se estaba sintiendo un poco abandonada así que encantada acepté la invitación. Cuando estuvimos a la sombra de un árbol comenzamos a ponernos al día de los últimos acontecimientos del pueblo, mi atención estaba completamente puesta en Blanca hasta que vi pasar a Octavio. Me quedé muda, no se si era idea mía o realmente estaba más atractivo, sólo recuerdo que me olvidé del mundo únicamente con verlo y Blanca lo notó.

-Rosario ¿realmente estas enamorada de ese hombre?

-Yo…Esto es algo que…Nunca sentí algo parecido.-Contesté nerviosa.

-Entonces ¿lo amas? Respóndame sin evasivas, Rosario. ¿Si o no?

-Si, Blanca. Estoy completamente segura de que amo a Octavio.-Dije segura y a la vez aliviada de reconocerlo.

La cara de mi amiga se puso rígida y su expresión se tornó seria, las palabras que dijo después no mejoraron la situación, al contrario, hicieron eco en mi cabeza y me llenaron de miedo:

-Amiga, hay algo que debes saber con respecto a ese hombre.

lunes, mayo 17, 2010

MEMORIAS

Capítulo XV

Risas y aplausos sonaban en mi casa sin que yo hubiera dicho nada, aún no respondía y ya celebraban. Todos tan contentos y para mí era como si me hubieran tirado un balde de agua fría. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué debía responder? Era todo tan repentino, si bien sabía que Karim quería ser algo más que mi amigo nunca pensé que me fuera a proponer ser su novia delante de tanta gente, con tanta presión. De repente me di cuenta de que el único que estaba en silencio y con una sonrisa fingida era Octavio, entonces la respuesta que debía dar se hizo clara. Karim me miraba nervioso así que para no torturarlo más me puse de pie buscando el silencio de todos para responderle, cuando estuvieron callados respondí decidida:

-Acepto, Karim. Si, quiero ser su novia.

El revuelo fue tal que todos se pararon a abrazarnos casi cómo si nos hubiéramos casado. Mi madre estaba tan emocionada que hasta se le cayeron unas lágrimas, me abrazaba y mencionaba lo rápido que había crecido; Blanca me abrazaba y me decía que ella siempre supo que todo lo que le había dicho sobre el matrimonio días atrás era una mentira, que siempre había confiado en que iba a entrar en razón. Todos estaban tan felices por mí y extrañamente yo no sentía la misma felicidad.

Cuando Karim y yo nos libramos de las felicitaciones de todos los presentes mi madre que aún estaba extasiada nos hizo una sugerencia:

-¡Pero no sean tímidos! Hay que oficializar esto como se debe. ¡Bésense! ¿Qué esperan?

¿Beso? ¿Delante de todos? ¡Sentía tanta vergüenza de hacerlo, sobre todo delante de mi madre! Karim estaba bastante entusiasmado por lo que no dudó un momento en hacer caso de la inoportuna sugerencia y sin previo aviso me partió la boca de un beso. Las cosas que se me pasaron por la mente en ese momento no tenían nada que ver con el romanticismo de un beso en una pareja de enamorados, sólo estaba pendiente de la mirada de Octavio y de lo incómoda que estaba.

Los aplausos volvieron a llenar el comedor de bulla, todos reían con emoción y mi madre de inmediato empezó a hacer insinuaciones sobre matrimonio comentando lo feliz que la haría comenzar a llenarse de nietos y que ver a su hija casada era el mejor regalo que le podía dar. Según ella de ninguna manera intentaba presionarnos ni a Karim ni a mi.

Luego de un rato, con la casa ya más calmada, mi mamá sirvió de postre unos exquisitos dulces árabes acompañados de un buen café del mismo origen. Karim no soltaba mi mano, me miraba con tanta ternura que hasta me hacía sentir mal porque en el fondo yo sabía que no lo veía más que cómo amigo pero ¿cómo no darle una oportunidad? Después de todo lo que había hecho para estar conmigo y lo bien que se portaba siempre, era un verdadero caballero y se merecía al menos que yo intentara quererlo. En ese momento me sentía en deuda con él y por eso me sentí obligada a darle lo que él tanto deseaba y lo que para mí era tan difícil entregar…mi amor.

A penas terminó el postre Octavio anunció su partida, agradeció a mi madre por la comida y las buenas atenciones pero según él debía pasar por la casa de Esperanza. Amir insistía en que se quedara para la sobremesa pero al parecer Octavio estaba sobrepasado de tanta felicidad y no quería seguir irrumpiendo en esos momentos familiares, por lo que pidió disculpas una vez más:

-Les agradezco la invitación y por considerarme en esta hermosa celebración pero debo partir. No quiero que Esperanza se preocupe. Amir, ya habrá tiempo para hablar sobre las argollas, cuando lo vea en la joyería pasaré para que conversemos.

-Muy bien Octavio, lo espero entonces. Si no me ve en la joyería puede venir aquí, siempre es bienvenido y por lo demás no creo que tengamos otra celebración cómo ésta así que puede venir con tranquilidad.-Dijo Amir riendo.

Todos rieron junto con mi hermano menos yo por supuesto, esa sorpresiva casualidad no me había agradado nada, aunque debía admitir que me servía para que Octavio se mantuviera lejos de mí tal cómo lo había buscado en la última conversación en la joyería.

Octavio se despidió de todos uno por uno y yo me ofrecí a acompañarlo hasta la puerta para extrañeza de Blanca, de mi madre y de Amir. Caminamos en silencio hasta que llegamos a la salida, no sabía muy bien por qué había querido acompañarlo, supongo que de todas formas sabía que él tenía algo que decirme.

-Bueno, hasta luego Rosario. Espero que sea muy feliz, se lo deseo de todo corazón. Ha elegido bien, Karim es un buen hombre y se merece una mujer maravillosa cómo usted.

-Gracias, Octavio. También le deseo lo mejor y que su matrimonio sea exitoso.

Octavio comenzó a caminar pero no alcanzó a dar tres pasos y se volteo de manera brusca, se acercó nuevamente a mí y me dijo:

-¿¡Pero es que no se da cuenta!? ¿¡Aún no lo nota!? Cada palabra que me ha dicho se quedó en mi mente… ¡He cambiado!

-¿De qué es lo que no me he dado cuenta?-Pregunté confundida.

-¡Olvídelo!

Octavio se alejó a paso veloz sin si quiera dar indicio de una respuesta que en el fondo yo ya conocía y no quería aceptar.

Pascual y Gaspar se ofrecieron para ir a dejar a Blanca hasta su casa, Amir y mi madre se quedaron conversando en el living y Karim y yo salimos al jardín a tomar aire unos momentos luego de tantas emociones.

-Rosario, estoy tan feliz de que me hayas aceptado.-Dijo Karim mientras besaba mi mano. Esa era una costumbre que jamás dejó de lado.

-Yo igual estoy contenta.-Fingí.

No hubo más espacio para las palabras. Karim se acercó a mí, me tomó las manos y me besó tiernamente y yo correspondí a su beso, rechazarlo lo haría sentir muy mal y eso era lo último que quería en el mundo. Era el primer beso en mucho tiempo por lo que un cosquilleo en mi estómago se hizo presente pero desapareció casi al instante al darme cuenta que se lo daba a alguien a quien no amaba. Después de eso no sentí nada.

Unos días después Blanca llegó a mi casa para la hora del té, estábamos solas pues mi madre había acompañado a Amir en un asunto de la política que no recuerdo bien. Como pocas veces teníamos esa instancia decidí contarle a mi amiga lo que había pasado con Octavio últimamente, ni se imaginaba que entre él y yo había más contacto del que ella sabía que era por la joyería. Resumí lo que más pude y Blanca no daba más de la impresión, se paraba a cada rato de la silla y casi da vuelta el té un sin número de veces.

-¿Cómo te has guardado todas estas cosas, Rosario? No lo puedo creer. ¡Pero si él es un hombre comprometido y tú ahora estas de novia! ¡Es un descarado!

Yo estaba muda pensando en que la reacción de Blanca era tal y cómo la había imaginado, sólo me dedique a escucharla hasta que me hizo esta inolvidable pregunta:

-¿Tú que sientes por él?

¡Ah! Esa pregunta aún suena en mi cabeza con la dulce voz de Blanca y aún recuerdo ese día como si lo estuviera viviendo ahora. Yo sabía lo que tenía que decir porque sólo una palabra lo podía resumir: Amor.

viernes, mayo 14, 2010

MEMORIAS


Capítulo XIV

¿Karim era mi admirador secreto? ¿Cómo era posible? ¿Por qué? Tenía tantas preguntas en la cabeza y lo peor es que a ninguna le encontraba respuesta. Definitivamente no entendía nada de lo que estaba pasando.

Por fin llegaron nuestros invitados así que mi madre propuso pasar a tomar un aperitivo al living. Yo no podía sacarme de la cabeza el asunto de los tulipanes por lo que no aguanté y le pedí a Karim que me acompañara al jardín un momento, a nadie pareció importarle nuestra ausencia así que rápidamente lo agarré de un brazo y salimos.

