lunes, junio 07, 2010

MEMORIAS

Capítulo XXI

Sonó el timbre a las nueve en punto y mi madre corrió a abrir la puerta pensando que era uno de mis hermanos que había olvidado la llave, cuando vio a Karim se alegró al pensar que había llegado con el propósito de solucionar nuestros problemas pero se extrañó cuando él le dijo que no tenía la mínima idea de por qué yo estaba enojada. No obstante, lo que más llamó su atención fue el hecho de que fuéramos a salir y yo no le hubiera mencionado ni media palabra por lo que inmediatamente empezó a llamarme a gritos.

Bajé la escalera sintiéndome distinta, es increíble cómo unos trapos pueden darte la seguridad que te ha faltado toda la vida. Karim me miraba con la boca abierta y mi madre a penas me vio se tapo los ojos y comenzó a agarrarse la cabeza en gesto de desapruebo, rabia y vergüenza.

-¡Rosario! ¿Qué significa esa vestimenta? ¿Crees que te dejaré salir así a la calle? ¡Ese vestido tiene mucho escote! ¡Le dije a Amir que lo devolviera a penas me lo mostró! ¿Por qué me han desobedecido? ¡Por esta falta de respeto se merecen unos buenos azotes! ¡Niña, anda a sacarte todo eso y llámame cuando estés lista para escoger la ropa!-Sentenció mi madre con dureza.

-Doña Nassiha, perdóneme pero discrepo con usted. Creo que su hija se ve hermosa, no necesita cambiarse.-Dijo Karim sonriente mientras me miraba de arriba a abajo.

-¡De ninguna manera! ¿¡Qué va a pensar la gente cuando la vean entrar!? ¡Ella es una señorita decente!

-Mamá, un vestido no me hace ni más ni menos decente. ¡Por favor por alguna vez en la vida déjeme decidir lo que quiero para mí! Además, a Karim que es mi novio le gusta y usted siempre me ha dicho que una mujer debe hacer todo lo posible por agradar al hombre con el que se quiere casar.-Dije intentando manipular a mi madre.

Después de escucharme mi madre cedió y hasta logré que reconociera que me veía linda, nos dio su bendición y pudimos partir al restaurante. Todo el camino Karim se fue mirándome y elogiando mi belleza, estaba como embobado pero yo a parte de agradecerle no le dedicaba ni una sonrisa, fue cuando notó esto que insistió en que le dijera que me pasaba. Me negué a decirle cualquier cosa hasta el día siguiente y prefirió no hablar más del tema.

Llegamos al local y ya nos esperaban Octavio y Esperanza sentados en la mesa. Recuerdo que Octavio desde que nos vio entrar no me despegó la vista ni un solo momento hasta que llegamos junto a ellos, se paró de inmediato para saludarme con un tierno beso en la mejilla y otro en la mano. Cuando terminó el protocolo del saludo y estuvimos instalados llegó el momento de comer, cada uno leía con atención la elegante carpeta que contenía una gran variedad de platos a elegir pero de vez en cuando me encontraba con la mirada de Octavio por encima de ésta. Recuerdo que cada vez que nos miramos una sonrisa se dibujó en mi rostro y en el de él también pues lo notaba en sus ojos.

La comida estuvo exquisita y la conversación muy amena, ya no me sentía incómoda compartiendo con Esperanza y a pesar de todo la pasé muy bien en aquella ocasión. Después del postre nos llevaron unos bajativos para dar el toque final a lo que fue un gran banquete y que mejor que complementar con música dejando una clara invitación para el baile. Karim no desaprovechó la oportunidad de tratar de mejorar las cosas entre nosotros así que me pidió bailar inmediatamente, sabía lo mucho que eso me gustaba y que eso le daría puntos a su favor. Como era obvio Esperanza y Octavio también se sumaron a la idea.

Una orquesta era la encargada de proporcionar el más variado repertorio pero nosotros salimos a bailar la música más lenta y romántica, Karim también tenía sus estrategias de manipulación. Llegamos a la pista y comenzamos a bailar, mi novio me tenía tan bien sujeta en esos momentos que creí que él sentía un miedo enorme de que lo dejara. Por mi parte todo el tiempo que estuve bailando pensaba en lo que tenía que hacer, tenía que encontrar la manera de poder decirle a Octavio que necesitaba hablar con él y hasta ese momento se me había hecho imposible. Fue entonces que el destino nos ayudó, Karim y Esperanza se cansaron de bailar y como ni Octavio ni yo teníamos intención de abandonar la pista insistieron en que nos quedáramos mientras ellos se tomaban un trago.

Cómo olvidar la canción que sonaba en esos momentos, era un bolero de Leo Marini llamada “Dos Almas”, un tema que sin duda marcó nuestra historia. Octavio me tomó por la cintura y me acercó a él, nos movíamos al compás de la música con gran soltura y por eso sentía que estaba danzando en las nubes. Bailamos en silencio sólo unos segundos, luego nos miramos y me obligué a hablarle de una buena vez a Octavio que no hacía más que sonreír.

-Octavio, necesito hablar con usted. Es algo urgente y que nos concierne a los dos.

-Puede decirme lo que quiera, Rosario. Sobre todo hoy que está tan hermosa, incluso podría insultarme como antes y yo no haría más que seguir alabando su belleza.-Dijo Octavio mientras me hacía girar sobre mi misma.

-Agradezco su caballerosidad pero ahora es importante que…-Traté de hablar pero fui interrumpida bruscamente.

-Desearía que se hubiera vestido así para honrarme a mí con su belleza. Envidio mucho a Karim, ni se puede imaginar cuánto.

-No sea machista. Yo no me vestí así para él ni para nadie, si me puse este vestido fue por una deuda que tenía conmigo misma. Pero eso es algo que no importa ahora. Necesito que nos veamos mañana a una hora en la que podamos hablar tranquilos.-Dije seria.

Octavio me miró con evidentes signos de confusión en su cara, seguíamos bailando pero la tensión se había apoderado de ambos y al parecer él no sabía que decir, seguramente estaba pensando en que sería eso tan importante que no podía esperar. Por un instante pensé que él no querría ir por todas las discusiones que habíamos tenido y porque al estar de novia con Karim seguramente no le vería el asunto, más aún cuando yo lo había rechazado. Se demoró un poco pero finalmente y para mí alivio habló:

-Está bien, dígame el lugar y la hora y nos encontraremos ahí.

-Mañana lo espero a las ocho de la noche a la orilla del río. Sé que ese no es un sector para nada apropiado pero es para que nadie nos vea, para no arriesgar su compromiso.

-Rosario, está bien que sea un asunto delicado pero no estoy de acuerdo en ir a tratarlo a la orilla del río. Además, no me interesa lo que diga la gente y a mi no me importa que me vean con usted. Por otro lado sería un problema que se ganaría con su madre si desapareciera así, ella lo notaría en cualquier momento. Mañana la espero a las ocho de la noche en la plaza.-Dijo Octavio decidido.

Acepté aunque para nada contenta, sabía que la gente hablaría al vernos solos y si a Octavio no le importaba a mí si, solo me consolaba el hecho de que por fin podría hablar con él. El cosquilleo de nerviosismo en mi estómago se hizo presente y lo único que deseaba en ese momento era saber que iba a pasar al día siguiente, la ansiedad se apoderó de mi todo lo que quedó de esa noche.

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