viernes, marzo 30, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo IX

El auto se alejó de la casa y aunque derramé algunas lágrimas nadie lo notó. Tenía pena por no haberme despedido de Bruno ni de Matilda, tenía rabia porque ninguno de ellos hizo algo por ir a despedirse, sentí rencor con mis padres por hacerme pasar por eso tantas veces y me angustié al pensar que volvería a pasar por lo mismo. Fue en ese momento en el que decidí ni si quiera tratar de mantener contacto con Matilda, era mi amiga pero al parecer se le había olvidado antes de que yo me fuera, también opté por empezar a no darle tanta importancia a las amistades, no me negaba a tenerlas como al principio pero tampoco sería algo fundamental en mi vida. Pero con el tiempo siempre recibí una lección.

Fuimos a la casa de mis abuelos, estuvimos lo que restó de la tarde y luego partimos hacia el terminal. Nos embarcamos como a las diez de la noche y llegamos a las seis de la mañana a Coquimbo. Cuando llegamos a la casa estaba oscuro aún (al parecer era como una tradición), era grande pero estaba descuidada. Todo el ante- jardín era una selva, el pasto estaba tan largo que parecía una jungla, entramos y en la casa no había nada, era muy temprano para salir a comprar así que nos acostamos los cinco juntos en el suelo, igual que una manada, nos cubrimos con las chaquetas y nos quedamos dormidos. Horas más tarde la nueva casa estaba completamente armada.

Pasaron los meses de verano muy rápido, la playa estaba cerca así que esa era mi mayor entretención, pero aún así no me podía olvidar de Bruno. Su mirada seguía clavada en mi cabeza y en mi corazón.

Pronto entré al colegio, las primeras semanas fueron un fastidio, me daba lo mismo hablar con alguien y me iba sola en los recreos, pero eso no le parecía a mucha gente, el director se empeñaba en presentarme compañeras para que me juntara con ellas. Finalmente cedí y entablé amistad con Andrea, era muy tierna y muy matea, nos complementábamos muy bien. Ella andaba en toda la onda de pololear, andar con niños y yo no, extraña e inconscientemente no le daba importancia a esas cosas, yo amaba a Bruno y es verdad que sólo éramos amigos, pero aún así prefería esperar a que se me pasara el amor para mas adelante darme otra oportunidad. Parece que esto de la indiferencia atrae más a los hombres, mientras más uno les hace el quite mas se cruzan en tu camino. Cada vez que pasaba por afuera del almacén que estaba a la vuelta de mi casa el hijo de la dueña que atendía la tienda estaba ahí, mirando. No crean que me perseguía ni nada, en ese momento no le di importancia, hasta que un día que llegué a la casa después del colegio y mi mamá me mandó a comprar azúcar. Llegué al negocio y estaba este niño con un amigo, entré y pregunté:

-¿Tienes azúcar?

-¿Azúcar? Este…-Dijo mirando al amigo.

De pronto el amigo se acercó a una radio que tenían y puso una canción romántica, luego tosió, le hizo un gesto al que vendía y se fue. Mi desconcierto era absoluto, no tenía idea de lo que estaba pasando pero no me gustaba, así que decidí apurar la cosa para que el atento vendedor no sacara unas velas y me pidiera bailar la canción cursi.

-Bueno ¿tienes azúcar o no? Quiero medio kilo.-Dije alterada.

-Si, en seguida te la doy.

Se movió velozmente, pesó el azúcar y al momento de cerrar la bolsa…

-¿Me puedes ayudar a cerrarla?

En ese momento pensé que el tipo era un verdadero inútil, no sabía si tenía azúcar, era lento, ni si quiera podía cerrar la bolsa, ¿Qué venía ahora, no sabía el precio? A punto de irme a otro lado donde me atendiera alguien competente decidí no ser tan tajante y le ayudé a cerrar la bolsa. Mientras cerraba la bolsa rozó mi mano que sostenía uno de los extremos de ésta, me quedó mirando y me sonrió, pero esa sonrisa le duró hasta que vio la expresión de ira en mi cara. Terminó de inmediato de envolver el azúcar y me cobró. Salí echando rayos, en ese momento había entendido que el tipo se estaba luciendo y eso no me gustó nada. ¿Qué se creía ese tipo? ¿Qué poniendo una música romántica y tocándome la mano me iba a conquistar? Es verdad que Bruno nunca había echo nada de eso, obvio, si yo no le gustaba, pero creo que por eso me enamoró, por su sencillez y su falta de interés. Como toda mujer me entregué al lado masoquista del amor. Nunca mas volví a comprar en ese negocio, tampoco volví a ver a ese niño.

Cuando iba llegando a mi casa había unas señoras sentadas afuera de la casa de una de ellas, cuando pasé justo en frente de ambas una gritó:

-¡Hola! ¿Qué edad tienes?

No le tomé importancia a esa pregunta tan común y le contesté:

-Quince años.

Seguí caminando mientras pensaba en por qué esa desconocida me había preguntado mi edad, pero mi duda fue aclarada antes de que yo misma la resolviera.

-¡Ésta niña está perfecta para Luis!

3 comentarios:

Ivonne dijo...

waaaaaaaaa!
me leí del 3 al 9 en un ratito! muy weno pos! :) sigue adelante!

Anónimo dijo...

hola, soi la vivi..estas en mi msn.. mi fotolog es vivixoxa_cuore..todo es bellisimo...lo lei hasta el final...¡¡¡¡felicitaciones!!!!! abrazo....

Anónimo dijo...

hola...estas en mi msn..... ¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!...esta bellisimo..lo lei too..un abrazo...vivi