-Rosario ¿se siente mal?-Karim me miró extrañado.

-No, sólo quería hacerle una pregunta…En realidad aclarar una duda.

-¿Qué duda sería esa?

-¿Es usted mi admirador secreto? ¿Usted ha estando enviándome estos tulipanes por semanas?-Pregunté aún desconcertada.

Karim vaciló un momento, se veía un poco nervioso pero a pesar de todo finalmente me respondió:

-Si, Rosario. Yo he estado enviándole esos tulipanes.

-Pero ¿por qué nunca firmó las pocas tarjetas que mandó? ¿Por qué nunca me dijo nada? ¿A caso no somos amigos?

-¡Eh, si! Bueno, lo que pasa es que yo sé que usted no anda en busca de compromisos por eso no quería su rechazo inmediato. Fue una estrategia, si no se enamoraba de Karim se enamoraría del anónimo. ¡Perdóneme! Pero de verdad, Rosario yo quiero estar contigo.-Dijo Karim con la cabeza gacha tratando de esconder su vergüenza.

No sabía si enojarme o estar feliz, tanto deseé saber quien era el hombre que me enviaba esos ramos de tulipanes algunas veces con unas tarjetas preciosas, a veces sin nada y resultaba que siempre lo había tenido en frente. ¡Y yo que había recorrido toda la lista de pretendientes! Había pensado en Marcelino, incluso llegué a pensar que era un juego de Octavio, lo creí con mayor firmeza después de nuestra última conversación. Pero me había equivocado porque todo era un montaje de Karim para conquistarme, me enterneció y lo perdoné de inmediato.

Entramos a la casa sin que yo le dijera nada más que estaba disculpado, no quise hacer comentario sobre su dudosa declaración de amor. Estábamos a punto de sentarnos a comer cuando sonó el timbre, mi madre se apresuró a abrir la puerta y se demoró un poco en volver pero cuando se presentó en el living no venía sola, Octavio la acompañaba.

Fue una sorpresa para todos que él estuviera ahí ya que todos tenían claro que no simpatizábamos por lo que claramente no era bienvenido al menos por mi parte. Mi madre no tardó en explicar la presencia de Octavio:

-Amir, el señor Martínez viene a hacerte una consulta sobre las argollas de matrimonio.

-Es verdad, siento mucho importunar su cena pero no he tenido tiempo de pasar a la joyería y el matrimonio es en dos meses…Necesito saber el costo y todas esas cosas.-Dijo Octavio con un nerviosismo extremo, incluso puedo afirmar que estaba hiperventilado.

-Le dicho que no hay inconveniente en que hablen de esas cosas pero que sea después de comer y no me quiere aceptar la invitación. A ver si tú lo convences, hijo.

-¡Quédese, hombre! ¡No se puede perder este banquete! Después de comer podremos hablar sobre las benditas argollas.-Insistió Amir.

No me gustaba para nada la idea de que Octavio se quedara ahí, eso me confundía aún más de lo que ya estaba pero si hubiera dicho una sola palabra para que se fuera me habrían crucificado, a fin de cuentas él estaba ahí como cliente.

Los hombres, por su puesto, pasaron a sentarse mientras mi madre, Blanca y yo servíamos los platos en la cocina. Mi amiga me notó distraída y cuchicheando se decidió a averiguar que me pasaba:

-¿Qué te pasa? Andas cómo en la luna y no en el buen sentido. ¡Ay, estoy tan feliz por ti, amiga!

-¿Feliz por mi? ¿Por qué?

-¿Cómo por qué? ¡Porque Karim es un hombre encantador y está loco por ti! Acabo de conocerlo formalmente y me ha dado muy buena impresión, estoy segura de que te ama.

No quise decir nada, a parte de estar confundida estaba aterrada porque no quería herir a Karim, sin embargo nada de lo que pensé en esos momentos sirvió de algo. La noche parecía estar llena de sorpresas que iban más allá de mi imaginación y eso que aún faltaba una más.

Por fin estuvimos todos comiendo, el ambiente era bastante agradable y para mi fortuna a Octavio lo sentaron bastante lejos de mí por lo que a ratos olvidaba que estaba presente. Yo estaba sentada entre Blanca y Karim pero aunque contaban con toda mi atención había momentos en los que buscaba la mirada de Octavio tratando de descifrar que nos pasaba y si lo que me había dicho era real.

