jueves, mayo 06, 2010

MEMORIAS

Capítulo IX

Pasó un mes. Las salidas con Karim se hicieron habituales y mi madre no daba más de alegría, pero igual de frecuente (y eso era lo que realmente ocupaba mi mente) eran los ramos de tulipanes que aparecían cada día sin firma y con el paso de los días sin mensajes. La ausencia de notas hacía la situación aún más intrigante, tenía la sensación de que por medio de las palabras, por simples que fueran, podría conocer mejor al galán que me rondaba.

Mi madre criticaba la emoción que sentía cada vez que recibía las delicadas flores, decía que era absurdo que me gustara recibir regalos de un extraño que probablemente jugaba conmigo ya que si su interés era real hubiera dado la cara desde un comienzo. Aunque en realidad lo que le molestaba a mi mamá era que no estuviera poniendo ni un poco de mi parte por formalizar con las cosas con Karim, además de espantarlo con mis comentarios negativos sobre los hombres y el matrimonio.

Un día conversando con Blanca decidí contarle sobre mi admirador secreto.

-¡Qué increíble, Rosario! ¿Quién será? ¡Es como en las novelas!-Dijo riendo.

-¡Ay! De verdad que no tengo la menor idea de quién puede ser. Pero en algo le encuentro razón a mi madre…es un cobarde.

-Perdóname amiga, pero resulta que el carácter de tu madre es bastante difícil y exigente. Creo que eso basta para que cualquiera tenga miedo de presentarse formalmente.

-Bueno, eso es algo que no puedo controlar. Lo peor es que ha logrado que me entre la curiosidad. Quiero saber quien es.-Dije decidida.

-¿Rosario? ¡No!-Blanca grito de manera casi despiadada.

-¿No qué?

-¡Te enamoraste!-Sentenció con seguridad.

Sentí un escalofrío y callé por unos momentos. Blanca me miraba y yo me concentraba en la sonrisa que se dibujaba en su rostro. Dudosa me dispuse a hablar:

-Para nada. ¿Qué cosa tienes en la cabeza? ¿Cómo me voy a enamorar de alguien que no conozco?

-¡Fácil! El misterio siempre es atractivo. Aún así, creo que tu mamá tiene razón. Deberías olvidarte de “el galán misterioso” y concentrarte en Karim. Es un excelente partido.

-¿Tú también? Blanca, no quiero casarme aún. Estoy cansada con la presión de mi madre sobre ese tema, no te hagas parte de esa estupidez, por favor.-Contesté con cansancio mientras pensaba en que no sabía bien qué me pasaba con el admirador secreto. No podía afirmar si era amor o no pero de algo estaba completamente segura: no me era nada de indiferente. Blanca tenía razón, el misterio lo hacía atractivo.

Pasaron los días, Amir y mi madre decidieron que retomara mi trabajo en la joyería porque mi hermano debía ausentarse cada vez más debido a su trabajo en la política. Me sentía mucho más tranquila trabajando porque al menos mantenía alejada a mi madre y a sus desagradables comentarios acerca de mi relación con Karim. El paso del tiempo ya la tenía bastante cansada al no ver frutos, por lo que cada día me daba un sermón diciéndome que iba a perder al mejor hombre del pueblo por puro capricho.

Recuerdo el miedo que sentía respecto al tema de casarme y lo que más me asustaba era que Karim se pronunciaba a menudo de manera indirecta diciendo que él quería casarse joven, pero afortunadamente yo tenía a mi favor su timidez y por eso nunca se había declarado. Gracias a eso pude hacerme la desentendida libremente y sin sentir culpa.

Los ramos de tulipanes seguían llegando y mi habitación estaba repleta de ellos, mi madre se quejaba de que mi dormitorio parecía más una selva que cualquier otra cosa. Me encantaba ver su cara cada mañana cuando recibía los tulipanes, le molestaba tanto que otro hombre se estuviera interponiendo entre Karim y yo que hasta llegó a regañar a los pobres mensajeros que los llevaban. Por su puesto le mandó una gran cantidad de mensajes vía oral a mi admirador secreto, los mensajeros tenían miedo de llegar cada mañana por las reacciones de mi madre.

Por mi parte yo sólo estaba pendiente de obtener algún indicio, alguna pista que me dijera quien era el hombre que se daba el trabajo de mandarme flores cada día y me preguntaba cuando daría la cara, aunque no sabía bien que haría cuando lo supiera. Si bien fantasear era algo que me encantaba sabía que fuera quien fuera no sería nada fácil llegar a algún tipo de relación porque claramente mi madre se opondría. Le di tantas vueltas sin tener ningún resultado que en un momento llegué a pensar que nunca conocería a ese hombre misterioso, hasta que un día se presentó en la joyería un posible candidato.

-Buenos días, Rosario.

-¡No lo puedo creer! ¡Marcelino Huidobro! ¿Cómo estás?-Saludé efusivamente a mi visitante con un abrazo.

No hay comentarios.: