miércoles, junio 16, 2010

MEMORIAS

Capítulo XXIV

El alivio que sentí al pronunciar esa frase sólo se puede comparar con la sensación de quitarme una enorme roca de encima del pecho, al fin estaba liberada de mi propia cárcel porque eso era lo que significaba guardar lo que sentía por Octavio. De pronto noté que habían pasado unos minutos y que él seguía en silencio pero que su rostro contenía una amplia sonrisa, supongo que al notar eso me tranquilicé. Octavio me miró y se acercó decidido a besarme y yo en un reflejo instantáneo lo rechacé:

-Espere, no es correcto que haga esto. Alguien nos puede ver.

-¡Qué importa que nos vean! ¡Rosario, soy el hombre más feliz del mundo con esta noticia! No tiene idea lo que significan sus palabras para mí.-Dijo rebosando de alegría.

-¡Usted se va a casar! Está a solo unos meses de su matrimonio, ya tiene todo decidido, es un negocio y no creo que quiera cambiar eso ahora. Además, yo no quiero ser la culpable de que deje plantada a Esperanza al pie del altar. Eso sería horrible.

Octavio no paraba de sonreír y estoy segura de que si hubiera sido por él hasta se hubiera puesto a bailar en medio de la plaza, nunca lo había visto tan feliz, ni si quiera cuando había logrado conseguir a una nueva amante. Tomó mis manos, las acarició tiernamente como si estuvieran hechas de un cristal muy delicado y entonces seriamente me dijo:

-Rosario, estoy dispuesto a dejarlo todo con tal de estar contigo. No me importa Esperanza, ni el matrimonio y mucho menos me interesa el negocio que había planeado con su familia. Ahora hay algo que tiene mucho más valor para mí y esa eres tú. Has cambiado mi vida completamente, me has cambiado. Ni si quiera se como pudo pasarme algo así, nunca pensé que llegaría a enamorarme tan profundamente de alguien.

-¿En serio? ¿Cómo puedo estar segura de lo que me dice? Las circunstancias en las que nos conocimos no hablan muy bien de usted ¿Cómo puedo saber si este no es el mismo discurso que les dice a todas?

-La única alternativa es que confíes en mi y que me dejes estar cerca de ti. Si nos queremos tenemos que estar juntos. ¡Y por favor deja de tratarme de usted!

-Octavio, dime la verdad ¿realmente serías capaz de disolver el compromiso con Esperanza? -Pregunté mientras me invadía un sentimiento de culpa al pensar en ella.

-¡Claro que si! La estimo mucho pero tú misma me has dicho que eso no es suficiente para sostener un matrimonio.-Octavio contestó con absoluta seguridad.

-¿Dejarías de tener amantes para estar sólo conmigo?

Octavio agachó la mirada y yo lo observaba fijamente con el propósito de intimidarlo y descifrar en sus gestos si estaba siendo de verdad sincero. Justo cuando estaba a punto de tomar su actitud como un “No”en respuesta se adelantó y contestó:

-Yo por ti lo dejo todo.

Quería pensar que era sincero pero se me hacía tan difícil creer tanta maravilla, sobre todo porque había conocido a un Octavio muy diferente hace un tiempo atrás y me costaba imaginar que había cambiado sólo por mí.

Cambiamos el tema, comencé a contarle todo el lío que se había armado con lo del admirador secreto y que por esa mentira me había sentido obligada a aceptar ser novia de Karim. Afortunadamente él se tomó todo con mucho humor e incluso defendió a Karim diciendo que “En la guerra y en el amor todo se vale” y luego muy tranquilo preguntó:

-Entonces ¿Karim sabe que soy yo el mal hombre que te enviaba los tulipanes?

-¡No! ¡Eso hubiera sido terrible! Si hubiera sabido no sería tan amable contigo y le hubiera contado todo a mi madre, te aseguro que a ella no le hubiera gustado nada la situación. Probablemente cuando se enteré de todo me mandará a un convento.-Dije aterrada al imaginar su reacción.

-No seas exagerada. Nosotros no buscamos enamorarnos simplemente se dio. Rosario, no podemos estar separados porque todos se oponen. ¡Nos queremos!

-¡No podemos ser tan egoístas! En realidad a mi no me preocupa el castigo que me dará mi madre, soportaré las cachetadas y los latigazos pero pienso en Esperanza y encuentro muy injusto que estemos aquí hablando de nosotros. Ella te quiere, te ama demasiado, lo he visto en sus ojos. Nuestra felicidad no puede ser a costillas de su sufrimiento. Me imagino lo ilusionada que debe estar con casarse.

La mirada de Octavio parecía cansada, supongo que pensaba que estaba perdiendo la batalla y que de nada había servido que yo le confesara mi amor. Por mi parte no sabía que hacer, estaba segura que haberle dicho la verdad era lo mejor pero no tenía idea de que decisión tomar. ¡Qué difícil es cuando la razón se enfrenta al corazón! Esa sí que es una guerra difícil porque lo que uno quiere no es siempre lo correcto y cuando es así siempre está la duda de arriesgarse o no a pesar de todo.

-Rosario, no sé que hacer para convencerte de que debemos darnos una oportunidad. Los dos hemos esperado mucho tiempo y esto no se borrará estando separados, incluso creo que será peor. Te propongo que mañana pasemos el día juntos lejos de todos y hablemos con más calma.

Quise decir que sí de inmediato pero mi boca quedó frenada al recordar que para estar ahí había pasado por alto a mi madre y que seguramente por eso me estaría esperando furiosa en la casa para darme un par de cachetas y prohibirme las salidas mínimo por un mes. Sin rodeos le comenté la situación a Octavio y le expliqué que sería casi una misión imposible poder salir de mi casa.

-La relación con mi mamá está bastante tensa por eso creo que no podremos vernos mañana y talvez sea lo mejor. Deberíamos parar esto antes de que se nos haga más difícil dejar de vernos.-Dije con tristeza.

-¡Me niego rotundamente a dejar de verte! Mañana te espero en el auto a la vuelta de tu casa al medio día para que pasemos el día juntos. No me falles.

La hora había pasado y Octavio debía irse a resolver ciertos asuntos que no recuerdo, me dio un beso cálido en la mejilla y se fue. Yo me quedé sentada observando como se alejaba mientras me preguntaba si podría verlo al día siguiente y cuál sería el precio de toda esa locura.

No hay comentarios.: