jueves, abril 29, 2010

MEMORIAS

Capitulo IV

Blanca esperaba ansiosa a que llegara Octavio y no se dignaba a disimularlo, se arregló el pelo y se cruzó de piernas. Cuando finalmente estuvo con nosotras ella se levantó del asiento dando un salto.

-Buenos días, señoritas. ¿Disfrutando de una hermosa mañana?-Preguntó con tono seductor.

-Buenos días, señor Martínez. ¿Cómo está? Permítame felicitarlo por su compromiso, ha escogido una buena mujer.-Saludó Blanca con bastante coquetería.

-Gracias, Blanca. Rosario ¿no me va a saludar?

-Buenos días, señor Martínez. ¡Muchas felicidades por su compromiso! ¡No sabe el gusto que me dio enterarme de la noticia!-Dije con ironía.

Octavio se incomodó bastante, supongo que por un momento pensó que podría haber delatado su aventura con Victoria delante de Blanca, se aclaró un poco la garganta y para desviar el tema de su compromiso empezó a preguntarle a mi amiga por su familia. Yo me dedicaba a observarlo, hasta que por fin terminaron su conversación y Blanca se excusó para ir a saludar a unas amigas que estaban a unos cuantos metros de distancia. Tenía que esperarla y Octavio aprovechó ese momento para hablarme.

-Quiero hablar contigo, Rosario. Perdóname por haberte ocultado lo del compromiso con Esperanza, lo que pasa es que no quería que empeorara la imagen que tienes de mí.

-En primer lugar, no me tutee, yo no le he dado esa confianza. En segundo lugar, a mi no me tiene que pedir perdón de nada y en tercer lugar, lo que yo pienso de usted le tiene que importar un pepino porque yo no soy nadie para usted. Por otro lado, la imagen que tengo de usted ya no puede empeorar, señor. Tengo claro que es el tipo de hombre mujeriego y mentiroso que ve a las mujeres como un objeto, y se aprovecha de la inocencia de algunas prometiéndoles el cielo y regalándoles joyas para sentirse menos culpable por haberlas usado. Es de lo peor que puede haber en el mundo.-Sentencié con amargura.

La cara de Octavio dejó ver un poco de tristeza y creo que hasta un poco de vergüenza, supongo que lo hice sentir una porquería, algo a lo que no estaba acostumbrado. De a poco levantó la cabeza y me contestó:

-No es necesario que sea tan hiriente, señorita. Creo que no le he hecho nada tan grave para que me hable así. No entiendo el motivo de su rabia contra mí, como usted dijo, son mis asuntos.

-¡Usted no entiende nada porque es un bruto! Ni si quiera me tomaré la molestia de explicarle.

-¡Como diga! Lo único que quiero es rogarle que por favor mantenga su silencio, no quiero que mi futura esposa sepa nada de mis pequeñas aventuras.-Suplicó Octavio.

-Ya le dije que no diré nada, no me gusta andar hablando sobre cosas que no me incumben. Pero no lo hago por usted, simplemente lo hago porque soy una mujer seria y andar de alcahueta por ahí no es correcto.

En ese momento llegó Blanca, ella se despidió de Octavio cariñosamente y yo a penas le dije adiós, ni si quiera lo miré. Nos fuimos a mi casa a almorzar y así pasar la tarde juntas, de alguna forma tenía que hacer más ameno el encierro.

-¡Ay! ¡Que suerte tiene Esperanza! ¿No crees? Debe ser maravilloso estar comprometida, estar a un paso del sueño de cualquier mujer. Formar una familia y dedicarse por entero a ella.- Dijo Blanca mientras escuchábamos la radio y bordábamos un mantel por encargo de mi madre.

-La verdad es que no sé si eso sea lo que quiero para mí. -Contesté automáticamente.

-¿De que estás hablando?- Preguntó Blanca sorprendida.

-No sé si quiera casarme, ni formar una familia. Pienso que debe haber más opciones para una mujer.

-¿Qué otras opciones? Yo no conozco ninguna otra a menos que quieras meterte a monja. Rosario… ¿eso es lo que quieres? ¡Ay, no!-Dijo mi amiga con sorpresa y sufrimiento.

-Ni si quiera se me había pasado por la mente, definitivamente no me refería a eso. Pero por ejemplo ir a la universidad, estudiar una carrera, ser independiente. Eso me parece una buena opción.

Blanca me miraba atónita, en esos tiempos no era para nada común que una mujer tuviera esos planes. De hecho, era prácticamente inconcebible que una mujer prefiriera postergar la maternidad para dedicarse a estudiar sabiendo que las posibilidades de encontrar trabajo eran escasas. La discriminación era superior.

-Rosario, sabes que es una locura. Para eso tendrías que irte del pueblo, dejarlo todo. Sabes que tu mamá se opondrá y que tu lugar está aquí. Tienes que encontrar un marido y casarte, como todas.

-Ese es el punto, no se si quiero ser como todas. Si me caso quiero realmente hacerlo enamorada y porque crea en el matrimonio, no por una obligación social. Además, sé que soy inteligente y que puedo llegar lejos, no me quiero limitar por lo que digan los demás.-Dije decidida.

-¿Te has vuelto loca? ¿Qué mujer no quiere casarse? ¿Qué mujer se arriesga a ser señalada porque si? ¡Sobre todo en un pueblo como este!

-¡Yo! ¿Y sabes por que? Porque pienso que uno no siempre debe hacer lo que el resto quiere. Realmente estoy bastante confundida con lo del matrimonio. La verdad, dudo de que exista el amor y que sea para toda la vida como para casarse.

Aún recuerdo la cara de mi amiga, parece que le hubiera tirado un balde de agua fría. El tema se cerró, ella no hubiera soportado más.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me encanta como piensa Rosario, i love it!!!