miércoles, abril 18, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXII

Cuando me di cuenta de que estaba en sus brazos un escalofrío me recorrió la espalda, sentí ganas de soltarme y decirle que no era necesaria tanta ceremonia, que el tiempo había pasado y que nunca fuimos tan amigos como para eso. Pero por impulso y olvidando lo demás correspondí su tierno y cálido abrazo, estaba pasando lo mismo que hace diez años. Florencia, que estaba atrás de Bruno, nos miraba con una sonrisa pícara, fue en ese momento en el que reaccioné y me distancie de él, el mágico momento había terminado.
-¡Tantos años! ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Ocho o nueve años?-Dijo dudoso.
-Diez para ser exactos.-Contesté amargamente.
-¡Cómo pasa el tiempo! Pero tú no has cambiado mucho ¡sigues igual!-Agregó Bruno
-¿Era igual de linda hace diez años atrás?-Preguntó Florencia.
Ella y sus comentarios siempre tan atinados, sólo respiré profundo y miré el piso esperando que Bruno no respondiera esa ridícula pregunta. Pero para variar, me equivoqué.
-Si, así es. Pero creo que ahora lo esta más.-Contestó sonriendo.
-¡Suficiente! Me tengo que ir. Adiós.-Dije mientras me iba.
Florencia me miraba atónita, se quedó parada mirando como me alejaba, pero Bruno me alcanzó y me detuvo.
-¿Después de no vernos en años te vas así? ¿Ni si quiera me vas a dar la oportunidad de que nos tomemos un café?
¿Por qué seguía teniendo ese maldito poder sobre mí? ¿Qué tenía él que me hacía sentir tantas cosas sin hacer nada? Miré hacia atrás y Flor asentía con la cabeza sin que se borrara su sonrisa de complicidad. Acepté.
Fuimos los tres a la cafetería de la universidad, nos acomodamos en una mesa y nos atendieron de inmediato. Yo pedí un café corriente, Bruno un cortado y Flor un capuchino, les aseguro que mi café tan común fue el mas dulce que tomé en mi vida. A pesar de ser un líquido tan simple, la compañía de “ojitos claros” lo hacía especial. Como de costumbre Florencia trató de romper la tensión que yo sentía, así que fue ella la que preguntó:
-Bueno Bruno y ¿qué es lo que haces por aquí?
-Estoy trabajando en esta universidad, doy clases. Soy profesor de música.
“¡Lo que faltaba!”, pensé, que mejor que estuviéramos trabajando en el mismo lugar. Me entró una especie de pánico al escuchar eso, ahora me lo iba a topar a cada momento. Después me dediqué a reflexionar sobre lo que había sido de Bruno, nunca me hubiera imaginado que iba a escoger una profesión así, músico. Me encantó saberlo.
Luego de que hablaron por un rato Flor se fue, inventó un montón de excusas, de las cuales ninguna sonó convincente, yo sabía que su intención era que nos quedáramos solos. Hubiera dado cualquier cosa por irme con ella, pero no podía huir siempre de Bruno, tenía que asumir de una vez que nos habíamos encontrado de nuevo y que además trabajábamos en el mismo lugar. Me quedé con él, seguía igual de nerviosa pensando en que en cualquier momento mi lado estúpido, que gracias a él desarrollé, iba a salir por impulso. Pero traté de relajarme, a pesar de todo quería saber más sobre él.
-Nunca hubiera pensado que serías músico. Debe ser una linda carrera.-Dije insegura.
-Si, lo es. La música es mágica, te transporta a lugares hermosos en menos de un minuto y sin moverte de donde estas.-Contestó Bruno.
Hubo un silencio, Bruno me miraba pero yo evadía encontrarme con sus ojos, fingía estar pendiente de otras cosas. Esta vez fue el quien se animó a romper el hielo.
-Ofelia… ¿Te pasa algo? Desde que nos encontramos me ha dado la impresión de que lo único que quieres es salir corriendo. Pensé que en el pasado éramos bueno amigos, talvez no los mas grandes, pero lo éramos ¿o no?
Quizás ese era el momento de decirle la verdad, confesarle que lo había amado con toda mi alma durante años, aunque sonara cursi, pero que ahora quería seguir con mi vida, dar vuelta la página. Yo ya no sentía nada por el ¿o si? No perdía nada con decirle, a ver si con eso podía vivir en paz y no sufrir al pensar que lo tendría que ver todos los días tratando de ocultar lo que me pasaba. Intenté explicarle:
-Bruno…lo que pasa es que yo… yo… yo…
-¿Tú que Ofelia? ¡Dime! No creo que lo que te pasa conmigo sea tan grave o tan terrible.-Se impacientó Bruno.
-Lo que pasa es que yo te…
Como de costumbre no alcancé a terminar la frase. Una mujer que venía entrando a la cafetería, saludó con la mano y gritó:
-¡Bruno, mi amor!

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