jueves, abril 26, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXV

Por un momento pensé en salir corriendo, es verdad que ese beso era algo que había esperado durante mucho tiempo, pero sentí más miedo del que ya sentía y siento hasta ahora. Lo que me pasa con Bruno es tan grande que llega a ser dañino, si el olvido no llegó en diez años ¿cómo podía pensar que si ahora tuviera algo con él lo superaría? Aún así correspondí el beso, lo abracé tan fuerte que fue obvio que no quería dejarlo ir, también me abrazó. Sentía como ardían mis mejillas y pensaba en que cuando eso terminara no sabría cómo mirarlo, pero a pesar de todo en ese momento era feliz. Cuando nos separamos tenía terror de decir algo, ni si quiera pude abrir los ojos, pero lo que dijo Bruno logró que lo hiciera:
-Se me había olvidado lo mucho que me gustabas hace diez años. Aunque reconozco que ahora me gustas más.
No lo podía creer… ¡hace diez años yo también le gustaba! Quería decir algo pero no sabía que, no sabía si responderle, si besarlo otra vez o algo, no cabía en mi misma. Pero me demoré mucho y todo lo que le pude haber dicho quedó en nada porque en ese mismo instante se estremeció la habitación:
-¡Bruno! ¿¡Cómo pudiste!?-Gritó Emilia.
-¡Emilia! ¡Estabas aquí! ¡No lo sabía!-Contestó Bruno. Sonaba irónico.
-¿¡No sabías!? ¡Antes de besar a… ¿cómo te llamas?! ¡Ah si! Ofelia. ¡Me viste, por eso lo hiciste! ¿Y te atreves a decirle que te gusta? ¡Sabes que eso es mentira! ¡Yo sé que me quieres a mí!
Ese era el fin de mi mágico momento, mi primer besó y era fatal. Había sido usada para sacarle celos a la “Miss Chile”, ahí estaba, con un sabor amargo en los labios, humillada, una tonta. Me enfurecí, no crean que lloré ni nada, me fui pero antes dije:
-Bueno, me di cuenta de que aquí sobro. Pero tranquila, yo no estoy dispuesta a ser segundo plato de nadie.
-¡No seas cínica! ¡Desde que supe todo esto del reencuentro me dio la corazonada de que eras peligrosa para mi relación con Bruno!-Volvió a gritar.
-¡Mira, proyecto frustrado de modelo, no me interesa Bruno! ¡Además tu misma viste como él me beso! Es todo tuyo. A ti ojitos claros…no te diré nada. No mereces que gaste mi saliva en ti. ¡Adiós!-Dije alterada.
Bruno no dijo nada, estaba impactado igual que Emilia, yo me apresuré a salir de ahí. Me despedí de Matilda y el resto, la única explicación que di fue mi cansancio y trabajo pendiente. Salí a tomar el taxi, cuando iba a mitad de camino sentí que alguien me llamaba, era él, pero no me detuve. ¿Qué se creía? ¿Acaso por amarlo tanto debía dejar que me usara? No iba a dejar que el me dañara, ya había sufrido por él y a estas alturas de la vida era muy absurdo que volviera a hacerlo. Me alcanzó justo cuando había hecho parar un taxi, me agarró de un brazo y me detuvo:
-¡Ofelia discúlpame, yo no quería utilizarte! Lo que pasa es que…
-¡Ahórrate tus explicaciones! No te preocupes, ese beso no significó nada para mí. Además, lo haces bastante mal. No se cómo siendo artista no has aprendido el arte de besar.-Dije sonriendo.
-¿¡Qué!? ¿¡De qué me estas hablando!? ¡Yo se que te gustó! ¡Te gustó el beso, lo sé, lo sentí!-Afirmó tratando de sentirse seguro
-No me gustó y no te creas tan importante. Si respondí fue porque reaccioné al impulso pero no porque sienta algo por ti. ¡No me gustó y asúmelo! Igual es una lástima que te hayas convertido en un hombre tan típico, no te recordaba así.
Me subí al taxi, cerré la puerta, pero Bruno seguía golpeando el vidrio y diciendo “Te gustó, lo sé.” Cuando nos alejamos un poco y estuve segura de que no me oiría ni me vería, asumí mi triste realidad y me dije: “Me encanto”.
