miércoles, abril 04, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XIV

“No”, era la única respuesta, ahora ¿cómo dársela para no ser tan hiriente? Tenía que pensar bien lo que le iba a decir, él no tenía la culpa de esa confusión y si sus sentimientos hacía mi eran verdaderos si era muy ruda no se lo tomaría bien. Calmadamente lo miré y le dije:

-Lo siento Luis pero yo no estoy interesada en ti ni en nadie. No quiero pololos, ni nada por el estilo.

Esta bien, mentí pero ¿qué querían? No le iba a contar a un desconocido que estaba enamorada hasta los huesos de alguien que estaba a varios kilómetros de distancia. Si no se lo dije a Matilda, que era la persona en la que mas había confiado en el último tiempo no se lo iba a decir a nadie. Además, tenía la esperanza de que mientras más veces negara mi amor por Bruno mas rápido lo olvidaría.

Luis no dijo nada, sólo abrió la puerta y me dejó salir. Llegué y ya no tenía ganas de hacerles nada a las autoras del vergonzoso episodio, ver la cara de decepción de Luis me hizo imaginar cómo mi hubiera sentido yo si le hubiera confesado a Bruno que lo amaba y el me hubiera rechazado. Afortunadamente Luis no me quito el saludo, seguimos siendo amigos y ese tema no se tocó nunca mas.

Fin de año llegó rápido y con él llegó un nuevo cambio. Nuevamente a mi papá lo trasladarían, esta vez a un hoyo perdido en el desierto llamado Vallenar. Cuando mi mamá me dijo casi llorando que nos teníamos que ir a mi no me pasó nada, realmente ya había perdido lo que mas me importaba ahora dejaba uno que otro amigo, pero no era motivo que me causara dolor, talvez como ya estaba habituada a esos cambios parecía no afectarme. Como era costumbre sin decirnos nada ya nos habían conseguido colegio a los tres, a mi y a mi hermana nos tocaba nuevamente un colegio de puras mujeres dirigido por monjas. Pero ya me daba igual, donde me pusieran daba lo mismo, total ¿cuánto íbamos a estar ahí?

Pasamos el verano en Coquimbo y ni supe cuando nuevamente estaba arriba de un bus con un rumbo desconocido, me fui las tres horas de viaje pensando hasta que parte Chile iba a conocer si seguían los traslados. Lo peor es que cada vez estaba mas lejos de Bruno, cada vez más kilómetros y menos posibilidades de volverlo a ver, siempre que pensaba eso me odiaba por haber hecho la cábala de la maleta. Aunque si no la hubiera hecho tampoco Bruno habría aparecido, pero quizás eso hubiera sido lo mejor. Cuando entramos a Vallenar me pasó algo extraño, fue como un presentimiento que me auguraba que ahí no iba a estar bien y que de ahí no me iba a mover tan rápido.

Llegamos un par de días antes de entrar al colegio los cuales pasaron muy rápido entre los arreglos de la casa y la compra de todo lo necesario para el nuevo establecimiento. La vuelta a clases ya no me ponía nerviosa, me daba igual ser aceptada o rechazada por mis compañeras pero aún así me adapté al curso con el tiempo, me hice amiga de Florencia que a pesar de ser mi polo opuesto se ganó mi confianza al instante y con el paso de los meses nos hicimos inseparables.

No sé por qué, pero a Florencia pude hablarle de Bruno. No me demoré mucho en contarle mi historia, ella se sorprendió y no podía creer que yo aún lo quisiera, no le cabía en la cabeza cómo a pesar del período que había pasado sin verlo mi amor seguía intacto.

Un sábado por la tarde me fue a visitar, entre todo lo que hablamos Bruno salió como tema y nos pusimos a especular en lo que pasaría si volviera a verlo alguna vez. Se nos pasó la tarde imaginando mis reacciones mientras ella me aconsejaba lo que debía hacer si me lo encontraba. Pero al parecer Florencia tuvo un momento de lucidez y concluyó que eso no era sano, así que de un momento a otro me dijo:

-Ofelia, tienes que olvidarte de él.

-¿Qué? Pero cómo… ¡Tú no…!-Traté de decir. Pero me rendí y finalmente acepté- Tienes razón pero ¡no puedo!

-¡No quieres que es distinto! Ni si quiera haces el esfuerzo por olvidarte de él. Sé que es difícil pero por lo menos trata, no es bueno que vivas de un recuerdo.-Dijo en tono severo.

Después de darme mil razones para que echara a Bruno al olvido Florencia se fue.

Llegó la noche, después de vagar por toda la casa sin nada que hacer, decidí acostarme. No tenía sueño así que me dediqué a pensar en todos los cambios que había tenido en tan poco tiempo, en los que pronto vendrían y así me dormí. Desperté a las tres de la madrugada en los brazos de Bruno, él dormía profundamente pero aún así me acariciaba el pelo. Ahí estaba él, no me miraba pero igual me sentía querida, yo sabía que me amaba, sabía que correspondía mi amor. Lo miré y me sentí feliz de que estuviera conmigo, lo abracé, me acomodé en su pecho y me dormí.

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