domingo, abril 22, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XXIII

Sentí que iba a estallar, primero porque no había terminado de decirle a Bruno lo que debí confesarle hace diez años y segundo porque esa mujer lo había llamado “Mi amor”. En ese momento pensé que sólo yo tenía derecho a llamarlo así, pero después me di cuenta de que no nos unía nada, que seguíamos igual que hace diez años y peor, ahora éramos aun mas extraños. Me di vuelta para dar la espalda a la puerta y así no ver a la mujer que buscaba a “ojitos claros”. La inseguridad me invadió, quería desechar a Bruno de mi vida pero a pesar de eso fue inevitable pensar en que yo no podía competir con ella para ganarme su amor. Por primera vez no dudé en hablarle, a pesar de mi rabia le dije:
-Parece que te busca tu polola o ¿es tu esposa?
-Ni lo uno ni lo otro. Espérame un segundo.-Dijo mientras se paraba, luego gritó- ¡Matilda! ¡Que bueno que viniste! Ah que no sabes…
Era Matilda, no lo podía creer, cuándo iba a pensar que me iba a reencontrar con esas personas que en algún momento de mi vida, y quizás hasta ahora, habían sido tan importantes. Ella no me vio la cara, por eso antes de que su hermano terminara de contarle todo lo interrumpió:
-¡Tú no cambias! ¡No pierdes oportunidad para andarte amigando con mujeres por ahí! ¡La pobre Emilia no se merece eso!
-¡Cálmate! ¿Por qué siempre defiendes a Emilia? Hay cosas que tú no sabes… ¡ella no es siempre la víctima! ¡Además eso se terminó! –Dijo Bruno ofuscado.
-¿Por cuánto tiempo? ¿Dos días? Si sabes que a pesar de todo la amas. Talvez hay cosas que yo no sé, pero de eso estoy segura. ¡La amas!-Respondió Matilda.
Ya tenía más antecedentes de Bruno, estaba igual que yo, con algo sin resolver. Al parecer era víctima de una relación inestable. En ese momento me cuestioné muchas cosas, entre ellas qué era lo que Matilda no sabía y que al parecer a Bruno no le gustaba decir, y por otro lado, si esa tal Emilia le había hecho daño a “ojitos claros”. Se me estrujó el corazón al pensar que él era de otra, pero en el fondo sabía que eso pasaría, ya había sido suficiente haberlo encontrado otra vez como para esperar que él estuviera libre y con esto, que al fin fuera mío. Yo seguía sentada sin mostrarle mi rostro a Matilda, escuchándolos. Se notaba que a Bruno le parecía divertida la reacción de su hermana, su tono de burla lo delataba. Aunque tenía una mezcla de rabia y risa por la forma en que Matilda había sacado conclusiones sin saber nada, quiso contarle quien era el personaje con el que se encontraba.
-Sólo porque eres mi hermana y puedo tolerar tus impertinencias, te voy a decir con quien estoy. Esta hermosa mujer que esta sentada aquí es…
Me paré y di la cara antes de que dijera mi nombre, Matilda me miraba con la boca abierta, y en seguida me reconoció:
-¡Ofelia! ¡No lo puedo creer!
-¡Hola Matilda! Tanto tiempo sin vernos.-Dije sonriendo.
Luego del infaltable abrazo, Matilda mandó a Bruno a buscar un café y nos quedamos solas. Me explicó que eso de decirle “mi amor” a Bruno era algo que se le había ocurrido para espantarle las “amiguitas”, él estaba pololeando con Emilia y aunque decía que se había terminado, ella sabía que no era así.
Matilda seguía incrédula, se le hacía difícil de creer en esas “vueltas de la vida”. Yo por mi parte estaba contenta de verla, creo que fue porque recordé viejos tiempos.
-¿Por qué nunca escribiste? Siempre tuve la esperanza de recibir una carta para mantenernos en contacto.-Dijo Matilda con tristeza.
-Bueno, la verdad es que como no llegaste a despedirte… eso me hizo pensar que antes de que yo me fuera ya te habías olvidado de mí, aunque suene infantil.-Contesté con amargura.
-¡Es verdad! ¡No alcanzamos a llegar! Pero no creas que fue porque no nos importabas ni a Bruno ni a mí. Fue por culpa de nuestra amiga Valeria ¿te acuerdas de ella?
-Si, claro. Pero ¿Qué tenía que ver ella con que no llegaran a despedirse?
-Lo que pasa es que Valeria nos había invitado al cumpleaños de su mamá que era en las afueras de santiago y se suponía que ella nos tenía que llevar de vuelta a la casa antes de que tú te fueras para poder despedirnos.
-¿Entonces que pasó? ¿Por qué no llegaron?-Pregunté intrigada.
-Cuando Valeria supo que nos queríamos ir para llegar a despedirnos no nos quiso llevar. ¡Le dio un ataque de celos! Dijo que se notaba que tú estabas enamorada de Bruno y que pensaba que mi hermano también sentía algo por ti. Se enojó, no hizo nada para que nos fueran a dejar a nuestra casa y amenazó a Bruno de terminar con él si seguía insistiendo. Obviamente nosotros nos fuimos igual, juntamos unas monedas que teníamos y tuvimos que rogarle al chofer de un bus que nos llevara por lo poco que teníamos. Cuando llegamos tú ya te habías ido.-Explicó Matilda.
-¿O sea que Bruno igual terminó con ella?-Interrogué.
-Si, pero cuando íbamos en el bus me dijo que lo había pensado desde antes. Estaba aburrido de sus manipulaciones. Además, él ya se había dado cuenta de que lo usaba y que su cariño no era de verdad. ¡Las cosas que tenemos que pasar cuando somos niños! Imagínate que en ese momento todo eso fue tan terrible para nosotros, en cambio ahora, sabemos que hay cosas mucho peores.
Después de su explicación Matilda me preguntó que es lo que había sido de mi en todo ese tiempo, a que me había dedicado, etc. Unos momentos después llegó Bruno a dejar el café, se le había pasado el tiempo y tenía que ir a dar una clase, así que se fue diciendo que esperaba verme ahí durante el día. Vi como se alejaba mientras pensaba en que yo también esperaba verlo, pero no quería. Me quedé pasmada viendo a Bruno, en eso, Matilda hizo una pregunta que no esperaba:
-¿Por qué nunca me dijiste que te gustaba Bruno?

No hay comentarios.: