jueves, junio 10, 2010

MEMORIAS

Capítulo XXIII

Por un buen rato no hicimos más que estar en silencio cruzando de vez en cuando una que otra mirada, la devastación de Karim era mía también y me dolía tanto o más que a él porque era yo quién la causaba. Aún así sabía que estaba haciendo lo correcto, no podía mantenerlo amarrado sabiendo que aunque hice todo el esfuerzo del mundo no logré quererlo como él merecía.

Karim se puso de pie y se acercó a uno de los enormes ventanales que iluminaban el living para mirar a través de éste hacía el jardín, suspiró profundamente tratando de eliminar la pena que sentía, se dio vuelta, me miró a los ojos y entonces habló:

-Rosario, si usted se decidiera y me lo permitiera yo podría hacerla inmensamente feliz. La amo tan profundamente que daría cualquier cosa porque me correspondiera aunque sea un poquito. No estoy acostumbrado a rogar, esta será la primera y última vez que lo haga y lo haré porque considero que mi falta no ha sido tan grave. Si esto no funciona no la molestaré más pero por favor… ¡Por favor déme otra oportunidad! ¡Déjeme demostrarle que estamos hechos para estar juntos!

El corazón se me apretó tanto con esas palabras que ni si quiera podía respirar, sentía rabia conmigo por no poder corresponder a un amor tan sincero y comencé a preguntarme si Octavio haría algo así por mí. Me puse a pensar si valía la pena sacrificar lo que ya tenía con Karim por él pero me di cuenta de que no podía ser tan egoísta y seguir con ese noviazgo por no querer perder pan ni pedazo. Debo reconocer que en ese instante dudé pero finalmente lo que hice fue lo mejor, me paré y me acerqué a Karim, le puse la mano en el hombro y respondí:

-Lo siento, no puedo hacerte eso. Te juro que intenté amarte pero eso es algo que no se puede controlar, lo sientes o no y yo no llegué a sentirlo. Yo te quiero mucho Karim, eres un gran amigo pero no puedo verte como algo más. Perdóname, ya no quiero herirte más y lo haría si aceptara lo que me propones. Mereces ser feliz con alguien que de verdad te valore así que mi respuesta definitiva es no.

-Bueno, al menos lo intenté. Le deseo lo mejor y espero que volvamos a vernos alguna vez pero comprenderá que por ahora eso no será posible. Nunca he podido verla como una amiga.-Dijo Karim mientras acariciaba mi rostro.

Tomé su cara entre mis manos y besé su frente asumiendo que no lo vería en un buen tiempo, cuando él levantó la cabeza me miró fijamente y me dio un tierno beso en los labios. Correspondí a su beso como nunca antes lo había hecho y pensando en que esa era una buena indemnización por el dolor causado, después de eso se fue de mi casa y de mi vida por un tiempo.

Me senté en uno de los sillones pensando en lo difícil que era decirle a alguien que te importa que lo quieres de manera diferente a lo que él espera y supuse que era mucho más difícil recibir el impacto de un rechazo. Luego de eso me encerré en mi dormitorio el resto del día, no quería ver a mi madre ni a nadie así que no salí ni para comer y afortunadamente encontré la paz que quería porque nadie me molestó.

El día se me hizo eterno pero después de tanta espera al fin ya había atardecido y debía ir a la cita que tenía con Octavio en la plaza, estaba tan nerviosa que no hacía más que pasearme de un rincón de la pieza al otro. Logré tranquilizarme para arreglarme un poco, peinarme y maquillarme recatadamente para no llamar la atención ya que las lenguas del pueblo eran bastante filosas.

Un cuarto para la ocho estaba bajando las escaleras de mi casa, estaba totalmente decidida a salir sin decirle nada a mi madre por lo que tomé las llaves que estaban encima de la mesita de la entrada y abrí la puerta pero justo en ese momento apareció.

-¿A dónde crees que va? ¿¡Qué pretendes niña!? ¿¡Matarme de la rabia!? ¿¡Cómo se te pudo pasar por la mente tratar de salir sin mi permiso y a esta hora!? ¿¡A caso yo estoy pintada en esta casa!?-

-No veo el problema, mis hermanos entran y salen cuando quieren y no les dice nada. ¿Por qué conmigo es diferente? ¿Sólo porque soy mujer?-Hablé con altivez.

-¡Si! ¡Porque eres una niña y no puedes andar sola en la calle a estas horas! ¡Tus hermanos ya son todos unos hombres y se saben cuidar pero tú no!

-No quiero discutir con usted, suficiente tuve con lo de la mañana y ya se que no puedo cambiar ese pensamiento machista y retrógrado que tiene.

-¿Quieres ganarte otra cachetada? ¡Rosario, piensa en que ustedes son lo único que tengo y he tenido que criarlos sola! ¡Lejos de mi familia, lejos de mi tierra y de mis costumbres! ¿Tengo que pedir perdón por cuidar tanto mis únicos tesoros? Ya perdí a tu padre, si le pasara algo a alguno de ustedes yo me moriría.-Dijo mi madre mientras acariciaba mi pelo.

-Sé todo lo que ha tenido que pasar pero no tengo la culpa y aunque no le guste necesito que me de más libertad. Además si no le perdí permiso es porque estoy segura de que no me lo hubiera dado y de verdad necesito salir-Respondí calmadamente.

-¿Y por qué no pasó a buscarte a Karim? Siempre viene por ti a la casa, no entiendo por qué hoy no hizo lo mismo.

-Mamá, Karim y yo terminamos. No voy a verlo a él y ya no tengo tiempo de explicarle nada. Asumo la cachetada pero se la recibiré cuando vuelva, lo siento.

Besé a mi mamá en la mejilla, estaba tan perpleja que ni si quiera intentó detenerme cuando salí casi corriendo de su lado. Me alejé de la casa lo más pronto posible mientras miraba hacia atrás para comprobar que ella no me seguía y después apacigüe mi paso pues aún tenía tiempo de llegar a la hora. Debo confesar que el trayecto se me hizo casi tan eterno como la tarde.

Diez minutos después ya estaba en la plaza buscando con la mirada a Octavio por cada rincón, finalmente lo encontré sentado en una de las bancas más apartadas de la calle principal. Él me había divisado y me hacía una discreta seña con la mano para asegurarse que lo había visto, tome aire y me acerqué caminando con naturalidad hasta donde estaba. Nos saludamos y nos sentamos de inmediato para no llamar mucho la atención de las pocas personas que estaban en el lugar, en ese mismo instante yo me quedé muda.

Octavio esperó a que yo pronunciara alguna palabra pero con el paso de los minutos se dio cuenta de que si seguía esperando se haría viejo porque yo estaba totalmente paralizada así que tomó la iniciativa:

-Rosario, supongo que no me citó aquí para disfrutar de mi grata compañía en silencio. Dígame de una vez el motivo de que estemos aquí porque estoy bastante intrigado.

Comencé a jugar con mis manos buscando la frase precisa que explicara el por qué de esa reunión. Pensé en decirle que ya sabía que él era quien me enviaba los tulipanes y contarle todo lo que había pasado con Blanca y Karim, sin embargo de un momento a otro un impulso se apoderó de mí y lo único que salió de mi boca fue:

-Estoy enamorada de ti Octavio.

No hay comentarios.: