sábado, marzo 31, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo X

Seguí caminando y traté de hacer oídos sordos a ese comentario tan estúpido. Entré a mi casa y me sentí ahogada, necesitaba expresar todo lo que sentía, empezando por Bruno. No se lo iba a contar a mi mamá o a mis hermanos, así que me acordé de que para la navidad me habían regalado un diario de vida que pensé que nunca iba a usar, pero me equivoqué. Fui a buscarlo, me senté en mi cama, lo abrí y empecé a escribir como loca, las palabras salían solas y todas eran dedicadas a “ojitos claros”, eran líneas y líneas de puro amor, escritas para él pensando en que algún día las leería. Ya sé que suena a romanticismo barato y de teleserie, pero era lo que sentía en ese momento. Cuando estaba de lo más inspirada entra mi hermana y le grita a mi mamá que iba pasando por ahí:

-¡Mira mamá! ¡Ofelia esta escribiendo su diario!

-¡Ya cállate! ¡Déjame en paz!-Le grité

-¡Ay! ¡Hija, que eres exagerada! ¿Qué tanto puedes escribir ahí? Te apuesto que estas escribiendo que te gusta Bruno.-Dijo mi mamá riendo.

Sentí que iba a estallar, me puse nerviosa y no sabía que decir. Esto me superaba, primero Carolina me había descubierto y ahora me enteraba de que mi mamá también lo sabía. Si mi intención era ocultar mi amor por Bruno, era una pésima actriz.

-¿¡Te gusta Bruno!? –Preguntó mi hermana con los ojos bien abiertos.

-¡No, no me gusta! Ahora ¿me pueden dejar tranquila?-Contesté enfurecida.

Me paré, di un portazo y cerré con llave. Termine de escribir sin dejar de pensar en que mi mamá me había descubierto y me quedé pensando por largo rato en cómo el amor puede ser tan notorio.

Las semanas se hacían muy cortas y los meses volaban, en el colegio iba todo perfecto y tenía una buena relación con Andrea que me había acogido muy bien. Ella confiaba mucho en mí, me contaba todo y yo le contaba cosas, pero nada relacionado con el tema amoroso, a diferencia de ella. Por ese tiempo sus ojos estaban puesto en un compañero que entró al colegio un poco después que yo, realmente ambos se gustaban pero ninguno se atrevía a reconocerlo primero. Cómo los dos estaban conscientes de que se gustaban y yo ya estaba harta de ver a Andrea suspirar sin hacer nada me entró el complejo de celestina y decidí meter mano. Yo creo que el no atreverme a decirle a Bruno lo que sentía fue lo que detonó que desarrollara esta faceta de cupido. Un día en clases le dije a Simón que quería hablarle de Andrea, tratando de hacer la reunión secreta le dije que lo iba a esperar en el primer recreo atrás de las salas, en un “patio” al que nadie iba. A penas sonó el timbre me fui a esperar a Simón, él no se demoró mucho en llegar, así que fui directo al grano:

-Si te gusta Andrea ¿por qué no se lo dices?

-Y ¿por qué no viene ella decirme que yo le gusto?-Me dijo algo irritado.

-Porque tiene miedo de ser rechazada, además que tú tienes tu fama de ser un mujeriego y que te gusta prácticamente medio colegio.

-Si pero…-Se quedó callado.

No pudo seguir porque no tenía fundamentos. Se quedó pensando en que decirme pero finalmente no dijo nada porque cuando estaba a punto de abrir la boca se sintieron un montón de voces que gritaban: “¡Son pololos!” Todo el curso estaba mirando desde una de las entradas del patio, no se cómo se enteraron pero llegaron ahí. Aunque explicáramos todo sería inútil, mis compañeros no se iban a convencer fácilmente de que yo no era la interesada en Simón y por otro lado, pensé, yo no tenía que explicarle nada a nadie. Decidí no hacer caso a las burlas, miré a Simón y le dije:

-Mejor díselo pronto. No se te vaya a adelantar alguien y pierdas la oportunidad de estar con quien quieres. Tienes la suerte de ser correspondido, así que arriésgate para que ella confíe en ti y sepa que quieres estar con ella, y con nadie más.

Me fui a la sala pensando en que debí haber aplicado lo mismo que le dije a Simón, así talvez habría podido estar con Bruno aunque fuera por poco tiempo, en el caso de que él me hubiera querido, claro. Cuando me senté en la mesa al lado de Andrea, noté que estaba extraña. Era una mezcla de ira y decepción, la forma en la que tiraba los cuadernos sobre el escritorio me lo hizo saber, yo no entendía en que momento había cambiado su humor. Quise saber lo que le pasaba, así que le pregunté:

-Andrea ¿Qué te pasa?

-¿Y todavía tienes cara para preguntarme?-Gritó. Lo hizo tan fuerte que todo el curso nos miró.

-No entiendo nada ¿Qué te hice? Si ni te vi en el recreo.-Dije confundida.

-¡No, no me viste! ¿¡Cómo me ibas a ver si te fuiste a besuquear con Simón en el patio de atrás!? ¡Ya sé que él te gusta!

viernes, marzo 30, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo IX

El auto se alejó de la casa y aunque derramé algunas lágrimas nadie lo notó. Tenía pena por no haberme despedido de Bruno ni de Matilda, tenía rabia porque ninguno de ellos hizo algo por ir a despedirse, sentí rencor con mis padres por hacerme pasar por eso tantas veces y me angustié al pensar que volvería a pasar por lo mismo. Fue en ese momento en el que decidí ni si quiera tratar de mantener contacto con Matilda, era mi amiga pero al parecer se le había olvidado antes de que yo me fuera, también opté por empezar a no darle tanta importancia a las amistades, no me negaba a tenerlas como al principio pero tampoco sería algo fundamental en mi vida. Pero con el tiempo siempre recibí una lección.

Fuimos a la casa de mis abuelos, estuvimos lo que restó de la tarde y luego partimos hacia el terminal. Nos embarcamos como a las diez de la noche y llegamos a las seis de la mañana a Coquimbo. Cuando llegamos a la casa estaba oscuro aún (al parecer era como una tradición), era grande pero estaba descuidada. Todo el ante- jardín era una selva, el pasto estaba tan largo que parecía una jungla, entramos y en la casa no había nada, era muy temprano para salir a comprar así que nos acostamos los cinco juntos en el suelo, igual que una manada, nos cubrimos con las chaquetas y nos quedamos dormidos. Horas más tarde la nueva casa estaba completamente armada.

Pasaron los meses de verano muy rápido, la playa estaba cerca así que esa era mi mayor entretención, pero aún así no me podía olvidar de Bruno. Su mirada seguía clavada en mi cabeza y en mi corazón.

Pronto entré al colegio, las primeras semanas fueron un fastidio, me daba lo mismo hablar con alguien y me iba sola en los recreos, pero eso no le parecía a mucha gente, el director se empeñaba en presentarme compañeras para que me juntara con ellas. Finalmente cedí y entablé amistad con Andrea, era muy tierna y muy matea, nos complementábamos muy bien. Ella andaba en toda la onda de pololear, andar con niños y yo no, extraña e inconscientemente no le daba importancia a esas cosas, yo amaba a Bruno y es verdad que sólo éramos amigos, pero aún así prefería esperar a que se me pasara el amor para mas adelante darme otra oportunidad. Parece que esto de la indiferencia atrae más a los hombres, mientras más uno les hace el quite mas se cruzan en tu camino. Cada vez que pasaba por afuera del almacén que estaba a la vuelta de mi casa el hijo de la dueña que atendía la tienda estaba ahí, mirando. No crean que me perseguía ni nada, en ese momento no le di importancia, hasta que un día que llegué a la casa después del colegio y mi mamá me mandó a comprar azúcar. Llegué al negocio y estaba este niño con un amigo, entré y pregunté:

-¿Tienes azúcar?

-¿Azúcar? Este…-Dijo mirando al amigo.

De pronto el amigo se acercó a una radio que tenían y puso una canción romántica, luego tosió, le hizo un gesto al que vendía y se fue. Mi desconcierto era absoluto, no tenía idea de lo que estaba pasando pero no me gustaba, así que decidí apurar la cosa para que el atento vendedor no sacara unas velas y me pidiera bailar la canción cursi.

-Bueno ¿tienes azúcar o no? Quiero medio kilo.-Dije alterada.

-Si, en seguida te la doy.

Se movió velozmente, pesó el azúcar y al momento de cerrar la bolsa…

-¿Me puedes ayudar a cerrarla?

En ese momento pensé que el tipo era un verdadero inútil, no sabía si tenía azúcar, era lento, ni si quiera podía cerrar la bolsa, ¿Qué venía ahora, no sabía el precio? A punto de irme a otro lado donde me atendiera alguien competente decidí no ser tan tajante y le ayudé a cerrar la bolsa. Mientras cerraba la bolsa rozó mi mano que sostenía uno de los extremos de ésta, me quedó mirando y me sonrió, pero esa sonrisa le duró hasta que vio la expresión de ira en mi cara. Terminó de inmediato de envolver el azúcar y me cobró. Salí echando rayos, en ese momento había entendido que el tipo se estaba luciendo y eso no me gustó nada. ¿Qué se creía ese tipo? ¿Qué poniendo una música romántica y tocándome la mano me iba a conquistar? Es verdad que Bruno nunca había echo nada de eso, obvio, si yo no le gustaba, pero creo que por eso me enamoró, por su sencillez y su falta de interés. Como toda mujer me entregué al lado masoquista del amor. Nunca mas volví a comprar en ese negocio, tampoco volví a ver a ese niño.

Cuando iba llegando a mi casa había unas señoras sentadas afuera de la casa de una de ellas, cuando pasé justo en frente de ambas una gritó:

-¡Hola! ¿Qué edad tienes?

No le tomé importancia a esa pregunta tan común y le contesté:

-Quince años.

Seguí caminando mientras pensaba en por qué esa desconocida me había preguntado mi edad, pero mi duda fue aclarada antes de que yo misma la resolviera.

-¡Ésta niña está perfecta para Luis!

jueves, marzo 29, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo VIII

En ese momento dejé de respirar, estaba confundida no sabía que hacer, hasta que por fin me atreví y correspondí ese abrazo pensando en que esa sería la única oportunidad de mi vida. Fue el abrazo más cálido que he recibido, por un segundo me sentí en las nubes, estar así con él me hacía temblar entera, hasta que me percate de que Matilda nos miraba algo desconcertada. En ese mismo momento Bruno se dio cuenta de que habían pasado varios minutos y aún me abrazaba, miró a Matilda, me soltó rápidamente y dijo:

-Tengo que ir a ver a Valeria. Nos vemos mas tarde.

Se fue caminando rápidamente, observé como se iba y aún cuando desapareció seguía mirando el vacío, se me apretó el pecho y tuve la sensación de que nunca mas volvería a verlo. No sé cuanto tiempo pasó mientras miraba el camino por el cual Bruno se había ido, pensaba en todo lo que él me hacía sentir, pero fui interrumpida por Matilda que me miraba y miraba el camino vacío igual que yo.

-¿Por qué miras por donde se fue Bruno? Si no te conociera, diría que te gusta.-Dijo burlona y se puso a reír.

Yo la miré y le sonreí, no quise decir nada. Sabía que Matilda no tenía ni la menor sospecha de que me gustaba Bruno. Después pensé ¿Qué pasaría si le dijera que amaba a su hermano? Ya no tenía nada que perder, pronto desaparecería de sus vidas y no tendría que pasar ninguna humillación ni decepción. Había llegado el momento de confesarle a Matilda lo que sentía por Bruno, sabía que ella lo entendería y si yo le pedía que fuera un secreto (por cosa de orgullo) así lo haría. Estaba decidida, se lo iba a decir.

-Matilda, hay algo que he guardado en secreto todo este tiempo y antes de irme lo quiero compartir contigo.

-¿En serio? ¿Qué es?-Me preguntó y sus ojos brillaban con complicidad.

-Si. Bueno lo que pasa es que a mi me gusta…

Fui interrumpida por un grito. La mamá de Matilda la estaba llamando para que la fuera a ayudar en algo de la casa. En ese instante me acobardé, me creí loca por querer confesarle mi secreto a Matilda, no lo podía hacer.

-Ya pues Ofelia, dime de una vez que ya me tengo que ir.-Se impacientó Matilda.

-Me gusta Ricky Martin.-Traté de salvarme con lo primero que se me ocurrió.

-¿Eso era? ¡Que fome! Pensé que me ibas a contar que por fin te gustaba un niño. Ya me tengo que ir, nos vemos después.

Matilda entró a su casa decepcionada, pero yo sentí un gran alivio al haberme arrepentido de contarle mis sentimientos hacia a Bruno. Me quedé afuera un rato pensando en lo poco que quedaba para irme, lo único que quería era llorar pero me contuve, me di valor y entré a mi casa ocultando toda la amargura que sentía.

Las dos semanas se fueron como un soplido, no me di ni cuenta cuando estaba arreglando las últimas cosas que quedaban por embalar. El camión de la mudanza llegaría en cualquier momento, después de cargar todo teníamos que ir a despedirnos de mis abuelos y luego al terminal. Mientras esperábamos el camión yo subí a mi pieza que ya estaba vacía, me senté en un rincón y pensé: “Hace sólo algunos meses estábamos instalando todo y ahora…ahora otra vez tendré que empezar de nuevo.” En ese momento hubiera roto algo, claro, si no hubiera estado la habitación vacía habría sido posible. No me quise seguir torturando así que bajé y salí a la calle para ver si me encontraba con alguno de mis “amigos” para despedirme. Cuando me senté en uno de los bancos de la plaza, sentí que alguien corría, tenía la esperanza de que fueran Matilda o Bruno, pero no, era Carolina. Se acercó, se sentó junto a mí y me dijo:

-Me vine a despedir.

-Muchas gracias Carola, fue un placer conocerte.-Contesté mientras miraba hacia la casa de Matilda.

-Si, sé que no tratamos mucho pero…-Carolina se percató de que yo no despegaba la vista de ahí y continúo diciendo-¿Te gusta cierto?

De un momento a otro me sudaban las manos y sentía mi rostro arder, pienso que en ese momento mi cara era de color morado, no me salían las palabras. ¿Cómo se había dado cuenta la Carolina y no la Matilda? Me demoré un poco pero logré contestar tratando de parecer desentendida:

-¿Quién?

-Bruno pues, te gusta Bruno.-Afirmó.

-¡No! ¿De dónde sacaste eso?

-¡Ay Ofelia! No soy tonta. Te he observado, la forma en que lo miras lo dice todo.-Me dijo sonriendo.

-Bruno es sólo mi amigo.-Dije amargamente.

-Está bien, si no me quieres contar no me digas nada. Pero yo sé que a ti te gusta Bruno. No te preocupes, no diré nada.

No alcancé a decirle nada porque mi hermana me estaba gritando desde la casa, ya era hora de irme. No me había despedido de Matilda ni de Bruno, no me resignaba a irme sin verlos por última vez. Pero ya no pude dilatar más mi situación, me demoré tanto que llegó mi mamá a buscarme y no iba de buenas ganas. Me despedí de Carolina y camine apresuradamente hasta el auto que me llevaría a casa de mis abuelos, miré por última vez hacia la casa de Bruno, parecía que no había nadie, perdí la esperanza de ver esos ojos que me conquistaron antes de irme, me subí al auto y lloré. Nunca más lo volvería a ver, o eso pensé.

miércoles, marzo 28, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo VII

Hubo un largo silencio tras ese anuncio. Una angustia me invadió por completo, no podía creer lo que estaba escuchando, esa frase pasaba por mis oídos por centésima vez. Miré hacia arriba para contener las lágrimas y pregunté:

-¿Cuándo nos vamos?

