lunes, mayo 17, 2010

MEMORIAS

Capítulo XV

Risas y aplausos sonaban en mi casa sin que yo hubiera dicho nada, aún no respondía y ya celebraban. Todos tan contentos y para mí era como si me hubieran tirado un balde de agua fría. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué debía responder? Era todo tan repentino, si bien sabía que Karim quería ser algo más que mi amigo nunca pensé que me fuera a proponer ser su novia delante de tanta gente, con tanta presión. De repente me di cuenta de que el único que estaba en silencio y con una sonrisa fingida era Octavio, entonces la respuesta que debía dar se hizo clara. Karim me miraba nervioso así que para no torturarlo más me puse de pie buscando el silencio de todos para responderle, cuando estuvieron callados respondí decidida:

-Acepto, Karim. Si, quiero ser su novia.

El revuelo fue tal que todos se pararon a abrazarnos casi cómo si nos hubiéramos casado. Mi madre estaba tan emocionada que hasta se le cayeron unas lágrimas, me abrazaba y mencionaba lo rápido que había crecido; Blanca me abrazaba y me decía que ella siempre supo que todo lo que le había dicho sobre el matrimonio días atrás era una mentira, que siempre había confiado en que iba a entrar en razón. Todos estaban tan felices por mí y extrañamente yo no sentía la misma felicidad.

Cuando Karim y yo nos libramos de las felicitaciones de todos los presentes mi madre que aún estaba extasiada nos hizo una sugerencia:

-¡Pero no sean tímidos! Hay que oficializar esto como se debe. ¡Bésense! ¿Qué esperan?

¿Beso? ¿Delante de todos? ¡Sentía tanta vergüenza de hacerlo, sobre todo delante de mi madre! Karim estaba bastante entusiasmado por lo que no dudó un momento en hacer caso de la inoportuna sugerencia y sin previo aviso me partió la boca de un beso. Las cosas que se me pasaron por la mente en ese momento no tenían nada que ver con el romanticismo de un beso en una pareja de enamorados, sólo estaba pendiente de la mirada de Octavio y de lo incómoda que estaba.

Los aplausos volvieron a llenar el comedor de bulla, todos reían con emoción y mi madre de inmediato empezó a hacer insinuaciones sobre matrimonio comentando lo feliz que la haría comenzar a llenarse de nietos y que ver a su hija casada era el mejor regalo que le podía dar. Según ella de ninguna manera intentaba presionarnos ni a Karim ni a mi.

Luego de un rato, con la casa ya más calmada, mi mamá sirvió de postre unos exquisitos dulces árabes acompañados de un buen café del mismo origen. Karim no soltaba mi mano, me miraba con tanta ternura que hasta me hacía sentir mal porque en el fondo yo sabía que no lo veía más que cómo amigo pero ¿cómo no darle una oportunidad? Después de todo lo que había hecho para estar conmigo y lo bien que se portaba siempre, era un verdadero caballero y se merecía al menos que yo intentara quererlo. En ese momento me sentía en deuda con él y por eso me sentí obligada a darle lo que él tanto deseaba y lo que para mí era tan difícil entregar…mi amor.

A penas terminó el postre Octavio anunció su partida, agradeció a mi madre por la comida y las buenas atenciones pero según él debía pasar por la casa de Esperanza. Amir insistía en que se quedara para la sobremesa pero al parecer Octavio estaba sobrepasado de tanta felicidad y no quería seguir irrumpiendo en esos momentos familiares, por lo que pidió disculpas una vez más:

-Les agradezco la invitación y por considerarme en esta hermosa celebración pero debo partir. No quiero que Esperanza se preocupe. Amir, ya habrá tiempo para hablar sobre las argollas, cuando lo vea en la joyería pasaré para que conversemos.

-Muy bien Octavio, lo espero entonces. Si no me ve en la joyería puede venir aquí, siempre es bienvenido y por lo demás no creo que tengamos otra celebración cómo ésta así que puede venir con tranquilidad.-Dijo Amir riendo.

Todos rieron junto con mi hermano menos yo por supuesto, esa sorpresiva casualidad no me había agradado nada, aunque debía admitir que me servía para que Octavio se mantuviera lejos de mí tal cómo lo había buscado en la última conversación en la joyería.

Octavio se despidió de todos uno por uno y yo me ofrecí a acompañarlo hasta la puerta para extrañeza de Blanca, de mi madre y de Amir. Caminamos en silencio hasta que llegamos a la salida, no sabía muy bien por qué había querido acompañarlo, supongo que de todas formas sabía que él tenía algo que decirme.

-Bueno, hasta luego Rosario. Espero que sea muy feliz, se lo deseo de todo corazón. Ha elegido bien, Karim es un buen hombre y se merece una mujer maravillosa cómo usted.

-Gracias, Octavio. También le deseo lo mejor y que su matrimonio sea exitoso.

Octavio comenzó a caminar pero no alcanzó a dar tres pasos y se volteo de manera brusca, se acercó nuevamente a mí y me dijo:

-¿¡Pero es que no se da cuenta!? ¿¡Aún no lo nota!? Cada palabra que me ha dicho se quedó en mi mente… ¡He cambiado!

-¿De qué es lo que no me he dado cuenta?-Pregunté confundida.

-¡Olvídelo!

Octavio se alejó a paso veloz sin si quiera dar indicio de una respuesta que en el fondo yo ya conocía y no quería aceptar.

Pascual y Gaspar se ofrecieron para ir a dejar a Blanca hasta su casa, Amir y mi madre se quedaron conversando en el living y Karim y yo salimos al jardín a tomar aire unos momentos luego de tantas emociones.

-Rosario, estoy tan feliz de que me hayas aceptado.-Dijo Karim mientras besaba mi mano. Esa era una costumbre que jamás dejó de lado.

-Yo igual estoy contenta.-Fingí.

No hubo más espacio para las palabras. Karim se acercó a mí, me tomó las manos y me besó tiernamente y yo correspondí a su beso, rechazarlo lo haría sentir muy mal y eso era lo último que quería en el mundo. Era el primer beso en mucho tiempo por lo que un cosquilleo en mi estómago se hizo presente pero desapareció casi al instante al darme cuenta que se lo daba a alguien a quien no amaba. Después de eso no sentí nada.

Unos días después Blanca llegó a mi casa para la hora del té, estábamos solas pues mi madre había acompañado a Amir en un asunto de la política que no recuerdo bien. Como pocas veces teníamos esa instancia decidí contarle a mi amiga lo que había pasado con Octavio últimamente, ni se imaginaba que entre él y yo había más contacto del que ella sabía que era por la joyería. Resumí lo que más pude y Blanca no daba más de la impresión, se paraba a cada rato de la silla y casi da vuelta el té un sin número de veces.

-¿Cómo te has guardado todas estas cosas, Rosario? No lo puedo creer. ¡Pero si él es un hombre comprometido y tú ahora estas de novia! ¡Es un descarado!

Yo estaba muda pensando en que la reacción de Blanca era tal y cómo la había imaginado, sólo me dedique a escucharla hasta que me hizo esta inolvidable pregunta:

-¿Tú que sientes por él?

¡Ah! Esa pregunta aún suena en mi cabeza con la dulce voz de Blanca y aún recuerdo ese día como si lo estuviera viviendo ahora. Yo sabía lo que tenía que decir porque sólo una palabra lo podía resumir: Amor.

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