lunes, abril 16, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XX

Mi corazón se aceleró, de un salto me puse en pie, me arreglé la ropa mientras él se paraba, si era quien yo creía era probable que me diera un ataque. Cuando por fin se paró se me acercó dijo:
-¡Discúlpame! Iba distraído, lo siento. Esto de salir sin paraguas en días amenazantes de lluvia es un lío.
-No…este eh…no te preocupes. Son cosas que pasan.-Dije nerviosa, tanto que hasta tartamudeé.
Estaba inmóvil frente a un hombre que no podía ser otro que Bruno, el corazón me lo decía a gritos ¿pero como podía comprobar que era él sin parecer desesperada? A veces las ansias de tener algo hacen que uno confunda las cosas. Una vez, hace varios años, iba en un auto paseando por Valparaíso y mientras miraba a las personas que cargaban con su rutina creí verlo parado afuera de un negocio. Sólo me dije: “¡Qué tonta!”
No me salían las palabras, estaba demasiado ocupada pensando en cómo saber si era él, y que es lo que haría si lo era. Tantos años había pensado en que si lo volvía a ver me tiraría a sus brazos y le robaría el beso que nunca me dio, pero no podía hacer nada sin estar segura. Finalmente no pude esperar más, así que venciendo mi miedo le pregunté directamente:
-¿Bruno?
-Si… ¿nos conocemos de alguna parte?-Dijo confundido.
Era él, mi corazón no había fallado. Pero de un momento a otro todos mis sentimientos cambiaron, sentí rabia con él porque se clavó en mi corazón, tanto que ni el paso de los años me hicieron olvidarlo, ahora nos encontrábamos y ni si quiera me recordaba. Había llorado mucho tiempo por alguien que me olvidó apenas me fui, supongo que fue hasta ese momento en el que me di cuenta de que siempre mantuve la esperanza de que Bruno me quisiera y me recordara, igual como lo hacía yo. Era un romanticismo barato, eso era lo que mas me irritaba, creer tan ciegamente en el amor y en cosas que sólo pasan en las novelas. Finalmente, mi ira dominó mis pensamientos y en un arranque de cólera empujé a Bruno y mientras salía del café le dije:
-¡No! No nos conocemos. Ten mas cuidado para otra vez.
Salí y sentía la mirada desconcertada de Bruno sobre mí, pero nada hizo que me devolviera, eso era lo mejor. La lluvia se había intensificado así que solamente me bastaron dos minutos para empaparme, afortunadamente no me demoré mucho en tomar un taxi que me llevó al departamento de Florencia. No me pude sacar de la cabeza el encuentro, su mirada, su rostro algo cambiado pero igual de tierno, todos lo recuerdos fueron removidos. Llegué al departamento y Florencia me estaba esperando, pero al entrar ni si quiera la saludé, sólo me encerré en mi pieza para cambiarme la ropa mojada, quería acostarme, dormir y pensar que todo había sido un sueño. Sabía que lo que había pasado no se me iba a olvidar y darle mas vueltas al asunto me provocaría el mismo dolor de hace años, que tanto me había costado aliviar. Mientras pensaba en esto, Flor entró a mi pieza, se sentó a los pies de mi cama y firmemente preguntó:
-¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué llegaste así? ¿Tuviste algún problema con tus abuelos?
Florencia era mi amiga y talvez debía contarle en ese momento, pero no quería preguntas ni nada, lo único que quería era olvidarme. Le mentí.


-No pasó nada. Disculpa que me haya portado así, lo que pasa es que estoy cansada y muerta de frío. Esto de la lluvia…
-¡A mi no me engañas! ¡No seas mentirosa! Yo se que algo te pasó-Interrumpió enojada.
-Ya te dije que no. Me duele la cabeza y quiero dormir.-Dije tratando de sonar convincente.
-Ofelia ¿por qué me mientes? Pero está bien, no voy a insistir más. Si no confías en mi…nada puedo hacer.-Dijo apenada.
Salió dando un portazo, realmente me sentí mal porque no era nada contra ella, todo era mi culpa por ser tan tonta removiendo cosas que ya habían quedado atrás. Me dormí intranquila.
Llegó el lunes y Florencia seguía algo molesta conmigo, pero yo sabía que en el fondo ella me había perdonado, se portaba así para hacerme sentir culpable y con eso conseguir todo lo que me pedía. Tenía que ir a dar mis clases esa mañana, así que me vestí, me tomé un café y salí rumbo a la universidad. Cuando llegué mis alumnos ya me estaban esperando, les había dado un trabajo así que a penas empezó la clase los retiré. Una hora y media más tarde salí de la sala tapada con un montón de composiciones, iba saliendo de la sala pensando en que tenía ese rato libre para ir a la cafetería. Para variar iba distraída, caminaba mirando hacia atrás pendiente de que no se me hubiera volado ninguna de las hojas que llevaba, pero fue en vano porque nuevamente choqué con alguien. Las hojas se desparramaron, mi furia estalló:
-¡Es mi karma chocar con la gente! ¿Soy la única que va atenta para no tropezar con nadie?
Rápidamente me agaché a recoger las hojas, no me interesaba saber quien era, estaba tan molesta que lo único que quería era recoger los trabajos e ir por un buen café. Hasta que escuché:
-¡Disculpa! Fue casualidad.
Levanté la mirada, no podía creer lo que estaba viendo. Me faltaba el aire y lo único que logré decir fue:-¿¡Tú!?

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