En un momento me concentré bastante pensando en Octavio, tanto que di un salto cuando Karim se puso de pie y alzó su copa de vino justo antes de llegar al postre, un gesto que no impresionó a nadie sólo a mi. En ese momento pensé que había algo que yo no sabía pero que el resto estaba muy bien enterado, el silencio era sepulcral, todos estaban expectantes a lo que iba a decir Karim:

-Antes que todo quiero agradecer a la señora Nassiha por esta exquisita comida que ha preparado y compartido con nosotros de manera tan amable.

Mi madre le dedicó una sonrisa cariñosa y hasta se paró a darle un abrazo, fue en ese momento en el que sentí realmente miedo. Karim continuó:

-Pero mi presencia esta noche aquí es por ti, Rosario.

-¿Por mi?-Pregunté temerosa.

-Si. Hay algo muy importante que necesito preguntarte hoy, aquí delante de todos tus seres queridos. Rosario ¿Quieres ser mi novia?

jueves, mayo 13, 2010

MEMORIAS

Capítulo XIII

Después de reír un rato nos calmamos y nos miramos por un momento. Cada vez que él me miraba yo sentía que me perdía en sus ojos pero de pronto algo hizo clic dentro de mí y me di cuenta de que realmente era algo imposible e incorrecto, todo sonaba muy lindo hasta que llegaba a la parte en la que Octavio era un hombre comprometido, así que con una serenidad sorprendente decidí rechazarlo:

-Hablando en serio, Octavio. Ambos sabemos que esto es un capricho suyo y que aunque fuera verdad no hay posibilidades de que resulte.

-¿Por qué? Aún no me he casado y puedo romper el compromiso. Rosario, yo la quiero y yo sé que usted también siente algo por mí…Lo he visto en sus ojos.

-Yo no seré la causante de que deje a Esperanza plantada. Debe olvidarse de mí, por ella y porque yo he decidido aceptar ser la novia de Karim.-Mentí.

-¡Eso es algo que ha decidido en este momento! ¡Hace un rato no le decía lo mismo a su madre!-Gritó enfurecido.

-¡No levante la voz! Ya le dije lo que pienso, es mejor que se vaya y se olvide del supuesto enamoramiento que siente por mí.-Dije segura mientras le daba la espalda.

Octavio salió de la joyería sin decir una palabra y yo me quedé ahí con una sensación de vacío afirmando que mis sentimientos por él realmente eran poderosos, en ese momento sólo pensaba en lo injusto que era toda esa situación y en la rabia que sentía conmigo misma por haber empezado a enamorarme de él, algo que jamás podría ser porque siempre todo estaría en nuestra contra y fuera de nuestras manos. Sin embargo sería algo que no olvidaría jamás porque las mariposas en el estómago que me invadieron cuando me declaró su amor no las volví a sentir con nadie más.

Pasaron unos días y mi madre decidió organizar una comida a la que curiosamente invitó a Karim. No entendía el afán de realizar esa cena ya que no había nada que celebrar, sólo sabía que era importante porque incluso había invitado a Blanca.

Recuerdo que estuvimos toda una tarde metidas en la cocina preparando sólo comida árabe, mi mamá ni si quiera quiso comprar el postre. Cuando estuvo todo listo me mandó a la ducha mientras ella planchaba uno de mis vestidos más lindos y escogía los zapatos adecuados, al salir del baño ya estaba todo listo sobre mi cama. Me vestí mientras mi madre increíblemente también se arreglaba de lo más elegante para la ocasión, todo me parecía extremadamente raro pero con tal de que no me molestara yo sólo obedecía. Dieron las ocho en punto y mi madre entró a mi habitación, resplandecía y yo estaba sorprendida y desconcertada porque ella nunca se esmeraba tanto en verse bien. Me miró y sonriendo me dijo:

-¿Qué te parece hija? ¿Cómo me veo?

-Se ve preciosa, mamá. Realmente hace muchos años que no la veía así de bien. ¡Se ve radiante!

-¡Muchas gracias! ¡Hija, se vestido te queda estupendamente! Sólo falta que te peinemos y te maquillemos de manera sutil, ya sabes que no me gusta que parezcas payaso.-Dijo mi madre con inusual alegría.

-Mamá puedo preguntar ¿a que se debe tanta elegancia?

-Rosario, tú concéntrate en verte hermosa y lo demás ya lo sabrás en su momento.

¡Todo era tan extraño! Ahora me da risa pensar lo ingenua que fui en esos momentos al no sospechar nada de lo que estaba pasando, aunque realmente después de lo que estaba viviendo con Octavio en mi cabeza no cabía nada más.

