domingo, marzo 25, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo IV


Seré sincera, amo a mi madre pero en ese momento quise fulminarla. ¿Por qué tenía que escoger justo ese momento para aparecer y para gritarme desde la puerta en una facha tan espantosa? Pero ese pensamiento desapareció en menos de un segundo cuando realmente tomé el peso de lo que había estado a punto de hacer. La interrupción de mi mamá había sido lo mejor, ¿me estaba volviendo loca o qué? ¿Cómo se me había cruzado por la cabeza la idea de decirle todo?

-¡Pensé que te habías ido a ordeñar la vaca y no a comprar leche!

-Disculpa mamá es que me entretuve con Bruno y se me olvidó.-Me justifique mas rápido que Flash

-No si me queda claro que te entretuviste, pero podías haber dejado la leche primero pues. Bueno ¿me puedes pasar la leche o quieres que vaya a comprar otra?-Dijo mi mamá con su tino tan característico al ver que seguía sin moverme al lado de Bruno.

Me paré lo mas rápido que pude le entregué la famosa leche y ella entró a la casa. Ese era el momento preciso de huir antes de hacer cualquier estupidez, pero tampoco quería dejar a Bruno solo. Había decidido arriesgarme y quedarme con él aún sabiendo que mi “impulso de idiotez” podía aflorar sin piedad y que podía quedar en vergüenza con él. Mientras pensaba en eso noté que Bruno se metía la mano en los bolsillos, luego en su mochila hasta que con una sonrisa me dice:

-Mira, encontré las llaves. Las tenía en la mochila. ¡Que pajarón!

Me limité a reír y a no decir nada, prefería pensar que realmente había sido una casualidad y que Bruno no lo había hecho a propósito porque si era así no tenía idea de cual sería mi reacción.

-Espero no haberte aburrido mucho, disculpa por distraerte pero no me quería quedar solo.-Me dijo agachando la cabeza.

-No te preocupes, yo me entretuve hablando contigo. Bueno, me tengo que ir, nos vemos.

Y sorpresivamente le di un beso en mejilla y salí corriendo sin mirar atrás. Entré sin ver a nadie de los que estaban en el comedor y subí corriendo a mi pieza, mi corazón latía a mil por hora, en ese minuto me hubiera gustado saber que le había pasado a él con ese insignificante beso que para todos es solo un formalismo para saludar o despedirse. Pero no para mí, para mi eso había significado un acercamiento aunque fuera sólo por ese rato. Cómo se podrán imaginar bastó solamente ese par de horas junto a él para fantasear todo lo que quise: Pensaba en como hubiera sido ese mismo beso pero en la boca; en otras me lo imaginaba diciéndome que me quería; creo que llegué al tonto extremo del matrimonio, cosa que ahora me parece una estupidez. Realmente todas esas fantasías hoy son para mi una tontera y es que todo esto me hizo cambiar, dejé de ser la niña preocupada por verse bien y pendiente de la opinión de los papás y de los demás. Así era en ese momento cuando conocí a mi primer amor.

Desde ese día mantuvimos una amistad algo mas cercana con Bruno, por lo menos ya no salía corriendo cuando lo veía a lo lejos, no me escondía ni lo evitaba, me relajé un poco mas y era mucho mejor que evitar lo inevitable.

Después de varias semanas Matilda me dice que ese día Viernes nos íbamos a juntar con los del grupo como todas las semanas. Lo sé, yo la niña anti-amigos al final igual terminé metida en un grupo, al principio en contra de mi voluntad y sólo por Matilda que era la que me importaba, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que me llevaba bien con todos, así que me di otra oportunidad esperando no ser arrancada de ahí como siempre. Quedé de juntarme antes con Matilda un poco antes que con los demás, quería contarme algo muy importante, no me imaginaba lo que podía ser pero más tarde me llevaría dos grandes sorpresas inesperadas. A las ocho Matilda estaba tocando el timbre de mi casa para que saliéramos, el verano nos había abandonado así que me puse un chaleco y salí con ella.

-¡Ay Ofelia! ¡Estoy tan contenta! Yo te quería contar que… ¡Oye a mi hermano le regalaron patines!-Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Yo quedé desconcertada ¿eso era lo importante?

-Matilda… ¡¿eso era lo que me tenías que contar con tanta urgencia?!-Le dije algo impaciente. Ella se puso a reír y yo la miraba sin entender nada de lo que pasaba.

-No, no era eso. Lo que pasa es que… ando con Pablo.

Nunca pude identificar la cantidad de colores que tenía su rostro en ese momento, eran los colores del arco iris y otras mezclas. ¿Qué es lo que se hace en esos momentos? Reconozco que desde siempre fui torpe para esas situaciones, no sabía si felicitarla o no, recién ahora estoy un poco mas clara en eso, ahora doy el pésame. Pero cuando uno es mas joven eso es una buena noticia, así que en ese momento la felicité.

-¡Al fin! Y ¿Cómo fue?- Pregunté intrigada

-Ese día en el que te tuviste que quedar en la biblioteca y yo me tenía que venir me encontré con él. Cuando íbamos camino a la casa el me dijo que me quería mas que como amiga y que quería que pololeáramos. Obvio me hice de rogar como dos minutos y le dije que si… ¡estoy feliz!

“Ojalá Bruno me dijera eso” pensé.

-Me alegro por ti Matilda, te mereces estar con Pablo aunque sea medio asopado- Dije casi de forma automática y ambas nos pusimos a reír.

-Yo creo que es hora de que tú también te busques a alguien. Así pololeamos por primera vez juntas.- El entusiasmo de Matilda frente a esa posibilidad era indescriptible.

Si lo hubieras sabido Matilda, si hubieras sabido que en ese momento yo ya amaba a tu hermano talvez estaría contando otra historia, pero hasta para ese mismo momento ya era demasiado tarde.

A las nueve nos sentamos en la plaza a esperar a los demás, no pasó mucho rato y llegaron todos, la Carolina, el Macelo y el Pablo, la Paula, la Valeria y…Bruno. Es verdad que nos juntábamos todos los viernes pero Bruno nunca iba, como era dos años mayor tenía su grupo a parte, pero ese día estaba allí. Pasó un rato y Pablo se paró y dijo:

-Chiquillos tengo que comunicarles que…que… ¡que la Matilda y yo estamos pololeando!

Todo el grupo aplaudió y todos los comentarios eran algo como: “Estaba bueno ya que se decidieran” “No tenían para que haber esperado tanto”, etc. En eso Valeria también se paró, se subió a unas de las bancas y…

-Bueno ya que estamos con los anuncios yo también les quería contar algo.-Le tendió la mano a Bruno para que se levantara, él se paró y se puso a su lado.

No, no podía ser lo que yo estaba pensando…

-¡Bruno y yo también estamos pololeando!

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