martes, abril 27, 2010

MEMORIAS

Capitulo II

Al oír ese comentario sentí que la ira se apoderaba de mí, pero era una dama, debía mantener la compostura, ya estaba llegando muy lejos con los gritos, tenía que tratar de controlarme.

-Si yo hubiera sabido que al atender este negocio me iba a encontrar con patanes, mal educados, impertinentes y ordinarios, tenga por seguro que no habría aceptado el trabajo. Ahora, será mejor que se vaya.-Dije con calma.

En ese instante me di cuenta de que Amir me miraba desde la puerta, había escuchado todo y su cara parecía una piedra de tanta tensión. Se acercó a Octavio un tanto temeroso y lo saludó:

-Octavio, amigo ¿cómo está?

-Estaba bien hace un rato, Amir. Esta señorita ha sido muy grosera conmigo. No pensé que tú dejarías tu negocio en manos de cualquier persona.-Dijo mientras me miraba con malicia pensando que él tendría el triunfo.

-Discúlpela por favor, es nueva en esto. Rosario, ven a disculparte con el señor Martínez.

-Hermano, ¿te has vuelto loco? Este hombre ha venido aquí a decirme cosas y tú quieres que yo me disculpe.¡No lo haré!-Contesté exasperada.

-Así que ¿son hermanos? Pues bien, Rosario yo le pido disculpas, talvez cometí un error pero no me arrepiento de lo que dije, al contrario, lo mantengo.

-Disculpe, Octavio ¿Qué fue lo que le dijo a mi hermana?-Preguntó Amir curioso.

-Nada, sólo que es muy hermosa y le pregunté cómo se llamaba, nada más.

Amir me miró moviendo la cabeza de un lado a otro y me ordenó seguir arreglando la mercadería en las vitrinas. Obedecí, pero seguía muy pendiente de lo que hablaban, a pesar de mi discusión con Octavio quería saber todo acerca de él.

-¿Cómo le fue la otra vez con el collar de perlas que compró para Trinidad?-Preguntó Amir hablando tan bajo que ni los perros podían oírlo.

-¡Excelente! ¡Fue mi paso a la gloria! Usted me entiende.-Contestó Octavio riendo.

-Y ahora ¿Qué quiere regalarle?

-A Trinidad nada. Ya es pasado. Ahora tengo una nueva conquista.

-¡Hombre, a usted no le falta! Si hace un mes que estaba enamorado de Trinidad y ahora ya la olvidó.-Comentó mi hermano con complicidad.

-No, Amir. No confunda las cosas, yo nunca me enamoro. Yo puedo quererlas un poco a todas, pero no pertenezco a ninguna. Ya tuve lo que quería de Trinidad, nuestro tiempo pasó y hoy mi corazón ha puesto sus ojos en Victoria. Pero no es un pez difícil de pescar, así que quiero algo bonito pero no tan caro. Llegar a la cama de Vicky no es tan difícil como haber logrado llegar a la de Trinidad.

Cuando escuché esto me llevé una gran desilusión, se suponía que ante mi tenía a dos caballeros, pero resultaron ser de lo peor. No podía permitir que hablaran de las mujeres como si fuéramos objetos, así que a pesar de todas las enseñanzas de mi madre de no contestarle jamás a un hombre me dejé llevar por mi impulso:

-Me pregunto si todos los hombres serán tan desgraciados como usted, Octavio. No sé como puede ser tan poco hombre para referirse así de una dama. ¿Se olvida de que su madre es mujer? ¡Sólo por eso debería respetarnos a todas! Y usted, Amir. Si nuestra madre supiera como se comporta por vender unas cuantas joyas más sentiría vergüenza. ¡Ni si quiera han sido discretos! ¡Oí todo! ¡Par de idiotas!

Dicho esto, me fui dejándolos atónitos. No se lo esperaban para nada, y a pesar de sentirme un poco osada en un principio pronto sentí gran alivio de haberme expresado. Me fui a la casa en busca de paz, mi madre bordaba concentrada así que no notó mi llegada, silenciosa subí a mi dormitorio y me puse a pensar. A pesar de todo, Octavio tenía una linda sonrisa, había algo en él que lo hacía atractivo, pero lamentablemente era un completo desastre. Un mujeriego por naturaleza, y eso fue lo que me hizo odiarlo más, yo nunca podría ser la única.

Llegó la hora de la comida y tuve que ayudar a mi madre a disponerlo todo, era parte de su enseñanza de labores domésticas para cuando me casara, tenía que estar bien preparada. Cuando estuvo todo listo, nos sentamos junto a Gaspar y a Pascual en el living a esperar a Amir para poder cenar. No pasó mucho rato hasta que llegó, pero no venía solo.

-Buenas noches, familia. Esta noche traigo a un invitado, quiero presentarles a un gran amigo y cliente, Octavio Martínez.-Dijo mientras me miraba con desaprobación.

-Buenas noches señora, es un placer conocerla. Amir me ha hablado mucho de usted.

-Nassiha Slaib, encantada.-Se presentó mi mamá.

-Madre, he insistido en que Octavio nos acompañe a comer. Es una forma de disculparme por lo que ha pasado con Rosario.

Mi madre me miró de manera fulminante, pero como siempre fingió y le preguntó a mi hermano que había pasado. Amir le relató todo, aunque omitió las partes que más la espantarían para evitarle un disgusto y a mi un castigo más severo del que ya tendría.

Después de la cena, mis hermanos y Octavio se quedaron en el living tomando arac, un exquisito licor árabe, y mi madre se puso a limpiar, no quiso mi ayuda. No quería verme, estaba demasiado enojada y tenía que pensar en un castigo, obviamente conmigo a su lado sabía que no iba a poder hacerlo. Ella no se daba cuenta de que ya había crecido y yo no me daba cuenta de lo que había hecho estaba bien, no dejaba de sentirme avergonzada.

Me fui al jardín a mirar la luna y pensar, corría un aire tibio de verano, todo era perfecto hasta que llegó la persona que menos deseaba ver en ese momento.

-¿Por qué tan sola? Una noche tan hermosa debería disfrutarla en compañía.

-No necesito los ojos de alguien más para mirar el cielo, afortunadamente tengo los mío en perfecto estado.-Contesté indiferente.

-¿Siempre eres así de arisca? ¿Te gusta ser tan amargada?

La mirada de Octavio ha sido algo inolvidable a través de los años y gracias a eso recuerdo tan bien esa noche. Al hacerme esa pregunta nuestras miradas se encontraron y quedaron fijas, en ese momento supe que ese hombre no pasaría inadvertido por mi vida…a pesar de lo que pasó después.

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