Cuando bajamos al comedor mis hermanos también se veían bastante arreglados pero eso me parecía más normal pues mi mamá siempre se preocupó de que anduvieran bien vestidos a diario. Me ofrecí a poner la mesa pero había llegado demasiado tarde, mi mamá ya lo había hecho. Había sacado la porcelana más fina y sus copas de cristal más queridas, unas que sólo usaba para los momentos especiales de la vida. Realmente la mesa estaba preciosa, hasta me robó unos cuantos tulipanes para adornarla.

Me sentía demasiado ansiosa, el tiempo no pasaba nunca y Karim estaba citado a las ocho y media, me quedaba media hora de espera sin saber que hacer ya que ni si quiera había llegado Blanca. Afortunadamente la puntualidad de Karim era una de sus mejores virtudes así que exactamente a la hora acordada estaba entrando a la casa con un ramo de tulipanes amarillos y con una sonrisa de oreja a oreja. Me quedé inmóvil y perpleja, tanto así que de mi boca sólo pudo salir una palabra:

-¿Tú?


martes, mayo 11, 2010

MEMORIAS

Capítulo XII

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y por un momento sentí que me caía. ¿Con qué derecho ese hombre se presentaba ante mí declarándome su amor? ¿Cómo era posible? ¿En que momento había pasado? Eran muchas preguntas y yo estaba cada vez más tensa, Octavio sólo me observaba hasta que desesperado decidió acercarse hasta donde yo estaba.

-¡Quédese donde está señor Martínez! No piense que me voy a tragar su broma, simplemente no le resultó.-Dije con decisión.

-¿Broma? ¡Nunca había hablado tan en serio, Rosario!

-¿Por qué lo hace? ¿¡Cómo puede pensar que voy a creerle algo así!? A penas nos hemos visto un par de veces y siempre hemos discutido. Deberíamos odiarnos.

-Deberíamos…pero nos queremos.-Contestó mientras sonreía tiernamente.

-¡De ninguna manera! ¡Yo no lo quiero! O si, lo quiero…pero lo quiero lo más lejos posible de mí. ¡Váyase a molestar a otro lado!-Grité.

Octavio no hacía más que mirarme, realmente esperaba que me lanzara a sus brazos como siempre estaba acostumbrado pero para mí en esos momentos nada estaba claro, sólo sabía que no podía ser, ni si quiera me puse a pensar en que sentía por él. Sólo recuerdo que dolía.

-¿Por qué lo niega, Rosario? Yo se que usted me quiere, siento una conexión enorme cada vez que estamos juntos. Eso no puede no significar nada.-Dijo Octavio con toda la calma que a mi me faltaba.

-¡No se de qué conexión me habla! Si en su delirio se cree algún tipo de cable es problema suyo, yo no siento nada. Pero aún así y para tratar de comprobar que yo estoy en lo cierto y usted miente respóndame algo: ¿En qué momento supuestamente se enamoró de mí?-Dije tratando de mostrarme fuerte y segura aunque por dentro mi confusión e inseguridad reinaban.

Se acercó un poco titubeante y se paró a mi lado, me observaba de una manera tan especial, era algo tan suyo que nunca nadie me miró así otra vez. Me tomó una mano y la acarició unos momentos, una ola de calor me invadió y se sentía tan bien estar así que no hice nada por zafarme. Sin soltarme decidió hablar:

-La verdad es que no sé cómo pasó. Es algo tan extraño y absurdo, no tiene explicación. No tiene ni pies ni cabeza. Te quiero sólo por ser como eres, tan distinta a cualquier mujer que he conocido.

Eso me irritó inmediatamente, le gustaba sólo por ser “novedosa” dentro de sus círculo de mujeres pero a la vez me conmovió verlo parado frente a mí diciéndome esas cosas.

-No puede ser, usted se va a casar y esto es una tontera. Lo que pasa es que cómo yo no caí rendida a sus encantos se le hizo un desafío conquistarme pero no crea que con estas palabras logró algo. Al contrario, sólo ha hecho que me siga desilusionando de usted y de todos los hombres.

-No es esa mi intención. Le juro que es verdad todo lo que he dicho, yo la quiero. Pienso en usted noche y día, en esa sonrisa que sale de repente pero lo ilumina todo, en sus ojos color verde que me encandilan y a los que soy adicto.

-¿Este es el versito barato que usa con todas? Claro…el color de los ojos cambia ¿no?-Dije con amargura. ¿Qué me pasaba? ¡Yo odiaba a ese hombre! ¿O no?

-No pretendo que me creas de la noche a la mañana, pero te lo demostraré. Tal vez este es mi castigo por haber sido tan mujeriego.

-Bien bonito ¿o sea que enamorarse de mi es un castigo?

