martes, junio 22, 2010

MEMORIAS

Capítulo XXV

Media hora después de que Octavio se había ido me di cuenta de que también yo debía volver a mi casa a enfrentar la furia de mi madre. Caminaba muy lento para retrasar la llegada de la infaltable discusión, en ese momento me pregunté por qué simplemente ella no aceptaba que yo era diferente y que mi forma de ver la vida se alejaba por completo a la suya para ahorrarnos todos esos malos ratos que no nos llevarían a nada. También trataba de idear la forma de poder salir al día siguiente de mi casa sin que nadie se diera cuenta que me había ido con Octavio y justo en ese momento algo alumbró mi caminar: Blanca se acercaba hacia mi.

Luego de unos pasos Blanca y yo nos encontramos frente a frente, es verdad que teníamos una conversación pendiente pero igual de cierto era que podía seguir posponiéndola todo el tiempo necesario, sin embargo ese era el mejor momento para volver a contar con ella. Nos saludamos como si nada hubiera pasado, nos hicimos todas las preguntas de cortesía necesaria hasta que llegamos al tema.

-Rosario, quiero reiterar mis disculpas por todo lo que pasó. De verdad estoy muy arrepentida y me tiene muy triste que ya no nos veamos. Sabes bien que eres mi única amiga.-Dijo Blanca mostrándose arrepentida.

-Aunque no justifico lo que hiciste acepto tus disculpas. Lo único que espero es que no se vuelva a repetir algo así, tú también eres mi única amiga y mi confianza en ti es total por eso no quiero que esta amistad se pierda.

Nos dimos un abrazo y le pedí a Blanca que me acompañara hasta mi casa. En el camino le fui contando los últimos acontecimientos, lo ocurrido con Karim y por su puesto con Octavio, ella sólo se limitaba a escuchar con atención y pocas veces quiso opinar. Finalmente llegué al punto que quería, la salida con Octavio que me tenía tan complicada.

Le conté a mi amiga la propuesta que me había hecho Octavio unos minutos atrás, como era de esperarse ella se espantó al imaginarme en un viaje sin destino, sola y con un hombre pero lo que más le asustaba era que yo estuviera tan dispuesta a hacerlo.

-¡Rosario, es una locura! ¡No te puedes ir ni por un minuto sola con ese hombre! ¡Tú misma eres testigo de sus antecedentes con las mujeres!-Dijo mi amiga con cierto alboroto.

-¡Por favor no me sermonees! Estoy decidida a pasar el día con Octavio y si te lo conté es porque necesito tu ayuda. Blanca, sea cual sea tu respuesta yo lo respetaré y por supuesto esperaré lo mismo de ti sobre mi decisión.

-¡Pero si tu madre se entera nos matará a las dos! ¡Sería un escándalo total en todo el pueblo! ¡Te suplico que no vayas!

-Ya te dije que estoy decida. Iré con o sin tu ayuda…Sin ella será mucho mas difícil y arriesgado pero de todas maneras lo haré.

Después de que Blanca notara que nada me haría cambiar de opinión se resignó a ayudarme a pesar de todos sus miedos. Al llegar a mi casa ya teníamos todo el plan listo para que nada saliera mal al día siguiente, nos despedimos y ya no quedaba más que rezar para que las cosas salieran según lo dispuesto.

Entré a la casa y mi madre me esperaba en el living, curiosamente y para mi sorpresa no discutimos porque no le dio gran importancia al hecho de que hubiera salido por sobre su prohibición y eso me pareció raro pero todo se hizo lógico cuando mencionó a Karim. Se puso a darme un discurso sobre él que me pareció interminable pero lo escuché entero para no provocar su ira, cuando me mandó a dormir con la tarea de que pensara en sus palabras me sentí aliviada a tal punto que di gracias a Dios.

Cuando desperté en la mañana no sabía bien que hacer, me sentía muy nerviosa y emocionada pero a la vez tenía un poco de miedo al pensar en que mi mamá me podría descubrir. Me bañé y me arreglé bastante más que en un día común, cuando bajé a desayunar todos lo notaron y me llenaron de preguntas, cuando mi madre estuvo sentada me digné a responder:

-Mamá, Blanca me invitó a pasar el día en el fundo de su familia y como hemos estado distanciadas me parece que es un buen momento para que arreglemos las cosas.

-Me parece bien, puedes ir. Termina tu desayuno para que preparemos algo que puedas llevarle a la familia de Blanca en agradecimiento por la invitación.

Terminamos el desayuno y con mamá volamos a la cocina a preparar “niños envueltos”, un exquisito plato que consiste en un pino de carne con arroz aliñado con especias que se pone dentro de una hoja de repollo y se enrolla. Así se nos pasó el tiempo hasta que ya eran un cuarto para las doce y puntualmente como lo habíamos acordado llegó Blanca a buscarme.

Salimos de mi casa dejando a mi madre convencida de que íbamos a un lindo paseo familiar, con Blanca caminamos tomadas del brazo hasta una esquina, me deseó suerte y nos despedimos rogando porque todo saliera bien. Luego de eso corrí hasta donde Octavio me esperaba y me subí a su auto sintiendo que tenía el corazón en la mano.

-Buenas tardes Rosario, sabía que vendrías-Dijo sonriendo.

-No hagas que me arrepienta de estar aquí. Será mejor que nos vamos antes que alguien nos vea.-Sugerí nerviosa mientras me ponía un pañuelo en la cabeza y unos lentes de sol para cubrir un poco mi rostro.

Al parecer a Octavio lo divirtió mucho el hecho de que quisiera pasar desapercibida y mientras hacía partir el auto soltó una carcajada que me hizo saber lo feliz que estaba. Pasó un rato antes de que me relajara pero entonces noté que íbamos saliendo del pueblo y me asusté:

-¿A dónde vamos? ¿Por qué salimos del pueblo?

-¡Tranquila! Anoche me desvelé pensando en cuál sería el lugar adecuado para pasar un hermoso día contigo y recién cuando amaneció lo supe. ¡Te encantará!

-¡Deja de jugar y dime de una vez a dónde me llevas! ¡Ya llegamos a la carretera y no me dices nada! ¡No tienes idea de todo lo que hice para venir así que lo mínimo que merezco es saber a dónde voy!-Grité desesperada.

-A la playa. ¿Qué te parece?

-¡Pero eso queda a una hora del pueblo! ¿No te parece que es demasiado lejos para ir a conversar? ¡Mejor da la vuelta!

-La playa más cercana está a una hora pero a la que vamos está un poco más lejos. Será mejor que te acomodes en el asiento porque nada hará que me devuelva.-Dijo decido y como siempre con una amplia sonrisa.

Después de eso fui un atado de nervios y no salió ni una palabra más de mi boca hasta que llegamos a la famosa playa una hora y media después, tiempo que por supuesto para mí fue mucho más largo que eso. Nos bajamos del auto y ante mí tenía una playa de arena blanca y un mar de aguas turquesas, un completo paraíso cuya belleza causaba emoción y que era sólo para los dos. Estaba completamente desierta.

Me saqué las sandalias y comencé a caminar, sentía la arena caliente bajo mis pies y una exquisita brisa rozaba mi rostro, llegué hasta la orilla sintiéndome libre y feliz sin saber por qué. Por un momento me olvidé de todo, solo volví a la realidad cuando sentí la frescura del agua atravesando mis piernas y entonces noté que Octavio estaba a mi lado y tomaba mi mano.

No hay comentarios.: