jueves, marzo 22, 2007

Una historia sin resolver...

Capítulo II


-¡Bruno! Que bueno que llegaste. Ofelia te presento a mi hermano, Bruno ella es Ofelia la nueva vecina.

-Hola-Le dije tratando de parecer indiferente pero las rodillas me temblaban.

-¡Hola! Bienvenida al barrio Ofelia. Matilda ¿almorzaste ya?-Dijo con una voz ronca sin ser ruda, podría decir que hasta dulce.

-No, ahora iba a entrar. Vamos. Nos vemos al rato Ofelia, chao.

Así los vi entrar hasta a su casa. Estaba como petrificada, no podía entender como en tan pocos minutos ese personaje había provocado en mi tantas sensaciones. ¿Qué había sido eso?

Pasó toda esa semana sin novedad, mi apego era sólo con Matilda, no tenía interés en acercarme a las demás compañeras, para mi esa era mi única nueva amiga. Los días pasaron rápido y las clases eran aún relajadas ya que el año recién partía, sin darme cuenta llegó el viernes. Cuando llegamos a la casa, Matilda me dijo que en la noche nos juntáramos porque me quería presentar a sus amigos, así que me iba a ir a buscar como a las nueve para que nos sentáramos en la plaza a conversar con su círculo amistoso. La tarde fue casi inexistente, fui a visitar a mis abuelos y volví justo para la reunión en la plaza. La verdad es que mi motivación no era la mejor, eso de presentarme, de contar al menos la mitad de mi historia a personas desconocidas no era de todo mi agrado, pero Matilda estaba tan entusiasmada que cedí. Cuando llegué de visitar a mis abuelos ni si quiera alcancé a entrar a mi casa porque Matilda me estaba esperando. Saludó a mi familia y me pescó de un brazo arrastrándome impacientemente hasta donde estaban todos, me los presentó uno a uno. Carolina, una pelirroja pecosa que vivía dos casas mas allá que la mía; Paula, una gordita bajita que vivía en las casas de en frente; Marcelo y Pablo que eran unos hermanos que vivían en los edificios de la otra cuadra; y por último, Valeria que era vecina de los dos últimos. Sin muchas ganas conté algo de mi historia y el resto del tiempo me dediqué a observar a los nuevos personajes, todos me parecieron muy sencillos y amigables, excepto Valeria que desde mi punto de vista era muy interesada y frívola, sus comentarios la delataban. Al parecer buscaba amistad en los niños que tuvieran algo novedoso que prestarle, algo que estuviera de moda y ella no tenía. Por lo que me dijo Matilda después, Valeria llegaba solo a veces a ese círculo porque sus “amigos” eran los de su edificio y al parecer en ese momento estaba ahí por la curiosidad de conocer a la “nueva”.

Un poco antes de la media noche se empezaron a ir a sus casas, hasta que quedé sola con la Matilda, estuvimos largo rato hablando, me preguntó que tal me habían parecido sus amigos y yo le dije lo que pensaba, incluso de Valeria que había sido la peor impresión que tuve. Quedamos en que al día siguiente por la tarde saldríamos a caminar por ahí para que conociera un poco más los alrededores, así que la tenía que pasar a buscar.

La inseguridad de ese barrio era muy alta así que las casas eran unos claustros, todas enrejadas y las puertas con llave, nuestras casas también lo eran. Cómo su casa no tenía timbre me dijo que le gritara, ella estaría pendiente de mí llamado desde la pieza de sus papás que era la única ventana en el segundo piso que daba hacia la calle. Nos despedimos y entramos a nuestros hogares. Estaba tan cansada que a penas puse la cabeza en la almohada caí dormida, desperté al medio día con un sol radiante.

Me levanté muy animada, hacía tanto calor que me puse un vestido que me mantuviera fresca, sabía que la caminata de la tarde sería muy incómoda si me ponía pantalones. Después del almuerzo me lavé los dientes y me fui a buscar a la Matilda. Tal y como me había dicho su reja estaba cerrada con llave así que no me quedó mas remedio que ponerme a gritar como feriante.

Grité tres veces y no pasó nada. Decidí insistir pero antes de que terminara de decir Matilda alguien se asomó por la ventana.

-¡Hola Ofelia! Disculpa por no haber salido antes, pero se me había olvidado que ibas a venir y estaba en mi pieza. Para allá no se escucha nada.

Bruno me hablaba desde la ventana. De pronto sentí un calor en las mejillas, eran un verdadero infierno. Sentí vergüenza de que hubiera sido él y no Matilda la que salía por la ventana.

-No, disculpa si te molesté con mis gritos pero es que Matilda me dijo que la viniera a buscar y…

-Si me dijo, pero le salió un imprevisto y se va a demorar un poco en llegar. Me recalcó que estuviera atento de que vinieras pero se me olvidó.-Dijo rascándose la cabeza-Soy un poco distraído. Oye pero si quieres pasas y la esperas aquí. Salió con mis papás pero deben estar por llegar.

¡Me estaba invitando a pasar! Yo estaba callada, mirando el piso y moviendo un pie de manera nerviosa. No sabía que contestar, era absurdo de todas formas porque mi casa estaba al lado, no era mucho esfuerzo devolverme y esperar ahí en mi jardín. Pero por otra parte era el momento preciso para tener esos ojos sólo para mí aunque fuera por un momento y aunque sólo lo mirara cuando el no se diera cuenta. Finalmente había tomado una decisión, mi corazón extrañamente latía a mil por hora, me sentía tan tonta de estar nerviosa. Estaba abriendo los labios para responderle cuando algo me hizo reaccionar…

-¡Ofelia!

1 comentario:

Ivonne dijo...

jejeje sígale sígale!
:) un besote!