Octavio se puso a reír a carcajadas a tal punto que consiguió contagiarme, cuando nos relajamos todo pareció más fácil. Era una sensación tan exquisita estar así con él, el abismo de intolerancia y rencor que nos separaba siempre había desaparecido y en ese momento todo me parecía perfecto. ¡Qué sonrisa más fascinante! Aún recuerdo la influencia que tenía sobre mí, era algo inexplicable.

MEMORIAS

Capítulo XI

Mi madre estaba parada en la puerta del negocio echando chispas por los ojos y prácticamente espuma por la boca, lo peor es que no estaba sola, Octavio la acompañaba. Se acercó a paso veloz a donde estábamos y de un solo tirón me separó de Marcelino mientras su acompañante miraba, según mi percepción, desilusionado y desconcertado por la situación.

-¡Mamá por favor! ¿Qué le pasa?

-¡Y me lo preguntas! Llego aquí y te encuentro abrazada a un hombre. Estás sola Rosario ¿cómo se te ocurre hacer semejante estupidez? Sobre todo ahora que tienes novio…

-¿Novio?-Interrumpí confundida.

-¿Novio?- Preguntó Octavio mientras fruncía el ceño, aunque nadie le dio mucha importancia a su intervención.

Mi mamá me soltó y me arregló la ropa que con la brusquedad del tironeo se había desordenado y se dispuso a hablar.

-Así es, mi hija es una mujer casi comprometida ¿Verdad?

-¡No! ¿De dónde ha sacado que Karim y yo somos novios?

Antes de que mi madre pudiera responder Marcelino tomó la palabra sin darle mucha importancia a la situación:

-Bueno días, señora Nassiha. Quisiera desde ya disculparme por el impulso de abrazar a su hija, sólo nos dejamos llevar por la emoción de reencontrarnos.

-Mire joven, yo hace tiempo le dije a mi hija que no quería que lo frecuentara. A mi me importa muy poco que haya vuelto y no crea que porque pasó el tiempo mi opinión ha cambiado.

-Supuse que no, señora. Pero bueno, espero que algún día se de cuenta de que no soy mal tipo. Mejor me voy. Adiós, Rosario. Nos vemos pronto.

-Adiós, no tengas duda que nos volveremos a ver. Cuando puedas pasa por aquí.

Mi madre iba a intervenir pero de pronto me miró a los ojos y prefirió callar, supongo que por no hacer un escándalo delante de Octavio. Una vez que Marcelino se fue comenzó a hablar rápidamente:

-Escúchame bien Rosario, tú no volverás a ver a ese joven y es mi última palabra. No intentes discutir porque será en vano, ahora mejor atiende al señor Martínez que supongo está apurado. Me voy a terminar las cosas en la casa. Adiós, Octavio. Saludos a su novia.-Dijo mientras se marchaba olvidando mencionar por completo el asunto que la había llevado hasta el negocio.

Octavio se despidió de mi madre con cierta distracción y una vez que se fue me miró fijamente. De pronto me puse nerviosa al saberme a solas con él, se me aceleró el pulso y para disimular tomé el plumero y empecé a limpiar las vitrinas esperando que hablara pero sólo me observó en silencio por largo rato. Se me hizo tan insoportable que no apartara la vista de mí que decidí romper el silencio:

-¿Qué se le ofrece señor Martínez? Supongo que no vino hasta aquí a mirarme, para eso tiene su futura esposa.

-¿Desde cuándo tiene novio?- Preguntó con seriedad.

Era tan rara su pregunta como mis ganas de contestarle que era verdad, pero lo pensé mejor y concluí que era realmente una tontería. No le iba a dar en el gusto por lo que busqué un modo de safar de su pregunta:

-Eso no es asunto suyo, así como no era asunto mío desenmascararlo delante de su novia. Aunque ganas no me faltaban.

-¡Por favor, respóndame!-Suplicó.

-No. Y si es a eso a lo que venía le pido que se vaya de una vez. Pero antes quiero saber ¿por qué está tan interesado en mi respuesta?

-Simplemente porque la quiero.

viernes, mayo 07, 2010

MEMORIAS

Capítulo X

Marcelino Huidobro era un antiguo pretendiente, al que por su puesto mi mamá espantó, él único amigo que tuve cuando era adolescente y él que me dio mi primer beso. Era un hombre realmente encantador, honesto y muy inteligente, pero la gente no veía eso precisamente, el hecho de ser hijo de una madre soltera cuyo negocio era un burdel, el más conocido de Valle de Luna, le pesaba. Todo el pueblo lo despreciaba a él y a su madre.

Aún recuerdo las palabras de mi mamá cuando le mencioné que Marcelino me gustaba: “¡Estás loca, Rosario! ¡Jamás permitiré que te enredes con un huacho que más encima es hijo de la puta más conocida de la región! ¿Quieres que nos señalen con el dedo?” Con esas palabras me di cuenta de que era mejor dejar todo hasta ahí, pero eso no quitó los buenos momentos que pasé con Marcelino. A los quince años a uno poco le importa lo que digan los padres y yo no fui la excepción.

Aunque los encuentros con Marcelino casi siempre fueron pura casualidad hubo una vez en la que salí a escondidas sólo para verlo, de verdad me gustaba estar con él, me hacía reír en todo momento y el tiempo se me pasaba volando. Recibí unas buenas cachetadas por mi desobediencia y estuve encerrada tantos meses que él se fue a estudiar afuera y yo ni supe.

Abracé a Marcelino fuertemente casi cortándole la respiración, él me correspondió y me sentí feliz por eso. A pesar del tiempo yo sabía que seguíamos siendo amigos.

-¡Que excelente recibimiento! ¡Mira lo bella que estas!-Dijo mientras me besaba la frente.

-Aún no puedo creer que estés aquí. No tienes idea de lo mucho que te he echado de menos.

-¿Hasta ahora? Si han pasado varios años ¿cómo es posible?

-Tengo muy buenos recuerdos de nuestros momentos juntos, eras el único amigo que tenía.

-Sabes que yo quería ser algo más…Es una lástima que tu mamá se opusiera tan firmemente.-Dijo sonriendo.

-Pero eso ya pasó y ahora podemos seguir siendo amigos ¿o no?

-¿Tengo la posibilidad de ser algo más?

Nos miramos por un rato y finalmente nos pusimos a reír, sabía que hablaba en serio pero la tensión del momento nos puso nerviosos a los dos. No sabía exactamente que me pasaba con él, quizás lo había idealizado mucho en el tiempo que estuvo afuera y por eso me temblaban las rodillas, más aún cuando pensé que él podía ser mi admirador secreto.

-Cuéntame ¿cuándo llegaste? ¿A dónde te fuiste? ¿Qué ha sido de ti estos años?

-¡Tantas preguntas! Veo que lo curiosa no se te ha quitado para nada. Bueno, me fui a terminar mis estudios a Santiago, soy todo un Contador. –Contestó con una sonrisa de oreja a oreja.-Llegué anoche y a la única que quería ver era a ti, después de mi madre, claro. No tengo muy buenos recuerdos te este lugar.

-Te entiendo, pero ya sabes que “a palabras necias oídos sordos” Me alegra mucho que te hayas acordado de mí y también lamento mucho no haberme podido despedir. Te juro que no sabía nada, nunca pensé que te irías.

-Lo sé, fue una decisión repentina de mi madre. Al parecer creyó que no me hacía bien los comentarios de la gente y creo que me hizo un favor. Y también supe del castigo que te puso tu mamá, así que está completamente disculpada.

Conversamos largo rato, Marcelino seguía siendo el mismo de siempre y su simpleza me hacía sentir como en nuestros tiempos de adolescencia. A pesar de los años nada había cambiado entre nosotros, la amistad seguía intacta pero eso no quitaba la gran pregunta de mi cabeza: ¿Sería él quien me enviaba los tulipanes? Claro, él venía llegando pero en ese momento no significó un obstáculo para mí porque sabía que conocía a todos en el pueblo y perfectamente podía haberse aliado con alguien para que lo ayudara mientras regresaba. Todo me calzaba muy bien.

Se nos pasó tan rápido la mañana que ni si quiera nos dimos cuenta de que ya era la hora del almuerzo y que yo debía cerrar para ir a mi casa. Marcelino se despidió prometiendo volver pronto a visitarme y exigiendo una salida nocturna aunque eso significara volver a escaparme de mi casa como aquella vez, cosa que a mi me pareció una excelente idea. Eso de volver a practicar una fuga era bastante entretenido.

Mi viejo amigo se acercó con la misma confianza de siempre para despedirse, nos abrazamos nuevamente felices por el reencuentro hasta que un grito agudo y furibundo nos alejó de tan dulce momento.

jueves, mayo 06, 2010

MEMORIAS

Capítulo IX

Pasó un mes. Las salidas con Karim se hicieron habituales y mi madre no daba más de alegría, pero igual de frecuente (y eso era lo que realmente ocupaba mi mente) eran los ramos de tulipanes que aparecían cada día sin firma y con el paso de los días sin mensajes. La ausencia de notas hacía la situación aún más intrigante, tenía la sensación de que por medio de las palabras, por simples que fueran, podría conocer mejor al galán que me rondaba.

Mi madre criticaba la emoción que sentía cada vez que recibía las delicadas flores, decía que era absurdo que me gustara recibir regalos de un extraño que probablemente jugaba conmigo ya que si su interés era real hubiera dado la cara desde un comienzo. Aunque en realidad lo que le molestaba a mi mamá era que no estuviera poniendo ni un poco de mi parte por formalizar con las cosas con Karim, además de espantarlo con mis comentarios negativos sobre los hombres y el matrimonio.

Un día conversando con Blanca decidí contarle sobre mi admirador secreto.

-¡Qué increíble, Rosario! ¿Quién será? ¡Es como en las novelas!-Dijo riendo.

-¡Ay! De verdad que no tengo la menor idea de quién puede ser. Pero en algo le encuentro razón a mi madre…es un cobarde.

-Perdóname amiga, pero resulta que el carácter de tu madre es bastante difícil y exigente. Creo que eso basta para que cualquiera tenga miedo de presentarse formalmente.

-Bueno, eso es algo que no puedo controlar. Lo peor es que ha logrado que me entre la curiosidad. Quiero saber quien es.-Dije decidida.

-¿Rosario? ¡No!-Blanca grito de manera casi despiadada.

-¿No qué?

-¡Te enamoraste!-Sentenció con seguridad.

Sentí un escalofrío y callé por unos momentos. Blanca me miraba y yo me concentraba en la sonrisa que se dibujaba en su rostro. Dudosa me dispuse a hablar:

-Para nada. ¿Qué cosa tienes en la cabeza? ¿Cómo me voy a enamorar de alguien que no conozco?

-¡Fácil! El misterio siempre es atractivo. Aún así, creo que tu mamá tiene razón. Deberías olvidarte de “el galán misterioso” y concentrarte en Karim. Es un excelente partido.

-¿Tú también? Blanca, no quiero casarme aún. Estoy cansada con la presión de mi madre sobre ese tema, no te hagas parte de esa estupidez, por favor.-Contesté con cansancio mientras pensaba en que no sabía bien qué me pasaba con el admirador secreto. No podía afirmar si era amor o no pero de algo estaba completamente segura: no me era nada de indiferente. Blanca tenía razón, el misterio lo hacía atractivo.

Pasaron los días, Amir y mi madre decidieron que retomara mi trabajo en la joyería porque mi hermano debía ausentarse cada vez más debido a su trabajo en la política. Me sentía mucho más tranquila trabajando porque al menos mantenía alejada a mi madre y a sus desagradables comentarios acerca de mi relación con Karim. El paso del tiempo ya la tenía bastante cansada al no ver frutos, por lo que cada día me daba un sermón diciéndome que iba a perder al mejor hombre del pueblo por puro capricho.

Recuerdo el miedo que sentía respecto al tema de casarme y lo que más me asustaba era que Karim se pronunciaba a menudo de manera indirecta diciendo que él quería casarse joven, pero afortunadamente yo tenía a mi favor su timidez y por eso nunca se había declarado. Gracias a eso pude hacerme la desentendida libremente y sin sentir culpa.

Los ramos de tulipanes seguían llegando y mi habitación estaba repleta de ellos, mi madre se quejaba de que mi dormitorio parecía más una selva que cualquier otra cosa. Me encantaba ver su cara cada mañana cuando recibía los tulipanes, le molestaba tanto que otro hombre se estuviera interponiendo entre Karim y yo que hasta llegó a regañar a los pobres mensajeros que los llevaban. Por su puesto le mandó una gran cantidad de mensajes vía oral a mi admirador secreto, los mensajeros tenían miedo de llegar cada mañana por las reacciones de mi madre.

Por mi parte yo sólo estaba pendiente de obtener algún indicio, alguna pista que me dijera quien era el hombre que se daba el trabajo de mandarme flores cada día y me preguntaba cuando daría la cara, aunque no sabía bien que haría cuando lo supiera. Si bien fantasear era algo que me encantaba sabía que fuera quien fuera no sería nada fácil llegar a algún tipo de relación porque claramente mi madre se opondría. Le di tantas vueltas sin tener ningún resultado que en un momento llegué a pensar que nunca conocería a ese hombre misterioso, hasta que un día se presentó en la joyería un posible candidato.

-Buenos días, Rosario.

-¡No lo puedo creer! ¡Marcelino Huidobro! ¿Cómo estás?-Saludé efusivamente a mi visitante con un abrazo.