-A más tardar en dos semanas. Tenemos que llegar a buscarles colegios antes de que se termine el año.-Dijo mi mamá mirándome como si captara que la noticia no me gustaba nada.

-Pero si falta para terminar el año ¿cómo nos vamos a ir tan luego?-Dije tratando de que ese plazo para irnos se hiciera mas largo.

-Ya hablé con la directora y dijo que con esas notas les podían cerrar el año. Sé que es difícil pasar por esto otra vez pero…-Mi mamá fue interrumpida por mi papá.

-Pero son cosas que hay que hacer, es por su bien y aunque no les guste tendrán que hacerlo igual.

Siempre me ha molestado el autoritarismo de mi padre, pero en ese tiempo no hacía nada por contradecirlo y esa vez no fue la excepción. Solamente sabía que aunque alegara y dijera cualquier cosa nada cambiaría su decisión, aunque él me dijera que era por mi bien eso me causaba mas daño que bienestar.

-Sé que esto ya parece un chiste tanto cambio, pero yo trato de hacer lo posible para que estén bien. No lo hago con mala intención.-Dijo en un tono más suave.

Después de que terminaron de darme los detalles de nuestro nuevo traslado subí a acostarme y me tapé hasta arriba. No dejaba de pensar en que otra vez tendría que dejar a mis amigos, una casa a la que me había acostumbrado, toda una vida, y Bruno ¿Qué pasaría con él? Después me consolé con que sería más fácil olvidarlo estando lejos, que era preferible eso para que se me pasará de una vez el enamoramiento.

Al otro día me junté por la tarde en la plaza con Matilda, por ella me enteré que había visto a mi primo Tomás tomado de la mano con Carolina. En ese mismo momento venía mi primo a dejarle unas cosas a mi mamá, lo llamé y lo interrogué de inmediato:

-¡Así que con la Carolina! ¡No me habías contado nada!

-Se saben rápido las cosas por aquí.-Dijo mirando fijamente a Matilda.-Si primita, ando con Carolina. No te quise decir antes porque acaba de ser oficial, vengo de estar con ella. Cuando Matilda nos vio estábamos conversando sobre el tema.

-Disculpa Tomás, no era mi intención pero es que es emocionante que pololees con la Carolina, no me pude aguantar de contarle a Ofelia.-Se excusó Matilda.

-No si ya me di cuenta, no importa igual se iba a enterar. La vieja fea de la mamá, alias “ente”, lo iba a divulgar. La Carolina le cuenta todo.

Después de decir esto Tomas entró a la casa y yo me quedé sola otra vez con Matilda. Había dudado en contarle que me iba a ir de ahí porque me hacía mal acordarme, pero necesitaba desahogar mi dolor.

-Matilda, me voy de la ciudad en dos semanas.-Dije sin rodeos

-¿Qué dijiste?

-Eso, que en menos de dos semanas me voy a vivir a Coquimbo.

-Pero ¿por qué? ¿Y el colegio?-Preguntó Matilda asombrada.

-Nos vamos porque mi papá consiguió un trabajo allá. En cuanto al colegio, ya tienen todo arreglado, nos cerraran el año a mi hermana y a mí con las notas que tenemos. Al final, no queda nada para que se termine el período escolar.

Matilda no dijo nada, solo me abrazó por un largo rato. Como siempre parecía estar leyendo mis pensamientos, lo que mas necesitaba era alguien que me ayudara a superar ese momento para entonces tan traumático. Estuvimos calladas por largo rato, ninguna de las dos quería comentar esa terrible noticia, hasta que llegó Bruno.

-¡Hola! ¿Por qué tienen esas caras tan largas?

-Bruno, la Ofelia se va a Coquimbo.-Dijo Matilda mirando el piso.

-¿Cómo? ¿Te vas de vacaciones?

-¡No tonto!-Gritó Matilda

-No Bruno, me voy a vivir allá.-Le aclaré.

-¿¡Qué!? ¡No! ¡Tú no te puedes ir!-Dijo alterado.

Después me miró fijamente, me tomó por los hombros y me abrazó fuertemente.

martes, marzo 27, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo VI


-¡Ofelia ya deja a Bruno en paz!-Gritó mi hermano-¡Quiero seguir jugando con él!

A nada mas que eso llegó el momento mágico. Bruno se echó para atrás igual que yo, tratamos de hacernos los tontos pero era una situación incómoda, bastante vergonzosa, mas para mi que para él, claro. Hubiera sido lindo pero simplemente no fue.

-Tengo que entrar después nos vemos-Le dije y me fui tratando de actuar normalmente.

Él me vio entrar y muy despacio le escuché pronunciar “adiós”, que en ese momento no significó nada, pero después me dio la impresión de que el lo sabía todo. Subí corriendo a mi pieza y me acosté en mi cama, deseaba haberlo besado, haberme atrevido a decirle que lo amaba. Pero con esa falta de experiencia en el plano amoroso y el orgullo tan pesado no podía resultar otra cosa que el silencio.

Llegó el lunes y yo seguía en las nubes después de ese “casi beso”, sólo pensaba en lo tonta que había sido al creer que eso podía llegar a pasar. Cuando caminábamos de vuelta a la casa con Matilda, me hizo un comentario que no me esperaba:

-No me gusta que Valeria sea la polola de mi hermano.

-¿Por qué?-Pregunté sorprendida.

-Es que ya es muy obvio que anda con él para que el Bruno le presente a sus compañeros de colegio, como son más grandes y ella es harto agrandada. A parte que se aprovecha de que mi hermano tiene patines de los buenos y ella los hace pasar como suyos con sus amigos más pitucos. Él casi ni los ha usado por prestárselos a ella, y eso que le encanta andar en patines.

De alguna forma me alegraba de que al fin alguien mas compartiera la misma opinión que mi hermana, y al parecer la de muchos otros. Pero sólo me quedé en silencio, no quería ni afirmar ni negar nada, no quería levantar sospechas frente a Matilda. Aunque honestamente moría por decirle que le encontraba razón, pero ella se adelantó al decirme:

-Mi hermano es un tonto, habiendo otras niñas en las que se podía fijar se mete con una que no lo quiere de verdad.

-Si, tienes razón. Pero él la quiere a ella.-Dije con amargura.

-Pero podría querer a cualquier otra del grupo o de fuera, pero no, tenía que escoger a la Valeria que mas encima es un plomo.-Me contestó muy alterada.

- ¿Te hizo algo? ¿Por qué le tienes tanta rabia?

-Lo que pasa es Pablo me ha contado que la Valeria habla mal de mi y él se ha enterado por sus vecinos. Dice que soy tonta, cabra chica y que prácticamente soy la guagua de Bruno.

-Pero si tú sabes que no es así, da lo mismo. No eres nada eso, no le hagas caso sólo lo dice porque sabe que Bruno te quiere mucho.-Traté de consolarla.

-¿Sabes? No es porque seas mi amiga, pero ojalá Bruno anduviera con alguien como tú, o mejor…que anduviera contigo.-Me dijo sonriendo.

Cuando Matilda hizo ese comentario casi se me salió el corazón, no podía creer que mi amiga me hubiera dicho que le gustaría que Bruno y yo estuviéramos juntos, lástima que lo hizo tan tarde. Talvez si me hubiera dicho antes lo habría intentado.

Cuando llegué a la casa y estuvimos todos reunidos en la mesa a la hora de almuerzo, mis papás me tenían una gran sorpresa preparada, ¿no se imaginan cuál?

-Hijos, les tengo una gran noticia.-Dijo mi papá con una sonrisa de oreja a oreja-Yo sé que esto será difícil para ustedes porque ya llevamos varios meses aquí, casi un año para ser exactos…

-Ya pues Rafael, tanto que te demoras diles luego.-Interrumpió mi mamá.

-¡María déjame hablar por favor!

-Pero es que le haces tanto alargue con esos discursos lateros. ¡Anda al grano de una vez!-Mi mamá perdía la paciencia rápidamente.

-Bueno niños, conseguí trabajo en Coquimbo. Pagan bien y ofrecen hartos beneficios…-Cierta inseguridad y miedo dominaban sus palabras.

-Lo que su papá quiere decir, es que… ¡nos vamos a vivir allá!

lunes, marzo 26, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo V


Un escalofrío me recorrió entera, no podía creer lo que estaba escuchando ¿De qué me había perdido? Hubo un extraño silencio, al parecer nadie se alegraba mucho de que Valeria y Bruno anduvieran. Yo tenía claro por qué, Valeria no era una niña para él, y no estoy diciendo que yo lo haya sido, pero él se merecía algo mejor que la superficialidad de Valeria. Después de un largo minuto sin que nadie dijera nada Marcelo habló:

-¡Que sorpresa! O sea, lo de Pablo y Matilda ya era como obvio pero esto de ustedes…se lo traían bien calladito.-Dijo riendo pero se notaba que estaba confundido.

-¡Menos mal que alguien se dignó a decir algo! Por un momento pensé que no se alegraban de la noticia.-Dijo un poco molesta y le dio un gran beso a Bruno. Nunca pude probar sus labios y ahora eran de ella.

Cuando fui testigo de ese beso tan cruel para mi, se me desfiguró la cara, tiene que haber sido muy notorio para que se me acercara Carolina.

-Ofelia ¿estás bien?

Yo la miré queriendo prestarle atención pero en ese momento todo era inútil. Después me di cuenta de que Carolina me seguía mirando atónita tratando de descifrar lo que mi rostro quería decir. Finalmente para sacármela de encima le respondí.

-Estoy bien, es sólo que me duele un poco la cabeza. Yo creo que entraré a mi casa.-Dije sin levantar la vista del suelo.

-¡Que lata Ofelia! Yo quería que celebráramos en grupo estos pololeos, nos va a faltar una.-Acotó Valeria.

-Bueno, pero si no se siente bien es mejor que entre a su casa.-Bruno me miraba fijamente

No sabía si lo seguía amando o ya lo odiaba, ya saben que del amor al odio hay un paso. Pero ¿Odiarlo por que? El estaba en libertad de hacer lo que quisiera, no éramos nada más que amigos. Traté de consolarme pensando en eso, pero el corazón se me había roto y ya no había nada que hacer. De un momento a otro había pasado a ser la atención del grupo con el supuesto dolor de cabeza, nadie sospechó que el saber que Bruno ya tenía polola era el motivo de mi dolor que no era precisamente de cabeza, sino del corazón.

Me despedí de todos muy rápidamente y entre a mi casa. Esa noche lloré por primera vez por él, después vendrían muchas otras pero yo no lo sabía.

No me costó mucho resignarme a la idea de que él ya estaba con otra y que si no pudo ser antes ahora mucho menos, pero aún así no lo podía olvidar. Las circunstancias no ayudaban mucho tampoco, el hecho de verlo casi todos los días solo o con Valeria era algo que me provocaba alivio porque al menos lo veía, y dolor porque lo veía con ella, pero era soportable. Este romanticismo estúpido lo llevo en la sangre desde que nací así que no tiene por qué extrañarles este masoquismo.

Pasaron un par de semanas antes de que el pololeo de Bruno y Valeria se hiciera conocido en todo el barrio, no esperaba menos, ya que Bruno al ser muy atractivo y Valeria al ser “popular y distinguida” entre las niñas eran la pareja perfecta para la gran mayoría. Pero no para todos era igual, los que eran más cercanos a ambos no podían creer que estuvieran juntos, y esto lo digo con conocimiento de causa. Un día cualquiera en el que yo trataba de hacer mis tareas escolares llegó mi hermana a interrumpir mi concentración, venía de jugar con otros niños de por ahí. Tengo que decir que de chica fue media vivaracha, de hecho a su corta edad ya le gustaba Bruno y al enterarse de que andaba con Valeria se sentó a mi lado y muy enojada me dijo:

-Ya supe que Bruno anda con esa…Valeria.

-Si ¿Qué tiene?-Le pregunte tratando de disimular mi rabia y mi pena.

-¿Cómo que qué tiene? Pero si esa niña anda con él porque ahora tiene patines.-Me dijo a gritos.

Ni si quiera yo había pensado en eso y a esa niña de diez años se le cruzó por la mente esa posibilidad. Realmente cuando me lo dijo me acordé de todas las veces en la que había visto a Valeria andando en los patines último modelo (caros y que nadie tenía) de Bruno y le encontré razón, pero preferí no pensar mal ni frustrarme más, él estaba con ella y punto, así que no le dije nada y omití mis comentarios, sólo me quedaba olvidar. Pero ese proceso de olvido se hizo mas largo del que pensé, mucho más.

Así pasaron los meses normalmente para todos, seguíamos con nuestras reuniones los viernes, Matilda seguía con Pablo, Bruno con Valeria y todo era armonía. Yo ya me había acostumbrado a ver a Bruno con su polola, la verdad es que el dolor se me hizo costumbre y por eso pasaba desapercibido. Mi amistad con él seguía intacta, me consolaba con hablarlo de vez en cuando sin que estuviera ella presente, cosa que era en pocas ocasiones ya que se la llevaba metida ahí andando en los patines y haciéndose la linda. Pero aunque suene patético con tal de tenerlo un rato cerca era feliz.

Un sábado en la mañana yo estaba en la cocina y mi mamá me mando a vigilar a mi hermano menor que estaba jugando solo en el ante jardín, para mi sorpresa cuando salí no lo encontré solo, Bruno jugaba con él a través de la reja que separaba su casa de la mía.

-Mira, Bruno quiso jugar a las batallas con mis soldados nuevos.-Me dijo mi hermano muy entusiasmado.

-¡Hola Ofelia! Oye, tu hermano es muy entretenido, me gustaría tener su edad para jugar siempre con él.

Lo encontré tan tierno que ni si quiera me salían las palabras, me limite a sonreír y no se cómo mis pies me llevaron hasta donde estaba él, sólo nos separaba una reja. Cuando estuve cerca de él se me olvidó todo, ni si quiera noté que mi hermano miraba desde la puerta. Estaba tan nerviosa por tenerlo tan cerca que no me importaba nada.

-Y ¿cómo has estado?-Me preguntó mientras me miraba.

Yo puse mi mano en uno de los barrotes y sin darme cuenta me encontré con la suya, mi rubor (que había logrado controlar) volvió a aparecer y rápidamente la corrí un poco mas abajo.

-Bien, mucho que estudiar, pero bien.

Él sonrió y yo miraba el piso, no quería levantar la cabeza porque sabía que me estaba mirando, pero no podía quedarme con la cabeza agachada todo el día así que finalmente la levanté y me encontré con sus ojitos de cielo, me miraba, lo miraba. Estábamos tan cerca, casi chocaban nuestras caras (si no hubiera sido por esos barrotes), todo era silencio, todo desapareció de un momento a otro, al fin ese momento estaba a punto de suceder. El latido de mi corazón era tan rápido que se hacia incalculable, estaba tan cerca de sus labios que lo único que hice fue cerrar los ojos.

domingo, marzo 25, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo IV


Seré sincera, amo a mi madre pero en ese momento quise fulminarla. ¿Por qué tenía que escoger justo ese momento para aparecer y para gritarme desde la puerta en una facha tan espantosa? Pero ese pensamiento desapareció en menos de un segundo cuando realmente tomé el peso de lo que había estado a punto de hacer. La interrupción de mi mamá había sido lo mejor, ¿me estaba volviendo loca o qué? ¿Cómo se me había cruzado por la cabeza la idea de decirle todo?

-¡Pensé que te habías ido a ordeñar la vaca y no a comprar leche!

-Disculpa mamá es que me entretuve con Bruno y se me olvidó.-Me justifique mas rápido que Flash

-No si me queda claro que te entretuviste, pero podías haber dejado la leche primero pues. Bueno ¿me puedes pasar la leche o quieres que vaya a comprar otra?-Dijo mi mamá con su tino tan característico al ver que seguía sin moverme al lado de Bruno.

Me paré lo mas rápido que pude le entregué la famosa leche y ella entró a la casa. Ese era el momento preciso de huir antes de hacer cualquier estupidez, pero tampoco quería dejar a Bruno solo. Había decidido arriesgarme y quedarme con él aún sabiendo que mi “impulso de idiotez” podía aflorar sin piedad y que podía quedar en vergüenza con él. Mientras pensaba en eso noté que Bruno se metía la mano en los bolsillos, luego en su mochila hasta que con una sonrisa me dice:

-Mira, encontré las llaves. Las tenía en la mochila. ¡Que pajarón!

Me limité a reír y a no decir nada, prefería pensar que realmente había sido una casualidad y que Bruno no lo había hecho a propósito porque si era así no tenía idea de cual sería mi reacción.

-Espero no haberte aburrido mucho, disculpa por distraerte pero no me quería quedar solo.-Me dijo agachando la cabeza.

-No te preocupes, yo me entretuve hablando contigo. Bueno, me tengo que ir, nos vemos.

Y sorpresivamente le di un beso en mejilla y salí corriendo sin mirar atrás. Entré sin ver a nadie de los que estaban en el comedor y subí corriendo a mi pieza, mi corazón latía a mil por hora, en ese minuto me hubiera gustado saber que le había pasado a él con ese insignificante beso que para todos es solo un formalismo para saludar o despedirse. Pero no para mí, para mi eso había significado un acercamiento aunque fuera sólo por ese rato. Cómo se podrán imaginar bastó solamente ese par de horas junto a él para fantasear todo lo que quise: Pensaba en como hubiera sido ese mismo beso pero en la boca; en otras me lo imaginaba diciéndome que me quería; creo que llegué al tonto extremo del matrimonio, cosa que ahora me parece una estupidez. Realmente todas esas fantasías hoy son para mi una tontera y es que todo esto me hizo cambiar, dejé de ser la niña preocupada por verse bien y pendiente de la opinión de los papás y de los demás. Así era en ese momento cuando conocí a mi primer amor.

Desde ese día mantuvimos una amistad algo mas cercana con Bruno, por lo menos ya no salía corriendo cuando lo veía a lo lejos, no me escondía ni lo evitaba, me relajé un poco mas y era mucho mejor que evitar lo inevitable.

Después de varias semanas Matilda me dice que ese día Viernes nos íbamos a juntar con los del grupo como todas las semanas. Lo sé, yo la niña anti-amigos al final igual terminé metida en un grupo, al principio en contra de mi voluntad y sólo por Matilda que era la que me importaba, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que me llevaba bien con todos, así que me di otra oportunidad esperando no ser arrancada de ahí como siempre. Quedé de juntarme antes con Matilda un poco antes que con los demás, quería contarme algo muy importante, no me imaginaba lo que podía ser pero más tarde me llevaría dos grandes sorpresas inesperadas. A las ocho Matilda estaba tocando el timbre de mi casa para que saliéramos, el verano nos había abandonado así que me puse un chaleco y salí con ella.

-¡Ay Ofelia! ¡Estoy tan contenta! Yo te quería contar que… ¡Oye a mi hermano le regalaron patines!-Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Yo quedé desconcertada ¿eso era lo importante?

-Matilda… ¡¿eso era lo que me tenías que contar con tanta urgencia?!-Le dije algo impaciente. Ella se puso a reír y yo la miraba sin entender nada de lo que pasaba.

-No, no era eso. Lo que pasa es que… ando con Pablo.

Nunca pude identificar la cantidad de colores que tenía su rostro en ese momento, eran los colores del arco iris y otras mezclas. ¿Qué es lo que se hace en esos momentos? Reconozco que desde siempre fui torpe para esas situaciones, no sabía si felicitarla o no, recién ahora estoy un poco mas clara en eso, ahora doy el pésame. Pero cuando uno es mas joven eso es una buena noticia, así que en ese momento la felicité.

-¡Al fin! Y ¿Cómo fue?- Pregunté intrigada

-Ese día en el que te tuviste que quedar en la biblioteca y yo me tenía que venir me encontré con él. Cuando íbamos camino a la casa el me dijo que me quería mas que como amiga y que quería que pololeáramos. Obvio me hice de rogar como dos minutos y le dije que si… ¡estoy feliz!

“Ojalá Bruno me dijera eso” pensé.

-Me alegro por ti Matilda, te mereces estar con Pablo aunque sea medio asopado- Dije casi de forma automática y ambas nos pusimos a reír.

-Yo creo que es hora de que tú también te busques a alguien. Así pololeamos por primera vez juntas.- El entusiasmo de Matilda frente a esa posibilidad era indescriptible.

Si lo hubieras sabido Matilda, si hubieras sabido que en ese momento yo ya amaba a tu hermano talvez estaría contando otra historia, pero hasta para ese mismo momento ya era demasiado tarde.

A las nueve nos sentamos en la plaza a esperar a los demás, no pasó mucho rato y llegaron todos, la Carolina, el Macelo y el Pablo, la Paula, la Valeria y…Bruno. Es verdad que nos juntábamos todos los viernes pero Bruno nunca iba, como era dos años mayor tenía su grupo a parte, pero ese día estaba allí. Pasó un rato y Pablo se paró y dijo:

-Chiquillos tengo que comunicarles que…que… ¡que la Matilda y yo estamos pololeando!

Todo el grupo aplaudió y todos los comentarios eran algo como: “Estaba bueno ya que se decidieran” “No tenían para que haber esperado tanto”, etc. En eso Valeria también se paró, se subió a unas de las bancas y…

-Bueno ya que estamos con los anuncios yo también les quería contar algo.-Le tendió la mano a Bruno para que se levantara, él se paró y se puso a su lado.

No, no podía ser lo que yo estaba pensando…

-¡Bruno y yo también estamos pololeando!

viernes, marzo 23, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo III


Para mi fortuna o mi desgracia Matilda acababa de llegar, venía acompañada de sus padres. En ese momento me di cuenta de que Bruno era la viva copia de su papá y Matilda el reflejo de su mamá. Su grito me hizo volver a la tierra en menos de dos segundos, creo que hasta di un salto, como si me hubieran descubierto en alguna maldad. Como era habitual en mi amiga ni si quiera me pude despedir, me tironeó y me sacó casi corriendo diciéndome que ya se estaba haciendo tarde y no era conveniente que anduviéramos paseando tan tarde por esos lados. Caminamos harto rato, ella me hablaba pero yo no la escuchaba, alguien se había apoderado de mis pensamientos, estaba y no estaba a la vez.

Por fin Matilda se había cansado y me pidió que nos sentáramos en unas bancas que oportunamente se cruzaron en nuestro camino, ya el terrible calor había desaparecido un poco y para aliviarlo aun más nos tomamos un helado. Nunca supe en que momento llegamos a ese tema pero Matilda parecía ahogada por confesarme algo.

-Ofelia, se que no te conozco mucho pero me inspiras confianza. Realmente prefiero contarte a ti esto que contárselo a alguna del grupo.

En ese momento pensé que podía ser algo grave, pero ya después me di cuenta por donde iba la cosa. No sabía si sería lo más pertinente escuchar lo que me quería decir porque era obvio que después de esa confesión venía una pregunta que no quería responder.

-¡Me gusta Pablo!-Me dijo casi gritando-Ya, lo dije. Al fin lo confesé y me siento mucho mas aliviada.-Sus pecas se ocultaron tras un color casi fucsia.

-Bueno eso es…-Pero fui interrumpida.

-Ya sé que es un poco pavo, pero es tan tierno. Aunque se que con lo tonto que es nunca me dirá nada, así que no me ilusiono y yo ni loca le digo.

Pude ver algo de frustración en su mirada, no sabía que decirle para que se animara a algo porque yo no sabía nada de eso… ¿o si?

