martes, abril 03, 2007

Una historia sin resolver

Capítulo XIII

Extendí mi mano y se la di, con eso sellamos una “nueva amistad”. Realmente lo hice para no ser mas pesada de lo que había sido, él sólo había tratado de ser amable, aunque fuera cargoso. Conversé un rato con él y me fui a mi casa, sabía que al decir que finalmente habíamos quedado como amigos iba a ser motivo de burlas, pero no me quedaba de otra que contarles sino sería peor. Ya estaban tomando té cuando llegué, nuevamente las miradas quedaron fijas en mí, no dilaté más la cuestión y les conté:

-Ya le pedí disculpas. Quedamos como amigos.

Mi hermana no se demoró nada en encontrar la forma de fastidiarme y lo peor es que contaba con todo el apoyo de mi hermano, en coro me dijeron:

-¡Uy Ofelia! ¡Ahora serás polola de Luis y no de Bruno!

-¿¡Qué les pasa!? ¿¡No tienen otra cosa que hacer que molestarme!? Ese niño es un conocido nada mas y si fui a hablar con él fue porque mi mamá me mandó. Ya me tienen cansada con sus comentarios estúpidos ¡busquen algo que hacer el par de jetones!-Dije hasta quedar sin aliento.

-¡Ya hija cálmate! No es para tanto, si es una broma nada más. Oye en todo caso es harto buen mozo el niñito éste, no estaría nada de mal para ti.-Comentó mi mamá en tono burlón y sin poder contener una sonrisa maliciosa.

-¿¡Tú también!? ¿No tienen a nadie más a quién hastiar? Por lo visto en esta casa no se puede comer en paz a ninguna hora.

Dicho esto, igual que en el almuerzo me paré y me fui a encerrar a mi pieza dejando atrás las risas de mi mamá y mis hermanos. Por un momento sin saber por qué, me puse en el caso de que Luis me llegara a gustar, si había pasado con Bruno ¿por qué no con él?, pero “ojitos claros” no abandonó en ningún momento mis pensamientos, al contrario se hacía cada vez mas presente. Recordé los pocos momentos que lo tuve para mí y por un momento pensé que nunca podría querer a nadie más.

Pasaron varias semanas desde que entablé amistad con Luis, lo veía de vez en cuando y conversábamos, pero no era un apego muy grande. Un día sábado en el que volvía de la casa de Andrea encontré que mi hermana y una prima de su edad que se había ido a quedar a mi casa tenían una cara muy sospechosa. Traté de no darle importancia ni a sus caras ni a sus risas nerviosas cada vez que me veían pasar, fui a buscar un vaso de jugo y me senté en el living a escuchar un poco de música, si mal no recuerdo sonaba una canción de Shakira cuya letra me identificó un poco, decía: “Estoy aquí queriéndote, ahogándome entre fotos y cuadernos, entre cosas y recuerdos que no puedo comprender.” Mientras analizaba la canción mi prima y mi hermana se sentaron juntó a mí, me hicieron bajarle el volumen a la radio y mi hermana con una mezcla de arrepentimiento y diversión me dice:

-Con la Valentina hicimos algo que no te va a gustar.

-¿¡Que hicieron!? ¿¡Leyeron mi diario!? ¡Si lo hicieron las voy a matar!

Cuando oyeron mi amenaza ninguna de las dos quiso seguir ocultando por más tiempo su travesura, así que en secreto se pusieron de acuerdo y mientras yo tomaba jugo mi prima habló:

-No es nada tan grave. Solamente le mandamos una carta a Luis a nombre tuyo diciéndole que tú estabas enamorada de él pero que te daba vergüenza decirle.

Se me aceleró el corazón, de pronto el jugo que me estaba tomando se convirtió en cemento y no lo podía tragar, finalmente logré escupirlo, me puse roja, realmente no descarté la posibilidad de que esos fueran síntomas de un ataque, pero cuando solté un grito in entendible supe que no me iba a morir.

-¿¡Que hicieron qué!? ¡Las voy a matar! ¿¡Cómo se les ocurre hacer una cosa así!? ¡Mocosas estúpidas!

Después de gritar todo eso, golpear los cojines del sillón y correr inútilmente tras ellas porque se encerraron con llave en uno de los dormitorios, tuve un momento de lucidez y me acordé de la famosa carta. Talvez Luis aún no leía mi supuesta declaración, tenía que correr lo antes posible para recuperar la carta. Nuevamente amenacé de muerte a las autoras de la diablura y salí de inmediato a la casa de mi “nuevo amor”.

Llegué en dos pasos, golpeé la puerta y me abrió él, me hizo pasar y yo prácticamente ahogada le dije:

-¿Leíste la carta? ¡Te juro que no es mía! ¡Yo no estoy enamorada de ti!

-¿Qué carta? Ofelia ¿de que me estas hablando?-Preguntó Luis confundido.

-¿Cómo que de que te hablo? De la que te trajeron mi prima y mi hermana, la que supuestamente es una declaración mía para ti.-Expliqué

-Yo no he recibido nada.

Todo había sido otra mentira de ese par de locas y yo la imbécil había caído redondito. No sabía que era mas vergonzoso, que la carta hubiera existido y Luis la hubiera leído o eso que acababa de pasar. Estaba a punto de salir de la casa de Luis aún más enojada y a la vez humillada pero no pude porque él cerró la puerta y me dijo:

-¿Esto significa que no tengo ninguna posibilidad de estar contigo?

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