Llegué muy amargada, había comprobado nuevamente que la felicidad no duraba nada, es un pequeño préstamo, un momento efímero. Florencia estaba en su pieza acostada leyendo una revista, sin decirle nada se la quité y me acurruqué en sus piernas esperando consuelo. Le conté todo lo que había pasado, cuando supo lo del beso dio un salto de la cama y se puso a bailar, pero al enterarse de que todo había sido un juego de Bruno para sacarle celos a Emilia se enfureció, dio un grito que se escuchó en toda la cuadra.
-¡Maldito infeliz! ¿Cómo te hace algo así? ¡A ti que lo has amado toda la vida!
-¡Yo tengo la culpa! ¡No debí permitir un acercamiento! ¡Debí negarme a ir al famoso almuerzo!-Me inculpé.
-¡No justifiques lo injustificable! ¡Tú no tienes la culpa de nada! Bueno amiga, pero por lo menos aclaraste a la “Miss Chile” y al estúpido de Bruno.-Aclaró Flor.
-Si, pero no me consuela. ¡En todos estos años idealicé a Bruno! ¡Ese fue mi error! Lo convertí en un príncipe sin pensar en que podía ser un ogro como todos los hombres.-Confesé.
-¿Qué vas a hacer ahora? ¡Para colmo lo tienes que ver en la universidad!
-Nada ¿Qué puedo hacer? Él no me va a afectar. Mi vida en la universidad seguirá igual, él no me importa.
Si, sé que era una mentira, pero quería pensar eso después de ese horrible momento.
Pasaron las semanas, yo seguía en contacto con Matilda sólo por teléfono, a Bruno no lo tomaba en cuenta. Lo saludaba como a cualquier compañero de trabajo, pero fingía ser indiferente, aunque por dentro me muriera de pena. Mi orgullo era mas importante, no iba a dejar que ningún hombre, ni si quiera él, me hiciera sufrir.
Un día en el que salía tarde de una de las salas, tapada de papeles como de costumbre, abrí la puerta y cuando iba saliendo choqué… con Bruno, para variar.
-¡Tenías que ser tú! ¡Ya es hábito esto de tropezar contigo!-Grité.
-¡Disculpa! ¡No lo hago intencionalmente! Pero aprovechando que chocamos y que ya no te puedes escapar, quiero que hablemos de lo que pasó el otro día. ¡Por favor Ofelia!-Rogó
-No sé que tengas que decirme. Para mi esta todo claro, pensé que lo habías entendido después de lo que te dije ese día. De seguro estas acostumbrado a tener a cuanta mujer se te antoje, pero conmigo te equivocaste, no me moviste ni un pelo. Al contrario, me llegaste a dar lástima, es el peor beso que me han dado.
Mi furia había salido de repente, ni si quiera yo conocía esa faceta que tengo, tan cruel. Aproveché que él no sabía nada de mí para hacerlo sentir mal, a pesar de lo maravilloso de ese beso, él no tenía idea que era el primero que yo daba en toda mi vida, así que mentí. Bruno me escuchaba mientras miraba para otro lado, cuando terminé de decirle lo que pensaba me respondió:
-Me gustaría saber que fue lo que te hicieron antes para que seas así. ¡Necesitas con urgencia que alguien te quite lo amargada! ¡Sea un hombre o una mujer! Porque con esa fobia hacia los hombres… lo mas probable es que seas…
Le di un puñetazo, lo empuje y lo dejé tirado en el piso. A pesar de que ese golpe me dolió mas a mi que a él, no lo demostré.
-Nunca pensé que me iba a encontrar con el característico macho troglodita. En todos estos años, cada vez que pensé en ti eras otra cosa. Pero me equivoqué, resultaste ser igual que todos. ¡Que lástima! Pero ¿sabes? Espero que con esto se me pase de una vez este enamoramiento estúpido y sin razón, ¡que se muera el amor que siento por ti! No quiero preguntas ni que se te infle el ego, porque es verdad que te amo, pero desde mucho antes yo sabía que tenía que dar vuelta la página. Nunca hubo nada, menos lo habrá ahora.

No hay comentarios.: