La
historia sin fin, siempre lo mismo y se repite una y otra vez. No importa la
edad, no importa el momento, no importa nada, estoy entrampada en esta
situación; estoy destinada a tropezar más de mil veces con la misma piedra y
parece que es inevitable.
Mis
días oscuros carecen de noches porque se me hace imposible cerrar los ojos y
cuando lo logro un sinfín de pesadillas se presentan en mis casi nulas horas de
sueño, despierto ahogada o llorando a mares con un dolor punzante que apenas me
deja respirar. Estoy viviendo en una pesadilla.
No
puedo. No puedo con nada, cada día es más difícil. Nadie entiende, yo no
entiendo. Mi cabeza tiene voz propia y no se calla nunca, cada cosa que dice es
peor que la otra y entonces todo se ha vuelto una tortura interminable. Estoy agotada, siento una soledad absoluta, un vacío imposible de llenar y la
sensación de que estoy demás, esa sensación constante que me ha acompañado
desde que tengo memoria.
Y
yo que creía que contigo iba a ser distinto, que tú eras diferente, caí de nuevo. Me equivoqué al pensar
que ya no estaba sola, esa siempre será mi realidad. Por más que quiera creer
que no será así en el fondo estoy convencida de que para mí no hay otra manera
de vivir. No encajo, jamás he encajado ni voy a encajar en ninguna parte.
Nunca
han sabido quererme y nunca he sabido querer, es difícil. Se me hace tan difícil, tanto, que cuando
lo consigo suele ser demasiado tarde y ahí viene mi gran problema: comienzo a
ahogarme con todos los sentimientos que no pude liberar a tiempo. No es el
dolor de mi soledad, ella siempre ha estado conmigo; es el
dolor de la ausencia, específicamente de tu ausencia, y del amor que se me
quedó atorado en el pecho lo que me pesa.
Yo
soy el problema, lo sé, cómo no saberlo si todo el tiempo me lo dicen. Yo, por
ser así tan desastrosa, tan aparentemente insensible y por andar a caballazos
por la vida, siempre sin filtro, por ser distante cuando realmente no quiero
serlo, por levantar barreras para que esto no pase y que finalmente de nada
sirven porque pasa igual. Termino así, queriendo más de lo debido y teniendo
que soltar una vez más, una más de tantas. La pregunta es ¿cuándo alguien va a
querer quedarse conmigo a pesar de todo? ¿Cuándo alguien no va a querer
soltarme? Parece que es demasiado difícil permanecer cerca de mí sin querer
correr lejos. Probablemente sea yo la que deba correr lejos de una buena vez.