-Y tú ¿Nunca te has enamorado?

El rubor no había abandonado mis mejillas pero en ese momento las sentí arder mucho más. Quedé como paralizada con la pregunta porque era algo que no me había cuestionado nunca. Realmente habría mentido si hubiera dicho que alguna vez había querido a alguien, pero tampoco lo podía negar, porque eso significaba negar que algo me estuviera pasando con Bruno y eso era más confusión para mi cabeza. Pero como sospechan mi respuesta fue:

-No, nunca me he enamorado. Yo creo que no he tenido tiempo de eso, siempre estoy muy poco en cada lugar en el que vivo, por lo que nunca he conocido a alguien que me haga sentir algo especial.

Realmente no mentí del todo, es verdad que Bruno se la pasaba metido en mi cabeza pero ¿cómo saber si era amor? Parecía que Matilda leía mis pensamientos, no se demoró mucho en contestarme esa pregunta sin que yo le dijera nada.

-¡Es tan lindo! Es una sensación inexplicable. Miles de mariposas recorren tu estómago, cada vez que estás cerca de la persona que te gusta se te acelera el corazón y pareciera que se te fuera a salir. Y lo más característico es que te tiemblan las rodillas y por nada te pones colorada. Obvio uno distingue cuando es de calor y cuando es de amor. A todo esto, tu estás bastante roja ¿te sientes mal?

Todos los síntomas los tenía, tenía todos esos y más. Ya era inevitable, sabía que no podía hacer nada contra eso, nunca supe por qué. Desde ese momento asumí que me había enamorado y tomé la misma decisión que Matilda, vivir ese amor en silencio por temor ano ser correspondida.

Parece que el destino se empeña en refregarte en la cara las cosas que no pueden ser, como nunca, me lo encontraba por cualquier cosa, salía a comprar y ahí estaba, llegaba del colegio y me topaba con él. Se volvió algo desesperante. Obviamente trataba de actuar lo mas normal posible, aunque lo de ponerme colorada era algo que no podía controlar al igual que el temblor en las rodillas. Un día como cualquier otro en el que iba entrando a mi casa siento que me tocan el hombro, me doy vuelta y automáticamente volvió ese incómodo rubor y el temblor de mis piernas.

-¡Hola Ofelia! ¿Cómo estás?

-Bruno… ¡Hola!-Dije tratando de ocultar mi nerviosismo

-Oye, ¿no me quieres acompañar un rato? No hay nadie en mi casa y no tengo llaves para entrar. Me da lata quedarme solo esperando.

Ese día sus ojos estaban algo verdes, desde el momento en el que me habló me olvidé de todo, lo único que quería era mirarlo y disfrutar cada momento a su lado. No me pude negar a acompañarlo, aunque mi mamá estaba esperando la caja de leche que me había mandado a comprar. ¿Que importaba si esperaba un rato?

Fueron casi dos horas que pasé con él, me contó que al salir de el colegio quería estudiar en la universidad, todavía no tenía claro que cosa pero que eso era su máximo sueño. Me habló mucho de Matilda, de lo unidos que eran y lo bien que se llevaban. Me dijo hasta de su fascinación por andar en patines. Al fin me podía deleitar con sus ojos sin temor a ser descubierta, lo tenía ahí tan cerca, talvez esa era la oportunidad para decirle lo que sentía, su ternura y su calidez me invitaban a decírselo, no tenía miedo de confesarle que me gustaba. Estábamos solos los dos, lo tenía en frente, tan cerca de mí, las palabras estaban a punto de salir pero antes de pronunciar una sílaba…

-¿¡Qué estás haciendo!?

jueves, marzo 22, 2007

Una historia sin resolver...

Capítulo II


-¡Bruno! Que bueno que llegaste. Ofelia te presento a mi hermano, Bruno ella es Ofelia la nueva vecina.

-Hola-Le dije tratando de parecer indiferente pero las rodillas me temblaban.

-¡Hola! Bienvenida al barrio Ofelia. Matilda ¿almorzaste ya?-Dijo con una voz ronca sin ser ruda, podría decir que hasta dulce.

-No, ahora iba a entrar. Vamos. Nos vemos al rato Ofelia, chao.

Así los vi entrar hasta a su casa. Estaba como petrificada, no podía entender como en tan pocos minutos ese personaje había provocado en mi tantas sensaciones. ¿Qué había sido eso?

Pasó toda esa semana sin novedad, mi apego era sólo con Matilda, no tenía interés en acercarme a las demás compañeras, para mi esa era mi única nueva amiga. Los días pasaron rápido y las clases eran aún relajadas ya que el año recién partía, sin darme cuenta llegó el viernes. Cuando llegamos a la casa, Matilda me dijo que en la noche nos juntáramos porque me quería presentar a sus amigos, así que me iba a ir a buscar como a las nueve para que nos sentáramos en la plaza a conversar con su círculo amistoso. La tarde fue casi inexistente, fui a visitar a mis abuelos y volví justo para la reunión en la plaza. La verdad es que mi motivación no era la mejor, eso de presentarme, de contar al menos la mitad de mi historia a personas desconocidas no era de todo mi agrado, pero Matilda estaba tan entusiasmada que cedí. Cuando llegué de visitar a mis abuelos ni si quiera alcancé a entrar a mi casa porque Matilda me estaba esperando. Saludó a mi familia y me pescó de un brazo arrastrándome impacientemente hasta donde estaban todos, me los presentó uno a uno. Carolina, una pelirroja pecosa que vivía dos casas mas allá que la mía; Paula, una gordita bajita que vivía en las casas de en frente; Marcelo y Pablo que eran unos hermanos que vivían en los edificios de la otra cuadra; y por último, Valeria que era vecina de los dos últimos. Sin muchas ganas conté algo de mi historia y el resto del tiempo me dediqué a observar a los nuevos personajes, todos me parecieron muy sencillos y amigables, excepto Valeria que desde mi punto de vista era muy interesada y frívola, sus comentarios la delataban. Al parecer buscaba amistad en los niños que tuvieran algo novedoso que prestarle, algo que estuviera de moda y ella no tenía. Por lo que me dijo Matilda después, Valeria llegaba solo a veces a ese círculo porque sus “amigos” eran los de su edificio y al parecer en ese momento estaba ahí por la curiosidad de conocer a la “nueva”.

Un poco antes de la media noche se empezaron a ir a sus casas, hasta que quedé sola con la Matilda, estuvimos largo rato hablando, me preguntó que tal me habían parecido sus amigos y yo le dije lo que pensaba, incluso de Valeria que había sido la peor impresión que tuve. Quedamos en que al día siguiente por la tarde saldríamos a caminar por ahí para que conociera un poco más los alrededores, así que la tenía que pasar a buscar.

La inseguridad de ese barrio era muy alta así que las casas eran unos claustros, todas enrejadas y las puertas con llave, nuestras casas también lo eran. Cómo su casa no tenía timbre me dijo que le gritara, ella estaría pendiente de mí llamado desde la pieza de sus papás que era la única ventana en el segundo piso que daba hacia la calle. Nos despedimos y entramos a nuestros hogares. Estaba tan cansada que a penas puse la cabeza en la almohada caí dormida, desperté al medio día con un sol radiante.

Me levanté muy animada, hacía tanto calor que me puse un vestido que me mantuviera fresca, sabía que la caminata de la tarde sería muy incómoda si me ponía pantalones. Después del almuerzo me lavé los dientes y me fui a buscar a la Matilda. Tal y como me había dicho su reja estaba cerrada con llave así que no me quedó mas remedio que ponerme a gritar como feriante.

Grité tres veces y no pasó nada. Decidí insistir pero antes de que terminara de decir Matilda alguien se asomó por la ventana.

-¡Hola Ofelia! Disculpa por no haber salido antes, pero se me había olvidado que ibas a venir y estaba en mi pieza. Para allá no se escucha nada.

Bruno me hablaba desde la ventana. De pronto sentí un calor en las mejillas, eran un verdadero infierno. Sentí vergüenza de que hubiera sido él y no Matilda la que salía por la ventana.

-No, disculpa si te molesté con mis gritos pero es que Matilda me dijo que la viniera a buscar y…

-Si me dijo, pero le salió un imprevisto y se va a demorar un poco en llegar. Me recalcó que estuviera atento de que vinieras pero se me olvidó.-Dijo rascándose la cabeza-Soy un poco distraído. Oye pero si quieres pasas y la esperas aquí. Salió con mis papás pero deben estar por llegar.

¡Me estaba invitando a pasar! Yo estaba callada, mirando el piso y moviendo un pie de manera nerviosa. No sabía que contestar, era absurdo de todas formas porque mi casa estaba al lado, no era mucho esfuerzo devolverme y esperar ahí en mi jardín. Pero por otra parte era el momento preciso para tener esos ojos sólo para mí aunque fuera por un momento y aunque sólo lo mirara cuando el no se diera cuenta. Finalmente había tomado una decisión, mi corazón extrañamente latía a mil por hora, me sentía tan tonta de estar nerviosa. Estaba abriendo los labios para responderle cuando algo me hizo reaccionar…

-¡Ofelia!

martes, marzo 20, 2007

Una historia sin resolver

Capitulo I


Cómo pasa el tiempo, hace diez años en un día como hoy llegué a Santiago. Era una mañana fría (aunque el verano aun no terminaba), no estaba del todo claro cuando bajé del bus, ni el día ni mis pensamientos. La confusión me tenía invadida, no podía creer que en sólo nueve horas había dejado atrás todo lo que me había costado tanto conseguir y que por milésima vez perdía. Desde que mi familia se transformó en una tribu de gitanos nunca fui la misma, antes podía rodearme de gente sin miedo y ser amiga de todo el que tuviera simpatía. Pero con tanto cambio de ciudad y de casa decidí matar mi vida social, no me gustaba perder amigos a cada rato, antes mantener contacto era más difícil, ni el celular ni el e-mail eran parte de mi mundo. Confieso que la culpa de tanto viaje es mía, nunca voy a olvidar aquel año nuevo cuando tenía doce años y mis ansias de viajar eran tantas que se me ocurrió hacer la cábala de la maleta. Como nadie me quiso acompañar a dar la vuelta a la manzana la hice alrededor de la casa, sin pensar que iba a dar resultado. Meses mas tarde estaba arriba del auto y con un camión de mudanzas que nos seguían. Desde ese momento me convertí en una nómada, anduve de ciudad en ciudad y cada vez me sentía peor, justo en el momento en el que lograba tener amigos me tenía que ir. Así fue como antes de llegar a Santiago tomé la decisión de no tener relaciones amistosas con nadie, algo casi imposible pero que para mi inmadurez no era tan difícil de lograr.
Cuando me bajé del bus me quedé observando mi entorno, algo dentro me decía que ese cambio sería distinto, pero no sabía si sería para bien o para mal. Sumida en mis pensamientos seguí a mis padres y a mis hermanos al taxi que nos llevaría a nuestro nuevo hogar. No recuerdo bien la ubicación de la casa, sólo se que estaba en Renca por la avenida Domingo Santa María y de ahí hacia adentro por unos pasajes, el número de la casa se me quedó grabado, era la 1533, una casa de dos pisos, cómoda para cinco personas. El camión de la mudanza ya nos estaba esperando, así que empezamos a descargar y a armar las cosas necesarias, o sea las camas. Cuando ya eran algo así como las diez mi mamá me mando a comprar algo para tomar desayuno, así que iba saliendo con la idea de que iba a tener que caminar sin rumbo hasta encontrar algún lugar donde comprar. Afortunadamente no fue así, cuando iba saliendo de la casa había una niña de mi edad sentada fuera de su casa, así que me decidí a preguntarle. No era muy alta, tenía los ojos claros, su pelo castaño claro y su cara pecosa.
-Hola. Disculpa ¿Me podrías decir donde puedo comprar pan? Por favor.
-¡Hola! Me llamo Matilda, tú debes ser la vecina nueva. ¿Cómo te llamas?
-Ofelia-Dije con sequedad
-Bueno Ofelia, aquí a la vuelta hay un almacén. Ahí encontrarás lo que necesites.
-Gracias, disculpa la molestia. Me tengo que ir.
Así conocí a Matilda, una extraña que mas adelante se convertiría en mi amiga aunque yo no quisiera. Fui al almacén y compré lo que me habían encargado, llegué a la casa con las cosas para tomar desayuno. El día se hizo muy corto entre el ajetreo de terminar de ordenar la casa y preparar las cosas para al otro día asistir al colegio, así que al llegar la noche no fue nada difícil dormir.
A la mañana siguiente a las siete ya estábamos levantándonos, mí hermana iba a quinto básico y yo me disponía a entrar a primero medio. Caminamos hasta el colegio, era de monjas, mi mamá quería que tuviéramos una buena educación y estaba convencida de que una educación en base al catolicismo nos entregaría los valores necesarios para ser personas de bien. No era una escuela particular y sólo era de niñas, pero por lo menos era lo mejorcito que había en el sector. Llegué a un curso de cuarenta y cuatro niñas, pero eso no fue lo que me sorprendió. Cuando me hicieron ese ridículo rito de presentación de la "compañera nueva" divise entre muchas caras la pecosa cara de Matilda, quien apenas notó que la había visto me hizo una seña con la mano y me sonrió. Después de contar cómo había llegado hasta ahí y toda esa ceremonia inútil que hay que hacer cuando se es el personaje nuevo (de tanto cambio de colegio ya tenia un discurso memorizado) me mandaron a sentar. Me sentaron al lado de Matilda, para mi no podía ser peor, no era que ella me cayera mal ni nada, era solo que tenía miedo de encontrar una nueva amiga y volver a perderla porque algo dentro me decía que no pasaría mucho tiempo sin que yo me fuera otra vez. A pesar de mi apatía, Matilda logró ganarse mi confianza con su simpatía y buen humor, y desde ese momento no se separó más de mi lado, hasta que me fui y nunca más la volví a ver. Ese don de hacer amigos tan rápido sólo se da cuando se es niño o adolescente, los años cierran las puertas de la confianza y encontrar un amigo es como encontrar una pepita de oro, casi imposible.
Salimos del colegio a las dos de la tarde, el calor era infernal pero la caminata se hizo corta entre tanta conversa. Yo le hablaba de los lugares en los que había estado, las escuelas, los amigos que dejé atrás, etc. Ella me contaba de como eran las cosas en el barrio, de sus amigos que me quería presentar y de cómo funcionaban las cosas en el colegio. Sin darnos cuenta habíamos llegado a la plaza que estaba afuera de nuestras casas, nos refugiamos bajo la sombra un árbol para seguir con la larga conversación sobre nuestras vidas mientras mi hermana entraba a la casa a decirle a mi mamá que habíamos llegado bien y que yo me había quedado afuera conversando con la vecina. Después de un rato dimos fin momentáneamente a nuestra conversación y decidimos entrar a almorzar, cuando estábamos a punto de entrar a nuestras casas lo vi. Desde ese momento me perdí en sus ojos y su recuerdo me marcó por el resto de mi vida. Alto de ojos grises, pelo castaño claro igual que el de…Matilda.

jueves, marzo 15, 2007

Asalto

Mucha razón tienen los diarios y las noticias al mostrar todos los días un nuevo aslto,homicidio o algo por el estilo.Yo fui víctima de eso el día jueves 15 de marzo del 2007 a las 15:30 hrs,aqui escribo mi declaración.
Despues de dar una prueba para eximirme de Ingles me fui con mis compañeros a esperar la micro como de costumbre.Lo único que quería era llegar a la casa pero por cosas del destino me quede sola esperando.Ahora atando cabos me di cuenta que el asaltante me tenía ehcado el ojo desde antes porque se había pasado harto rato por ahí.Yo,la muy estúpida andaba con una cadena de oro que tiene como colgante una brujita(que para mi es muy valiosa porque laconsidero de la suerte),no me la había sacado desde que me vine de Vallenar,y como me vio cara de pava se decidió a atacarme a mi.El caso es que de un momento a otro senti que alguien se acercaba por el lado y me doy vuelta y el tipo que me pareció sospecho(y que la jetona en ese rato no le di importancia)estaba tratando de quitarme la cadena.Era un tacuaco de 2 cm y en el momento en que fui a levantar la mano para forcejear y no soltar mi cadena,el tipo salió corriendo y yo corria detras de él.Me puse a gritar y a pedir que lo agarraran,como saben la solidaridad no es una virtud en este país,hasta que un compañero de la U(creo que era de la U porque estaba parado afuera de mi sede según yo) salió atras de él.En una esquina había una paca que no sabía a quien perseguir y al final salió corriendo igual.Yo estaba estancada en un semáforo y ahí una mujer me habló y me pregunto a quien le había robado,yo le contesté que a mi me había robado mi cadena,ella se dió cuenta de que al parecer había sido sólo un pedazo y que tenía el resto lo tenía aun pegado en le cuello.Logre cruzar,ya los había perdido de vista,no sabía para donde ir,que hacer,si venirme a la casa o ir a la comisaría.Me sentía frustrada y tenía rabia conmigo por no haber reaccionado cunado debí hacerlo.Cuando pensaba en todo eso y caminaba no se para donde me encontré con el niño que lo había salido persiguiendo y me dijo:"Oye que bueno que te encuentro,te andaba buscando.Pillaron al tipo,estan ahí en la esquina.Anda para allá."Me fui rápidamente queriendo recuperar mi bruja de la suerte,llegué a donde estaba el medio operativo de los carabineros.Me llamaron para identificar al tipo,comprobe que era él y cuando lo tuve enfrente lo miré y le dije:"Maricón" y cuando lo estaban subiendo al furgon le di un palmazo en la nuca con el que casi lo aturdì.En ese momento los pacos me dijeron que no le pegara y no se que,y que me fuera con ellos a la comisarìa a declarar.Asi que me subì al furgon rumbo a la comisaria,debo confesar que cunado iba ahi a toda velocidad y con la sirena sonando se me paso toda la idiotez y hasta risa me dio.Cuando lleguè alla lo bajaron a èl primero y despues a mi,me preguntaron que me habìa robado y yo les conteste que un pedazo de mi cadena y un colgante de bruja.Cuando lo tenìan encerrado y le preguntaron donde estaba la bruja el negò que la tenìa,entonces ahì me acorde de que si la cadena se quedò en mi cuello,talvez la bruja la tenìa entre medio de la ropa.Me revise y justamente habìa quedado en mi sostèn(pa que vean que igual prestan utilidad.Cuando di la declaraciòn(despues de una hora) y me venìa a mi casa,notè que algo pasaba con mi blusa manga larga...el ìnfeliz en el forcejeo me la habìa roto,parecìa mechona,menos mal que andaba con poleron.Por un rato fui la protagonista de una pelìcula de acciòn,de la que aprendi varias cosas.Entre ellas aprendi a que reacciono y no me quedo estàtica(aunque no se si sirva de mucho),a andar mas atenta en las calles y a no salir nunca mas con nada llamativo,uno no entiende hasta que le pasa la cuestiòn.A mi me paso por tonta y confiada.Mi consejo es que tenga ojo en las calles,hay que andar atento,ahora yo no puedo tolerar ni que me pasen a llevar porque voy a la defensiva.Agradezco a Dios y a mi bruja de la suerte que no pasò nada mas,porque aunque ahora es para la risa,pudo ser mucho peor.Pero por lo menos me saque la rabìa con el palmazo que le di.Finalmente comprobè que mi bruja me trae suerte.

martes, marzo 13, 2007

Escasez de hombres

Yo no se que pasa en el mundo,talvez tanto desear que se extingan los hombres ya las oraciones y suplicas estan siendo oídas.Porque ¿como explicarse que para mujeres jovenes,bonitas e inteligentes les sea tan difícil encontrar un macho que las quiera?Escribo sobre esto porque ya estoy colapsada de leer y de escuchar que:"¿Por que no tengo pololo?¿Soy muy fea?Pero si yo no pido mucho,con que me quieran basta;¿Que hice yo para estar sola?Me voy a quedar sola,no hay nadie en este mundo para mi."Es increíble como el no conseguir un hombre que realmente se la juegue en una relación pone insegura a una mujer,si no tener pololo es un problema grave que afecta todos los sentidos.O eres lesbiana o una carretera reventada por lo que ningún hombre te toma en serio.Esto afecta en toda la vida,osea no tienes pololo a los 20 y prácticamente ya te dejo el tren y te vay a quedar en un departamento cuidando sobrinos y viendo jugar a tu gato con la madeja de lana con la que le estas tejiendo un chaleco al hijo de la hija de tu amiga.Si supieran lo que hubiera dado mi abuela por tener 20 y estar soltera,se caso a los 14 y empezó a tener guaguas,tuvo 8.Nunca fue joven,siempre fue mamá,esposa y dueña de casa.Todo por las adversidades de la vida claro.
Hasta ser virgen a los 20 es una complicación sobre todo si no teni pololo y ya hay cierto urgimiento por dejar de serlo.Primero te conviertes en un trofeo que todos los que saben que sigues pura y casta quieren conseguir,machistas dandoselas de súper hombres.Yo no se cual es el fin de andar por la vida coleccionando virginidades.Y segundo,cuando quieres pinchar con un mino te da miedo porque las hormonas se vuelven locas,la adrenalina,no se que otra cosa bla bla y tampoco quieres entregarle ese preciado tesoro que tanto has cuidado a cualquier pobre diablo que esta saciando esa necesidad de afecto y amor que te hace falta pero que sólo llega a ratos y nunca en serio.Lo peor de todo este cuento es que el único remedio es encontrar a la media naranja que te haga felíz en todos los aspectos,te de protección,amor,besos,chocolates y que se yo.El problema es dónde vas a ir a buscar a el "Príncipe azul",yo realmente me he planteado la posibilidad de fabricar hombres-robot y ponerlos en venta.En que consistiría esto:un robot tipo Ken o hecho al gusto de cada una,que obedeciera todo lo que uno dice,que fuera atento,sensible,que fuera la relación perfecta para todas las que lo adquirieran.Pero llegue a una conclusión y es que como todas las cosas,nada es perfecto.Este invento que puede parecer genial porque asi tendríamos mas posibilidades de dominar el mundo carece de un gran detalle(lo voy a decir en lenguaje cebolla porque explicar lo de el lado del cerebro que no se que me da lata)no tendría corazón.Me voy a poner romántica(mas cebolla que romántica),las emociones nos ayudan a crecer,sufrir,llorar,reir,enojarse,etc,todo nos deja una enseñanza.No tengo la solución para que llegue un hombre a la vida de nadie y se que esto lo he dicho miles de veces y ya hasta me retan,pero no queda mas que esperar.Porque el amor no es algo que se proyecte y que uno busque y llegue al instante.Es algo que tiene que nacer en el momento adecuado y con la persona adecuada de ese momento.Asi que cabras,no se desesperen.Si les ha costado encontrar a su media naranja es porque no es momento todavía,quizas que sorpresas les tiene deparada el destino.Les apuesto a que cada vez que les ha interesado alguien o tiene polola,o quiere a otra y esa no lo pesca,o quiere ser solo amigo.Si han sufrido cualquiera de estas experiencias ustedes solas tienen la respuesta,unos pasteles asi no puden ser los que merezcan el amor de una mujer.Que no cunda el pánico,el amor llega cuando menos se lo esperan,asi querecuerden que la paciencia es una gran virtud,el amor de sus vidas anda caminando por el mundo buscando lo mismo que ustes.