viernes, junio 04, 2010

MEMORIAS

Capítulo XX

Sin duda esa era la guinda de la torta para la que se convirtió en una pésima tarde luego de saber la verdad. Me quedé inmóvil tratando de descifrar la mirada de Karim y a la vez trataba de imaginar lo que estaría pensando Octavio, sentía que debía darle muchas explicaciones a los dos y no sabía por dónde empezar. Afortunadamente ese pensamiento de mujer sumisa desapareció tan rápido cómo llegó y decidí que no tenía nada que explicar, en ese mismo instante me safé de los brazos de Marcelino y me paré derecha mientras arreglaba un poco mi vestido. Parecía que nadie quería hablar pero finalmente Karim tomó la palabra:

-Rosario, me puede explicar ¿qué significa esto? ¿Quién es este señor?

-No tengo nada que explicar, Karim. Él es Marcelino Huidobro un muy querido amigo y supongo que no tiene nada de malo en que lo frecuente.-Dije irritada mientras recordaba que ese hombre con carita de bueno había mentido mirándome a los ojos.

-¡Por su puesto que no Rosario, pero yo no sabía que era amiga de este caballero!-Dijo Karim en un tono machista y dominante que me molestó

-¡No tengo por qué decirle cada cosa que hago! Y en vez de estar haciendo el ridículo con escenas de celos debería saludarlo.

Marcelino ya tenía la mano estirada para estrecharla a la de Karim, se saludaron y con Octavio fue igual. El ambiente estaba denso así que preferí no alargar la situación y lo mejor era despedirme de Marcelino para poder solucionar todo de una vez:

-Marcelino, ya no será necesario que me acompañes. Será mejor que Karim me vaya a dejar a la casa, gracias por todo y espero verte pronto.

Marcelino besó mi mejilla, se despidió de Octavio y de Karim y se fue igual de contento que cómo lo había encontrado en la tarde, al parecer ese incómodo encuentro lo divertía demasiado. Por su parte Karim veía con el ceño fruncido como se alejaba mi amigo sin saber que el verdadero rival estaba ante sus ojos.

Cuando Marcelino estuvo lo bastante lejos Karim se acercó y me dio un tímido beso en los labios, Octavio apartó la vista en un reflejo casi automático y yo deseaba fervorosamente que los papeles entre ellos se intercambiaran en ese momento. Finalmente Karim me soltó y su cara cambió totalmente, una sonrisa se dibujó en su rostro para hablarme con la misma ternura y delicadeza de siempre:

-Rosario, vine a buscarla porque con Octavio hemos decidido ir a comer a un nuevo restaurante que se inaugura hoy. Ya están hechas las reservaciones y por supuesto Esperanza también nos acompañará ¿Qué me dice?

-No, no pienso ir a ninguna parte. Necesito hablar con usted y tiene que ser hoy, no creo que después de que hablemos le queden ganas de ir a comer.-Dije con severidad.

Karim y Octavio me miraban asombrados, seguramente en ese momento pensaron que estaba loca pero yo sabía muy bien lo que hacía. Quería que Karim se asustara y empezara a preguntarse que había hecho para que le hablara así, y también para que pensara de inmediato en las excusas que me iba a dar por haber mentido. Tenía tanta rabia que lo hubiera encarado en ese instante pero pensé en lo que pasaría si se descubría la verdad y preferí callar hasta llegar a la casa, sin embargo no contaba con la insistencia de Octavio:

-Por favor Rosario, vaya con nosotros. Esperanza estará encantada de compartir con usted de nuevo. Ya hemos reservado la mesa y nos ha costado demasiado.

-No podemos hacerle este desaire a Octavio y su novia, lo que me tenga que decir podrá esperar hasta mañana. Acepte la invitación ¿si?

Pensé mi respuesta por unos minutos y resolví que ir sería lo mejor, así aprovechaba de advertir a Octavio que necesitaba hablar con él. No sabía en que minuto podría decírselo pero era mejor eso a esperar otro día, probablemente en otro momento no sería posible ya que cada vez era más cercano su matrimonio.

-Está bien, iremos. Ahora necesito irme a la casa porque mi mama debe estar furiosa. Hasta luego Octavio.-Dije mientras me iba sin dirigirle la palabra a Karim.

Decidí que lo mejor sería irme sola a la casa para evitar la discusión pero como era de esperarse mi galante y buen novio intentó seguirme, le dediqué una mirada furibunda que de inmediato interpretó como un “no me sigas”, y se quedó junto a Octavio mirando como me alejaba a paso veloz. Me sentía mal de tratar así a Karim, él había sido tan bueno y me costaba mucho creer que me había mentido pero en esos momentos la rabia me pesaba más.

Llegué a la casa y mi madre me esperaba con un sermón interminable, me hizo un gran escándalo al verme llegar sola y de inmediato quiso saber dónde estaba Karim. No le mentí, le dije que estaba molesta con él y fue como si le hubiera tirado un balde de agua fría, la desesperación se apoderó de ella:

-¡Niña, por favor dime que has sabido comportarte! Rosario, te conozco y sé cómo eres cuando explotas. ¡Me ha costado un mundo enseñarte a controlar esos berrinches! ¿Qué le dijiste a ese pobre hombre? ¡No, no lo quiero ni pensar! ¡Ay, Dios! Espero que sea reversible y no anule el compromiso.

-¡Mamá, cálmese! Eso es algo que voy a decidir yo y no dejaré que nadie intervenga. Ni si quiera sabe lo que pasó y lo está defendiendo con capa y espada. -Dije con rabia.

-Hija, entienda que yo quiero lo mejor para usted. El noviazgo con este joven es lo mejor que te pudo pasar, él te quiere mucho y tiene toda la intención de casarse contigo. Por una pelea absurda no vas a tirar todo a la basura ¿o si? Es natural que discutan a veces pero no por eso terminarán la relación cada vez que lo hagan. Las adversidades son parte de la vida y para superarlas no hay más fórmula que luchar.

Miré a mi madre y subí a mi dormitorio sin decirle nada pero grabando muy bien sus últimas palabras, tenía razón y para mí ya había llegado el momento de luchar por lo que quería sin que nada me detuviera.

Me di una ducha para despejar mi mente y relajarme, Karim no tardaría mucho en llegar así que debía arreglarme rápido. No sabía que ponerme ya que mi madre era la que siempre elegía mi tenida a la hora de salir, no obstante esa vez quise hacerlo yo misma porque no hubiera aguantado todo un lavado de cerebro a favor del perdón de Karim.

Con un poco de incertidumbre empecé a buscar entre mis vestidos de noche, no sabía cuál de todos era más hermoso hasta que por fin llegué a uno que nunca había usado. Era un vestido color rojo italiano con un escote pronunciado y que llevaba un tul abajo que lo inflaba, así como a las faldas plato. No lo dudé ni un segundo, me puse el vestido y lo combiné con unas sandalias negras que tenían unas piedras brillantes que las hacían resaltar. Me maquillé de manera sutil pues ya el vestido haría que mi madre pusiera el grito en el cielo, mi pelo quedó suelto y sólo lo adorné con unas trabas.

Cuando la tenida estuvo completa me miré al espejo y no me reconocí, fue la primera vez en la que me di cuenta que ya no era una niña, que el tiempo había pasado y yo ya era una mujer. Fue entonces cuando tuve la seguridad de que estaba lista para todo lo que viniera.

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